trabajo
de campo
Activista Estudiantil entrevistado 1 (AE1)
Activista Estudiantil entrevistado 2 (AE2)
Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS-UNAM)
Entrevistador (E)
E: Estamos aquí con dos estudiantes de la escuela que están organizados en algunos colectivos.
E: Muchísimas gracias. ¿Cuántos años tienen?
AE1: 24 años.
AE2: 31 años.
E: Muchas gracias. Ambos son de trabajo social, ¿verdad?, ¿cuál es el nombre del colectivo al que pertenecen?
AE1: Bueno, nuestra colectiva se llama Resistencia Estudiantil “2 de octubre”.
E: ¿Es lo mismo?
AE2: Si, es el mismo colectivo.
E: Perfecto. Gracias. ¿De dónde son originarias?, ¿dónde nacieron? y ¿dónde viven actualmente?
AE1: Nací en Iztapalapa y vivo ahí, siempre he estado en Iztapalapa.
AE2: He variado un poco, nací en Adolfo Ruíz Cortines en Coyoacán, exactamente junto a Santo Domingo, viví en un inicio ahí, después me pasé a Tepepan en Xochimilco. Regresé nuevamente a la Ruiz Cortines. Posteriormente me fui al pueblo de Santa Rosa Xochiac, que es Álvaro Obregón, está pegado al desierto de los Leones y recientemente estoy radicando en Torres de Potrero, que es justamente Álvaro Obregón, pero más hacia abajo, ya no en el cerro.
E: Okey. ¿Además de estudiar, AE1, trabajas o realizas alguna otra actividad?
AE1: Sí trabajo. Tengo dos trabajos aquí en la escuela en la informalidad y con esfuerzo y apoyo. Además, tengo un negocio de accesorios para mascotas.
E: ¡Qué padre!
AE1:Gracias.
E: ¿Y tu, AE2?
AE2: Sí, hicimos una colaboración mi compañera y yo para hacer resistencia y protesta económica. Eso es lo que nosotros tenemos como trabajo.
E: Gracias, ya me platicarán porque salió en la entrevista con Joel y con Dani esta cuestión de la mercadita, que es un proceso de resistencia y en parte de sobrevivencia, de trabajo. Pero ahorita lo comentamos porque me pareció sumamente interesante. La primera pregunta sería para los dos, ¿cómo se involucraron en esta colectiva? Platícanos un poco primero tu, AE1.
AE1: Bueno, yo desde que entré a la escuela estuve muy involucrada. Siempre me interesó el tema de los movimientos estudiantiles, movimientos sociales y demás, pero vengo de un bachillerato inactivo en esos temas. El contexto social de los bachilleres es complicado, y más que el alumnado se pueda meter a los movimientos, su objetivo es, más bien, sobrevivir en el día a día porque los contextos de cada compañero son muy complicados.
La verdad, el momento en el que viví en el bachilleres, muchos no salieron, muchos fallecieron, muchos los asesinaron, tuve compañeras que fueron víctimas de feminicidio, compañeras que fueron víctimas de los porros, y eso me fue interesando más. Desde siempre me había interesado porque mis papás son personas muy politizadas en estos temas, quizá a su edad un poco conservadoras dentro de lo político, no se oponen, pero se preguntan si los paros llevan a algo. Pienso que también es miedo. Miedo de las personas que vivieron en la década de los ochentas y ser testigo de las desapariciones de sus compañeros. Mi mamá es de la Facultad de Ciencias Políticas, mi papá es de la Facultad de Contabilidad. Vivieron toda esa época, y están un poco reacios hacia ese tema desde entonces, pero siempre me lo inculcaron. Entonces, con eso crecí, me fui interesando en el bachilleres.
Llego a la universidad, que tiene fama de ser libertaria, en 3º comienza un paro por el tema del no pago a profesores, y decidí involucrarme. Ahí conocí a compañeras, compañeros, entre ellos Joel. Empezamos a meterle. Empezamos a ver las formas tan interesantes, en las que la Administración se mueve para amedrentar en las situaciones a las que los compañeros se oponen. De ahí surge la idea de crear una colectiva. Primero la creé con una compañera, por alguna razón no funcionó porque al final esta compañera no creía o no tenía muy claro el tema de la horizontalidad en los temas colectivos, por esa razón me salí. Pero ya para ese momento tenía más nexos con Joel, con Dani, también con Jos. Entonces decidimos a partir de ahí reivindicar esa idea de colectiva y pues es lo que somos ahora.
E: Gracias. AE2, por favor.
AE2: Nunca tuve mucho acercamiento a las colectivas, a estos actos de resistencia. Estudié en CCH sur, a pesar de que nunca fui ajeno a este tipo de movimientos, no me involucraba porque no me relacionaba con gente que le interesara. Entonces, regularmente cuando uno es joven se va hacia donde lo jala el círculo social. Siempre tuve este sentimiento de justicia y obviamente a lo largo de la vida te empiezas a dar cuenta que la justicia muchas veces no es como la quieres y muchas veces ni siquiera se da. Si no la arrebatas, la justicia termina por nunca llegar.
Entre a trabajo social, empiezo a tener clases muy buenas, a abrir mi horizonte en esos temas. Llega, como dice mi compañera, este paro que se hizo por el no pago de los profesores. Ahí me involucré bastante. También tuve el infortunio de chocar con una compañera, con la que desde mi punto de vista, el movimiento para ella fue de intereses propios y me desinteresé. Para mí fue: este movimiento ya no está siguiendo lo que yo pensé que era, buscar justicia, sino ya es un tema personal. De ahí me empecé a distanciar un poco, de hecho este este paro ocurrió en pandemia. Entonces, fue el paro en línea que tuvimos que duró muchísimo, a pesar de ya no estar de acuerdo con la línea que estaban siguiendo, siempre estuve apoyando, siempre fue de apoyar, hasta donde tope, el objetivo es que se haga justicia.
Después, regresando a la presencialidad, empiezo a entablar más comunicación con mi compañera AE1, de hecho no nos conocíamos hasta que regresamos del paro. Empecé a entablar diálogo con otra compañera con la que ya tenían una colectiva y yo lo único que hacía era proponer ideas de —“oigan porque no hacen esto, esto sería mejor así”— y les empezaron a agradar mis ideas. Empecé a involucrarme un poco más hasta que ingresé a esa misma colectiva, de hecho nada más éramos tres, los que más participamos. Llega un punto en el que hay una ruptura, justamente como comentaba AE1, por esta parte de la horizontalidad. La otra compañera quería ser más representativa y constantemente nos invalidaba o nos hacía a un lado. Entonces, jalamos nosotros, Joel y Dani empezaron a trabajar con nosotros, fue como decir —“vamos a ayúdenos a retomar esto que ya tenemos”—. Ahí es cuando fundamos, no hace mucho la “Resistencia estudiantil 2 de octubre”. Se fundó justamente para la marcha del 2 de octubre porque antes de eso solamente éramos un grupo de amigos que trabajaba organizados, que trabajaba para el bien común.
E: Con buena intención pero todavía no organizados.
AE2: Exactamente. Formalizamos esta colectiva también, en aras de que se hiciera un contingente amplio de trabajo social, que realmente trabajo social tuviera una participación buena. Dentro de la marcha del 2 de octubre, tuvimos un poquito de complicaciones con un comité que es el comité estudiantil que nosotros conocemos como un grupo que está alineado con el C.U. Vinieron a las asambleas muy déspotas, muy agresivos, a tomar todo por la fuerza y, algo muy padre que pasó que constantemente en la colectiva lo mencionamos, es que estos sirvieron como chivos expiatorios. Fue el punto en el que entre todas las colectivas de cierta manera tuvimos problemas, como que no nos llevábamos, no compaginamos con ideales o con algunas otras cosas. Y hasta este momento es que se llegan a unir todas las colectivas como un frente que ahora es el frente estudiantil de la ENTS, donde todas las colectivas están organizadas para contraatacar estos grupos de choque.
E: Brevemente, AE1, ya nos comentó un poco acerca de que su familia tiene cierta politización, cierta militancia. En tu caso, ¿tus papás participaban políticamente?
AE2: No, mis papás son del Conalep, mi papá lo dejó inconcluso, mi mamá lo terminó en carrera técnica. Cuando cumplen 19 y 20 años, se embarazan de mí, no continuaron una licenciatura, pero nunca fueron gente política. Después fue gente a la que le da lo mismo, que no le interesa, lo que sí tengo muy arraigado de mi mamá es sobre lo justo. Para mí esto es justo, para mí esto es la justicia y luchar por lo que es justo. Y es lo que más me ha marcado.
E: Lo han comentado de alguna manera, pero si tuvieran que escoger un momento de tu vida que digan este me politizó, este me ayudó a tener una conciencia política y social, ¿cuál sería?
AE1: Tomaría el de la prepa, el que desaparezca una persona tan cercana, que veías a diario y de pronto ya no la ves y te preguntas — “¿qué pasó?, ¿cómo se puede ir tan rápido una persona?”—. Si no estoy mal, fue el tema también de los 43, las desapariciones forzadas. A mí me pegó mucho porque yo veía a su abuelita entrar a la escuela, llorar, decir: ¿en dónde está mi nieta?! Esta compañera se llamaba Leslie. Cuando encontraron a Leslie, la encontraron al lado de uno de los canales de Xochimilco, obviamente violada y asesinada junto a su bicicleta, porque ella siempre llegaba a la escuela en bicicleta, fueron a botar su bicicleta y a ella como si no valiera nada. Esto se desarrolla en el marco de la desaparición de los 43 y me empieza a impactar esto, porque me pregunté ¿cómo a nadie le importa o por qué nadie está volteando a ver que nos están matando? En general, también los compañeros que fueron víctimas de ataques porriles, que jamás pudieron salir de la prepa, siempre van a tener sus eternos 15 años y es preguntar ¡qué más! Estas experiencias fueron un punto de ruptura para mí, en el que dije hay que hacer más.
E: AE2, ¿cuál fue para ti ese momento?
AE2: Hubo distintos puntos en mi vida en los que me interesaba. Pero el punto de inflexión fue entrar a trabajo social, entrar a esta área social para mí fue un boom en mi cabeza, fue empezar a ver todo lo que estaba ocurriendo y hacerme consciente. Sabía lo que ocurría, pero no lo había considerado como parte de mi contexto. Ese boom fue pensar en lo que estoy viviendo y por lo que se va a luchar.
E: Gracias, AE2. EA1, ¿qué sientes?, ¿qué te motiva? ¿qué emociones expresas o sientes de ser parte de este colectivo?
EA1: Para empezar, me siento muy feliz. Pero a veces es muy frustrante porque en los temas sociales normalmente no sale como lo quieres o lo esperas. Sientes que lo vas a lograr, llega algo con más poder y te dice no, eso no va a pasar. Es un sentimiento constante de frustración, de enojo. Por otro lado, de felicidad porque piensas que se puede, si nos organizamos se puede, aunque sea pequeño el cambio. También me siento motivada. Me motiva a hacer muchas cosas a seguir y más que nada porque no estoy sola. Hay más gente a mí alrededor que comparte esos ideales y que también hablamos a futuro, pensar en que después de la escuela qué sigue, porque el activismo aquí inicio. Eso es lo que me motiva demasiado, y la frustración e impotencia que siento me impulsan a hacer aún más cosas.
E: ¿Has sentido miedo?
AE2: Sí. Conocí el miedo durante el primer paro, cuando la administración estaba de tu lado y después no. Yo no tenía esa idea, si lo veía, lo escuchaba. Es decir, escuchaba “pasó esto en la UNAM” o “desaparecieron”, pero yo no pensé que te pudieran jugar tan chueco por un paro, o por algo que decías —“esto no vale mi vida”—. Yo me quedé impactada, dije —“¿cómo puede valer mi vida por unas cuantas horas de clase?”— porque la administración filtró mis datos, se los dio a gente, me marcaban con amenazas de muerte, me mandaban mails con mi dirección a mi familia. Ahí fue cuando sentí miedo y dije —“eso me impulsa más a decir no, eso no va a quedar así”—. Miedo siempre.
E: AE2, ¿qué sientes de ser parte de este colectivo?
AE2: De mi parte mucha motivación al estar con todos los integrantes de la colectiva, platicamos mucho y tenemos debates constantes. Eso me motiva para seguir aprendiendo todo lo que pueda, dentro de los movimientos sociales, dentro de la lucha social, dentro de todo lo que abarca esa extensa palabra. También he sentido enojo, coraje, con todo lo que muchas veces hacemos y que nos sobamos el lomo, que hacemos el esfuerzo, y que no sólo lo echan a la basura las autoridades, sino muchas veces hasta los mismos compañeros. Eso creo que es lo que más me ha dado coraje, por ejemplo, cuando pasa el paro en línea y SUAYED es el que nos voltea bandera. A partir de ahí, la dirección nos empezó a atacar, ante eso yo decía —“cómo después de tanto esfuerzo, la gente sencillamente puede deslindarse de esa manera”—. Y decir —“ya no quiero nada, y que eso repercuta justamente en que no se está haciendo justicia, no se cumpla lo que estás exigiendo”—. He sentido mucho coraje, miedo no. No he estado como mi compañera, orillada a ese sentimiento. Sí, cautela, porque nos hemos enfrentado a distintas situaciones, que nos hacen pensar que con la dirección, la administración y todas las instituciones, es necesario ir con precaución.
E: Muy bien, gracias. Platícanos, ¿cómo se organizan en su colectiva? y ¿cómo toman las decisiones importantes?
AE1: En nuestra colectiva hay personas más presentes que otras, a veces es un poco complicado ponernos todas y todos de acuerdo para el día en que nos vemos. Lo que hicimos fue crear un grupo de WhatsApp en donde estamos todas y todos, por ese medio comentamos la situación y qué vamos a hacer. Ahí se empieza un debate. Normalmente hacemos reuniones, al siguiente día tratamos de ver qué días podemos compaginar; tenemos un cubo estudiantil que es de la huelga del 86, me parece. Desde ahí van pasando las llaves generación por generación y ahorita las tenemos nosotras. En ese cubo hacemos nuestras reuniones, generalmente a las dos de la tarde, que es la hora más viable para tener las juntas presenciales. Ponemos a discusión la situación sobre la mesa ese mismo día tomamos decisiones que sean colectivas, nos escuchamos todos. Es muy común que hagamos debates y de esos debates nacen las soluciones o las propuestas, que luego, luego las llevamos a cabo. Entonces siempre contamos con una computadora, cuaderno, agenda, para ir hacer todo, estructurarlo; y al final de la reunión tenemos estructurado el esqueleto de lo que vamos a hacer.
E: ¿Buscan el consenso o es por mayoría?
AE1: No, siempre es el consenso. Casi nunca es por mayoría. Si en algo no se está de acuerdo, se pone a discusión.
E: Muy interesante.
AE2: Sí, buscamos estar de acuerdo todos desde el debate, debatimos el por qué sí, o por qué no constantemente. Si surge una problemática la mandamos al grupo y en corto tiempo todo el mundo empieza a proponer la acción qué se va a hacer. Todos se expresan sobre qué hacer y regularmente se sujeta a consenso; así que todos terminan de acuerdo y se va para adelante. Así como hay gente que constantemente estamos trabajando bastante en absolutamente todos los proyectos y programas que tenemos, también hay gente que no es tan participativa al frente, pero sí está tras bambalinas. Que muchas veces no son reconocidos, pero a su forma y como pueden constantemente nos apoyan y si no estuvieran con nosotros, no sería lo mismo.
E: Sobre eso mismo, ¿hay liderazgos individuales o colectivos?
EA2: Creo que todos tenemos de cierta manera este liderazgo. Pero, justamente, hace poco hablábamos acerca de eso, que más bien todos tenemos el liderazgo de proponer. Todo mundo propone lo que cree que se puede hacer, lo que cree que es correcto y lo que se necesita. Bien puede haber gente que diga —”no, no vamos a hacerlo”—, o la que dice —“ya urge que lo hagamos”— y propone inmediatez, hay otros que lo que hacen es proponer nada más en la teoría. Eso, de cierta manera, nos da una horizontalidad, porque no hay nadie que quiera jalar más que otros, no, aquí todos jalamos parejo y reconocemos también las problemáticas que tienen la gente que no puede estar de la misma manera. Entonces, cada quien participa a su forma y a sus posibilidades.
E: ¿Cuál sería el procedimiento para que alguien más, algún otro compañero o compañera de la escuela, se incorpore a su organización?
