Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
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Tragedias encarnadas en apatía,
me hablan, te acarician, nos abrazan de norte, sur, este y oeste.
¿Esto encarna lo que es ser humano o dónde entra lo humano?
Tragedias que no sueltan una existencia falta de conciencia.
Porque hay guerras, pero son pasajeras, dirás tú.
Dije yo, dijo él y seguirá diciendo aquél,
porque la costumbre habla con ojos cerrados.
¿Pero es falta de interés? ¿O solo enmarañamos la indiferencia como símbolo de una
sociedad cansada y sin cuidados?
Cansada, sin cuidados, ¿sin amor?
Sí, sociedad falta de amor.
Porque el tiempo ya no da para acariciar lo que está al otro lado.
Ya no da,
porque nos atraviesa de norte, sur, este y oeste.
Porque nos acaricia de este lado,
de aquel, del otro, de lo que toca, de lo que jala,
a lo que nos jala, a lo que nos empuja.
A la indiferencia que solo agota esencias humanas,
que nos aleja de todo rastro de ternura, compasión y cuidados.
Porque la misma naturaleza humana parece distanciarnos de todo rastro de compasión.
Nos separa, nos enajena, nos enloquece.
Nos quita las raíces que una vez hablaron de lo que es ser y compartir un tiempo,
un espacio, una condición, esta condición,
donde amor parece ser sinónimo de ingenuidad,
donde la gentileza es imaginar lo que supera a la existencia.
Esta piel se adoctrina, se plaga de palabras sin alma.
¡Cómo nos dejan sin alma!
Todo porque el tiempo no alcanza, la vida no alcanza y el mundo se acaba.
Se acaba.
Y se acabará de norte, sur, este y oeste con cada presencia puesta en este tiempo,
en el que viene y en el que vendrá.
No importará, porque no soy nadie, no eres nadie, no somos nadie.
Eso dicen por ahí, y lo seguirán diciendo, carajo.
¡Y cómo lo creemos, carajo!
Sin duda, sociedad falta de amor…
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