Facultad de Estudios Superiores( FES) Iztacala
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En honor a la vida y obra del artista más grande que vieron mis ojos, tu semblante jamás será cenizas, lo prometo.
Canto primero
I
Como nace el amanecer,
nace su vida,
habita las entrañas
de una mujer dormida.
Es la progenie de dos células perfectas,
recombina todos sus sistemas,
fusión, un nuevo orden.
Es la sonrisa de una noticia
en los labios de las familias.
II
Es la risa, carcajada escandalosa,
es la voz que canta hasta quebrarse,
el corazón que no se cansa de entregarse,
de sentirlo todo, amor, pasión, dolor.
Esos ojos que perciben los matices
albergan los atardeceres.
Brisa que empuja el viento a tu piel
y la sensación de la arena en tus pies.
III
Los cantos de las aves en la mañana,
el baile, la dulce danza que no se apaga,
los sabores y olores
que guardan nuestros sentidos,
comida, bebida, el placer de celebrar
el nacimiento de una melodía.
Canto segundo
I
Manos que cultivan
y acarician con ternura la vida,
hacen crecer las ramas,
expanden las raíces,
y florecen al final de las lluvias.
II
Manos que crean una melodía
que fácilmente puede ser absorbida
y nutre el cuerpo y alma.
Manos apasionadas
por el amor a la comida.
III
Manos que obedecen
la genialidad de la mente,
manos que son fieles
al deseo del artista
y crean arte sin igual
en cada cosa que puedan tocar.
Canto tercero (la pasión)
I
Yo estuve ahí,
vi al ave sufrir la herida
desde el pecho al abdomen,
sangraba, luchaba con sus fuerzas
para seguir con vida.
Cada vez menos sangre,
un mareo constante,
un ayuno que nunca termina.
II
Ampáralo niña,
cúralo, cuídalo, bésalo,
masajea su cuerpo
inmolado injustamente.
Abrázalo pequeña,
bésalo en la frente,
recuérdale cuánto lo amas,
y cuanto temes perderlo.
III
Me niego a que tu nombre
quede reducido a una cifra,
no me voy a doblegar ante la muerte,
te pido que resistas.
Aún la orquesta no toca su última melodía.
Canto cuarto (la muerte)
I
Tus ojos, atardeceres que caen,
se derrumban exhaustos frente a la noche,
de los míos nacen ríos y me ahogo.
II
Una tristeza que cala mis huesos,
el aire que respiro me quema por dentro,
la noche abraza la desolada esperanza
que poco a poco se desvanece lento.
III
Velada eterna,
nunca la suficiente para despedirse,
tengo miedo de entrar en profundo sueño
y que al despertar todo sea verdadero.
IV
Frente al viento desolado,
la melodía solemne del silencio,
me dejó huérfana, casi extinta.
Acaso, pequeño Ángel,
¿ya no vendrás más a visitarme?
Canto Quinto
I
Vivo esperando a que contestes mi canto,
que en mis sueños tu resurrección me lleve,
prometí irme contigo,
yo también quiero extender mis alas.
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