En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
English-idills / Pinterest
Picture of Yunuen Michelle Velázquez Cervantes

Yunuen Michelle Velázquez Cervantes

Escuela Nacional de Trabajo Social

Estudiante de Trabajo Social, me gusta pasar mi tiempo libre en alguna biblioteca o museo.

La experiencia del amor y la unión

Número 17 / ABRIL - JUNIO 2025

El amor adquiere significado dentro de la experiencia personal

Picture of Yunuen Michelle Velázquez Cervantes

Yunuen Michelle Velázquez Cervantes

Escuela Nacional de Trabajo Social

Hay muchas personas que ya han hablado e investigado el amor, un tema que se ha convertido en algo tan viejo como el estudio de la humanidad. Hoy lo siguen explorando y se ha transformado en uno de los problemas más grandes de la sociedad actual, debido a su difícil comprensión a pesar de que muchas disciplinas han dado alguna determinante definición. 

 

Disciplinas que pueden dar una explicación científica (o hasta espiritual), también se han visto reflejadas en diferentes expresiones, como en poemas, películas, series, libros y pinturas. Pero, de todas esas definiciones y representaciones, la correcta es la que viene desde la experiencia propia y no por la de la otredad. Muchos afirman saber qué es el amor, pero tienen incertidumbre para saber si son amados. 

 

¿Cómo amar si no nos enseñaron hacerlo? ¿Cómo amar cuando te hicieron creer que el amor es condicionado? ¿Cómo amar a alguien cuando no se ama a uno mismo? ¿Cómo sé que soy amado o sé amar? 

 

Amar requiere experiencia 

 

El amor puede ser complejo e interesante, hermoso y doloroso, sincero y seguro, todo a la vez. La forma en que lo percibimos depende de la persona con la que lo experimentamos, así como el contexto que nos rodea influye en cómo lo expresamos. Durante la niñez, quizá nos lo enseñaron desde un enfoque religioso o como un sueño romántico. Lo cierto es que el amor no es un sentimiento que surja de la noche a la mañana; desde que nacemos y a medida que crecemos, vamos aprendiendo a amar, pues es una capacidad que se desarrolla con el tiempo.

 

Definir el amor basándome únicamente en mi experiencia resulta limitante, pues, ¿cómo conceptualizar algo que quizá no he vivido plenamente? Si bien el amor es multifacético y algunos autores lo describen como una unión, su desarrollo se vuelve complejo, ya que puede surgir de un interés, un deseo o incluso sin una causa aparente. Pero entonces, ¿cómo distinguirlo de otros sentimientos? Resulta más sencillo narrar una historia de amor que responder a las infinitas preguntas que este merece.

 

Al escuchar la palabra amor, nuestra mente evoca imágenes: un corazón, una pareja, felicidad, que son moldeadas por experiencias previas. Sin embargo, también puede asociarse con el dolor: un corazón roto, heridas abiertas. Buscar una definición universal se torna arduo, pero ¿acaso es posible comprender el amor sin vivirlo? Solo nos queda apoyarnos en relatos ajenos, aunque estos generen más dudas. Algunos teóricos lo conciben como una unión, lo que implicaría que, para estudiarlo, necesitamos del otro. Pero este “otro” no tiene por qué ser una pareja romántica; puede ser cualquier persona, objeto o situación que despierte ese sentimiento en nosotros.

 

El amor da sentido a la vida y la transforma, pero sólo adquiere significado dentro de nuestra experiencia personal. Para ser un buen amante, se requiere la persona o el contexto adecuados, así como una base emocional sana. Se manifiesta de mil formas, trascendiendo etapas y relaciones. En sus primeras expresiones, nos brinda felicidad y plenitud, aunque no siempre perdure de ese modo.

 

El enamoramiento rara vez obedece a la conveniencia; surge de detalles imperceptibles, puede ser un gesto o una palabra, que resuenan en nuestro inconsciente, conectando con vivencias pasadas. Estas sensaciones, arraigadas en uniones anteriores, influyen en cómo nos relacionamos en el futuro.

 

Existen amores que dejan un vacío, otros que frustran, pero cuando confluyen la persona y el momento correctos, la experiencia resulta enriquecedora. Claro, también depende de cómo actuemos ante él.

 

El amor ha inspirado poemas, canciones y obras literarias, aunque muchas veces su esencia se resiste al análisis. Dicen que, al enamorarse, las letras cobran sentido; pero quizá es en el desamor donde mejor las comprendemos.

 

Reconocer que amamos es un acto profundamente humano. Sin embargo, para amar a otro, primero debemos amarnos a nosotros mismos: conocernos, equilibrarnos y cultivar una autoestima sana. El amor implica interés y unión, aunque no todas las uniones son amorosas. Los gustos, hábitos y afinidades también son formas de conexión, y quien genera múltiples vínculos es capaz de experimentar diversos amores.

