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En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
Credito: Axel Isai Rivera Saavedra / Facultad de Filosofía y Letras
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Víctor Arizmendi

Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán

¡Hola, soy Vic Arizmendi! Y desde pequeño he tenido una obsesión por todo aquello que contenga una historia: películas, series de televisión, videojuegos, canciones, etc. Pero con el paso del tiempo descubrí que la forma más auténtica de contar una historia es a través de la literatura. Vaya, que nunca he encontrado personajes tan reales y entrañables como en un libro, y ni hablar de la creación de mundos fantásticos, misterios detectivescos, romances imposibles o terrores indeseables, de esos que te hacen voltear el cuello a mitad de la madrugada porque sabes que alguien (o algo) te está observando mientras lees. Ser escritor es mi única forma de escape, de quitarme esa máscara que la sociedad me obliga a portar durante el día y ser yo mismo. El crear historias o redactar ensayos me ayuda a vivir de manera más consciente y divertida. Sin dudarlo puedo decir que las palabras respiran y que nos contagian un poco de su vitalidad.

Basura electoral

Número 13 / ABRIL - JUNIO 2024

Lxs candidatxs limpian su imagen, pero ensucian las calles

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Víctor Arizmendi

Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán

Somos millones de mexicanos los que nos vemos en la necesidad de trasladarnos durante grandes cantidades de tiempo en transporte público, ya sea en el metro o en el camión repleto de personas igual de agotadas que nosotros. Si tenemos suerte, recorremos gran parte sentados junto a una ventana rayada, para después caminar el último trecho por las calles de nuestra colonia. En realidad, tenemos pocos momentos en el día para salir, alzar la mirada y observar gustosos lo que pasa a nuestro alrededor y poder apreciar el entorno. Por eso resulta muy lamentable que, en las pocas oportunidades que encontramos, nuestros ojos se topen inevitablemente con muros saturados de rostros desconocidos, fachadas tapadas con lonas con emblemas de un partido político, aceras llenas de folletos arrugados y pantallas que anuncian una y otra vez –con diferentes voces, pero totalmente similares– que el verdadero cambio para nuestro país lo encontraremos votando por tal o cual candidato. 

Prefiero ser franco desde ahorita, no me resultan muy agradables las campañas electorales y el bombardeo brutal de propaganda. Reconozco su importancia dentro del proceso democrático, lo vital que resulta que todos los ciudadanos estén informados para votar responsablemente y, sobre todo, sé que constitucionalmente los partidos políticos tienen derecho a contar con herramientas para que sus ideales y propuestas lleguen a los oídos de la gente; a fin de cuentas, se trata del “futuro del país”, es un tema serio, ¿verdad? 

Pero eso no quita el hecho de que, indiscutiblemente, ya no podamos girar ni medio centímetro en la calle o utilizar un par de minutos nuestra red social predilecta, sin que nos veamos obligados a consumir, así sin más, kilos y kilos de publicidad electoral. Y cuando digo “kilos”, no lo digo en sentido metafórico, pues literalmente al terminar cada campaña, se tienen que desechar toneladas de basura electoral (en el sentido más realista la palabra): miles de folletos, carteles, lonas, afiches, etc. 

Para dimensionar el tamaño de lo que menciono, basta recordar los datos más recientes aportados por la Fundación para el Rescate y la Recuperación del Paisaje Urbano: en las últimas jornadas electorales celebradas únicamente en la capital del país –dos elecciones presidenciales en 2012 y 2018, y una intermedia en 2015– se retiraron más de 130 toneladas de propaganda electoral, ¿se imaginan tal cantidad de papel ahulado y plástico de lonas frente a ustedes? A mí me resulta abrumador. 

¿Y a dónde va a parar toda esa basura? Nadie lo sabe con certeza, ni el propio Instituto Nacional Electoral y mucho menos los partidos políticos, grandes o pequeños. Les podría asegurar que, por allí en las calles, todavía debe existir algún folleto de campaña –enterrado o vagando todavía– que perteneció a las elecciones presidenciales de hace casi seis años. Obviamente existen normativas que intentan reducir al mínimo esta contaminación ambiental, regulaciones hay de sobra respecto a esto, pero como podemos ver a menudo, casi nunca se cumplen cabalmente. Lo importante para los candidatos es aprovechar cualquier ubicación para poner un cartel o una valla, sin importar que sea ilegal u ocupe lugares tan importantes como los parques públicos o hasta los propios árboles frondosos de las avenidas principales.

Desafortunadamente, las campañas políticas no se detienen en la contaminación ambiental, sino que son la fuente principal de contaminación visual. Es desgastante ver candidatos y emblemas de partidos en cada poste metálico, fachadas de casas y edificios, autopistas, teléfonos públicos y partes traseras de peseros o camiones. 

Lo peor de todo es que las fotografías de las propagandas parecen sacadas de álbumes viejos, no tienen buenos acabados, ni combinaciones atractivas de colores. Pero lo más preocupante es que ni siquiera se nos presentan las propuestas o los ideales políticos de los candidatos, no, solo se nos presumen sus sonrisas, que siempre van acompañadas de frases vacías como: “El cambio real ya viene”, “Ahora sí vamos por todo”, “Vamos a ganar”, “Con “X” candidato está el verdadero compromiso”; o frases igual de cliché, todas tan parecidas y sin más diferencia que el color del partido, que resulta difícil empatizar realmente con alguno de ellos.

