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En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
RODRIGO RUBIO /CUARTOSCURO.COM
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Gabriel Mondragón Ballester

Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Oriente

Mejor conocido como “Mexilobo” o el “Doctor S”. Me gusta la política histórica, las luchas sociales, el arte y, sobre todo, soy furry. Me gustaría algún día escribir un libro, no necesariamente de temas serios, sino sobre temáticas familiares, para poder guiar y apoyar a los jóvenes que no tienen con quien hablar. Me gustaría ser el que los escuche y no el que los regañe, más que nada, una especie de hermano mayor o un padre o tutor.

La falsa idea de la meritocracia

Número 7 / OCTUBRE - DICIEMBRE 2022

La lucha social histórica por los derechos civiles es una prueba de la falsedad del discurso del “echaleganismo”

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Gabriel Mondragón Ballester

Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Oriente

La sociedad actual, en general, vive bajo la falsa idea de la meritocracia, la cual corrompió la mente de los ciudadanos.

Podemos remontarnos a la Segunda Guerra Mundial. El boom económico que le siguió en América logró beneficiar a gran parte de la población, principalmente de América del Norte, como Canadá, Estados Unidos y México. La clase media creció como nunca antes, con el arquetipo clásico de familia que perdura hoy en día en el imaginario colectivo. Esas familias que criaron a la generación de la posguerra forjaron las bases de lo que serían las famosas “mega potencias”, encabezando Estados Unidos la lista. Todo parecía perfecto, con una muy baja tasa de desempleo, una economía estable y creciente, un sistema educativo que dio a luz a millones de profesionistas, y muchas cosas más.

Sin embargo, a finales de la década de 1960, el mundo empezó a cambiar rápidamente. En Europa, la mayoría de gobiernos socialistas empezaron a caer, la mayoría de colonias y protectorados en África se empezaron a independizar; en Sudamérica, la mayoría de las naciones sufrió golpes de estado, mientras que aquí en México, un grupo de estudiantes en 1968 se empezaban a manifestar contra el entonces gobierno de Gustavo Díaz Ordaz.

La sociedad juvenil de aquel entonces se dio cuenta de algo: con el sistema actual, desde las guerras bélicas y económicas, hasta los problemas de permanecer obediente, conducirían lentamente a un declive de la sociedad. Se empezaron a formar sindicatos laborales, la gente empezó a luchar por más derechos, las mujeres exigían la igualdad y no faltaba más, pues la sociedad ultra conservadora de la época no permitía la participación de las mujeres en la época. Así pues, a partir de 1970, hubo más brotes de rebeldía entre una parte de la sociedad, mientras que el sector conservador se negaba a cambiar. El abrupto cambio a democracias alrededor de todo el mundo, la disolución de la Unión Soviética, la unificación de Alemania y los gobiernos neoliberales de Margaret Thatcher y George Bush, así como de Carlos Salinas de Gortari en México, dieron paso a diversas crisis económicas que derivarían en el tipo de economía actual.

Así pasaron los años, con millones de personas que pasaron a la pobreza por la ambición de varias personas, con una hiperinflación, con menos taza de trabajo y una creciente tasa de desempleo. La sociedad se colapsó en el fatídico año de 2008. Tener una casa propia, un auto, un sustento para más de cuatro personas y una pensión para la seguridad social se hicieron un borroso recuerdo de lo que una vez fue un mundo perfecto en la superficie, pero podrido y horrible en su interior.

No, la culpa no fue de las personas que luchaban por un mundo mejor, fue de la gente que no quiso salir del statu quo, que dejó que el mundo se tornara de un “brillante” pasado a un oscuro futuro.

En nuestra modernidad, se han conseguido varias cosas de interés social, siendo la más importante la libertad de expresión, la relativa igualdad de género, conciencia ambiental, liberación sexual, etc., pero, sobre todo, aunque en esas cosas ya hubiéramos mejorado, sigue siendo una época difícil. La inflación por los conflictos actuales, la pandemia, los pasados gobiernos neoliberales y la intervención de la elite europea y estadounidense llevaron al mundo a una constante crisis social. Mientras que en Europa los países se beneficiaron de su pasado imperialista y todo lo robado, los países fuera de esa burbuja sufrieron, desde la mayoría de dictaduras de países en “vías de desarrollo” hasta los gobiernos que han puesto resistencia al intervencionismo estadounidense dictado por la doctrina Monroe, ya sea el caso de Venezuela, Bolivia, Cuba o Argentina. Si quisiéramos saber cómo era el mundo en el pasado, podemos voltear a Sur Corea, con una economía creciente, un sistema educativo funcional, pero en el fondo, una sociedad extremadamente cerrada, ultra conservadora y sin luces de querer el cambio.

Sin lugar a dudas, el mexicano promedio no puede vivir con el salario mínimo. Muchas personas, como el ya famoso “Master M”, hablan de una mentalidad desde una burbuja de privilegio que no permite ver las cosas como son. No, el pobre no es pobre porque quiere, la meritocracia ya no existe y el actual sistema capitalista se ha quedado obsoleto con la visión del futuro de la humanidad. El comunismo también se ha quedado obsoleto, pues mientras en el capitalismo los bienes se privatizan para el beneficio de los pocos, con el socialismo/comunismo se reparten los bienes entre todos, siendo insuficientes para las necesidades actuales.

No, no basta con echarle ganas, pues la explotación laboral, el incumplimiento de los derechos laborales y el poco interés en el pueblo de los gobernantes sin importar el partido, son las causas por las cuales el mexicano promedio ya no puede vivir dignamente, sino en un constante estado de estrés, ansiedad, depresión y muchas más enfermedades físicas y mentales por las pésimas condiciones de vida que el empobrecido sistema capitalista ha dejado a nuestras generaciones.

No debemos esperar, debemos luchar para poder conseguir un futuro mejor para nuestras futuras generaciones, alzar el puño y mostrar nuestro descontento social con las elites y crear un nuevo sistema que en verdad favorezca al pueblo, pues como dijo el emperador Marco Aurelio, “lo que no es bueno para la colmena, no es bueno para la abeja”. No deberíamos esperar a que alguien más haga el trabajo, pues si así fuera, ¿qué sería de este país? Desde que los curas, generales y el pueblo raso crearon esta nación bajo los ideales de justicia, libertad e igualdad, hasta nuestros abuelos que lucharon por una mejor condición de vida entre los años sesentas y setentas, la lucha la hacemos todos juntos, pues podrán ignorar un grito solitario, mas no una turba enardecida a las afueras de los lujosos palacios dorados.

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