AE1: Bueno, algo que nos faltó decir hace un momento es que a pesar de que todas y todos trabajamos, tenemos nuestras áreas de desarrollo y trabajo, hay quienes son más hábiles y astutas para el tema comunitario, para estar frente a la comunidad, hablar, entablar relaciones, tejer redes; y hay gente que es muy hábil en el tema logístico. Nuestro protocolo para ingreso a la colectiva por el tema de que somos personas de total confianza, no hay que —“¡Uy!, si tengo que encargarle o darle mi vida en sus manos a alguien de aquí, no confío”—. No, aquí estoy, confío en absolutamente todos, ciegamente o no. Entonces, nuestro protocolo va de una entrevista que estructura nuestra compañera Dani, que es más hábil en esa parte, en lo teórico, en lo logístico. Hacemos una cita en el cubo, metemos a la persona que la va a presentar. Todos estamos escuchando, pero Dani es la única que hace el diálogo, si queremos hacer alguna acotación, nos metemos posteriormente, pero de ahí en fuera se estructura en la entrevista y vamos viendo el perfil. Es gente que necesitamos conocer porque tuvimos la mala experiencia de filtración de datos, por ello necesitamos conocer a la persona o que al menos se le conozca, o alguna vez haber trabajado con ella o él.
E: ¿Cuáles son las principales actividades que realiza el colectivo?
AE2: Tenemos muchas actividades ya desarrolladas y muchas en puerta. La principal, en la que todos ponemos bastante esfuerzo es el mercadito, ese es el más importante. Nuestro proyecto más importante se crea como protesta económica y en apoyo a todas las compañeras y compañeros que no tienen la posibilidad de trabajar en otra área porque recorren largas distancias y es la única forma en la que pueden generar y obtener un ingreso —además de las becas, que tampoco son suficientes— es justamente la venta informal. Ya había pasado que gente quería vender y siempre se le cerraron las puertas en la cara. Entonces, llega este punto en el que entendemos esa necesidad y reconocemos esa problemática.
Así es como empezamos la movilización, convocando a la gente a participar. En un inicio se intentó que se hiciera diario, que la gente se acostumbrara a ponerse diario en donde quisiera, pero el problema fue la participación, no había tanta participación estudiantil, entonces tuvimos que cambiar la estrategia. Empezamos a realizar esto más grande, una edición al mes que fuera amplia. Entonces, nosotros elaboramos un registro, todos los que se inscriben dicen qué van a vender. Todo mundo dice si es de la ENTS, para nosotros es muy importante que los espacios en su mayoría sean de la población de la ENTS porque para eso estamos chambeando, así nace, así es como se está creando.
Ahorita estamos en la tarea de poder conseguir que se haga diario, que la gente venga y si se quiere plantar, que se plante. Hemos tenido problemas con la administración porque nos han corrido ya a varias compañeras de la zona de la explanada. Ya lo había realizado anteriormente, de hecho nuestra venta, AE1 y yo la pusimos directamente en cafetería, como una protesta y nunca nos movimos de ahí. Pero el problema es que como nos conocen, nos ubican, los administrativos a nosotros no nos dicen nada, pero ven alguien que está vendiendo solito, solita, y de volada. Ya sea que manden al abogado, la abogada, la de trabajo social, a seguridad UNAM; es constante esa agresión, esa persecución. Además, mencionamos sobre varios carteles que se han pegado, este punto en el que se te criminaliza por tratar de sobrevivir. Por eso es una acción que hemos hecho para respaldar a las y los compañeros.
E: ¿Qué otras actividades se podrían mencionar?
AE1: Pues además del tema del mercadito, dentro de la colectiva tenemos a gente que está más involucrada en cada lucha, no voy a decir experta porque creo que al final siempre nos estamos nutriendo, pero sabe más de la rama en la que milita. También hemos hecho acompañamientos en temas de violencia de género. Normalmente los hago yo por el tema de ser mujer, mis compañeros hombres se mantienen en el tema logístico totalmente. Hemos tomado el caso, entablando diálogo con la persona agredida, sus redes y demás. Ver qué se puede hacer, qué también está en nuestras manos desde el tema de protesta, desde el movimiento y ya que lo tenemos bien establecido, tenemos juntas y decidimos qué podemos hacer. Entonces, vamos a exigir juntes a las autoridades como resolución pronta del caso, sabemos que no va a ser así, pero empezamos a decir —“por qué existen inconsistencias, por qué está pasando esto o aquello”—. Tratamos de acuerpar a la persona agredida e irle dando seguimiento a la situación.
Aparte de lo del mercadito, el acompañamiento en cualquier situación o problemática estudiantil que veamos, tratamos de tomar voz, e ir viendo qué sucede, involucrarnos para generar exigencias. En los paros estamos muy presentes, en las asambleas, luego las organizamos. Participamos en las mesas de diálogo con dirección y demás. Para las comisiones del paro anterior, lo que salió de las comisiones, que no resultó por la de la falta de participación estudiantil, pero les dimos seguimiento hasta lograr el baño neutro y hasta lograr la instalación de un horno que era una petición estudiantil. Lo del baño neutro era necesidad real en la población estudiantil. Las mesas para las denuncias de género, pero eso ya no se concretó por el tema de participación. No pueden estar dos haciendo todo. Ese es el trabajo que hemos hecho y también trabajo cultural, es lo que hemos tratado de de innovar.
AE2: Para sumarle un poquito sobre un aspecto que no mencionó la compañera, el baño que nosotros exigimos, se solicitó que fuera incluyente y no neutro, para atender todas las necesidades de gente en silla de ruedas, de maternantes; buscamos cubrir todas las necesidades y no únicamente quedará como otras escuelas. Para esto, así como para el seguimiento con las personas que les brindamos el apoyo constantemente utilizamos metodologías que tienen que ver con trabajo social. Somos conscientes de que la lucha no está peleada con la academia y que todo lo que aprendemos nos puede ayudar en su momento. Entonces, todo esto lo hemos hecho con metodologías de trabajo social que nos han servido para que sean mejores y completas.
E: Ahí mismo, ¿cómo se organizan con otros colectivos, dentro y fuera de la ENTS?
AE2: Apenas empezamos esta vinculación con las demás colectivas. Lo que te comentaba, el 2 de octubre, apenas se pulieron ciertas asperezas. Empezamos a trabajar tal cual, como un colectivo unido entre todas las colectivas. Este frente, es el frente estudiantil que lo representamos todas las colectivas que estamos ahí. También tratamos de que sea horizontal, todos tienen voz, todos tienen voto, nadie tiene el liderazgo de este. Lo importante aquí es que nosotros estamos haciendo presión para que eso no se abandone, que ese frente siga y continúe trabajando para un bien, para la comunidad, porque sirve más que estemos unidas como colectivas a que estemos peleándonos individualmente, ¿no?
AE1: Ah bueno, además con las otras colectivas y organizaciones estudiantiles de otras escuelas y facultades, el punto de tejer redes es acudir a ellas. Tenemos conexión con la Facultad de Química, con la Facultad de Enfermería, también con Ingeniería y con Filosofía, entonces lo que hacemos es dentro de nuestra organización cada quien tiene ciertas actividades puntuales. Además de hacer cada uno su función, eso no se puede dejar de lado, yo soy el punto de vinculación entre otras facultades. A veces me acompaña Joel, a veces me acompaña Jos, pero normalmente estoy en los grupos de WhatsApp, y esos grupos son para las interuniversitarias o interfacultades. Ah, porque también hay conexión con Ciencias y con la UAM Xochimilco. Entonces ahí vemos qué está pasando, el objetivo es irse involucrando, o sea, si hacen asambleas, acudir, si hacen interuniversitarias, acudir. Te acercas con las personas que ves que están liderando esa situación y es —”hola, me presento, somos la colectiva Resistencia Estudiantil 2 de octubre, venimos de la ENTS”—, así es como se hace interuniversidad.
E: Hace rato AE2 mencionaba acerca de los problemas que a veces hay. Los conflictos. ¿Cómo solucionan ustedes sus conflictos, ya sea dentro de la colectiva o, por ejemplo, en este frente de trabajo social?
AE2: Somos una colectiva mixta, la mayoría de las personas que pertenecemos tenemos ideales encontrados o ideales afines y asumimos que las diferencias se pueden solucionar. Cuando vemos que alguien la riega o comete un error, lo que hacemos, es decir —“oye, ¿sabes qué? Creo que tal persona pues la regó en este punto”—. Pero podemos platicar, hablamos con la persona, decimos —“oye, ¿sabes qué?, creo que la regaste aquí, que esto no está bien que lo hagas”—. Y se habla por el mismo tema de la confianza. Con colectivas externas, ha sido un poco complicado con la colectiva feminista, porque militan en una rama radical y cerrada también. A veces no permiten que hombres se acerquen a tener diálogo y demás, son totalmente separatistas y tampoco son trans incluyentes. Ahí ha habido ciertos roces entre lo que hacemos, entonces soy el vínculo y hablamos sobre lo que está pasando. Normalmente cuando nos unimos es en el marco de un punto de tensión dentro de la escuela, ahí unimos fuerzas. Esas son las formas en las que se liman asperezas, siempre es respetando o manteniendo al margen los tratos, porque al final de cuentas dentro o fuera de la colectiva, fuera de estas situaciones no son personas con las que nos saludemos en los pasillos o nos llevemos, es como si no nos conociéramos. Esa es nuestra solución.
E: AE2, hace un momento, AE1, comentaba el uso de WhatsApp tanto internamente como con otros espacios. ¿Qué otras redes usan ustedes para comunicarse?
AE2: Regularmente es la única. Para dar a conocer nuestras actividades, tratamos de hacer uso de todo lo que podamos; Facebook, grupos de WhatsApp, páginas de todas las colectivas e Instagram. También se informa lo que está sucediendo por medio del grupo de alumnos de trabajo social. Ahí sabemos que está toda la comunidad completa, entonces constantemente se informa por ese medio.
E: ¿Usan Tiktok?
AE2: Eso no. Quizás sea por pena o no sé, pero es algo que nunca ha salido, nunca hemos dicho —“¡Ay!, vamos a hacer un TikTok”—, es más por la información que se comparte, hay que tener autocuidado.
E: Si tuvieras que elegir entre esa comunicación vía redes y la comunicación presencial, ¿qué elegirías?
AE1: Totalmente la comunicación presencial. El tema es la participación. Seguimos con el tema de la participación, podemos estar poniendo lo más relevante en redes sobre lo que está pasando y la gente pasa de largo porque no es algo que les interese, no es algo divertido, no es algo gracioso. Es muy fácil que te ignoren en redes sociales, pero cuando te paras en la escuela con un megáfono ¡Voltean porque voltean! Quizás no se vayan a meter en la asamblea o a lo que está sucediendo, pero lo escuchan. Ahorita estamos haciendo más uso de la presencialidad, preferimos esta modalidad, y las redes sociales como un apoyo.
E: ¿Entonces, se complementan?
AE1: Sí, se complementan.
E: AE2, ¿consideras que es un colectivo de autocrítica?
AE2: Sí, constantemente. Es algo que también hemos hablado mucho. No todos tenemos las mismas opiniones, afortunadamente no todos tenemos los mismos ideales. Desde lo escolar, no todos llevamos la misma línea de investigación. También tenemos distintas líneas de investigación. Cada quien tiene sus intereses y creo que eso retroalimenta a cada quien desde puntos que no se ven. Todos son lo bastante conscientes, críticos y empáticos para aceptar otras opiniones, te hacen darte cuenta de eso, si realmente tú reflexionas y aplicas lo que te están diciendo ahí. También esa es la fortuna de ser amigos y de tener esa confianza de poder decir —“no me lo está diciendo para mal, o al contrario, lo está diciendo para que todo esto mejore. Pues, vamos a darle justamente por esta línea”—. Lo piensa uno, lo reflexiona y lo hace.
E: Si tuvieras que definir su colectiva en una ideología, ¿cuál sería?
AE1: No estamos con una ideología, nuestro objetivo son los movimientos sociales. En un primer momento, nosotros estábamos en una colectiva con tintes antipatriarcales y LGBT. Pero, al final entendemos que ninguna lucha es aislada. Nuestros principales ideales son antipatriarcales, anticoloniales y anticapitalistas. Esos son los tres ejes más importantes dentro de esta lucha, y no por eso dejamos de lado todo lo que hacemos. Así convergemos la lucha feminista, la lucha disidente, la lucha anticapitalista, la lucha anticolonialista. Todo esto aquí lo traemos. Al final, tratamos de estar inmiscuidos en todo. Por esa razón no tenemos solo un eje de ideología porque desde la experiencia entendimos que no funciona así. Porque no podemos decir —“esto sí, el otro no”—, ninguna lucha está aislada y todas son necesarias una de otra.
E: ¿Cuáles podrías decir que son los valores que orientan tu militancia?
AE2: Más que nada el respeto, la justicia. Creo que son los dos más grandes valores que tengo. Quizá también podría meter un poco la empatía. Pero más que nada, lo que nos ayuda a que está colectiva sea fructífera es el respeto, es algo que nunca vamos a perder, independientemente de cómo nos llevemos, nos ayuda y nos mantiene firmes, porque sabemos lo que damos y lo que entregamos.
E: ¿La solidaridad con otras luchas?
AE2: Eso también nos identifica bastante. Tratamos de nunca quedarnos ajenos a las demás luchas.
E: ¿En tu caso, AE1?
AE1: En mi caso, la solidaridad, la justicia y totalmente creo que también la honestidad, porque al final para llevar todos estos temas de procesos, el tener información de la gente, tener detalles delicados, información sensible, todo eso va de la mano con la honestidad, no puedes estar ventilando todo lo que pasa. Esos son para mí los tres principales: la justicia, la solidaridad y la honestidad. Sin eso, creo que no podríamos tampoco estar haciendo todo esto.
E: ¿Cuáles serían los autores o autoras, de los que has leído qué consideras son un referente para el posicionamiento político de tu participación?
AE1: Me falta conocer más autores porque, es algo en común que tenemos él y yo, nuestra lucha es muy práctica, lo teórico no lo dejamos de lado, pero nosotros incidimos más desde lo práctico. Nuestra parte teórica más fuerte son Dani y Joel, el lado más práctico, somos AE2 y yo. Ellos traen mucha teoría y nosotros mucha práctica, mucha calle, por decirlo así. Dentro de los autores, nos falta conocer mucho más, pero el principal o el más conocido es Marx. Del lado latinoamericano, me interesan muchas autoras como Rosario Castellanos. Quizá no es una ideología en cuanto tal, pero me interesan los temas de Lydia Cacho, de Anabel. Un autor que me encanta es uno de los cabecillas del 68, este Luis González, también me gusta mucho y son referentes que yo tomaría.
Cabe resaltar que lo que no me gusta es acercarme a teorías o autores del tema de la blanquitud, pero no hablando de tonos de piel, sino de ideologías. En el feminismo estoy totalmente peleada con las autoras que son feministas libertarias blancas, no las leo o no me interesa lo que digan personas así, porque no va a hablar por todas las demás realidades que existimos. Eso es algo que tengo claro, que trato de evitar.
E: Algún personaje político, ya sea actual o histórico que tengas como referente.
AE1: Voy a mencionar dos, una es la activista trans, que se llama Mikaelah Drullard, es una activista afrocaribeña, me interesa mucho lo que dice es muy interesante. Y una figura política grande de México, me interesa mucho Nancy Cárdenas, y del mundo, va a ser un poco trillado, pero Salvador Allende.
E: ¿Y tu, AE2?
AE2: Yo creo que soy al que más le faltan estos referentes teóricos. Soy malísimo justo para estos referentes. Puedo leer el libro completo y no acordarme del nombre de quién es, pero las ideas se me quedan. Sobre personajes históricos que hayan marcado la lucha para mí, lo mismo, muy trillado, pero Salvador Allende. No podría decir nombres porque son muchísimos, pero todos los activistas que luchan por el ecosistema y este, o sea los que luchan en los cerros, que muchas veces su nombre no se conoce, pero que ahí están haciendo esa lucha que muchas veces es invisible para los ojos de cualquiera, pero que es muy importante y q muy valiosa; y que constantemente pues se terminan muriendo en el anonimato. Bueno, más bien los terminan matando y los dejan en el anonimato.