De igual forma tenemos que soportar la propaganda y el bombardeo de la información electoral en sitios que ni siquiera son físicos, en lugares que supuestamente constituyen un refugio para la realidad: el internet. Es curioso cómo, tanto en nuestra red social predilecta, como en las noticias en línea o los artículos web, la pantalla se encuentra rápidamente invadida por el mismo tipo de publicidad que encontramos afuera; lo mismo sucede con los comerciales forzadísimos en plataformas de video como YouTube, lo cual resulta aún más molesto. 

Ya no podemos navegar por internet sin toparnos con el rostro de algún candidato que busca abrirse paso en el difícil mundo del poder político, y que tiene como objetivo que su imagen se quede grabada en nuestra memoria a largo plazo, para que votemos por él cuando llegue el momento culmen en las urnas, aunque ni siquiera lo conozcamos. 

Me gustaría aclarar que soy un fiel defensor de la democracia –aún y con las fallas que suele haber al ponerla en práctica– como sistema político que le otorga la soberanía total al pueblo para que, a través de su voto, elija el rumbo de su nación; pero sería absurdo negar que las propagandas electorales son excesivas, invasoras y hasta insultantes en algunos casos. Por desgracia, los candidatos creen fielmente que los fines justifican los medios, y que en campaña política es mejor pedir perdón que pedir permiso.

Además, es notable la negativa tendencia que predomina en la mayoría de las campañas, llenas de descalificaciones entre candidatos, agresiones, chismes, intrigas, hasta, como se dice coloquialmente, “payasadas”. El fin máximo consiste en ganarse, a como dé lugar, la simpatía del votante, proyectando la mala imagen de que no tienen nada nuevo que ofrecer, que lo que menos tienen son propuestas y capacidades para resolver los problemas graves que tiene este país; lo único importante es quién se convertirá en el más popular de todos.

Por esto mismo, es cada vez mayor la cantidad de votantes que se hartan bastante cuando se encuentran ya en las etapas más avanzadas de la jornada electoral. Aún y con todo lo que implica la veda electoral (que en resumidas cuentas es el periodo libre de propaganda, donde se reflexiona cuál será nuestro voto), la cual dura poquísimo y muchos candidatos no respetan del todo. 

Es interesante observar cómo los ciudadanos con edad para votar –y hasta los más jóvenes– tienen ya un cierto repudio casi inconsciente hacia las campañas políticas. Ellos ya no se las toman en serio, y más allá de estar informados sobre su voto, se hallan más confundidos y estresados que nunca, puesto que, a menos que se trate de una persona con inclinaciones políticas y que goza de estar al día con las noticias de este tipo, el votante común se encontrará entre un océano revuelto de nombres curiosos, emblemas de partidos, propuestas y rumores no favorables acerca de todos ellos. 

Sin duda nadie la tiene fácil para tomar una decisión objetiva, parcial, pues todo es una batalla campal que no deja ventana alguna para una discusión real. Vaya, que incluso en este 2024 los debates presidenciales televisados se esperan con ansias para ver las equivocaciones de las candidatas y las discusiones personales que habrá entre ellas, más no para conocerlas realmente, para identificar su visión política, explorar sus propuestas y ver a grandes rasgos sus planes para hacer avanzar a México.

Siendo realistas, es poco probable que todos los puntos desfavorables de las campañas electorales desaparezcan en las próximas décadas; si llegan a solucionarse, será a través de un proceso lento y repleto de baches políticos, pero indudablemente es posible. 

Lo mejor que podemos hacer nosotros, estando en temporada de elecciones, es adoptar una postura despejada, para no dejarse llevar por las olas de sobreinformación y propaganda, tomar con cautela todas las noticias sobre los candidatos que lleguemos a escuchar, e informarnos a través de fuentes confiables –que sí las hay, aunque parezca que no– para votar responsablemente. No podemos evitar las campañas agresivas, pero sí tenemos el control de lo que nos permitimos investigar, escuchar y ver. Tenemos aún ese poder de elección.

 

Referencias bibliográficas:

Forbes México. (2023, 7 de junio). Concluidas las campañas, adiós, propaganda; hola, basura. [Fotogalería]. Forbes México. https://www.forbes.com.mx/fotogaleria-concluidas-las-campanas-adios-propaganda-hola-basura/

 

Oróstegui, O. (2023, 21 de octubre). Contaminación visual por propaganda política / Opinión de Omar Oróstegui. ELTIEMPO.COM. https://www.eltiempo.com/bogota/contaminacion-visual-por-propaganda-politica-opinion-de-omar-orostegui-818980

 

Negrete Vázquez, E. (2021, 4 de mayo). Campañas llegan con ola de basura electoral a la CDMX. Forbes México. https://www.forbes.com.mx/campanas-llegan-con-ola-de-basura-electoral-a-la-cdmx/