Facultad de Estudios Superiores Aragón
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Son pocos los eventos capaces de captar la atención global, casi excepcionales. Sin embargo, la muerte del Papa Francisco I se erige como uno de esos momentos únicos capaces de reunir miradas y emociones provenientes de diferentes hemisferios.
Con su partida de este mundo, el pasado 21 de abril de 2025, Francisco I se convierte en un símbolo que contrasta con la desconexión del mundo actual; un líder que, desde las raíces del sur global, llevó mensajes de unión, humildad y resistencia. Hay quienes piensan que su legado trasciende las fronteras geográficas y las divisiones ideológicas, recordándonos la importancia de mirar con atención aquello que realmente importa.
Pero, ¿cuál es ese legado? ¿Por qué mencionamos el sur global? ¿Qué momentos marcaron su papado? Son algunas preguntas que nos hacemos y cuyas respuestas creemos deberías conocer.
Desde el sur al Vaticano
Nacido en Argentina un 17 de diciembre de 1936, el que llevase por nombre Jorge Mario Bergoglio, creció en el seno de una familia de clase media baja, en el barrio de Flores, en Buenos Aires, Argentina, donde vivió durante años y fue el escenario idóneo para moldear su carácter sencillo, humilde y cercano al pueblo.
En la década de los 60, mientras Bergoglio vivía su juventud y tomaba la decisión de dejar de lado la vida de químico para dedicarse a su vocación religiosa, en América Latina, surgían ideas como la Teología de la Liberación. Inspirada en el Evangelio desde la perspectiva de los pobres y los oprimidos, esta teología buscaba conectar la fe cristiana con las luchas sociales y políticas, abogando por la justicia y la liberación de los oprimidos por las dictaduras, desigualdades y pobreza extrema.
En los turbulentos años de la dictadura militar en Argentina (1976 – 1983), Bergoglio, como Provincial de los jesuitas, enfrentó un contexto político y social devastador que marcó profundamente su liderazgo. Era un tiempo oscuro para el país. Bajo el Proceso de Reorganización Nacional el gobierno militar impuso respeto con base en el terror y la desaparición sistemática de miles de personas.
En medio de este panorama, la Iglesia Católica se debatía entre la complicidad de algunos sectores y la resistencia de otros. Gracias a su formación como jesuita y sus estudios sobre filosofía y teología, Bergoglio caminó por esa delgada línea, buscando proteger a su congregación y mediar en situaciones de peligro.
Aunque reconocía la importancia de velar por los pobres, se distanció de la influencia marxista que algunos teólogos incorporan en su análisis de la Teología de la Liberación, promoviendo en su lugar la Teología del Pueblo, una visión que enfatiza la fe y la cultura popular como pilares de la espiritualidad en los sectores más humildes. La historia de las dictaduras en América del Sur moldearon su pensamiento y reforzaron su interés por las desigualdades que afectan a las poblaciones más vulnerables en todo el mundo.
Este camino lo llevó a convertirse en arzobispo de Buenos Aires en 1998, donde su estilo cercano al pueblo lo hizo destacar. Desde ese momento, Jorge Mario Bergoglio consolidó su liderazgo dentro de la Iglesia argentina y adquirió reconocimiento internacional. En 2001, el Papa Juan Pablo II lo nombró cardenal, lo que le permitió participar en el cónclave de 2005, donde se eligió a Benedicto XVI.
La inesperada renuncia del Papa Benedicto sacudió a la Iglesia Católica en un momento de profunda crisis de credibilidad, marcada por escándalos de abuso y corrupción. Lo que generó un ambiente de incertidumbre entre los fieles y en el propio Vaticano, durante el cónclave de 2013. Aunque se pensó en otros candidatos, la figura de Mario Bergoglio emergió como una opción interesante y, finalmente, durante la quinta votación, los cardenales depositaron su confianza en él.
Su llegada al Vaticano fue histórica, marcando un cambio significativo en la Iglesia Católica. Tras convertirse en el primer pontífice jesuita y proveniente del Sur Global, rompió con la hegemonía occidental en el liderazgo eclesiástico y no tardó en mostrar su enfoque reformista, entendiendo que la iglesia católica debía adaptarse a los desafíos contemporáneos y amplificar las voces de aquellos que históricamente han sido marginados.