E: ¿Qué significado tienen para ti, AE1, luchas históricas como las que acabamos de conmemorar y repudiar a la vez? Me refiero a Ayotzinapa, el movimiento de 1968, el zapatismo…
AE1: Para mí tienen una cabida muy importante porque creo que la memoria colectiva nunca muere y si lo dejamos morir estamos condenados a repetir lo mismo, son temas totalmente sensibles, muy importantes, de muchísimo respeto. Por ejemplo, en el tema cultural sí me ha interesado mucho meterme en canciones o en películas o en series que traten de movimientos sociales latinoamericanos. Lo mismo creo que estamos muy europerizados y a veces nos vamos mucho con: es que la Segunda Guerra Mundial, es que el Holocausto o la política americana. Son tragedias, pero aquí vivimos otras cosas totalmente distintas.
Entonces, para mí todo es una ideología desde el primer plano, es algo que traes puesto diario; como un saco, una blusa que llegas te quitas y a la ropa sucia, nada más te la pones el 8 de marzo, el 2 de octubre, el 26 de septiembre. Para mí, es lo vamos a traer diario y es una forma de vida. Todas estas luchas son predecesoras para lo que voy a hacer y lo que haré en un futuro. Esto lo tomo desde la memoria colectiva, literalmente no se olvida. Para mí significa no olvidar lo que pasó, no nada más el 2 de octubre, o el 8 de marzo, son todos; son vidas, son personas que van a ser eternamente jóvenes, no porque quisieron sino porque las obligaron. Para mí es una forma de vida, todo el movimiento latinoamericano y todo lo que ha pasado en México.
E: ¿En tu caso, AE2?
AE2: Coincido con mi compañera, ante el hecho de no olvidar, de mi parte tratar de que, si la gente no lo conoce, informarles qué pasó y por qué pasó. Mientras nosotros podamos hacer algo para que no se olvide, se mantenga en la memoria colectiva y en la voz de todos es lo importante. Me dejan un sentimiento. Por ejemplo, el movimiento del 68 y Ayotzinapa, me dan coraje, pero más que nada envidia porque esa gente se paró a luchar sin importar absolutamente nada.
Nos pasó en una asamblea para organizar la conmemoración del 2 de octubre, un compañero mencionaba que si los jóvenes del 2 de octubre fallecieron exigiendo mejoras académicas, que la lucha tenía que hacerse desde las aulas. Para empezar, es erróneo porque no los asesinaron por exigir que la escuela fuera pública, fue una situación que para ellos pudo haber sido ajena, pero se solidarizaron con esa lucha. Y murieron por una lucha que ni siquiera era de ellos, pero que es importante no ser ajenos, más desde nuestra profesión como trabajadores sociales a las problemáticas que se viven afuera de la institución. Pienso que eso es lo más importante y que constantemente tratamos de representar como colectiva.
E: Muy bien, muchas gracias. Vamos terminando, les agradezco mucho su tiempo. Ya contestaste un poquito esta pregunta, AE1, cuando dices que para ti es una forma de vida. Pero voy a reiterar para que complementes tu respuesta y la retome AE 2. ¿Cómo se refleja tu militancia, tu pertenencia a esta colectiva en tu vida cotidiana y en otros espacios de tu vida social?
AE1: Mi militancia se refleja en mi día a día, en la forma en la que soy crítica, en la forma en la que veo una situación por más sencilla que sea, y decir —“no puedo dejarlo pasar”—. Por ejemplo, hace rato estábamos en nuestra práctica y alguien hace un chiste de una situación, de una problemática que están viviendo los jóvenes en la preparatoria y me quedo, así como: ¿a qué ahora me río? Para mí, ese criterio se crea día a día, es la forma en cómo vivo, en cómo transmito lo que hago en la colectiva. Para mí es ese ¿qué más vamos a hacer? y lo que se necesita. Lo mismo sucede en las redes sociales, respecto a difundir lo que pasa, ser crítica frente a lo que se toma como un chiste, meterme a foros, intercambiar ideas, debatir, platicar desde la situación más sencilla hasta la situación más tensa.
Otro ejemplo, es en el marco de una fiesta que podría pensarse es dejar a un lado lo político, pero, en realidad todo es político. Si a una compañera le sucede algo a un compañero le sucede algo, me voy a acercar y ver qué está pasando. Todo es político porque ahorita puedo estar en la fiesta y ahorita mi prioridad va a ser apoyar, pero el día de mañana créeme que voy a hacer todo un revuelo para que se enteren de esta situación. Algo similar pasó en la foto de graduación de nuestra generación, se dio un problema de LGBTT fobia, y porque todo es político, no descansamos hasta que hicimos todo un revuelo de esa situación. Señalamos a quienes teníamos que señalar y asumimos que ese tipo de situaciones no las podemos tolerar. Entonces, desde el punto de la autocrítica, de ser críticos y de un pensamiento más abierto, es la forma en la que yo lo hago.
E: ¿ Y tú, cómo llevas tu militancia a la vida cotidiana, AE 2?
AE2: Coincido con mi compañera, agregaría la manera en cómo me cultivo, por ejemplo, también a mis compañeros que son más teóricos, les propuse crear una carpeta en Drive. Ahí metemos todos nuestros proyectos, nuestros programas, pero además ahí metemos referentes teóricos para nutrirnos por mero interés y para nutrir la vida cotidiana. No es algo que digas —“como es tarea vamos a leerlo o lo tengo que hacer para mi trabajo”—, sino es el mero interés de seguir formando un pensamiento para ser mejores en la lucha social que hacemos a diario.
Al igual que como señala mi compañera, no podemos dejar de lado ninguna violencia, ninguna injusticia y tampoco reforzar estos pensamientos violentos que generan agresiones, porque el hecho de validarlos conlleva a que los sigan reproduciendo y desde el hecho de ponerles un alto a esas personas con no reírnos, estamos generando un cambio porque la otra persona dirá —“no es gracioso, pues dejo de hacerlo”—.
E: ¿Cuál consideras que es el principal problema que tiene México hoy?
AE1: Considero que hay muchísimos, pero el principal problema de México es el desinterés, la apatía y la ignorancia. Pero la ignorancia por ignorar todo lo que está pasando afuera. El individualismo también es de los principales problemas.
E: ¿Algún otro?
AE1: La desinformación es un grave problema, así como es un grave problema no ser personas críticas y dejarse llevar por lo que está diciendo alguien más que no conozco, pero que escuché de mi vecino. No ser un México consciente es uno de los problemas principales que hacen que todas las problemáticas que hay en el país se incrementen día con día, no podemos ser lo únicos que evidencian las problemáticas, si el de al lado no voltea a verme no me sirve de nada estarlo gritando.
E: ¿Tú qué opinas, AE2?
AE2: Pienso que el individualismo y el desinterés, son las piezas más fuertes. No ver que el otro también tiene problemas, no ser inconsciente, y decir que mientras yo esté bien, no me importa lo que le pase al otro. Hay una frase que es popular en la calle: “de que lloren en mi casa, a que lloren en la suya, mejor en la suya”. Es una frase muy fuerte, completamente individualista sobre que cada quien vele por sus intereses y lo que pasa alrededor no importa. Sucede en los estratos más bajos, hasta los estratos más altos. Véngase todo para acá, pero si me afecta, pues ahora sí vamos a hacer revuelo.
E: ¿Se relaciona con el neoliberalismo?
AE2: Sí, bastante. El sistema neoliberal y el sistema económico que tenemos impuesto hoy, constantemente nos hace únicamente personas de consumo, individualistas. Dentro de la desigualdad, lo que tiene que ver con el aspiracionismo. Considero que de los problemas más grandes en México es inculcar el échaleganismo, que “si tu peleas y luchas fuerte vas a poder llegar a ser millonario”. Pero algo que he notado en estas generaciones es que deciden hacer lo mínimo indispensable. Ya no esforzarse para poder lograr algo; la mediocridad de hacer lo único que a mí me corresponde y nada más, y por ese hecho que se me reconozca el trabajo.
E: ¿Qué piensas de la violencia y la pobreza?
AE1: Como trabajadora social, pienso que son ejes sumamente complicados e importantes, porque son problemas de la sociedad mexicana la violencia, la pobreza y la desigualdad; son tres puntos que traen esta sociedad en decadencia. Lo más triste y realista es que no vamos a acabar con eso, es un tema que es de nunca acabar. Puede ser que se aminore, pero genuinamente considero que es una lucha colectiva, masiva, para al menos empezar a bajar esos índices.
E: ¿Qué es para ti la democracia, AE2?
AE2: En todos lados se puede ejercer la democracia y veo necesario que se ejerza en todos lados. Los lugares que no son democráticos siempre terminan generando tiranos. Hay que ser críticos. Si alguien quiere ser representativo, si alguien quiere ser líder y no da opciones, una democracia en la que puedas participar, proponer, y decidir, pues también termina siendo un tirano y generando una ruptura.
Creo que todos los espacios deben de ser democráticos, en esta colectiva lo somos. Por eso impulsamos la horizontalidad entre nosotros, que muchas otras colectivas nos dicen que eso no existe. Que la horizontalidad en colectivas no existe, que siempre tiene que haber un líder que nos jale. A nosotros se nos hace muy chistoso porque la tenemos nosotros y tenemos esta horizontalidad democrática; en donde todos participamos, todos somos importantes, todos nos vamos a cuidar con la vida si es necesario, pero que todos nos vamos a representar como un frente tal cual.
Aquí en México, el hecho de que durara 70 años el PRI en el poder habla mucho acerca de la democracia. En ciertos espacios yo podría decir que hay democracia, pero en los espacios y en los estratos más altos, como lo es el gobierno y la política, siento que no hay democracia. Ahí es nada más el imponer siempre al mejor postor. Y creo que no hay más democracia todavía en el país que en la UNAM.
E: No hay.
AE2: Nunca hay democracia. Aquí cobra sentido la frase “te chingas o te jodes”. No hay de otra cosa, vienes a esta estructura que ya existe y te adaptas o te mueres. Es de cierta manera lo que ha pasado en medicina.
E: ¿Qué hay sobre las mujeres?
AE1: Yo creo que la democracia en México y el proceso democrático ya no existen. En los temas electorales se vota, pero por las propuestas que tenemos, por lo que hay, no hay otra cosa. ¿Quieres hacer algo diferente? Ahí está Colosio, así vas a terminar. Creo que los procesos democráticos han ido transformándose, adaptándose, quizá por no desaparecer, pero genuinamente no existe. Al final siempre es: vamos a hacer lo menos peor. Entonces nos sucede algo esperado y es reconocer que existe la democracia, pero no se ha logrado plenamente porque, por ejemplo, hablando del tema de la presidencia, es una lucha que viene desde hace años, y se está logrando un relativo cambio después de más de 70 años. Entonces, ¿cuál democracia existe? Si esto lo quiere cambiar la gente que tiene poder y dinero, se juntan y se vuelven más hábiles que anteriormente, nos lo vuelven a quitar.
Dentro de la UNAM, ni se diga, ¿cómo es posible que el rector sea elegido por unos cuantos?, lo mismo sucede con los directores y las directoras. Al final se nos escucha, pero siento que es una democracia por partes, para que no digamos que no existe. En un gobierno neoliberal, capitalista y demás, creo que es imposible hablar de una democracia libre, a mi parecer.
E: Muy interesante. Para concluir la entrevista, y agradeciéndoles de antemano su tiempo y sus respuestas. ¿Conoces la palabra utopía? ¿Qué significa para ti, AE2?
AE2: Para mí, utopía significa algo inalcanzable que debido al sistema económico político en el que estamos es algo que se queda en el imaginario, que en algún punto de la vida se va a alcanzar, ¿cuándo? quién sabe, quizás nunca lo veamos, pero está ahí, en el imaginario. Creo que es utópico el bienestar social, porque el modelo en el que estamos inmersos desde esta superestructura, se necesita fuerza del oprimido y del opresor constantemente para que esto funcione. De otra manera, mientras sean unos pocos, como mencionaba mi compañera, los que deciden, los que imponen, jamás van a cambiar y desafortunadamente los que tienen más poder son los que siempre imponen. A menos que realmente la gente se concientice y luche por todos sus derechos; por cambiar esta estructura desde el momento en se dirigen como colonias, familias, personas, sino nunca va a pasar. Ahí entra lo utópico.
E: ¿Para ti qué es la utopía, AE1?
AE1: Para mí utopía es un modelo, o sea, para mi es el ideal, algo que no podemos alcanzar, pero que de alguna forma se puede hacer una réplica bizarra, quizás no igualar, pero podemos tomar aspectos que desearíamos. Es un deseo, cosas que desearíamos para aterrizarlas en la realidad y esforzarse porque ese es el punto central de las luchas, no dejar de soñar con un país mejor, una universidad mejor; si no lo hacemos, no habrá alguien que haga el cambio. Son sueños que quiero arrastrar a la realidad. Soy de las personas que piensa que si tengo que morir en esto, lo voy a hacer.
E: En ese sentido, ¿qué es lo que consideras que hace tu colectiva para tener una mejor universidad?
AE1: No dejar de luchar. Luchamos a diario, luchamos desde los temas más sencillos hasta los temas en los que tenemos que poner la cara; tenemos que agarrarnos de la mano y aguantar si viene algo denso. Creo que somos de las pocas colectivas u organizaciones que absolutamente todas y todos los integrantes también formamos un bloque negro. Decir: somos tantos y todos los que estamos dentro, vamos a dar la vida por la causa y no importa hasta dónde se llegue.
E: Por último, ¿cuál sería tu ideal de sociedad?, ¿cómo tendría que ser la sociedad?
AE1: Para mí una sociedad ideal tendría que ser una sociedad en la que no tengas miedo de salir a la calle, en donde no te maten, no te desaparezcan, en donde puedas realmente vivir y no sobrevivir. El día en el que se logre eso o exista una sociedad así, me puedo ir en paz.
E: En este caso, AE2, nos puedes comentar ¿qué hace tu colectiva?
AE2: No ser ajenos ante todas las problemáticas que se presentan. Sabemos que cargamos la colectiva hacia todos lados. No es como un saco que nos quitemos ya que llegamos a casa. Es decir, que si yo veo una injusticia, si veo que lo que está pasando en ese preciso momento, vamos y lo solucionamos, así estemos uno, así estemos dos o así estemos todos. Como colectiva eso es lo más importante, el que no somos ajenos ante las problemáticas que vemos, independientemente de si podrían ser de nuestro interés o no, es muy independiente de eso y para mí la sociedad debería de ser consciente, organizada y combativa.
E: Pues muchísimas gracias muchachos, por su tiempo, por su generosidad al compartir sus vivencias que forman parte de como lo están haciendo. No solamente su formación profesional, también su lucha y su vida. Les agradezco muchísimo, muchachos.
Activista Estudiantil entrevistado (AE)
Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH)
Entrevistador (E)
E: ¿Qué estás estudiando?
AE: Estoy cursando el quinto semestre de la licenciatura de Etnohistoria en de la ENAH, y en tercer semestre en la Universidad Rosario Castellanos.
E: ¿En qué carrera estás en la Universidad Rosario Castellanos?
AE: En humanidades y narrativas multimedia
E: ¿Vas a trabajar en Etnohistoria?
AE: Sí, di de baja un año la otra licenciatura porque ya no me daba el tiempo, ahorita voy en tercer semestre cuando debería de ir en quinto, pero ahí la llevo.
E: Entonces, me imagino que no tienes tiempo para trabajar
AE: Trabajo, pero con mi familia en un negocio familiar que tenemos, por ejemplo, los miércoles tengo tiempo libre y voy a trabajar, los fines de semana también.
E: Esto es para ver cómo distribuyes tus actividades, ahora entraremos al tema central: ¿perteneces a algún colectivo estudiantil?
E: Sí, es un poco complicado. En la ENAH no hay un colectivo que represente a la comunidad. Lo hemos discutido con varios compañeros que son activistas, y que están dentro de una coalición que se está formando dentro de la ENAH de profesores, estudiantes y maestros. No hay a la fecha un colectivo de estudiantes que represente a la comunidad o que diga —“yo me siento parte de”—. Se empleaba mal la palabra Asamblea Estudiantil, o Asamblea General, en lugar de ser un espacio para vertir opiniones y discusiones de la escuela, el nombre de asamblea se empezó a referir a compañeros. Se les reconocía a ellos como asamblea estudiantil, cuando ese nombre es de un espacio.
Actualmente ya hay otros colectivos. Una compañera y yo que formamos parte del GAR, discutimos que estaba bien que los estudiantes nos reconocieran como personas participativas en las asambleas, Consejos Técnicos y Consejos Académicos; o nos vieran como personas que pueden llevar su voz. Pero es importante diferenciar que no somos la asamblea, sino que la asamblea es un espacio. A raíz de estas dificultades se está creando una coordinación, aún no tiene nombre, pero para evitar esa confusión nos hemos reconocido como: “Estudiantes profesores y trabajadores organizados – ENAH”.
