Escuela Nacional de Estudios Superiores (ENES) Morelia
Escuela Nacional de Estudios Superiores (ENES) Morelia
El Estado nos ha hecho creer que los sucesos históricos trágicos ocurren aisladamente y nos hacen perdonarlos con el objetivo de redefinirse a sí mismos como incapaces de tal violencia. Esta visión es completamente errónea, no nos encontramos tan lejos de las atrocidades del pasado. En un esfuerzo de creatividad para las generaciones que no vivimos esas épocas, intentamos imaginarnos esos tiempos, distorsionamos el pasado, suponiendo que era distinto, pensamos que las instituciones han cambiado pero olvidamos que ya había Universidad y ya había Estado. Ya habían represiones, ya tronaban los golpes de los puercos sobre las costillas de nuestros compañeros. Y como pasa el tiempo, y como olvidamos todos. Los gritos, que rascan los edificios de justicia. El 68, 71, la huelga del 99, Ayotzinapa, Tiripetío. No olvidemos que las estructuras que los violentaron, que a otros mataron, siguen alrededor nuestro. Las jerarquías están nada más disfrazadas. Este es un llamado a mirar nuestras heridas, las cicatrices del estudiante mexicano que no han sanado. Es por todo esto que tenemos que seguirnos cuidando, entre compañerxs. Necesitamos ese cimiento social estudiantil que nos ayude a pelear en contra de la injusticia, antagónicos a la indiferencia.
Recordemos que la Máxima Casa de Estudios está construida, como toda institución, con los intereses de los grupos en el poder como prioridad. Los patrones antidemocráticos siempre han existido en este establecimiento, desde la fundación con el oligarca mexicano, Porfirio Díaz, hasta las elecciones de rector, que son llevadas a cabo sin la participación de todos los que constituyen a la UNAM, siendo acaparadas por una élite universitaria. La toma de decisiones no se hace a partir de nuestras necesidades como pueblo universitario, es por ello que seguimos peleando por la dignificación del trabajo de los profesores de asignatura, las condiciones favorables al estudio y convivencia de los estudiantes, nuestro transporte, nuestra comida, nuestras instalaciones que se pagan con dinero público, dinero de todos los mexicanos.
Es curioso como, siendo todos los que pagamos, parece que no todos tenemos el derecho de entrar, y si acaso logramos entrar, el sistema no lo podemos cambiar pues no podemos tomar decisiones. Dado que el sistema está estructurado para no representarnos, tenemos que hacernos de nuestras propias herramientas de organización. Históricamente, los paros han sido una de estas herramientas, sin embargo, han sido demonizados por los medios de comunicación, atribuyendo una mala fama al movimiento estudiantil, sustrayendo todo su potencial revolucionario.
Remontándonos al periodo de la Posrevolución Mexicana y después de un largo periodo de Positivismo mexicano, a través del movimiento estudiantil de 1929, el 10 de julio es promulgada la Ley Orgánica de la Universidad Nacional Autónoma de México, que le da la autonomía de la cual hoy en día goza y defiende. Es durante la presidencia de Lázaro Cárdenas y el rectorado de Manuel Gómez Morín que se redacta el primer Estatuto de la Universidad, en este se aborda la descentralización del Estado, su capacidad jurídica y su formación de profesionistas, investigadores, profesores universitarios y técnicos útiles a la sociedad, entre otras. Así como no olvidamos la violencia, tampoco olvidemos los triunfos que se han dado por el huelguismo en la UNAM, la lucha continua contra el neoliberalismo, la manutención de las cuotas, no olvidemos al CGH ni al CEU, las luchas por las compañeras en todos los planteles, todas causas para seguir luchando.
Es bajo ese contexto que se funda el Grupo Estudiantil Popular Independiente en la ENES Morelia, fruto del parismo tan mal entendido hoy en día. El GEPI, por sus siglas, es una organización de base estudiantil que se votó el 30 de septiembre por la asamblea estudiantil. Esos días estábamos en paro, pues como es de costumbre, las condiciones de vida del estudiante pasaban en segundo plano por las mesas directivas. Pero qué mejor que todo funcione perfecto y que no haya necesidad de ir a acostarse en el piso gélido de los salones, en donde nos quedábamos a dormir mientras suspendíamos las actividades escolares, para amanecer con moretones en la cadera.
Ahí es cuando se entiende que lo que se reclama no puede ser cualquier cosa, tiene que ser suficiente para sufrir por ella. Así como diría Albert Camus: “¿Qué es un hombre rebelde? Un hombre que dice no. Pero si niega, no renuncia: es también un hombre que dice sí, desde su primer movimiento”. Invitamos a nuestros lectores a acercarse a los movimientos estudiantiles, escuchar lo que se dice, por quién se pelea. El GEPI es nuestra herramienta como estudiantes no solo para organizarnos, sino también para protegernos. Con él, votamos, sintetizamos y concretamos. Desde nuestra pequeña trinchera en Morelia, les llamamos a organizarse.
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