 

El amor no siempre es racional, a veces es una elección, otras un acto egoísta. Hay uniones por deseo, necesidad o experiencia, pero no todas equivalen a amor. Como señala Gikovate (1996): “El amor solo es posible cuando aceptamos nuestra ineludible soledad; no es el encuentro de dos incompletos, sino entre dos seres plenos. No reside en la fusión —que amenaza la autonomía— ni en la separación —que niega el apego—, sino en la decisión de compartir la vida desde la individualidad”. Mientras, el diccionario lo reduce a “afecto tierno y apasionado hacia alguien del sexo opuesto”, una definición que, frente a la complejidad del sentimiento, parece insuficiente.

 

Amor como unión

El amor también está marcado por la cultura y por las expectativas que se nos inculcan sobre él. Se construye a partir de los valores que nos han enseñado, de lo que sentimos y de las creencias heredadas de la familia, así como de la calidad de nuestros amores pasados. La familia, al ser nuestro primer vínculo social, suele transmitirnos la idea de un amor ideal, aquel que satisface necesidades y expectativas. Sin embargo, con el tiempo y las experiencias previas, esas nociones a menudo se alejan de lo que considerábamos “ideal”, y los estereotipos culturales pueden distorsionar nuestra manera de amar.

 

El amor siempre será objeto de estudio, análisis y exploración, y jamás será perfecto. Con el paso del tiempo, sigue siendo un misterio incomprensible. Nuestros amores pueden coexistir y no necesariamente tienen que ser exclusivos. Además, el amor no debe asociarse siempre al sufrimiento; para entender sus definiciones, es importante considerar los antecedentes emocionales de quien las propone.

 

Todos tenemos la capacidad de amar y una historia personal en torno a él, lo que genera ciertas similitudes en la forma de expresarlo. Incluso las uniones suelen seguir patrones comunes: por ejemplo, si me gusta nadar, es probable que me enamore de alguien que comparta esa afición, aunque esto no se aplique a todos los gustos. Pueden coincidir uno o varios, pero no todos.

 

Un amor es bueno cuando satisface necesidades sin dañar a otros ni interferir en sus vidas. Puede ser inestable incluso en una relación positiva, pero nos hace sentir libres, capaces de decidir, de realizar otras actividades y de volver a la pareja sin culpa. No requiere reglas explícitas para ser reconocido, y esto aplica tanto al amor por alguien como al amor propio.

 

En cambio, un amor malo genera insatisfacción o solo cubre algunas necesidades, nunca todas. Puede hacernos sentir presionados, atemorizados por romper normas o incomprendidos. Identificar la incapacidad de amar en otros es sencillo, pero en nosotros mismos resulta complicado. De igual modo, es fácil percibir cuándo alguien ama a otra persona, pero difícil saber si nosotros amamos de verdad. Amar y ser amado, o amar sin recibir amor, nunca es fácil.

 

Vivimos y viviremos en un mundo donde el amor y el desamor coexisten. Sería falso e ingenuo pretender que uno debe desaparecer para que prevalezca el otro. Debemos aceptar que el amor siempre enfrentará obstáculos, no solo impuestos por la sociedad, sino también por nuestras propias elecciones, que a veces lo vuelven más complicado de lo necesario. Somos sujetos activos de nuestros amores, y como tales, moldeamos su naturaleza y la evolución de su concepto.

Más sobre ¿Qué es el amor?

La experiencia del amor y la unión

La experiencia del amor y la unión

Por: Yunuen Michelle Velázquez Cervantes
El amor adquiere significado dentro de la experiencia personal

Leer
Fugacidad en las relaciones

Fugacidad en las relaciones

Por: Fátima Valeria Juárez Flores y Enrique Alexander López Ortiz
¿Por qué nos da tanto miedo profundizar nuestros vínculos?

Leer
Ni siquiera nos caemos bien, pero nos amamos

Ni siquiera nos caemos bien, pero nos amamos

Por: Julliete Italia Vázquez Mendoza
¿Qué van a hacer? No sabemos, nunca sabemos

Leer
El rol masculino tradicional y sus problemáticas

El rol masculino tradicional y sus problemáticas

Por: Emiliano Arechavaleta
Comencemos a relacionarnos de formas diferentes e inclusivas

Leer
¿Amor o idealización?

¿Amor o idealización?

Por: Leo Marín
El riesgo de la idealización del amor en la construcción de relaciones sanas

Leer
¿Amar es un acto político?

¿Amar es un acto político?

Por: Tania Jimena García Manríquez
En tiempos de ultraderecha, el amor nos permite cambiar estructuras mentales y sociales

Leer

Deja tus comentarios sobre el artículo

La experiencia del amor y la unión

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

11 − three =