Este semestre empezaron a salir colectivos y organizaciones que tomaron más fuerza en la ENAH. Unos son “Los nietos del agüizote”, un colectivo que nació de la licenciatura de Historia; otro es el “Colectivo en ambiente”, se identifica como LGBTQ+; y otro, que representamos mis compañeros y yo, es el “Grupo Acción Revolucionaria”. Nosotros tres nos reconocemos como organización. Ya lleva aproximadamente más de 10 años, yo acabo de entrar, hace como un año y medio. Me falta mucho para crecer como militante, pero estoy trabajando en eso.
E: Sí, quisiera preguntarte, ¿qué te motivó a involucrarte tanto en el colectivo como en la lucha general?
AE: Cuando entré a la ENAH estaba en un proceso político fuerte porque había problemas con el INAH y con el Director Diego Prieto, al igual que con el anterior director, tenían discusiones. Entonces, al entrar a la ENAH había muchos problemas. Para mí fue muy complicado porque estaba tomando las clases en línea por la pandemia, no íbamos todavía a la ENAH. Todos los de primer semestre estábamos vueltos locos porque no sabíamos qué hacer, ni dónde sumarnos. Hasta que empezaron a compartir en las páginas de la Asamblea General de Facebook los links para unirnos a los zoom, a los meet, para empezar a organizarnos.
A la primera sesión, llegamos como 1000 personas de diferentes licenciaturas. Empezamos a registrar quienes ingresaban, por seguridad, porque empezaron a entrar personas externas. Empecé a entrar a estas reuniones aproximadamente con 50 compañeros más de diferentes semestres y carreras. Ya estando en eso, conocí a compañeros que ya eran militantes del GAR. Teniendo relación con ellos, empecé a conocer todo lo que estaba pasando en la ENAH. Pocos estudiantes de primer semestre fuimos los que empezamos a sumarnos a todo esto. Fue así que me sumé al Grupo Acción Revolucionaria.
La organización trabaja principalmente en la UNAM en la Facultad de Ingeniería y dos de mis compañeros ya estaban trabajando en la ENAH. Por algunos problemas, riñas políticas de estudiantes, el GAR no creció mucho en ese momento, yo entré por la brigada. El GAR tiene su Brigada Multidisciplinaria de apoyo a las comunidades de México; vamos a Guerrero, Oaxaca, Chiapas. De ahí, me sume a trabajar con mis compañeros en la ENAH, a llevar a cabo actividades, reuniones políticas y asistir a las clases que mis compañeros daban sobre términos que promueve la organización, la cual se identifica como marxista-revolucionaria. Empezaron a dar temas sobre todo lo que implica el marxismo. Y ahí quedé, llevo casi un año y medio.
Para la conmemoración de Ayotzinapa, el año pasado se dio un Conversatorio con los padres, y en este año se dio un evento político-cultural en el que participaron compañeras de la organización, simpatizantes y militantes —que no estudiaron en la ENAH pero que son de la organización—, mi compañera y yo que estudiamos ahí dimos poesía y canto enfocado en los compañeros.
E: Entonces, ¿el GAR es una organización interuniversitaria?
AE: Sí, trabaja principalmente en Ingeniería porque ahí nació la organización. Es una historia larguísima que sigo aprendiendo a la fecha, pero ahí tienen un cubículo se llama el CEAFI: Cubículo Estudiantil Anexo de la Facultad de Ingeniería, está en el anexo. Ahí empezaron a trabajar, su punto más fuerte es Ingeniería, pero tienen conexión también con las demás facultades. Han trabajado con Ciencias Políticas, Derecho, Psicología y en Ingeniería la organización también trabaja con los demás colectivos por el bien de la UNAM.
La brigada al ser multidisciplinaria recibe a muchos estudiantes de diversas licenciaturas y de diferentes universidades. Lleva trabajo con compañeros de Psicología, Enfermería, Veterinaria y Derecho; de la ENAH de antropólogos e historiadores. Ahorita la organización está trabajando con estudiantes, que es lo que se busca hacer en la ENAH, empezar a jalar estudiantes. También tiene el sector de trabajadores —que son compañeros que no pueden estar en la vida estudiantil, pero que están laborando aun, así como como militantes—. Además, tiene el sector de mujeres que se llama “Rosas Rojas”, somos feministas socialistas que también estamos trabajando en todo lo demás. Mis compañeros que son ya trabajadores están trabajando en la Ley Energética y las compañeras están trabajando en el tema del feminismo, sobre el aborto, la emancipación de la mujer, ahora que se viene el 25 N contra la violencia hacia las mujeres y todos esos temas.
E: Esto que me has dicho es muy interesante, es algo que debe de conocer más gente, las actividades que hacen y cómo se vinculan con comunidades. ¿Puedes hacer una mención concreta de qué actividad hacen con estos pueblos o comunidades de México?
AE: Si, dudaba en tener la entrevista, porque cuando entré a la ENAH pensé que iba a ser muy política —con los problemas que traíamos desde el primer semestre—. Con todo lo que estaba sucediendo, pensé que la ENAH sería un espacio revolucionario y político, así lo creía. Estoy consciente de que eso sucedió hace muchos años. Es una crítica que desde el GAR-ENAH hemos hecho hacia la escuela y el estudiantado porque hay un desinterés completo en la cuestión política.
Específicamente, no creemos que sea porque no les guste, sino porque pasan muchísimas cosas alrededor. Los compañeros ven más fácil estar en la banqueta tomando y haciendo este tipo de prácticas o acciones porque es la forma fácil de salir de ese espacio. Aun así, estando en la banqueta y tomando, muchos compañeros empiezan a hacer la crítica de —”oigan, ¿qué está pasando con el director? o ¿qué está pasando con esto?”—. Sin embargo, durante los dos semestres pasados hemos notado un comportamiento apático, no nada más en la ENAH, sino en general con muchos estudiantes universitarios. Por eso mismo, el GAR empezó junto con otras organizaciones y colectivos a cuestionarse: ¿qué estamos haciendo?, ¿qué está pasando con los universitarios? Se les está olvidando la democratización de las universidades; que tenemos que pelear por un boleto estudiantil para el transporte; que queremos un comedor subsidiado por la universidad. Todo este tipo de cosas que sabemos nos afectan, pero que realmente no podemos dirigirlas a un espacio porque no hay una representación fuerte, como la había en otros años o luchas estudiantiles. Creí que la ENAH iba a ser un espacio muy político, que íbamos a hacer este tipo de críticas.
Parte de mi crecimiento político lo he aprendido de mi mamá. No milita en alguna organización, pero durante mucho tiempo ha sido simpatizante de Morena. Desde el inicio mis papás han sido testigos de todas las ocasiones en las que Andrés Manuel había querido llegar a la presidencia. A raíz de eso, desde pequeña me estuvieron enseñando sobre política.
Cuando entré a la Universidad tenía 17 años, no tenía conciencia de todo, pese a las enseñanzas de mis papás. Empecé a ver la historia de la ENAH, y dije —“de aquí soy, me voy a alimentar más”—. Sin embargo, no encontré un colectivo o un grupo de compañeros organizados, hasta que entré al GAR. Pensé —“no encuentro otro espacio”— y analicé otros colectivos que había en la UNAM; el que me gustó más fue el GAR. A diferencia de otros colectivos en los que siempre hay una jerarquización, sobre quienes saben más, o quiénes saben menos, mis compañeros y compañeras fueron muy abiertos. Si tenía una duda, me respondían y me empezaban a enseñar.
Tenía la duda de tener la entrevista porque el GAR no es un colectivo ni una organización de la ENAH. Sin embargo, me parecía importante mencionar lo que ha hecho el GAR dentro de la ENAH. Por lo mismo que hay muchas corrientes políticas y filosóficas dentro de la ENAH, no nos podemos identificar con una solamente. Muchos son anarquistas, comunistas, socialistas. No es que nuestra organización sea la verdadera, la única que tengan que levantar, porque obviamente por eso hay varias, pero siempre estamos en constante pleito por…
E: ¿Los protagonismos?
AE: Al principio así era, teníamos conflictos con el tema de la Asamblea General, porque los compañeros se llegaban a molestar cuando otras organizaciones empezaban a llevar a cabo actividades. Para conmemorar el 2 de octubre, el GAR formó parte de la coordinación, por lo que convocamos como parte del GAR para asistir a la marcha, pero los compañeros se molestaron dijeron —“no queremos porque el GAR no nos representa”—. Así empezaron ese tipo de riñas, asumían que queríamos protagonismo, aunque sólo somos 3 personas. Todos los demás colectivos nos ganan por número de personas, por eso decidimos alejarnos de la ENAH. De hecho, llegamos a ser objeto de ataques directos, y definitivamente dijimos —“no podemos más con esta situación”—. Actualmente ya los conflictos han venido disminuyendo y estamos trabajando en eso.
E: ¿Qué significa GAR?, ¿tiene un espacio físico en la ENAH?
AE: El GAR es el Grupo Acción Revolucionaria, por ahora tiene conformados 2 sectores: la Juventud Revolucionaria que trabaja con estudiantes, y Rosas Rojas que es la plataforma de mujeres feministas-socialistas. Hay otro sector en proceso de conformarse de trabajadores y trabajadoras, pero todos forman parte del GAR.
Hay un cubículo estudiantil en la ENAH, llamado “Pavel”, desde la pandemia se dejó de usar. Era un espacio en el que los compañeros durante los paros lo utilizaban para dormir, hacer mantas, dar talleres. Se intentaron retomar los talleres, pero el estudiantado no asistía. En ese espacio, queríamos meter un taller de formación política organizado por el GAR, por diversas discusiones se tomó la decisión que en ese espacio no se iban a presentar organizaciones ni colectivos, y no se iban a colocar logos, o corrientes políticas; que simplemente iba a ser un espacio para que los estudiantes pudieran hacer tareas, leer y trabajar. Por eso el colectivo “En ambiente” y el colectivo “Los Nietos del Ahuizote” no tienen un espacio físico, se juntan en los pasos de la ENAH o en salones que están vacíos. El GAR cuando llegó a dar sus talleres lo hizo en salones vacíos. No tenemos un espacio, y tampoco los otros colectivos. Solamente ocupamos el espacio cuando se realizan actividades que no provienen de algún colectivo u organización.
E: Hace un momento mencionaste que la militancia de tus papás en movimientos de izquierda te ha impulsado a tener una visión crítica y una actitud proactiva. Pero ¿podrías señalar algún acontecimiento específico que te haya impulsado a tener esta actitud política y participativa?
AE: Los más fuertes que tuve fueron en definitiva en alguna marcha estudiantil.
No me tocó vivir episodios como Ayotzinapa, era muy pequeña, por lo que no era consciente de lo que sucedió —ni en la actualidad, siento que todavía me falta mucha formación política—. Lo que me hizo generar consciencia por la lucha estudiantil, el movimiento de 1968 y el caso de la desaparición forzada de los compañeros de Ayotzinapa, fue cuando se acercaban las fechas mi mamá siempre buscaba concientizar sobre ese asunto.
Por otra parte, empecé a investigar qué pasó con los compañeros de Ayotzinapa, tenía 11 años, pero me preguntaba —“¿qué pasó?, ¿por qué no me enteré, ¿por qué no fue tan pública la situación?, ¿qué pasó en el 68?”—. Eso fue lo que me motivó, además del conocimiento (inculcado por parte de mi mamá), sobre las comunidades y pueblos originarios de México. Después que entré a la ENAH, la brigada fue muy importante. Por eso creo que la lucha estudiantil del 2 de octubre, Ayotzinapa, y la brigada fueron los motivos de mi movilización y militancia en la organización.
E: Bien, el GAR a pesar de tener su origen en la Facultad de Ingeniería, tiene redes o células en la ENAH promoviendo actividades, ¿así fue como entraste?
E: Sí, por medio de 2 compañeros que eran parte del GAR y la ENAH. Los conocí después de una asamblea que hubo durante la pandemia, fuimos a comer y ahí me preguntaron —“oye, te quieres sumar a la brigada”—. La brigada es lo que atrae a más estudiantes, aunque sólo 2 personas vayan por toda la ENAH invitando a la brigada. Una vez entrando a la brigada, los agarramos en frío, comenzamos a hablar de política y a debatir —esa fue también una razón por la que me quedé en la brigada—. Los debates son sobre varios ejes: salud, educación, violencia a la mujer, entre otros temas.
La brigada dura de 1 a 2 semanas, hay un día durante todo ese tiempo que ocupamos para hacer un debate político cultural, previamente se buscan lecturas o temas que se van a debatir. Normalmente vamos a la montaña de Guerrero, que es donde hacemos los debates. Leemos un rato y luego discutimos qué opinan sobre algún tema, por ejemplo: la presidencia de Andrés Manuel, la democratización de las universidades, entre otros… Entonces, empiezan las discusiones bastante largas y densas, pero que al final te terminan gustando. También se da lugar a un evento cultural en el que cantamos canciones de Víctor Jara, Mercedes Sosa; leemos poesía sobre poemas revolucionarios, recordando mucho que la comunidad estudiantil es muy importante.
Por ese tipo de debates que promueven mis compañeros, terminé integrándome. Dije —“¡Bueno, a ver qué sucede!, voy a desgranar elotes”— porque fue lo que me dijeron, y yo muy emocionada acepte para tener prácticas de campo. Eso es algo que distingue a la brigada, tenemos el lema: “¡Por un servicio social al servicio del pueblo!”, porque en la ENAH pocos son los profesores y las oportunidades que tenemos para tener prácticas de campo. Además, en ese momento estábamos en pandemia y lo poco que sabíamos lo pusimos en práctica en la comunidad. Me ha servido muchísimo para discutir en clases de antropología sobre el comportamiento de las comunidades indígenas.
Al igual que compañeros de licenciaturas en Ciencias Sociales, también practican en la brigada, por ejemplo, compañeros de Enfermería, Veterinaria —que durante su quinto semestre les dicen cómo poner una esterilización y cómo aplicar vacunas—. Si no tienen la manera de tener una práctica de campo que se enfoque en lo que están estudiando, la brigada les da la oportunidad de practicar con seguridad y con papel en mano. El tipo de servicio social que impulsa la brigada, a la vez es una crítica a las universidades porque estudiamos 4 años, y al salir tenemos que hacer el servicio social en una banca como secretarios, llevando cafés. Eso no es lo que queremos o nos beneficia, cuando hay mucho espacio y trabajo en comunidades que realmente lo necesitan.
Muchos de nuestros padres vienen de Oaxaca, Zacatecas, Tamaulipas y vienen a la ciudad porque buscan que sus hijos tengan una mejor vida. Somos los hijos que tienen mejores oportunidades que sus padres. Lo mínimo que tenemos que hacer es regresar a la comunidad y devolver al pueblo lo aprendido. Por eso los estudiantes prefieren hacer su servicio social en otros lados que les interesan y que lo necesitan. Es lo que hacemos, pese a que Facultad de Ingeniería se atribuya la brigada, es del GAR. Hace muchos años hubo conflictos al respecto, ya no sucede tanto porque tenemos más fuerza para defender nuestro trabajo.
Se espera que todo tipo de estudiante, incluso compañeros de preparatoria que no saben qué quieren estudiar puedan ver qué es lo que les interesa. Al ser un espacio multidisciplinario pueden conocer a muchos compañeros, los orientan sobre qué estudiar, y desde esa edad tengan conciencia política sobre lo que está pasando. Hay reflexiones que hemos tenido en la organización sobre que la comunidad en estos últimos meses está creciendo de manera política. Me parece que los colectivos y organizaciones dentro de la UNAM se están empezando a movilizar, pero no tienen una identidad clara. No se sabe si son de derecha o si son de izquierda, pero notamos ese tipo de participación. Vemos mucho apoyo hacia Claudia Sheinbaum, la candidata para la presidencia, por parte de estudiantes de la Facultad de Ciencias Políticas. Están haciendo un análisis de todo lo que está pasando con la candidata, y hacen una crítica hacia el actual gobierno.
