Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Oriente
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Hace algunos años me dije a mí misma que estudiar arte sería el camino que tomaría en mi vida. Pero el hecho de decirlo con tanta seguridad, provocó un sinfín de estereotipos y un estigma que sé que no puedo controlar.
Los cuestionamientos que llegaron desde entonces a mi vida son diversos: algunos con tono de burla, desconocimiento y, muchos otros, con tono de interés y de intentar comprender por qué había decidido adentrarme al mundo del arte. Todas estas preguntas decido contestarlas, porque ser artista es difundir el arte incluso a aquellos que no la comprenden.
Dentro de dichos cuestionamientos, hubo uno que me dejó pensando: ¿por qué arte? Una pregunta muy puntual, pero a la cual di una respuesta bastante mediocre en su momento. Por lo que la responderé ahora de una manera más entrañable:
Crecí inmersa en el arte, de pequeña ya tenía un pincel en la mano, iba al teatro, escuchaba la ópera y la poesía. El arte estuvo presente desde que tengo memoria y nunca se me hizo algo extraño, al contrario, creía que los que no convivían con ella a diario, eran los extraños.
El arte siempre estuvo ahí, desde mi niñez, hasta ahora en mi adolescencia, me ayudó a comprender muchas cosas, a crear sensibilidad donde no la hay, a valorar el esfuerzo humano y a expandir mi conocimiento, pero, sobre todo, me enseñó a valorar mi soledad.
La soledad es el mayor temor del ser humano, pero es malinterpretada porque no es comprendida, y no me malentiendan, sé que las relaciones humanas son imprescindibles en la vida diaria, pero la soledad no es algo que deba sentirse como un castigo.
El punto es que he pasado gran cantidad de tiempo sola; no es algo de lo que me queje o que me cause una sensación de angustia, pero al estar inmersa en la soledad, el arte estuvo acompañándome, casi en silencio, me observaba desde el cuadro que aún no terminaba o desde el libro que se había quedado a medias.
El arte me educó en diversos aspectos, haciendo que la valorara y la difundiera al mismo tiempo. Fue salvavidas de mi propia existencia, me hizo valorar mi vida y me hizo creer en mi capacidad mental, pero también social para influir de manera positiva dentro del mundo artístico.
También, quiero puntualizar que el arte no empobrece y que el artista no sólo es aquel que pinta. El arte engloba un mundo de posibilidades y de expresiones tan diferentes como nutritivas, un artista puede bailar, actuar sobre el escenario, leer la poesía y cantarla, puede fotografiar la vida y puede reconstruir la historia. El arte es revolucionario y se enfoca desde distintas percepciones. El hablar de arte, no sólo es hablar de pintura, es hablar de diversidad cultural.
Sin el arte, el ser humano estaría perdido y se cuestionaría de forma más ardua su propia vida. El arte nos hace vivir y comprender, pero también nos reconforta durante nuestros duros años de existencia.
Dedico este texto a Kenzil Rodríguez, quien me planteó la pregunta inicial que se desarrolla en este texto.
También a Anahí Sarabia y Mariana Corte, que han hecho del CCH una experiencia única.
Y, por último, a mi familia, que me ha apoyado en este arduo camino de desconocimiento y conocimiento al mismo tiempo.
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Una respuesta
“No puedes vivir del arte” ( eso siempre dicen) lo que no saben es que eso es lo que nos hace sentir vivos ❤️