El viaje que honró a los migrantes
Bergoglio, quien en el pecado llevó la penitencia, eligió su nombre en honor a Francisco de Asís, como una clara declaración de sus ideales y la manera en la que quería dirigirse. “Mi gente es pobre y yo soy uno de ellos”, repitió para justificar su decisión de renunciar a los privilegios que usualmente acompañan a su posición.
Siempre optó por una vida de sencillez, que incluyó vivir en un modesto apartamento en Santa Marta en lugar del palacio episcopal, viajar en transporte público y cocinar su propia comida. Su compromiso con la sencillez reflejaba su historia familiar y su interés en los problemas migratorios.
Como hijo de inmigrantes italianos que llegaron a Argentina en busca de un futuro mejor, su viaje a Lampedusa, una isla italiana muy cerca de África, en donde se han presentando tragedias marítimas que han evidenciado la crisis migratoria que se vive en el mundo. El 8 de julio de 2013, apenas unos meses después de asumir el papado, fue una de las primeras muestras de su defensa de quienes buscan un hogar lejos de su tierra natal.
Después de lanzar una corona de flores al mar, como un acto simbólico, en honor a las vidas que se han perdido, el Papa ofreció una misa y durante la homilía pronunció un discurso sumamente interesante. El cual se encuentra en la página oficial del Vaticano. Rescatamos este importantísimo fragmento.
“La globalización de la indiferencia nos hace ‘innominados’, responsables anónimos y sin rostro. ‘Adán, ¿dónde estás? ¿Dónde está tu hermano?’, son las preguntas que Dios hace al principio de la humanidad y que dirige también a todos los hombres de nuestro tiempo, también a nosotros. Pero me gustaría que nos hiciésemos una tercera pregunta: ¿Quién de nosotros ha llorado por este hecho y por hechos como éste? ¿Quién ha llorado por la muerte de estos hermanos y hermanas? ¿Quién ha llorado por esas personas que iban en la barca? ¿Por las madres jóvenes que llevaban a sus hijos? ¿Por estos hombres que deseaban algo para mantener a sus propias familias? Somos una sociedad que ha olvidado la experiencia de llorar, de ‘sufrir con’: ¡la globalización de la indiferencia nos ha quitado la capacidad de llorar!”
Su legado: el mensaje político detrás de la espiritualidad
Documentos como Lautado Si que habla sobre la importancia de respetar y preservar el medio ambiente o Evangeli Gaudium, que propone una Iglesia más cercana, menos burocrática y más centrada en el amor y la misericordia, son una pequeña muestra de lo que significó su pontificado, el Papa Francisco no solo fue un líder espiritual, sino también una figura con un impacto político significativo.
Promovió una visión de la Iglesia como agente de cambio, capaz de dialogar con el mundo moderno sin perder su esencia. Su enfoque político no se basó en la confrontación, sino en la construcción de puentes. Evitó alinearse con ideologías específicas, pero sus declaraciones sobre el capitalismo desenfrenado, la crisis climática, la migración y su postura ante la homosexualidad fueron interpretadas como posicionamientos críticos frente a ciertos modelos económicos y políticos.
En un continente donde la fe y la lucha por la justicia están profundamente entrelazadas, para muchos Francisco se erige como un símbolo de esperanza y renovación. América Latina, con sus heridas y su resiliencia, sigue siendo un faro de inspiración para quienes creen en la posibilidad de un cambio real.
El legado del Papa Francisco trasciende las fronteras del sur. Su vida y obra nos invitan a reflexionar sobre cómo un líder puede ser un vínculo entre las tradiciones y las demandas de un mundo en cambio. En última instancia, su papado nos recuerda que la búsqueda de un mundo más justo y solidario no es solo una tarea de los líderes religiosos, sino de todos nosotros.
La película de Netflix, Los dos papas, estrenada en 2019 y dirigida por Fernando Meirelles, es una ventana fascinante hacia algunos momentos cruciales, que nos ofrece una perspectiva íntima sobre la vida de Bergoglio y su nombramiento como Papa. Además, explora su relación con el Papa Benedicto XVI, mostrándonos las diferencias ideológicas entre ambos líderes, así como los puntos en común que los acercaron.
En ¡Goooya!, como medio de comunicación estudiantil, nuestra intención no es promover ninguna religión. Respetamos plenamente el principio de laicidad que rige a la UNAM, institución que también promueve el pensamiento crítico y desde esta perspectiva consideramos relevante explorar y reflexionar sobre las enseñanzas y cuestionamientos que surgen de la vida de este personaje.
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