Aunque nos reconocemos como parte de izquierda, no estamos al 100% apoyando a ninguna ficha o algún partido político. Pero creemos que hay relaciones que se pueden tener para un bien común, como lo hacemos con otros colectivos y organizaciones de la UNAM. Si bien algunos son anarquistas, nos sumamos con ellos porque sabemos que hay puntos en común que podemos trabajar. Es idea que se tiene en la ENAH, al ser muy diversos, pero al identificarnos la mayoría de izquierda, pensamos crear un frente o una coordinación que recogiera las demandas y necesidades estudiantiles, así como de trabajadores y profesores. Sin embargo, hasta la fecha no hemos podido reunirnos estos 3 colectivos para platicar, pero es un proyecto en mente.
Actualmente mis 2 compañeros ya van de salida están en séptimo semestre, por lo que nos parece importante atraer a más gente con nosotros, para impulsar el trabajo que hacemos. A la vez, nos gustaría que hubiese conciencia política en la comunidad, independientemente del colectivo al que se quieran sumar o ideología: comunista, socialista, anarquista. Lo que cada quien quiera, pero que tenga conciencia de lo que está pasando actualmente en el país y con los estudiantes de otros Estados y América Latina.
E: En términos ideológicos, ¿cómo te definirías o cómo definirías a la organización?
E: Considero que la organización promueve la ideología marxista, y revolucionaria. Así nos identificamos cuando vamos a conversar e invitar a la gente. En mi caso estoy todavía en el proceso de identificarme con alguna corriente o con alguna ideología. Siento que me falta formación política. Agradezco a mis compañeros que me apoyan con textos, libros y debates porque me falta todavía conocer mucho para reconocerme como tal. Sin embargo, me inclino por la ideología marxista y revolucionaria.
E: ¿Tienes algún referente de algún autor o actor político?
AE: De las clases de formación política que he tenido en el GAR, totalmente Marx, Rosa Luxemburgo y Engels. Son a los que voy pisando sus talones e intentando leer. Aunque tenemos algunas lecturas en la ENAH de ese tipo, faltan muchos textos. En sus programas se integra muy poco de Rosa Luxemburgo, Engels y Marx. Pero voy realizando las lecturas que tengo como estudiante, y tratando de leer lo que escribieron estos 3 personajes.
E: ¿Tienes un referente actual, vivo, una persona que sea fuente de inspiración para ti?
AE: Ningún personaje me motiva, desgraciadamente ya fallecieron la mayoría. Pero si tuviera que decir a quienes admiro y me gustaría tener la conciencia política que tienen, nombraría a los compañeros más grandes de mi organización, que son ya trabajadores. Son personas que forman debates y que puedes pasar una hora escuchándolos porque dan mucha información. No lo digo solo porque estoy militando junto con ellos, también he escuchado debates con otros colectivos y no me siento identificada con ellos.
Hasta la fecha no identifico a alguien que me inspire a ser revolucionario o marxista. No lo veo aquí en México ni en otro lugar. Quizá no lo he conocido, posiblemente en unos años, en unos meses cambie de parecer. El GAR tampoco ve a alguien como —“esa persona es la que va a defender al pueblo, a los obreros…”—. Lo vemos en personas que desgraciadamente ya no están aquí. Ojalá pronto salga un estudiante, algún trabajador o trabajadora, que diga: ¡Vamos a despertar!
E: Toda la información que nos has compartido es muy rica y se infieren muchas cosas. Me gustaría que pudieras mencionar cuáles son los valores que te permiten tener esta militancia o participación política.
AE: Gran parte es la solidaridad a quienes les han quitado la voz, eso es lo más importante para mí. No nada más porque lo he aprendido del GAR, sino también gracias a la ENAH; apoyar a quienes les han robado la voz, han sido presos, o han sido violentados por diferentes causas. No me gusta mucho la tibieza de la gente.
E: ¿La indiferencia de la gente?
AE: Así es. No me gusta que haya desinformación o tibieza. Es decir, no saber si apoyas o no apoyas una causa. Siento que es algo que deberían de saber, y la indiferencia hacia lo que está sucediendo a tu alrededor. Pienso que no puedes quedarte quieto y creer que todo está bien cuando están muriendo personas, cuando la gente está sufriendo. Tampoco es que una se ponga el saco de —“¡Ah!, pues soy el salvador”—, porque tampoco debería ser así. Como estudiante no puedes ser indiferente, sobre todo de Ciencias Sociales. Eso es algo que pasa en la ENAH, y critico; a compañeros que dices —“bueno, muy antropólogo y todo, pero están pasando muchas cosas, hay que aplicar lo aprendido”—.
La convivencia en comunidad me gusta muchísimo. Poder trabajar hombro a hombro con mujeres y con hombres trabajadores, que tienen conciencia política de lo que pasa. Entonces, la consciencia de lo que está pasando y aspirar a la comunidad.
E: Ha sido muy enriquecedor lo que has comentado. Me parece que muestras bastante madurez política, quisiera preguntarte, ¿te has sentido alguna vez en riesgo por tu participación en estos espacios estudiantiles? O ¿con temor por participar?
E: He sentido temor en la familia, sobre todo porque se tiene el estereotipo de que el estudiante es rebelde sin causa. A mi familia más alejada, cuando empezaba a ir a las marchas o las reuniones, les decía —“¡Ay!, espérenme, tengo una reunión”— y decían —“reunión ¿de qué?”— y les respondía que tenía una reunión en la UNAM con más compañeros universitarios y me decían —“¡Ay, ya vas a empezar de revoltosa!”—. En ese tipo de comentarios fue donde empecé a notar un trato diferente. Mi familia nuclear nunca me dijo nada, pero mi familia más alejada sí. Gracias a que estoy en la militancia, les voy compartiendo información. Les digo —“¡Oigan!, métanse a ver qué onda con los libros de texto”—. Los invito a que no se dejen guiar por lo que está pasando en la televisión, en TikTok; que vean los hechos y decidan qué les interesa.
Hace poco tuve una discusión con varias personas de mi familia por el tema de los libros de texto, Estaban muy influenciados por las noticias y tenían duda sobre el tema del comunismo y decían —“¡Vamos a ser igual que Cuba!”—. Les dije —”vamos a sentarnos a platicar” a mi mamá y mis tíos, que también son muy políticos. Fue una discusión que tuvimos varias personas de mi familia, sobre qué es el comunismo. Actualmente ya es menos, pero en un inicio sentía que corría peligro ahí.
Otro lugar donde sentí que corría peligro fue en la ENAH, cuando mis compañeros y yo empezamos a hacer trabajo político. Nos decían que no, porque la ENAH no era marxista, o revolucionaria. No nos atacaron físicamente, pero llegamos a tener malestar psicológico y emocional por todo el hate que nos dirigían. En general, es ahí donde he sentido que puedo correr peligro. No he recibido ninguna llamada o amenaza, como sí lo han recibido mis compañeros que ya llevaban más tiempo. Les han enviado mensajes que dicen —” ya te vimos o a qué hora se hace tal”—. Al igual que por enfrentamientos directos que han tenido. En mi caso, no han podido tener mi teléfono, sin embargo, hay compañeros que no sabemos cómo han obtenido sus números, pero les han mandado mensajes. Hemos sido precavidos con eso, lo que recibimos se elimina y no le damos más vueltas. Ellos han sido atacados. Yo no he sido atacada por algún político importante o directivo, pero con la misma comunidad con eso tengo suficiente.
E: ¿El hate que comentas, no necesariamente proviene de las autoridades, sino de la comunidad estudiantil o algún otro colectivo?
AE: No directamente de colectivos, pero de compañeros sí. No es común que un colectivo llegue a decirme algo por ser parte del GAR, al menos en la ENAH, porque hemos tenido enfrentamientos con colectivos en Ingeniería. Sobre todo, con mujeres. En la ENAH ha sido con personas, con las que no podemos llegar a tener un acuerdo. No han sido agresiones físicas, pero en algún momento se han detonado discusiones con gritos, nunca con groserías. A pesar de que tengamos ideas diferentes no hay groserías, solo palabras fuertes o gritos.
Como organización hemos tenido discusiones, sobre todo con “Rosas Rojas”, compañeras que se definen como feministas. Hay diversas corrientes feministas, pero colectivas que son trans-excluyentes, han afectado a compañeras trans que han querido asistir a reuniones y les dicen —“aquí no puedes pasar”—. No recuerdo cómo se reconocen estas colectivas, pero me parece que son separatistas; ubican en sus espacios nada más a “mujeres reales”. En ese sentido, compañeras trans han sido afectadas, atacadas violentamente tanto por el grupo de mujeres como por la comunidad de la Facultad. Esos temas delicados tratamos de no tocarlos por la privacidad de la persona que fue atacada. Pero son el tipo de enfrentamientos que hemos tenido, como “Rosas rojas” y el GAR con estas colectivas, por comportamientos que terminan afectando a nuestros militantes.
E: Las últimas preguntas, ¿cuál es tu lectura actual de la sociedad?, ¿qué opinas de la democracia hoy? Y en función de eso, ¿qué propuestas tiene tu grupo?, ¿qué han proyectado? y ¿qué quieren hacer?
AE: Caracterizaría la situación actual como una olla de presión, que este gobierno hizo que pudiera tener un escape. Ya estábamos hartos, presionados, por todo lo que estaba pasando. Este gobierno dio el primer paso y con eso muchos empezamos a movernos. Reconociendo también que en anteriores gobiernos los estudiantes habían sido sumamente violentados. Ahora no decimos que no se ejerza violencia hacia los estudiantes, pero creemos que hay un poco más de expresión, no la que se necesita, pero vemos un avance.
Además, considero que la sociedad está empezando a despertar. Me ha tocado ver muchísimos youtubers y periodistas que son jóvenes, que hablan de política tanto de derecha como de izquierda. Me refiero a que en este tipo de periodistas hay mucha diversidad de pensamiento. Yo no había visto en su momento que hubiera tantos periodistas hablando desde diferentes ideologías o sobre política. Entonces, veo muchos jóvenes despertando en el marco de este gobierno y con mucho impulso de trabajar para el siguiente sexenio. También creo que hay más conciencia de parte de la comunidad, en las madres y padres, los trabajadores, sobre la cuestión política. Veo mucho movimiento y aún así creo que falta bastante.
Ciertamente hay cosas que no se están haciendo como deberían de ser, pero es un paso más. Como organización en la parte estudiantil —que son con los que más tengo relación porque la parte trabajadora también tiene su célula— estamos trabajando en la democratización de las universidades, por un boleto estudiantil para transporte, y por un comedor subsidiado por la universidad o por el gobierno. Son las tres demandas más fuertes que tenemos en beneficio de la comunidad estudiantil. Por su parte, el sector de los trabajadores sé que están trabajando en el tema de las 40 horas laborales, la Ley Energética, y lo que vaya saliendo. Además, promovemos la no violencia hacia los estudiantes, porque no se permite que los compañeros vendan en tianguis, y ellos lo hacen para tener dinero. Por eso impulsamos que los estudiantes puedan vender y ocupar los espacios de la universidad para generar ingresos.
En Rosas Rojas somos pro-elección o pro-aborto, se puede decir de las dos maneras y la no violencia hacia las mujeres. Hemos tenido reuniones con directivos y debates con personajes de los partidos políticos actuales. Rosas Rojas también ha tenido participación en la ciudad y otros estados como Querétaro, donde empezamos a unirnos con compañeras feministas que tienen la misma idea. No hemos encontrado muchas colectivas feministas socialistas que se identifiquen como socialistas, por lo que estamos buscando más colectivos de mujeres feministas.
Por las pláticas que hemos tenido, esperamos que la organización crezca, todavía no estamos seguros de conformar en el futuro un partido. La intención, por ejemplo, de la brigada es que no siempre la hagamos, esperamos el cambio. Esperamos que se aspire a más, que otras personas se sumen tanto estudiantes, trabajadores y mujeres feministas a esos espacios; a trabajar desde esa trinchera. Creo que en una ocasión en la brigada una compañera dijo —“¡Bueno, que salga el partido, ya armémoslo!”—. Fue algo en broma porque la mayoría que somos estudiantes todavía no nos sentimos preparados. No porque no podamos, sino porque toda nuestra vida social, como estudiantes, y en un futuro como trabajadores va a ser muy complicada.
Haciendo un paréntesis, muchas ocasiones no nos preocupamos como estudiantes por lo que pasa con los trabajadores y trabajadoras porque lo vemos muy lejano. Pero lo que está pasando con los trabajadores de México, me va a afectar. En algún momento, voy a estar en un grupo de trabajadores sindicalizados. Qué mejor preocuparme ahorita, que soy estudiante e intentar trabajar en eso para que cuando yo llegue a ser trabajadora formalmente, no me vea a oscuras. Pienso que es parte de lo que los estudiantes deberíamos hacer.
Somos estudiantes, pero la universidad te da muchísimo tiempo, aunque pensemos que es la etapa más difícil. Es la etapa en la que más tienes tiempo de pensar en lo que está pasando, porque desgraciadamente los trabajadores no tienen tiempo de llegar a sentarse a su casa y decir —¿qué está pasando en mi país? —, se levantan 5 de la mañana, van a trabajar, a las 5 de la tarde van tomando el metro y a las 12, posiblemente, van llegando a su casa cansados a comer. No hay tiempo para realmente poder platicar de eso. También entiendo que mis compañeros y compañeras no puedan estar al tanto de lo que está pasando alrededor, por la falta de tiempo porque tienen 3 trabajos y no hay tiempo para poder sentarte a conversar con más compañeros. Y el poco tiempo que tienen está influenciado por la televisión y el internet. Por eso los estudiantes deberíamos también apuntar a eso. Tenemos muchas clases y lecturas, pero llegará el momento en el que seremos trabajadores y ahí uno se las va a ver fuertes. Este es el momento indicado para formarte políticamente porque no va a haber más tiempo más adelante. Como trabajador no podrás porque tendrás hijos, familia y compromisos. Se vuelve bastante complicado.
Regresando a la broma de la compañera —sobre cuándo el partido político—, considero que le falta bastante tiempo al GAR, a pesar de que ya lleva más de 10 años trabajando, le falta crecer. A nosotros también nos hace falta crecer como estudiantes. Ojalá cuando seamos trabajadores sigamos ahí, y podamos impulsar alguna corriente marxista-revolucionaria o algún partido político. Que seamos, quizá, los primeros que empiezan a dar luces verdes para despertar y trabajar junto a más personas.
E: ¡Muy bien! Finalmente, ¿cómo sería para ti una sociedad a la que quisieras aspirar?
E: Que el poder en su mayoría estuviera en los ojos del pueblo obrero. Esperaría que si ninguno de los que estamos abajo pudiera llegar a arriba —no es la idea que uno sea el presidente, y tampoco que se derroque el gobierno, y no haya orden político y social—, que el gobierno esté vigilado por el pueblo obrero y otros grupos que surjan. También que haya equidad, si trabajas que se pague lo justo y no que unos se beneficien más de otros; que no haya pocos ricos y muchos pobres, sino que sea equitativo. No me gusta decir igualdad porque es dar lo mismo, pero cada grupo social y cada comunidad, cada grupo de mujeres, hombres, diversidades sexuales, tenemos necesidades diferentes. En ese sentido, esperaría en un futuro ideal un gobierno vigilado por el pueblo y donde el apoyo dirigido al pueblo sea equitativo.
E: ¡Bien! Te agradezco muchísimo, ha sido muy enriquecedor escucharte.
Activistas Estudiantiles entrevistados (AE1) (AE2)
Neurodivergencias/Maleza
Universidad Autónoma de Chapingo
Entrevistador (E)
E: Buenas noches. Estamos con AE 1, quien pertenece a la Universidad de Chapingo y nos va a compartir su experiencia como estudiante organizada. Cuéntanos un poco por qué se empezaron a organizar. Me has comentado que la organización la podemos nombrar como “Maleza”, ¿por qué surge maleza? y ¿cuál es la problemática que buscan atender?
AE1: Nos organizamos por conciencia gremial, los tres vivimos el mismo escenario de maltrato, discriminación y acoso, que puso en riesgo nuestra integridad. La forma que encontramos para sobrevivir a esa situación fue ponernos de acuerdo. No se puede enfrentar situaciones así de fuertes de forma aislada. El hecho de tener amigos y tener a alguien que comparta contigo esa experiencia, te ayuda a solventar y hacerle frente. Por eso fue, puramente, una cuestión de conciencia gremial.
E: ¿Qué tipo de discriminaciones vivían?
