Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán
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Los sueños siempre comienzan a una edad temprana, en ese momento en el que estamos ilusionados por prácticamente todo lo que nos rodea y sentimos una amplia e inagotable curiosidad. Los sueños nacen en un segundo, en un instante en que miramos, escuchamos o sentimos alguna experiencia en particular, por nuestra capacidad de imaginarnos haciendo lo que nos provoca tanta alegría.
Sin embargo, con el pasar de los años nos dividimos en dos tipos de personas. Las personas que siguen manteniendo viva la esperanza de poder cumplir sus anhelos, que pueden hacer cosas tan inimaginables como se lo propongan, y las personas que simplemente pierden toda la ilusión de algún día poder alcanzar sus sueños, estas últimas son las que navegas en el caos de una vida recta.
Neiman, personaje principal en la película Whiplash, tiene un sueño, tocar la batería como sus más grandes ídolos. Una ilusión que se puede alcanzar por medio del esfuerzo y la dedicación plena. Algo bien sabido es que “La disciplina vence al talento”, seguramente esta frase la hemos escuchado por varios lados, en distintos escenarios y es para muchas personas la clave del éxito. Al respecto, el personaje Terence Fletcher, maestro de Neiman, nos muestra un estilo exigente y poco humano para alcanzar el propósito, nos plantea que el camino a la cima tiene que ser agotador y doloroso.
Durante la película podemos ver el esfuerzo de Neiman por conseguir dejar huella en el jazz, nos invita a cuestionarnos si el camino hacia nuestros sueños significa sacrificar nuestra integridad emocional, relaciones sociales y tiempo. Prácticamente todo es una ilusión que vamos armando con el paso del tiempo, sólo pensamos en el resultado y los sueños se convierten en obsesiones. En Whiplash podemos observar hasta dónde puede llegar el precio de cumplir un sueño, el camino se interpreta solitario, cansado, doloroso y al mismo tiempo, emocionante.
En muchas ocasiones las experiencias que vivimos las tomamos como algo definitivo en nuestra vida, vemos cualquier oportunidad o desgracia desde un punto de vista tan propio que no damos tiempo de ver más allá y analizar la situación. Es aquí cuando podemos hacer una reflexión respecto a cualquier reto que queremos afrontar: ir al gimnasio, leer un libro, escribir un texto, mejorar en la escuela, llevar una vida más tranquila. Siempre pensamos en el resultado final enamorándonos completamente de él, sin dejar espacio para valorar y apreciar el proceso.
La lección del final de la película
En el momento en que Neiman logra tocar en la batería Caravan, nosotros como espectadores nos impresionamos al mirar a un chico brillando en el escenario, interpretando probablemente la mejor obra de su vida. Empero, el claro mensaje radica en cuestionarnos, ¿después de esto qué sigue?, ¿lograste cumplir tu sueño? Pero, ¿realmente podrías voltear atrás y tomar la decisión de pasar el mismo proceso para llegar al momento en que brillaste? El espectador disfruta de la magnífica interpretación ignorando el proceso que se tuvo que alcanzar para poder realizar una maravilla así; pareciera que ambos, intérprete y espectador, quedamos enamorados de la meta y al mismo tiempo llegamos al mismo final.
Sin embargo, nadie voltea a ver el proceso, ¿te has cuestionado que probablemente estás viviendo el camino a tu sueño y no lo disfrutas?, porque estás únicamente obsesionado con el resultado.
Habrá quien piense que el precio del éxito es un ciclo doloroso y verdaderamente desgastante el cual debemos estar dispuestos a vivir. Otras personas creerán que el precio del éxito se puede lograr de una manera más simple y tranquila, y que hay que aprovechar cada momento y cada experiencia en el camino, que debemos disfrutar el momento, tener una mentalidad más fuerte que cualquier sentimiento y obsesión; mientras tengamos claros nuestros objetivos y principios, cada experiencia de vida que acumulemos, por buena o mala que sea, dejará un aprendizaje. La experiencia y el conocimiento lo adquieres si estás abierto a recibirlo, rescata siempre algo bueno para tu persona sin importar el momento que estés viviendo.
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