Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) Sur
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Actualmente vivimos en una sociedad donde la imagen y la validación extrema tienen un gran peso, lo que provoca que muchas personas midan su valor por su apariencia física, lo material o la validación ajena. Sin embargo, el amor propio va más allá de un espejo o de estándares de belleza: se trata de un proceso de aceptación, cuidado y respeto personal.
Amor propio: más allá de un estereotipo
Vivimos en una época donde las redes sociales y sus contenidos gobiernan la cabeza de la gente, lo que aumenta la comparación constante. Aunque se sabe que las redes sociales están llenas de cuerpos perfectos, caras atractivas y vidas llenas de éxito, también sabemos que la mayoría son imágenes retocadas. Sin embargo, no quita que ver estas imágenes constantemente pueda generar una enorme inseguridad y hasta envidia.
Las mayores víctimas de las redes sociales somos los adolescentes, quienes nos rebajamos por no poder cumplir los estándares de belleza impuestos, y creemos que nuestro valor depende de nuestro físico, logros y estatus social.
Sin embargo, olvidamos que el amor propio no radica en la perfección externa, sino en la conexión con uno mismo. No se trata de ver cuántos estándares podemos cumplir, sino de saber nuestra autovalía sin la necesidad de aprobación. El amor propio empieza cuando nos aceptamos tal y como somos, con nuestras fortalezas, virtudes y defectos.
Fundamentos esenciales para cultivar el amor propio
La importancia de cultivar el amor propio
El amor propio nos ayuda a establecer límites, por ende, a cuidar nuestra salud mental. Además de que nos ayuda a desarrollar una mayor seguridad y confianza. Lo que nos permite alejarnos de relaciones/amistades tóxicas, tomar decisiones mediante nuestros valores y enfrentar nuestros problemas con valor y resiliencia.
Cuando nos aceptamos y nos valoramos, podemos amar y respetar a los demás de manera genuina, sin caer en la dependencia emocional o miedo al abandono. Cuando creemos en nosotros mismos, nos atrevemos a tomar riesgos, a salir de nuestra zona de confort y a luchar por aquello que nos apasiona.
Muchas veces, llevamos con nosotros mensajes negativos aprendidos en la infancia o la adolescencia que nos hacen dudar de nuestro valor. Cuestionar estas ideas y reemplazarlas por pensamientos más positivos y realistas es fundamental para el desarrollo personal.
Es así que el amor propio va más allá de la apariencia o la aceptación de los demás. Se trata de un compromiso constante con uno mismo, de aprender a valorarnos, cuidarnos y respetarnos sin necesidad de validación social.
Cuando dejamos de buscar aprobación ajena descubrimos que la verdadera felicidad no está en la imagen que reflejamos en un espejo, sino en la manera en que nos percibimos y nos tratamos cada día. Cultivar el amor propio es el primer paso hacia una vida más plena, equilibrada y auténtica.
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