AE1: Recibíamos discriminación capacitista. Se refiere al hecho de que se nos impedía permanecer en los espacios educativos porque presentamos TEA, es decir, autismo. A pesar de que tenemos fortalezas y debilidades, tenemos algunas discapacidades. Para ninguno de nosotros es imposible convivir y aprender con personas normales. De hecho, aprendemos en los mismos espacios que las demás personas; funcionamos de manera similar a todas las personas, tenemos pocas diferencias. Lo que sucedió fue que estábamos en un ambiente exageradamente, innecesariamente y absurdamente estricto, que no permitía que nadie fuera de la norma existiera. No estoy hablando solo de gente neurodivergente, sino incluso de gente normal que no presenta ninguna neurodivergencia, tampoco pueden existir en ese espacio en paz.
Ese es el tipo de discriminación que se sufre, discriminación hacia la gente que funciona diferente. Creo que más que sufrir discriminación lo que sufrimos fue opresión. Me refiero a que primero nos oprimieron y después nosotros reaccionamos.
E: Por ejemplo, ¿en qué acontecimientos ustedes identificaron que eran oprimidos?
AE1: Los profesores en la escuela se comportaban como jefes. No se comportaban como profesores, sino como dueños de nuestro tiempo o nuestros superiores. Nos decían que no había razón para sentirnos mal. Nos maltrataban, pero consideraban que no había razón para sentirnos mal, porque nos daban todo. De alguna manera, nos daban a entender que nosotros les debíamos a los profesores una suerte de gratitud, cuando ellos no nos mantenían, no nos estaban aportando, y tampoco estaban haciendo bien su trabajo. Si a nosotros nos sacaban del mapa, de todos modos, ellos mismos no trabajaban como deberían.
Al recibir esa señalización se volvieron agresivos. Pasaron de ser opresivos a ser agresivos. Sabíamos que nos estaban oprimiendo porque nos dificultaron opinar, nos expulsaron de los espacios, nos aventaron al personal de seguridad para que nos sacaran, nos silenciaron, nos amenazaron y nos hostigaron. Era muy evidente que había una actitud avasalladora para intentar quitarnos del espacio. No hubo alguna suerte de disimulo, fueron ataques directos. Por eso, supimos que nos estábamos enfrentando con gente poderosa, que tenía las influencias necesarias para hacernos daño y no había más opción que juntarnos.
E: Oye, ¿esto fue antes de la pandemia? o ¿entraste después de la pandemia a la Universidad de Chapingo?
AE1: Después de la pandemia. Lo que sucedió fue que al regresar a clases, se exacerbaron las actitudes de estas personas porque dos años tras un monitor, claro que cambia el comportamiento de la gente. Supongo que al estar alejados de los alumnos les permitía mantener estas actitudes discretas. En el instante en el que volvieron a tener contacto con los alumnos, mostraron quiénes eran demasiado rápido, de una forma muy brusca y violenta. El error fue de ellos, porque delataron las redes de complicidad que existían dentro de la escuela. Nosotros no hicimos nada, ellos se delataron. Únicamente fuimos testigos y como fuimos testigos, nos volvimos víctimas.
E: Bien. ¿Cómo fue que te pudiste encontrar con tus compañeros? porque como tu bien dices, cuando uno sufre este tipo de neurodivergencias es señalado, discriminado y difícilmente se asume que padecemos esa situación. Supongo que tampoco es fácil hablarlo abiertamente. Me pregunto: ¿cómo es que ustedes lograron identificarse?, ¿cómo fuese proceso?, en el que alguien dijo —“¡Oye!, ya identifiqué, tú estás en la misma situación que yo, vamos a unirnos”—. Cuéntanos, ¿qué pasó?
AE1: Sabía que tenía autismo desde tiempo atrás. En general, es común que a las personas no les guste recibir un diagnóstico, porque significa ser estigmatizado. Pero en mi caso, el autismo era muy notable. Desde que yo estaba en el kínder, aún no hablaba bien y las personas sabían que había algo diferente en mí. Eso me generaba mucha angustia, porque no sabían qué tenía. En el instante en el que ese “algo” recibió un nombre, en lugar de causar rechazo y horror, en mi entorno causó alivio. Mi entorno, compuesto por mis padres, amigos y allegados, ya conocía mi condición.
Entonces, que les dijera el diagnóstico de mi autismo, a todos nos hizo sentido.
Aunque las historias de otras personas son traumáticas en ese sentido, en la mía significó lo contrario. Mi vida era muy traumática. Cuando me enteré del diagnóstico, empecé a mejorar. Decía —“ah, bueno, es que está pasando esto, tengo que cuidarme de esta forma y necesito comunicarme de otras maneras…”—. Pensé en que me expreso y funcionó de manera diferente a las personas que no tienen autismo; si intento encajar, voy a sufrir. Aceptar que, si tienes una neurodivergencia y no lo saben las personas, te ven como si tú fueras un humano incompleto. Y no es que estés incompleto, sencillamente no encajas, pero estás completo. Entonces, ese estigma se quita. Yo iba por la vida muy orgullosa de mi existencia porque a mí me generó alegría saber qué tenía.
Antes de entrar a la escuela, tuve una amiga que también presentaba autismo, se llama Nayeli. Es muy inteligente, me dijo que si quería tener amigos no podía esconder quien soy, que no podía disfrazar la sintomatología de mi autismo para fingir ser una persona normal. Porque las personas que son como yo no me iban a encontrar. Me dijo —“tú llega y demuéstralo, sé abierta, habla de eso y se te acercarán solos”—. Así pasó, llegué con mucha claridad a la escuela y dije —“necesito esto…, necesito prácticas porque solo puedo aprender viendo, agarrando, no puedo estar sentada, quieta”—. Soy físicamente incapaz de estar quieta, durante muchas horas seguidas, haciendo una actividad que no es estimulante, ¡No puedo!
Entonces, llegué y dije —“necesito actividades prácticas, necesito información variada porque yo no puedo entender un tema, si no lo entiendo en su complejidad, si no lo tengo todo entero no puedo entenderlo”—. Además, pedí que me dieran más de una referencia; el arte es bueno para enseñar a través de películas, cuentos y fotos.
Necesito referencias de diversa naturaleza porque la agronomía es complejísima. Llegué a pedir cosas que sabía que necesitaba, pero que soy consciente que a otros les sirven. Uno no tiene que ser autista para pedir que lo saquen hacer prácticas o enseñen a cultivar. Estábamos en una escuela agraria, lo mínimo requerido era que nos sacaran a cultivar y nuestros profesores no nos querían sacar.
Algunas de mis discapacidades son que me cuesta trabajo entender las cosas no verbales y las expresiones de la gente, sobre todo si voy a un lugar nuevo, porque las personas no son individuos, sino que son colectivos. Entonces, las expresiones faciales son similares a las de una persona u otra. Si no sé lo que significa, no puedo entender lo que una persona dice con base en su expresión facial. Tengo que ver a muchas personas de esa comunidad y convivir con ellas para descifrar qué quieren decir sus gestos, qué es lo que quieren decir sus palabras. Sí puedo, pero me toma un tiempo extra.
Durante el tiempo que llegué a la escuela estaba intentando ser lo más posible educada. Estaba intentando ser cortés, decir —“oigan necesito esto”—. Decirle a alguien lo que necesito es ser amable, porque le estoy diciendo cómo hacer las cosas para que todos estemos bien. Soy el tipo de persona que necesita este tipo de aclaraciones, necesito que las personas me digan —“esto me haría feliz, necesito esto, lo que hiciste no me gusta…”—. Si me expresan sus necesidades, sé cómo responder y sé cómo tratarlos. Llegue con esa actitud abierta a la escuela. El problema es que es una escuela completamente autoritaria. En ese lugar no son bienvenidas bajo ninguna circunstancia las peticiones. Todos los derechos están totalmente cooptados: la alimentación, la salud, incluso el derecho a opinar está cooptado. Tu opinión no es bienvenida si no le caes bien al maestro, así de sencillo. Hasta para opinar hay un código social y yo llegué muy campante a decir lo que necesito.
Me decían —“no, la escuela ya es de esta manera”—. Entiendo que la escuela sea así, pero no los sacaba de sus planes hacer lo que les solicitaba. No quisieron, comenzaron a maltratarme. La directora se burlaba de mí en clase. No me daba cuenta porque… lo hacía discretamente, lo hacía de forma pasivo-agresiva y como no era directamente despectiva, me fue difícil darme cuenta. Iba por la escuela sin saber que le caía mal, hasta que otros compañeros me dijeron —“oye, la profesora Virginia te está hablando feo, ¿no te das cuenta?”— y yo —“no”—. Entonces diría… que ellos empezaron porque no tengo la culpa del sistema tan represivo que hay en la escuela.
Solo llegué a pedir lo que necesitaba y cuando ellos me trataron mal, los otros alumnos se aliaron conmigo. Mis compañeros decidieron comenzar a participar también y decir en las clases —“profesores, llevamos viendo el mismo tema tres semanas, ¿no podemos ver otra cosa?”—. Además, les decíamos que estaba bien leer a algún autor, pero que había más autores en el mundo. Y en la clase de Agroecosistemas, no recuerdo exactamente el nombre de la materia, pero era una clase sobre huertos y sólo nos sacaron una vez al huerto.
Estábamos en una clase que se llamaba Construcción del Conocimiento Agroecológico, donde la profesora, nos mandaba a entrevistar campesinos, pero ella nunca nos quiso sacar a entrevistarlos. Nos mandaba por nuestro lado. Era muy evidente que los profesores no hacían bien su trabajo, porque les pedíamos cambios mínimos. Decíamos—“oigan, profesores, qué bueno que tiene una diapositiva para una clase, es claro que tienen todo ensayado y han reutilizado esa diapositiva tres, cuatro, cinco veces, pero su diapositiva tiene un error, ese dato no está actualizado”—. No les gustaba ni siquiera ese tipo de comentarios, ¡Nada!
Era evidente que los profesores no aceptaban críticas a su trabajo, aunque supieran que se equivocaron. Se negaban a actualizar sus clases porque estaban revisando una teoría que era vigente en los ochenta. No soy agrónoma, es la primera vez que tengo un acercamiento a una Escuela de Agronomía, pero sí tengo conocimientos básicos sobre Química, Ciencias Naturales, Física —en mi casa tuve un pequeño microbioma que hice con plantas locales—. Tengo un conocimiento básico de cosas que solita he investigado, por lo que, me parecía que el profesor no se había actualizado en muchos años.
Por ejemplo, en las clases se abordaba la Teoría de Darwin como “darwinismo social”. Consideraban que la evolución es lineal, que la naturaleza busca la perfección y otro tipo de mentiras. Pensaban los pueblos indígenas como lugares de los cuales podían extraer conocimiento. Y la escuela dice —“nosotros no somos racistas, porque aquí tenemos una gran población indígena”—, ¿cómo le explico que llegar a una población y decirle que su conocimiento ancestral no sirve…? Es un comportamiento racista. ¿Cómo le explico que enseñarles a los hijos de los indígenas que su conocimiento no es correcto, es racista? Pero lo peor de todo es que la gente no lo toma de esa manera.
Les hacen creer que el mejor conocimiento es el que tiene un Ingeniero Agrónomo y no una tradición agrícola de 5000 años.
Por eso, nos dimos cuenta de que la escuela era lo más parecido a una escuela residencial canadiense. Los niños vienen de las comunidades y los maestros les dicen que su conocimiento estaba bien, pero el conocimiento de los agrónomos es mucho mejor. En la escuela todos se visten igual —no es que la gente traiga ropa de su casa, claro que tienen la libertad de vestirse así—, pero en la entrada del comedor hay un letrero que indica un código de vestimenta. Si tú quieres entrar a comer con huaraches, no te dejan entrar. Era una situación racista. Es un ambiente muy adverso. Tienen un personal de seguridad y su personal de seguridad es abusivo y sexista; puede acosarte sexualmente sin problemas.
El día 2 de marzo una de mis compañeras pasó por la escuela de noche. Hay torniquetes que te permiten entrar y salir, solo tienes que poner tu credencial. Por alguna razón, la puerta pequeña para sacar la bicicleta no estaba funcionando, por lo que le pidió al encargado de la seguridad (que estaba en la caseta) si le podía abrir. Él la cuestionó por qué no se fue por fuera de la escuela. Mi compañera respondió que para evitar un asalto o una violación. —“Ya es tarde, voy sola”— le dijo. El guardia le contestó que si la violaban era por puta. ¡Así la llamo! Con tal de no abrirle la puerta. Es absurdo, los guardias de seguridad son así. Si haces algo que no les parece, pueden llegar y agarrarte, empujarte, tocarte y quitarte tus cosas. Soy un adulto, tengo 26 años, pero la mayoría de los estudiantes tienen entre 15 y 20 años.
Ese tipo de cosas pasan. Hay todo tipo de gente en la escuela, desde hijos de terratenientes ricos, de narcos, de políticos, hasta hijos de campesinos. Es una escuela en donde confluyen todos los herederos del mundo agrario. Tiene una cultura muy específica, parece un mundo aparte de la realidad, al estilo de una paraestatal. Entonces, el Estado no puede intervenir en lo que sucede en su interior, solo los alumnos pueden intervenir o mover cualquiera de las reglamentaciones. Pero ¡Oh sorpresa!, no pueden, porque están sometidos por los profesores. Les dicen que si no los obedecen ciegamente los van a reprobar. Te dicen —“la escuela te da comida, salud, todo, tú no tienes derecho a quejarte y no tienes razón para estar para sentirte mal y si te maltrato, perdón, es que ya somos ancianos”—. Es una escuela tradicionalista y así son las cosas, no van a cambiar, te lo dicen de manera literal.
Los tenientes no te dejan ser, te vigilan. Si le caes mal a un maestro, él puede hablar con los tenientes para que te vigilen, te sigan por la escuela para reportar lo que haces. El acoso es real. Hubo un caso, en el que un maestro abusó de una menor de edad. Ella le dijo a sus padres y sus padres pusieron una denuncia, la escuela metió dinero para que esa denuncia se ahogara. La escuela —además de toda su estructura— tiene un presupuesto destinado específicamente al soborno. Si enfrentan problemas de cualquier índole, se puedan zafar de eso y se sabe.
Estando ahí, comprendí que todos los altos rangos en la escuela, el gobierno, las empresas, todos tienen un sueldo alto porque contemplan los sobornos; es una práctica cultural si quiere verse así. Toda la cultura mexicana la tiene muy arraigada, eso permite que los problemas se deslicen debajo del tapete. Ahora bien, los problemas en Chapingo son conocidos. La escuela tiene cerca de 1300 demandas, en este instante hay 50 casos activos similares al mío. Siempre tiene problemas, está más que acostumbrada a lidiar con esos problemas porque tiene una suerte de mecanismos para abusar y quedar impune.
Esos mecanismos para abusar y quedar impunes dependen de que las víctimas guarden silencio. La mayor parte del tiempo lo logran porque son adolescentes solos, lejos de sus familias, dependientes, pobres, los tienen bien agarrados. Nadie habla porque son niños de 15 años. La única razón por la cual nosotros podemos hablar es porque somos adultos, somos tres personas que tenemos una educación y nos permite saber que la educación que ahí se está ofreciendo es deficiente.
E: ¿Qué acciones han hecho para hacer visibles, al interior de la Universidad, estos problemas que señalas? Por ejemplo, han realizado alguna campaña para hacer conciencia o han metido algún elemento legal para tratar el asunto… ¿Cuáles son las actividades que ustedes han hecho para hacer evidente este problema y solucionarlo? y ¿tienen alguna vía de solución o alternativa?
AE1: Mira, aprendimos bastante rápido que la burocracia es un medio de disuasión. Si pasamos por todo el proceso burocrático para que se haga caso a nuestras pugnas, vamos a perder fuerza, energía y tiempo. Por lo que decidimos pasar a la acción directa, los acusamos en público; los profesores hicieron esto y esto, lo hicimos enfrente de nuestros compañeros. Hicimos una huelga de un día, esa huelga bastó. Asistieron los altos mandos de la escuela a ver con horror los terribles y amenazantes papeles que estaban colgados a través de un hilo atado a un árbol. Tenían una expresión de horror. Tan terrible. ¡Oh no! Dicho de otra manera, ellos pueden acostarse con los alumnos y está bien; pueden ignorar que la escuela tiene un problema de fentanilo, un problema de VIH y un problema de alcoholismo, más grave que cualquiera que yo haya visto en otra universidad, eso está bien. Pero ¡Dios los libre de que los alumnos escriban en una cartulina lo que está pasando! Esa gente está tan acostumbrada a abusar, que muestras básicas de descontento como pegar cartulinas para ellos es una gran ofensa, el escándalo.
