El guardarropa del abogado

Podrá sonar gracioso, pero lo que decidió mi elección de carrera fue la vestimenta. Le tenía curiosidad a Derecho. Al final de la preparatoria, cuando llegó la hora de elegir licenciatura, me di cuenta de que era una decisión compleja porque implicaba un nuevo estilo de vida y adoptaría una manera distinta de ser, con otra pizca de carácter y por supuesto, el guardarropa.

Terminé por entrar a la Licenciatura en Derecho en la FES Aragón, porque me veía más utilizando un traje y corbata, que unos tanques para los pies como lo son las botas de ingeniero. No era mi estilo personal, y la vestimenta formal del abogado emana presencia, elegancia y más estereotipos que me vendió la mercadotecnia o el imaginario colectivo sobre los outfits de los licenciados. 

Mi sorpresa fue que mi clóset no es formal y los trajes no me quedan bien. En lo cotidiano, el estudiante de abogacía no necesita ropa especial para ir a clases. De hecho, mis compañeras y compañeros usan ropa a la moda, sin embargo, yo me concentro mucho más en el estudio cuando utilizo zapato formal y camisa abotonada; es como si el salón fuera una pasarela. 

Esta pasarela se vuelve forzada, porque los profesores no se calzan de tal manera por placer. A pesar de las altas temperaturas, que me han mostrado los infiernos del traje, en los juzgados, ministerio público o durante el trato al cliente, te tratan con el respeto, economía y valor que tu vestimenta aparente; esto es sumamente clasista y normaliza los prejuicios. 

Tuve que resignarme a que los recintos de impartición de justicia, como los tribunales o juzgados, son los lugares donde más se aplica la segmentación previa al conocimiento de la persona, construido a partir de su imagen. Esto denota la imparcialidad de las instituciones en nuestro país y después de admitirlo tienes que vivir con esa premisa, para comenzar a comprar el disfraz adecuado para la profesión. 

No me molesta usar zapatos y camisas de botones, pero, además de que comencé a crear un clóset nada congruente con mi personalidad, estaba incompleto, porque los trajes requieren corbata, cinturón y más gastos no planeados. Eso no era lo más complicado de sobrellevar, sino el acoso del resto de la comunidad estudiantil. 

Era consciente de que no era una carrera estimada dentro de la comunidad universitaria, pero tampoco sabía que éramos de lo más odiado. Nos decían que éramos el “pilar de la UNAM”, apodo que al principio consideré chistoso, pero después se convirtió en un rencor. No me siento mejor que ningún otro estudiante, no tengo delirios de grandeza, no tengo mucho dinero y soy empático con la sociedad. 

¿Por qué la comunidad universitaria te trata como te ve? La profesión del abogado está relacionada con muchos estereotipos de corrupción, desigualdad e injusticia, pero hay estudiantes críticos que ejercemos con responsabilidad y procuramos el bienestar social. La vestimenta formal es una tradición que va en desuso, pero no estoy de acuerdo con ser juzgado por no cumplir las expectativas de las demás licenciaturas, ni de mi gremio.

El guardarropa del abogado El guardarropa del abogado El guardarropa del abogado

https://www.unam.mx/ https://puedjs.unam.mx/goooya/

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

five × one =