Esta ventana es para mirar dentro de nosotrxs a través del arte y la creatividad.
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Rodrigo Armando Palacios González

Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Vallejo

Soy escritor, músico y poeta. Desde la secundaria escribo, leo filosofía y a autores clásicos. Toco la guitarra y canto, me gusta el blues y el jazz, también la ópera, la salsa, el rock n roll, y el arte en general. Mi plan de éxito y de vida es vivir del arte, aunque gane 10 pesos, esos 10 pesos serán gracias a ello, y eso me hará feliz. Posteriormente pretendo escribir textos filosóficos, empezando en agregar este carácter a mi literatura. Vengo de una familia en la que soy el único que ha optado por este sendero.

Elegía a una extensión del Niágara

Número 4 / ENERO - MARZO 2022

Para lamentar la pérdida y abrazar la resignación, una melancólica narración

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Rodrigo Armando Palacios González

Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Vallejo

Íbamos sobre el camino, junto a mis valquirias suspirando tus sienes. Embelesado en el inicio y fin de tus ojos, en la resolución de tus labios guardados solo para el musitar diáfano de tus fragosas palabras, que encandilado, se convierten en exógenas de mis mil tormentas, prestigiosas en profetizar el desbordamiento de mis gritos embalados: ávidos de emular tus más dichosas horas, tus más tiernas fantasías, buscando provocar el esbozo de una sonrisa que siempre pintada en tus labios desencadena los más febriles evohés que mi pecho jamás profirió. El tirso da tamborazos de fruición sobre mi caparazón palpitante, báquica melodía. No hacen falta más subterfugios oníricos, la realidad me es grosera desde que no puedo divisarte entre mis noches endrogadas de pensamientos plañideros, subyugado en el recuerdo del recorrido que proponen tus pupilas para su danza pendular entre las cosas que suceden más allá de nosotros; reposada inturbable en la ventana, sostienes la vida y su significado.

Sintiendo tu pueril tacto, como un animal encolerizado de tanta prisión. Es que hallo el sosiego a violentas pulsiones contra de mí, esta forma suicida de revelarme a la vida y entrar en una revolución sangrienta contra mí mismo, contra las múltiples máscaras de mí mismo, contra el vientre de preposiciones de ti y de mí, a guisa de prefacio de cómo vivir que es la cultura: ahora que esta apatía me lleva a excesivas conmociones extáticas de drogas, sin recibir nada a cambio, sin encontrar el zénit en el cielo de mis pasiones para transfigurarlo en arte, ignorando al Niágara, ignorándome mientras intento subir la Montaña, y a cada paso te veo sobre este velo de maya en un punto ambivalente entre el espejismo y la realidad, y no sé qué amar más de ti, si las fantasmagorías de un fervor tuyo por mí, o la realidad que delimita el mío a meras líneas sobrias y adoloridas que te pretenden…

A decir verdad: heme aquí, delirante y acongojado, casi inmovilizado de puros anhelos sobre comarcas de tierra libre del hombre, inmerso en ensoñaciones propinadas por la grandilocuencia muda de majestuosos santuarios de piedra y grava, en ofrenda a la Naturaleza por parte de la Naturaleza, sin ningún muro de conceptos que apañe la experiencia pragmática, ni suntuosos destinos para coronarla, que la vida nos suceda como el viento al río, sin importar dirección que lleve al mar, ni muralla de árboles que le hagan cantar, nada más que su errante andar. ¡Ah! ¡Y cómo quisiera compartir mis sueños contigo y que estos llegaran a ti! ¡Cómo quisiera que te alcanzaran mis crepúsculos en los que te pienso en el filo cáustico del horizonte!

Sin embargo, hay tanto en el humano que escapa de sí, como este modo inexorable de evocarte.  A sabiendas de esa imposibilidad, es que adoro aún más las excusas que busco para sostener tus manos a veces, y entrelazar nuestros brazos con furtiva vehemencia en lo que sea que sean esos abrazos que el lenguaje no me deja aludir, aunque sean brevísimos los instantes y fugaces mis tantas dichas que sólo contigo renacen, de entre tantos suspiros que son mis abatidos adioses musitados con desgana.

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