No tuvimos que hacer mucho. La escuela desborda de problemas. En realidad, las autoridades no nos tienen miedo a nosotros, tienen miedo a que los investiguen porque mis compañeros y yo solo estuvimos un semestre. Pero ellos llevan 30 años ahí, encubriendo, saqueando, mintiendo y abusando. La respuesta ante nuestras pequeñas acciones fue enorme, precisamente porque ellos tenían tanto que esconder, que cualquier pequeña sospecha o reacción, ya era un riesgo. Solo hasta que nosotros hicimos una pequeña huelga que consistió en exponer los problemas de la escuela en cartulinas, ponerlas en un hilo y sentarnos junto al hilo durante un día, para ellos fue enorme.
Es la punta del iceberg. Nadie habla porque los tienen amenazados. Si te pueden acosar al interior de la escuela, imagínate cómo te pueden acosar por fuera. ¿Qué se hizo?, solo se hizo del conocimiento público. Por el lado legal, se hicieron denuncias, pero de eso no puedo hablar. A nosotros nos funcionó más informar a los alumnos. El simple hecho de que se supiera lo que han hecho era gravísimo. En este momento hay pánico porque estas personas temen las consecuencias de sus propias acciones.
Insisto no nos tienen miedo a nosotros o lo que nuestra organización pudiera hacer. A lo que temen es a que si sale cualquier pedazo de información dentro de esta cerca… ¡Vaya! Todo se viene abajo. A veces los procesos burocráticos disuaden, pero decirles directamente a las personas lo que está pasando, de una forma en la que les haga sentido en su cotidianidad, es más efectivo. Las personas poderosas con todo y que tienen influencia, temen el escrutinio público. Temen el qué dirán sus vecinos, qué dirán sus compañeros de trabajo y las redes sociales. Por eso, considero que pueden librarse de un juicio legal. Cualquier persona poderosa puede sobornar un juez, a un jurado o pagar el mejor abogado para salvarse de una condena. Sin embargo, ¿quién te va a salvar de que en tu trabajo sepan que eres un abusivo, mentiroso o ladrón? Eso precisamente pasó en Chapingo. El mayor daño que se le puede hacer a los abusivos es exponerlos, en ocasiones, las vías legales están de más.
E: ¿Sufrieron alguna represión?
AE1: Sí
E: ¿Cuáles?
AE1: Nos mandaron a seguir con carros, nos siguieron los de seguridad, nos enviaron espías, ¡y eso no es todo! Intentaron inventarnos cargos. Fue horrible. Me sorprendió la disparidad de sus reacciones. Nuestro crimen como estudiantes fue llegar tarde a clases, tal vez no entregar alguna tarea o decirle al profesor que no nos parecía lo que estaba haciendo. Eso fue lo que hicimos mal. Por su parte, como ellos reaccionaron fue: seguirnos con carros, amenazarnos, mandarnos mensaje y mandarnos espías.
La disparidad en la reacción entre ambas acciones nos dio a entender el gran miedo que tenían con el simple hecho de que habláramos. Cuanto más violenta era la reacción, más evidente era que estábamos cerca de algo importante y que ellos tenían miedo. Si había un afán tan grande en destruirnos, en eliminarnos, en hacernos daño, tenía que ser porque nos veían como una amenaza de tal magnitud. Y si representábamos una amenaza de ese tamaño, entonces… ¡¿Qué pasa?!, ¿qué es lo que estaban ocultando?, ¿a qué exactamente amenazamos? …Esa fue la cuestión.
E: ¿Sentiste miedo?
AE1: Sí, sufrí ataques nerviosos durante tres meses. Me levantaba en las mañanas, veía un carro afuera de mi casa y dentro había una persona que no se movía. Hubo un momento en el que nos hartamos y comenzamos a saludar al acosador. Salíamos y decíamos —“¡hola!”—, le tomamos fotos. Entonces, se delataban como acosadores porque nos veían, ponían cara de espanto y aceleraban. Era absurdo.
Una de las cosas más absurdas que llegaron a hacer… Obviamente, para que te paguen por acosar y espiar a alguien no tienes que ser alguien muy inteligente. Quedó demostrado porque hubo momentos en los que sabíamos que nos estaban grabando. Por ejemplo, estábamos hablando los cuatro, incluyendo un compañero que ya no está con nosotros, de repente pasaba alguien haciendo la limpieza. Se veía falso, barría de manera distraída con su oreja dirigida hacia nosotros. Para nosotros era evidente. Lo mismo sucedió con otra persona que fingía hacer una llamada telefónica. Su llamada era fingida, decía oraciones incompletas. Caminábamos a algún lado y teníamos a esta persona hablando por teléfono junto a nosotros. Al detenernos, también se detenía y así sucesivamente, acciones demasiado obvias. El colmo fue cuando un trabajador de limpieza enviado por los profesores a espiar (ya que pertenecía al departamento de Agroecología y siempre estaba ahí), se acercó con nosotros hablando por celular. Al ver su celular, descubrimos que en la pantalla de su celular estaba la cámara.
Fue absurdo. Lo observé fijamente y le dije —“¿Siquiera esconde la cámara, no?”—. Se sorprendió y se indignó y le dije —“por lo menos disimula. Fíjate al menos que no se vea que nos estás grabando…”—. Era absurdo y era algo tan cínico que para nosotros fue la evidencia, de que ya había pasado una y otra vez. Estos profesores ya tenían todo un protocolo sobre qué hacer cuando alguien exponía lo que estaba mal. Entonces, conforme iba pasando el tiempo, ellos iban develando sus redes de corrupción.
Es el error a gran escala más grande y caro que jamás he visto. Nunca había presenciado a gente tan poderosa equivocarse de esa manera. Todo esto pasó porque nosotros les dijimos que variarán un poco sus clases.
E: ¿Cuáles eran las principales demandas que ustedes exigían?
AE1: Era lo siguiente… No podíamos decirle al profesor directamente —“oiga, no sea racista”— porque sonaría grosero. Por lo que, le decíamos —“profesor, ¿podríamos revisar a más autores? No revisemos solo a un autor que se apellida Altieri, que no vive en este país”—. O incluso, le pedíamos que nos pusiera una película, en lugar de estar explicando la clase. Hay muchas películas que podrían ser útiles para reflejar una situación social. Pedimos que nos enviaran a coleccionar insectos, no sólo que nos hablaran de las variedades que hay. También exigimos que nos sacaran al huerto. Sé que todo esto suena absurdo, pero así pasó. ¡Por el amor de Dios! Es lo peor que he visto…
Les pedimos que nos dieran un descanso debido a que teníamos clases de seis horas ininterrumpidas. Era común decirles —“un descanso, ¿no?, porque me quiero parar”—. Nos impedían comer en clase, lo cual me parece extraño porque hay escuelas que lo permiten, incluso los profesores traen su café. Pero aquí no te dejaban parar, no te daban descanso, no te dejaban comer en clase este, entre otras situaciones.
En ese sentido, ¿cuáles eran nuestras peticiones? Al menos que no nos dejaran tareas sin sentido. Nos dejaban tareas que eran tan absurdas que claramente las asignaban como relleno para tener algo qué evaluar. Por ejemplo, una vez el profesor de biodiversidad nos mandó a la página de la CONABIO a copiar y pegar la definición de biodiversidad en un documento Word y enviárselo. Me cuestioné —“¿Profesor, por qué no vemos eso en clase en 15 minutos?, ¿por qué quiere revisar 43 veces el mismo texto…?”—. Era ridículo.
Nuestro crimen fue ese. Y su respuesta lógica fue: “Tú debes de ser un enfermo mental porque estás inconforme”. Asumimos que tenemos autismo, pero eso no justificaba a los profesores. Aunque no tuviéramos autismo, ellos seguirían siendo inútiles. Entonces, sucedió que la profesora Eunice nos envió a psiquiatría. Primero nos envió a UCAME, que es un mediador de las relaciones. De ahí nos enviaron a la psiquiatría. En psiquiatría el doctor me dijo —“efectivamente…”—.
Consecuentemente, le enviaron un papel a Eunice y ella dijo —“esto no es un diagnóstico porque no está mi nombre”—. Es decir, nos envió un papel de su misma institución que posteriormente ella no validó porque si lo hacía, tenía que decirles a los profesores que trabajaran. Los profesores colectivamente decidieron que no, se organizaron para sacarnos y empezaron a decirnos —“este día faltaste”—. Y nosotros respondíamos —“profesora Virginia, no falté, solo llegué tarde”—. A lo que contestó — “es falta y estás reprobada”—. La profesora que se burlaba de nosotros en clase fue la misma que nos reprobó por faltas. Y la profesora Eunice, que nos daba tutorías, nos dio menos clases de las que faltó.
AE2: A mí me reprobaron en todo.
AE1: Así es, a mi compañero lo reprobaron en todas las materias, excepto en una. En ese semestre no se hizo nada, el único proyecto que se hizo fue el que nosotros hicimos de la huerta. Aquí está uno de mis compañeros.
El único proyecto que se llevó a cabo ese semestre (en el grupo de cuarto grado), fue el que propuso uno de mis compañeros. En el huerto había una pileta donde se estancaba el agua de lluvia, estaba verde y no servía para riego. Ante esta situación, a mi compañero se le ocurrió implementar un sistema de acuaponía.
AE1: A ver, cuéntale…
AE2: Sí, bueno… Todo empezó porque me pareció que nos estaban maltratando. Si me tratan mal en un lugar, no me quedo ahí. Al empeorar la situación en el departamento, me tuve que ir. El único lugar que encontré, para poder estar en la escuela fue la huerta “Sergio Arroyo”. Se ubica a un kilómetro de la institución central. El único profesor con el que pasé, junto con otro (que son personal técnico encargados del lugar) me empezaron a enseñar.
Quise tomar esa pileta, porque había propuesto hacer un proyecto de acuaponía para producir peces y colocar unas chinampas para autoconsumo. Sin embargo, me encontré con trabas burocráticas y no me dejaron hacerlo. Pedí materiales, pero no me los quisieron dar. Fui por mi cuenta y pedí el lugar. Los encargados del lugar fueron muy amables, los únicos que nos trataron bien del departamento, y nos brindaron su apoyo. Esos campos estaban olvidados. Tomé la pileta y restauré el agua que estaba ahí por medio de un control biológico. Introdujimos peces, plantas, caracoles acuáticos, larvas, diversos insectos y ranas. Tuvimos que hacer una búsqueda exhaustiva de las especies del lugar. Atrapamos especies endémicas y las introdujimos para evitar meter especies de otros lugares.
Entonces, creamos un agroecosistema muy complejo. Integramos especies de muchos lados, de plantas acuáticas que limpian el agua, le dimos un tratamiento de sales y toda el agua es cristalina. Anteriormente metías la mano y no se veía nada de lo verde que estaba y ahora puedes meter el brazo y está cristalina el agua, se ha ocupado para riego. Sí se ha introducido un poco de agua nueva, pero en realidad ya está totalmente limpia.
AE1: Aquí lo importante es que estábamos molestos. Te voy a dar un ejemplo. Hay otra huerta a la que le decimos “El jurásico”. Cada grado tiene acceso a cierta parte del territorio y esa huerta estaba a cargo del quinto grado (el segundo año de la carrera). Terminó el semestre y nos invitaron a ver la muestra de proyectos de los compañeros de quinto grado… ¡Terrible!
Realizaron un jardín de polinizadores, pero con puras plantas de invernadero. Pensé: “está bien si ignoramos el hecho de que estamos en una Escuela de Agronomía y que tendrían que enseñarnos a cultivar plantas y no a comprarlas en el invernadero”. Pusieron plantas de invernadero, no se tomaron la molestia de esconder las macetas y se veían recién plantadas. Ese era su jardín de polinizadores, sin una flor nativa, pero estaba bien. Eran de Agroecología y llevaban trabajando en eso todo un semestre. Y les costó 50 mil pesos.
AE2: Hicimos un sistema complejo con bombas, un sistema de biofiltros. Hicimos un exhaustivo trabajo de campo y lo hicimos recolectando desechos de diversos lugares. Debido a que somos pobres, no podíamos gastar.
AE1: Además, no nos quisieron dar presupuesto. Esto es importante, a ellos les dieron $50,000 para poner cuatro árboles con paja. A nosotros no nos dieron ni un peso. Mi compañero envió un formato el 3 de diciembre para que aprobaran su proyecto y ni siquiera le respondieron. Posteriormente le enviaron un oficio, que decía que como no habían aprobado el proyecto, no tenía derecho a estar en la huerta.
Fuimos al lago “Nabor Carrillo”, donde mi compañero se metió al agua sucia para recolectar pequeños brotes de plantas, para llevarlos al estanque. Los brotes poseen un microbiota que favorece el funcionamiento del agua y que la planta sobreviva. Por esa razón, no podíamos comprar las plantas. Posteriormente, otra compañera se metió al lago de Xico para obtener más plantas. Fuimos a los cuerpos de agua más cercanos e ingresamos a la pileta de un pueblo para recolectar ranas. Porque en el agroecosistema proliferaron libélulas y sus ninfas se comían a nuestros peces.
AE2: Cuando les mordían las aletas, les producían hongos y eso mataba a los peces.
AE1: Teníamos que hacer control biológico. Fuimos a una pileta y encontramos una rana, arborícola plegada. Esta especie se extiende desde Michoacán hasta nuestra región, por lo que su distribución es bastante amplia. Hasta donde sé, no está en peligro de extinción, quizás está en riesgo moderado, y la introdujimos en el estanque. Se hizo una pequeña comunidad de ranas, si pasas en la noche se escuchan. Están ahí para control biológico; se comen los mosquitos, las larvas de las libélulas y todos los insectos. Lo que generó que las plantas florecieran, los peces se reprodujeran, ¡Ya se pueden pescar! El proyecto de mi compañero genuinamente funcionó.
E: Oigan, la lucha que han emprendido de manera colectiva, ¿la han podido articular con otras luchas al interior de la universidad o con otras instituciones?
AE1: Sí. Recurrimos a la SEP, se horrorizó y corrió la voz. También buscamos a la CNDH, que a su vez le notificó a la CONAPRED. De esa manera informamos a varias instituciones. Al interior de la escuela, no hay organizaciones estudiantiles libres, porque la escuela tiene una serie de mecanismos para desarticularlas.
AE2: De hecho, yo pertenecía a dos organizaciones de la escuela. Fue el preámbulo para estar en la mira de las autoridades de la Universidad. Porque cuando regresamos de la pandemia hubo un plantón afuera de la escuela, exigimos volver a clases presenciales, ya se había dicho que así tenía que ser. Pero el rector que en ese entonces no quería, empezó a movilizarse y nos intimidaron.
Nadie se conocía, como habíamos atravesado por la pandemia, la cadena de información que se puede dar entre alumnos se rompió. Todos salimos debajo de las piedras porque nos dimos cuenta de que el mundo se podía acabar. Entonces, muchos estudiantes queríamos asistir a la Universidad, eso hizo que nos uniéramos. Fuimos a manifestarnos a la SADER.
El rector se movilizó… Durante un largo periodo de tiempo, todos los días, cada cinco minutos entraban y salían camiones de volteo con concreto, varillas y vigas. Debido a que empezaron a cuestionar a la Universidad sobre el presupuesto —si no había alumnos en esos años, ¿qué había pasado con el dinero? —. La escuela se encontraba en obra gris.
De hecho, no había nadie. Llegamos e hicimos el plantón. Tocamos puertas arriba, me parece que se enteraron hasta en la Cámara de Diputados. Se hizo un problema enorme y el rector empezó a moverse. Me parece que dijo —“Nunca tocaría un presupuesto que es más alto que el que se le da al Estado de Tlaxcala”—.
AE1: La Universidad de Chapingo recibe más presupuesto que el estado de Tlaxcala. Eso debe dar una idea de cuánto dinero se maneja, de cuánto dinero se pierde.
AE2: Aparte está lo que lo que las empresas le dan, para que apoyen las investigaciones que les convienen. En lugar de lo que le convendría a la sociedad como investigaciones dedicadas a combatir el cáncer.
E: ¿Cuáles son los valores que guían tu activismo, AE 1?
AE1: La venganza.
E: ¿Por qué?
AE1: Se lo merecen.
E: ¿Y para ti, AE 2?
