Facultad de Filosofía y Letras
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Dispositivo de Inducción Extrareal (DIE) modelo MecNerv. El objeto expuesto fue inventado a finales del siglo XXI para funcionar como una forma barata y segura de administrar la droga “Frac” (como se sabe, la aparición de este elemento sigue siendo un misterio). El collar consta de una estructura de plástico que termina en dos extremos forrados de algodón en cuyo interior hay dos miniordenadores que se encargan de recoger los datos que envía el cerebro del usuario y administrar las dosis de “Frac” necesarias para que la ilusión siga operando. Una vez que el cerebro y el fenómeno alucinógeno se sincronizaban, el primero podía experimentar la rica variedad de estímulos que provoca el uso del sexto y séptimo sentidos.
Casi inmediatamente después de que este aparato fuera inventado las compañías tecnológicas y médicas comenzaron a producir masivamente todo tipo de modelos. Se comprobó que una dosis constante de “Frac” podía aliviar por completo los dolores provocados por la neuralgia del trigémino, haciéndola la droga del dolor más usada en pocos años sin aparentes consecuencias.
Pocos años después, la empresa de videojuegos Andyne diseñó un Dispositivo de Inducción Extrareal capaz de manipular las alucinaciones de los usuarios: el modelo MecNerv. A través de esta nueva forma de utilizar el “Frac” la inmersión total en escenarios ficticios fue posible. Con dosis constantes de la droga era posible volverse rey de tu propio reino ilusorio, protagonizar tu película favorita o formar parte de los eventos más relevantes de la historia mundial, lo único que necesitaba el usuario era seguir administrándose “Frac”.
La empresa Andyne negó cualquier responsabilidad ante los casos de usuarios que se negaban a suspender sus sesiones de extrarealidad aunque eso significara la muerte por deshidratación o hambre. De obligar al usuario a suspender su sesión a la fuerza había un 90% de probabilidad de provocar suicidio. La empresa no fue sancionada de ninguna forma ante la imposibilidad de retirar la droga del mercado por su importancia para la sociedad y el hecho de que el dispositivo por sí mismo no representaba un riesgo.
Ante el aumento de muertes relacionadas a su artilugio, la empresa Andyne ofreció a familiares directos de algún afectado un descuento especial de hasta el 50% en cualquiera de sus modelos o periféricos adicionales.
Los historiadores llamaron a este incidente de nuestra civilización “El siglo perdido” por el número de generaciones que afectó antes de que la empresa Andyne fuera desmantelada por acusaciones de fraude fiscal.
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