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En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
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Karolina Grabowska
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Jaziel Arath Hernández Salazar

Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán

Soy Jaziel Salazar, estudiante del primer semestre de la carrera de Actuaría en la FES Acatlán.

Impriman más (Crónica de una mente disociada)

Número 7 / OCTUBRE - DICIEMBRE 2022

“En un sentido pragmático, lo que forma la personalidad de un sujeto individual en la actualidad es un simple fetiche capitalista…”

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Jaziel Arath Hernández Salazar

Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán

¿Quiénes somos? ¿En que basamos nuestra personalidad? ¿Qué es lo que me hace un ser individual notorio y distinto a los demás seres individuales con el mismo anhelo de ser sobresalientes entre todo el cúmulo de seres en el mundo?

La televisión, la lectura, la música, el internet, la comida que consumes, los lugares que visitas, tus fotos de Instagram, tus publicaciones de Facebook, tus opiniones vertidas en Twitter, las marcas que usas, los políticos que sigues, las causas sociales que apoyas, el celular que tienes y los colores que utilizas, es lo que te define en la actualidad y te “distingue” como un ser individual.

En un sentido pragmático, lo que forma la personalidad de un sujeto individual en la actualidad es un simple fetiche capitalista, en el que se crean aspiraciones artificiales en los productos que se consumen para que las personas crean que pueden reflejar su individualismo en el consumo de éstas mismas, esto ha generado una gran crisis de personalidad en el mundo, crisis que por más superficial que parezca, afecta a la salud mental de las personas y a la convivencia del humano con otros humanos e incluso la convivencia con la naturaleza.

El capitalismo ha orillado a grupos de personas a radicalizarse, esto debido a la gran desventaja en la que este modelo económico pone a sectores minoritarios de las poblaciones, y es que la idiosincrasia que promueve el capitalismo únicamente ha generado competencia, cuyo único propósito es hacerle creer al consumidor que está un paso más adelante de otro sujeto, y que esa ventaja lo llevará a un lugar sobresaliente entre todos los individuos.

En años recientes, figuras como Carlos Slim, Arturo Elías Ayub, Ricardo Salinas Pliego, Elon Musk, Bill Gates, Mark Zuckerberg, Jeff Bezos y más, se han popularizado convirtiéndose en el estandarte de una generación aspiracional, estos sujetos se han vendido como grandes genios de los negocios, como innovadores e incluso como los salvadores intelectuales del mundo. Se atreven a dar declaraciones extremistas y a proponer modelos políticos para lograr un “desarrollo” social “eficiente”, pero en medio de ese desarrollo está el único propósito de agrandar sus riquezas por medio de la explotación física, intelectual y social de cualquier individuo que está a merced de lo que digan estos sujetos. Aquellos que aspiran a ser como esas figuras “disruptivas” se les hace creer que pueden lograrlo perseverando, siendo obedientes y siempre dando más, en pocas palabras, echándole ganas. Lo que no es fácil de visualizar para los seguidores de estos tipos, es que estos personajes siempre se han encontrado en una situación social distinta a la de la mayoría de los habitantes del mundo, y tampoco se menciona que su “éxito” se debe a una gran acción colectiva que los ha llevado al lugar donde están.

Los movimientos sociales se han convertido en etiquetas y en colores de las marcas y partidos políticos, cuando las acciones de estos mismos grupos son los que han detonado distintas movilizaciones sociales; la política en la actualidad únicamente promueve beneficios estéticos, alentando el clasismo y ocultando la gran diversidad de ideologías que existen, generando un gran sesgo de opiniones y manipulando más que nunca los acontecimientos importantes en la sociedad.

El capitalismo, hasta hace unos años, pretendía enterrar y desaparecer todo aquello que no era estético, hasta que encontró un gran negocio en ello, de tal forma que se han establecido fechas específicas para celebrar a estos movimientos sociales que representan a minorías, haciendo así celebraciones como carnavales, campañas publicitarias por medios de difusión masivos, y todo esto con un mensaje de enorme consumismo, disfrazado de “apoyo” a estas causas con colores representativos, eslóganes y exhibiendo las enormes “aportaciones” que hacen a estos movimientos. Un ejemplo claro está en el movimiento LGBTIQ+. Desde hace años se promueven bebidas, alimentos, festivales patrocinados por cerveceras y más, en el Mes del Orgullo; es paradójico que las empresas que han impuesto estándares sexistas y que han promovido roles sociales según el género de una persona, un mes al año se comporten flexibles mostrando “solidaridad social”, utilizando los colores representativos en etiquetas de sus productos.

El racismo y el clasismo son problemas que están mayormente alimentados por el capitalismo. Las marcas, a lo largo de los años, se han encargado de promover una idea globalizada de “belleza”. Los pigmentos de piel han sido un gran problema en el desarrollo social de cualquier persona, es risible la forma en que las marcas muestran desacuerdo ante el racismo y el clasismo, con campañas de publicidad en donde muestran su producto y cientos de manos alrededor del mismo para mostrar que su producto mantiene una inclusión, muestra de un total fetiche mercantil. Y ni hablar del clasismo, promueven tolerancia cero a cualquier actitud clasista y la forma en que venden sus productos es argumentando que, al consumir dicho producto o marca, obtendrás mayor estatus social.

El capitalismo es la indiferencia que se está reflejando en la ideología de todas las personas, nos cuesta trabajo entender que el individuo está constituido de miles de componentes sociales construidos por otros miles de individuos, inclusive las mercancías del capitalismo se generan por un trabajo colectivo. La disociación se está observando en la sociedad de manera que las personas viven en realidades compradas y se les hace creer que pueden adquirir estatus y poder por medio de objetos físicos.

No, no eres lo que comes, tampoco eres la marca que más te gusta o tu código postal, ni siquiera eres lo que crees, porque aquellos componentes que consideras parte de tu personalidad están constituidos por factores ajenos a ti.

Debemos comprender que es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo, pero podemos compensar el golpe de este gran monstruo planteándonos que no existe ninguna ideología correcta, no habrá salvador alguno desde la izquierda, derecha, centro o cualquier inclinación política-social si no nos cuestionamos de manera personal, ¿por qué creo lo que creo? Y lo más importante, ¿por qué soy lo que creo ser?

Debemos cuestionar absolutamente todo desde un criterio propio y no uno comercializado. Las clases sociales han desdibujado el interés por el desarrollo del otro, de aquel o aquella que están un escalón abajo y necesitan ayuda para emparejarse. Es mentira que las ganas nos harán llegar a aquel anhelo, deseo o sueño, la meritocracia es algo inexistente en el capitalismo y esto se debe a que los hombres más sobresalientes económicamente en el mundo han comprado su talento y sapiencia para no perder su estatus. La mejor forma de iniciar este debate es comprendiendo que los individuos no se hacen así mismos, se conforman de factores colectivos y con ayuda de miles de agregados sociales. Nadie es más que el otro ya que sin el otro no se es nada.

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