Esta ventana es para mirar dentro de nosotrxs a través del arte y la creatividad.
Esta ventana es para mirar dentro de nosotrxs a través del arte y la creativdad.
Ángeles Xana Aguirre Gómez - Escuela Nacional Preparatoria Plantel 9
Picture of Eduardo Acevedo Martínez

Eduardo Acevedo Martínez

Facultad de Filosofía y Letras

Estudiante de Letras Hispánicas. Cuando no estoy leyendo manga estoy escribiendo. Tallerista y Fomentador de la cultura escrita.

El charco / Ahuízotl

Número 6 / AGOSTO - OCTUBRE 2022

Entrar en el reflejo, a través de las enredaderas del agua

Picture of Eduardo Acevedo Martínez

Eduardo Acevedo Martínez

Facultad de Filosofía y Letras

La voz de la madre atravesó el patio y rebotó en los muros, pero no logró despertar a los perros; tal vez otra historia sería si hubiese sido el caso.

—¿Qué haces, Julián?

El niño lo pensó un segundo y miró al cielo, como buscando respuestas.

—Toy´ viendo.

En cuclillas, dando pequeños saltos a ratos, siguiendo las variaciones en el contorno de eso.

—¿Viendo qué?

—El charco.

No era la primera vez. La primera fue ayer, en casa de su abuela, cuando vio una línea de hormigas rodeando el charco. Unas cuantas estaban dentro, extraviadas sin poder volver con sus amigas, hasta que de pronto se hundían de golpe. Era extraño porque no había visto nunca a las hormigas actuar así, como observando lo que pasaba.

A veces todas daban un ligero paso atrás.

No parecía algo normal para ellas. Algunas parecían asustadas, según recuerda Julián.

La línea de hormigas poco a poco fue acercándose a él.

Cemento. Piso sucio, con polvo, uno o dos chicles pegados por ahí, un saltamontes que dejaron a medio comer las hormigas. Un pequeño, casi insignificante charco de lluvia, que se veía tan profundo que parecía haber penetrado en el piso y alcanzado profundidades inimaginables.

Alzó la vista para recordar la última vez que había llovido.

Era ilógico, las cuentas no daban.

Un par de minutos después, ese charco desapareció. Sobre el patio brilló la luz pareja y abrasadora del medio día; fue como si nunca hubiera existido.

—Julián.

Hoy volvió a suceder, sólo que no en el patio de la abuela, sino en el suyo. El misterioso charco. Tenía uno que observarlo detenidamente para notar que su contorno variaba como siguiendo corrientes de aire diminutas, permanecer inmóvil en su borde para notar que, en el fondo del charco, se escuchaba ruido, los sonidos de un bebé llorando.

—¡Julián!

Quedarse ahí, en el atardecer, para darse cuenta de que el charco no reflejaba el mismo cielo, revelaba una noche profunda adornada por una diminuta luna roída a mordidas toscas.

—¡Julián!
La madre por fin salió, con un matamoscas en la mano; totalmente dispuesta a usarlo. Ese chamaco, pensaba. Fue siguiendo las marcas de los zapatos en el terroso patio. De pronto se detuvo. Miró a su alrededor, no había nada. El miedo la llenó de golpe y la exclamativa se volvió interrogante.

—¿Julián?

Las marcas de saltitos se terminaban abruptamente. La madre reconoció las últimas demasiado cerca de donde hace unos momentos estaba el charco y ahora no había nada.

Más sobre Ventana Interior

¿Cómo escribir una carta de amor?

¿Cómo escribir una carta de amor?

Por Armando Arteaga
Cuatro pasos infalibles para lograr la misiva perfecta

Leer
Cuerpo habitado

Cuerpo habitado

Por María Esther González Paredes
De las fronteras entre el cuerpo, el otrx y el universo

Leer
AmArte

AmArte

Por Kathy García Reyes
Si nada nos salva de la muerte, el amor al arte nos salva la vida

Leer
Icnocuícatl

Icnocuícatl

Por Luan Xanath Castillo Alcalá
¡La lucha por nosotrans!

Leer
La calidez de Matilde en una taza de café

La calidez de Matilde en una taza de café

Por Diana Laura Yáñez Toro
Sobre el amor a las abuelas y las amistades que duran toda la vida

Leer
¡Oh, poeta!

¡Oh, poeta!

Por Ámbar Carreón Cruz
Versos dedicados a los amigos que amamos

Leer

Deja tus comentarios sobre el artículo

El charco / Ahuízotl

Una respuesta

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

fourteen + 12 =