AE2: La justicia
AE1: Es la misma cosa. Me molesta la hipocresía. Comprendo que es necesaria, de otra manera la gente se odiaría entre sí. Pero me cuesta trabajo aceptar la hipocresía. Estoy harta de pensar que el desquite no está bien, porque cuando la gente asume que el desquite no está bien, en realidad está diciendo que el abuso está bien. Finalmente, una persona abusiva no deja de abusar por voluntad propia. Nadie deja de ser abusivo hasta que algo exterior llega y te dice no.
AE2: Eso está mal.
AE1: La retaliación, el acto de devolver lo que se nos hace, es un mecanismo de gestión natural, social, humana, animal y biológico. Incluso cuando un perro muerde a otro perro, el segundo le va a responder mordiendo, hasta que el otro se detenga.
Cuando alguien te dice que desquitarse está mal, que tienes que perdonar a tus agresores de una manera muy cristiana, lo que te está diciendo es: déjate abusar y cállate, no es tan malo, ¿por qué te sientes tan importante? Yo diría —“¿por qué la persona que abusa se siente tan importante?”—.
E: ¿AE2, ¿qué entiendes por justicia? A ver, compártenos tu opinión.
AE2: ¿Por qué la justicia? Soy creyente de que este mundo funciona en torno a un equilibrio. Si eres bueno, te pasarán cosas buenas o serán buenos contigo, en caso contrario, van a ser malvados contigo. Entonces, creo que el universo funciona en torno al equilibrio, al igual que la justicia… Así tiene que ser, si las autoridades han hecho cosas malas, tendrán que pagar por ellas. Tenemos que pagar por lo que hacemos. Es por eso que considero la justicia como un valor importante. Quiero justicia.
Si les tocó robar durante tanto tiempo, que lo devuelvan al mundo. Han dañado el ecosistema, el clima, la sociedad, el bienestar de la nación. Han dañado demasiadas cosas. Han ayudado a fomentar la privatización del campo y que mucha gente pierda la propiedad de la tierra y su sentido de pertenencia al campo. Le han quitado demasiado al espíritu social de la comunidad. Por eso, considero que ya fue suficiente.
AE1: Hay que preguntarse a quién a quién beneficia. Por ejemplo, lo que más enseña la Universidad es el uso de agroquímicos, de semillas modificadas. Por eso habría que preguntarse: ¿a quién beneficia?, ¿quién decidió que eso era lo correcto?, ¿quién está ganando y quién está siendo perjudicado con eso? Mientras en el campo los campesinos enfrentan diversos problemas que no está considerando la Universidad. No tienen agua, les cobran por las semillas cada ciclo de siembra, quieren eliminar las semillas nativas, ya no hay polinizadores, ni insectos, los animales están muriendo, se enferman por el uso de agroquímicos. Por qué si las problemáticas son diversas, en la escuela no se buscan atender y fomentan el uso de productos químicos que afectan al campesino.
E: Ahora que tocan los problemas que afectan a todo el país, ¿cuáles serían para ustedes las principales problemáticas que hoy en día vivimos en México?
AE1: La crisis climática, ¡quiero vivir!
AE2: La falta de agua.
AE1: La crisis climática es sinónimo de crisis humanitaria, de crisis financiera, de crisis hídrica y de crisis inmobiliaria. Todas son la misma crisis.
E: ¿Y para ti, AE2?
AE2: Veo que la falta de agua está afectando muchísimo. Por ejemplo, Texcoco es el municipio con más pozos de extracción de agua profunda. Debido a eso, el manto freático del Monte Tláloc, que es la montaña que se ubica entre el Iztaccíhuatl y el Pico de Orizaba, se está secando. Los pobladores nos han hablado de las problemáticas que viven. Una señora nos platicó que su árbol, que ha cultivado durante tantos años, antes le daba tejocotes mucho más grandes, como un durazno. Sin embargo, ahora el mismo árbol produce unos tejocotes pequeños. Así pues, podemos deducir que el agua se está acabando. ¿Y qué le pasará a los bosques de la región?…
AE1: En marzo tuvimos un incendio forestal enorme, de noche se veían las llamas rojizas en el cielo. Tuvimos que cerrar las ventanas de la casa, porque se llenó de humo. No podíamos salir. Fue en el pueblo de Coatlinchán. Chapingo tiene una brigada contra incendios con seis alumnos en una camioneta. Me gustaría haber ayudado. Ese tipo de cosas pasan y hemos llegado a un punto que para nosotros es muy evidente…
E: Oye, sabes que formamos parte de la democracia, ¿para ti qué significa la democracia?
AE1: ¡Oh! Es imperialismo norteamericano
E: ¿Cómo consideras la democracia en México?
AE1: No me refiero a este gobierno como imperialismo norteamericano, sino que soy consciente de la manera en que nuestra economía se maneja. Va de la mano con el hecho de que Estados Unidos nos colonizó económicamente el siglo pasado. Pienso que necesitamos sacarlos del territorio. Sacar a las industrias transnacionales del territorio, porque no son de aquí, el dinero y los recursos se van, la gente sufre y no están generando empleo. Ellos dicen que sí generan empleos, pero nadie vive bien con $200 al día, no nos están haciendo un favor.
Me molesta que finjan que sí. En el caso de Coca-Cola no nos hace un favor quitándonos el agua de Agua Azul, Chiapas. Tampoco lo hacen contratando a la gente que no tiene forma de subsistir porque le quitaron el agua. No creo que los supermercados nos benefician, es más eficiente y económico ir a la Central de Abastos, o al tianguis, para alimentar a una familia
E: ¿Qué importancia tienen para ustedes otras luchas políticas? Pienso en el zapatismo, en Ayotzinapa o alguna otra que consideren importante y coincida con lo que ustedes están haciendo.
AE1: Considero que todas son la misma lucha. Nos hacen pensar que son luchas distintas, pero todos estamos peleando, de una forma u otra, para enfrentar el poder colonial que se ejerce sobre México. No podemos salvar a otros países, pero sí podemos salvarnos a nosotros. Y así, tal vez otros países se atrevan a hacerlo. Todas las luchas son la misma lucha, este mundo no está segmentado.
AE2: Los ricos contra los pobres.
AE1: ¡Claro! Son luchas de clase, pero también de raza porque es un escalafón jerárquico a través del cual se te da importancia de acuerdo a qué tanta melanina tienes y tu apariencia física. Entonces, son luchas de raza; que es lo mismo que decir que una lucha económica, porque esa población posee la mayor parte de la riqueza; al igual que decir que es una lucha política, porque también tienen acceso al poder político y legal; asimismo es una lucha ambiental, porque acapararon el territorio y los recursos; a la vez es una lucha de género, porque son sexistas homofóbicos. Por esta razón, todas las luchas son la misma lucha y considero que al nombrarlo como secciones, lo único que hacen es dividir a la gente, y eso le beneficia a las personas con poder. En mi visión del mundo creo que todo es lo mismo, para mí ya no hay divisiones de nada en ese aspecto. ¿Tú qué opinas, AE2?
AE2: Opino lo mismo
E: En esta visión del mundo, ya para cerrar la entrevista, ¿cuál sería para ustedes el ideal de sociedad?, ¿cuál es el horizonte utópico que ustedes anhelan para el mundo?, ¿cómo caminar hacia él? O creen que no hay alternativas para pensar un mundo distinto.
AE1: Lo que exijo es mi derecho a ser miserable de formas razonables. Es distinto hacer miserable porque me asaltó un ladrón en una motocicleta que ser miserable porque estaba trabajando mi huerto y me picó una araña. El sufrimiento es inevitable en el mundo humano porque es imperfecto. Siempre habrá problemas, desigualdad, pero importa cómo surgen. Por ejemplo, prefiero sufrir porque este año tuve menos cosecha que sufrir porque estoy endeudado y el país está carcomido por poderes extranjeros. Exijo mi derecho a sufrir de una forma natural y no por cosas que los poderes hegemónicos han impuesto sobre mí.
Es difícil para mí pensar en un mundo idóneo. Solo puedo pensar en un mundo donde soy libre; tener la libertad de elegir la forma en cómo ser responsable y afrontar los problemas.
AE 2: Creo en la humanidad. Aún le doy un voto de confianza a la humanidad creo que podemos salvarnos. Pero siento que estamos a un paso del precipicio. Tenemos dos opciones, damos el paso y nos caemos o damos la vuelta y buscamos otro camino.
Pienso que estamos en un momento en el que la humanidad puede replantearse qué quiere y darle otro rumbo. De otra manera, nos vamos a matar todos. La semana pasada estábamos frente a la amenaza de una guerra nuclear porque la OTAN y Rusia hicieron despliegues militares y simulacros nucleares… No quiero estar en un mundo donde súbitamente podamos desaparecer.
Para mí, un mundo idóneo es aquel en el que todas las personas nos ayudamos; en el que todos pensamos para el bien de la sociedad. ¡Vamos! Si alguien necesita ayuda y está en tus posibilidades, ofrecerle apoyo. Es parecido a una cadena de favores. Tú haces el bien y no pasa nada, pero llegará el momento en el que esa persona que ayudaste va a ayudar a otras, así sucesivamente, crecerá la ayuda mutua de forma exponencial. Hasta que las buenas acciones lleguen a ti. Sí funciona la vida así. Me gustaría que como sociedad nos tratáramos bien, y no nos estuviéramos peleando a cada rato.
AE1: Espera, es posible odiarnos entre nosotros y tratarnos mal. Si intentan causarnos miseria, considero válido odiar a alguien. Creo que la humanidad es muy sanguinaria, porque es una herencia del poder colonial. Un mundo ideal, sería uno en el que aprendamos a desarticular el poder colonial y ser un mundo más solidario.
E: Estamos llegando a la conclusión de la entrevista, ¿alguna reflexión que quieran decirnos antes de terminar?
AE1: Sí, creo que una de las fuerzas humanas más poderosas es la del chisme. Creo que es un mecanismo de regulación natural muy eficiente. Frecuentemente subestimamos el poder de las instituciones y subestimamos el poder de la organización comunitaria.
E: ¿Y tú, AE2, tienes una reflexión sobre esta situación?
AE2: Ya no se puede continuar con esa situación. Se metieron a la paraestatal llamada Chapingo, se encerraron, se acorazaron y funcionaron allí como ellos quisieron, bajo sus propias normas y reglas durante más de 30 años. Hicieron de la Universidad un mundo aparte. ¡Oh, por Dios! El problema está en que la sociedad que ellos crearon empezó a crecer, así como sus problemáticas y llegó un punto en los desbordó. Ya no se puede continuar así.
AE1: Nosotros no somos el problema, las consecuencias de sus acciones son el problema. Nosotros somos la excusa. Pasamos por ahí de casualidad. Lo absurdo de esta situación es el reflejo de lo incontenible que era.
E: Muchísimas gracias por la entrevista. Es muy enriquecedor todo lo que nos han compartido.
Activista Estudiantil entrevistado (AE1) (AE2)
“Colectiva Chalchihuatl”
Instituto Politécnico Nacional (IPN)-Casco de Santo Tomás
Entrevistador (E)
E: Listo. Nos encontramos con las compañeras de la “Colectiva Chalchihuatl”. En primer lugar, me gustaría que nos comentaran por qué el nombre de su organización. No es un nombre común. Generalmente se utilizan otros de la lengua española.
AE: El nombre significa sangre preciosa, que es el tejido conectivo más importante de todo el cuerpo y es una analogía sobre la importancia de las mujeres en la sociedad. Además, la sangre es en alusión a la carrera de Medicina.
E: ¡Perfecto! Pueden contarme, ¿cómo se involucraron con la Colectiva?, ¿cuál es su historia?, ¿por qué comenzaron a organizarse?
AE: Hace un año tuvimos un paro de labores en la escuela. Nos dimos cuenta que el tema de género estaba abandonado y no teníamos una colectiva o algún referente a quien acercarnos. Posteriormente hicimos el tendedero de denuncias en el mes de noviembre.
Sí, en octubre o noviembre más o menos.
Cuando quisimos organizar el 8M, nos dimos cuenta que no podíamos convocar solamente dos personas porque nadie nos iba a hacer caso. Entonces, empezamos a organizarnos, hacer un logo y definir un nombre. Después convocamos a las chicas a unirse a la Colectiva para participar en el 8M. Fuimos a la marcha varias chicas, pero después de marzo hay poco seguimiento al tema de género, por lo que fuimos quedando pocas.
En lo personal entré a la colectiva en el marco del 8M, ya tiene casi un año que asistí a la marcha. Me parece una lucha por la que estoy dispuesta a participar. Poco a poco me fui entendiendo con las demás integrantes de la Colectiva. Pero es muy triste como muchas mujeres se desentienden después de la marcha. Cuando se acerca la fecha, empiezan a llegar muchos mensajes. Después de ese tiempo, ni siquiera ayudan a las actividades. Por ejemplo, apenas hicimos una rifa de tres succionadores de clítoris con el objetivo de recaudar dinero, ya sea para la Colectiva o para apoyar los casos de las chicas que lo necesiten. Pero la respuesta de la comunidad fue muy apática. Incluso podría decir que la reacción de las mujeres fue más apática que la de los hombres.
La Colectiva, surgió a partir del paro. Somos seis chicas que componen la colectiva. Pero el grupo comenzó actividades el 8 de marzo. Se hizo la marcha, una de mis compañeras y yo decidimos unirnos y permanecer en el grupo. A partir de entonces hemos participado e intentado sacar a flote la presión, pero no siempre hay respuesta o gente que se quiera unir.
Tenemos muchas actividades que hacer cada una a lo largo del semestre, y frecuentemente se muestran solidarias en las campañas que hemos realizado. Pero de ahí en fuera, nadie más se quiere involucrar en lo que conlleva la denuncia, los acompañamientos y las donaciones. Hay muchas cosas que quisiéramos hacer, pero no tenemos el apoyo por parte de la Escuela de Medicina. Se pensaría que, por pertenecer a la comunidad médica, seríamos conscientes de diferentes situaciones. Pero las respuestas que hemos recibido, no son las que esperábamos.
E: ¿Por qué la necesidad de crear una colectiva con perspectiva feminista en el Politécnico?
AE: Bueno. En la Escuela Superior de Medicina no hay colectivos de ningún tipo. De hecho, es la primera colectiva que se hace. Empezó desde el paro porque no había quien lo organizara. Pensamos que la comunidad de la Superior de Medicina es individualista y apática. La necesidad de un colectivo con perspectiva de género o feminista surge porque muchas compañeras sufren acoso dentro de la escuela y también en los hospitales. Debido a la falta de un espacio, al cual acercarse ante denuncias de acoso. Ese se convirtió en uno de nuestros propósitos como Colectiva, darles seguimiento a las denuncias de acoso.
Supuestamente hay una red de género que apoya a los estudiantes, pero las demandas que han hecho las compañeras no llevan a cabo el proceso de la manera correcta, se dejan a la mitad, se pierden los archivos y se pierden las pruebas.
Incluso, no conocimos a la red de género hasta seis meses después de que entramos a la Colectiva. Estuvimos insistiendo por medio de los teléfonos. Creo que me tenían bloqueada porque era tanta la insistencia para que supiéramos dónde se encuentran, dónde se pueden localizar. Tiene muchas deficiencias porque no tienen un espacio dentro de la escuela, sólo la conforman dos personas y no se dan a conocer. Únicamente tenemos el “violentometro” dentro del edificio principal. Es todo lo que tenemos de la Red de Género.
Es cierto que se sufre mucho acoso y violencia de género. Ha habido hasta casos de violaciones por parte de los docentes y no se han abierto los casos. Nos da mucha rabia porque no sabemos a dónde dirigirnos. Por eso se creó la Colectiva y es lo que intentamos hacerle saber a las estudiantes de Medicina; que hay manera de denunciar y que las podemos acompañar.
E: ¡Muy bien! Mencionaron el tendedero como una forma de vinculación con la comunidad. Además del tendedero, ¿tienen otras formas de comunicación con la comunidad?
AE: Como Colectiva hemos realizado algunas actividades como implementar los dispensadores de toallas sanitarias gratuitas para las chicas. También impulsamos la realización de talleres de primeros auxilios y estamos organizando un taller de defensa personal. Tenemos otros proyectos en puerta. Por ejemplo, realizaremos una ofrenda por el Día de muertos con la temática de los feminicidios dentro y fuera del Politécnico. Este es el acercamiento con la comunidad que tratamos de tener.
El principal medio por el que divulgamos la información son nuestras páginas de Facebook y de Instagram, desde ahí generamos contenido, lo compartimos y damos a conocer a nuestros amigos por todas las redes que de forma general o individual cada una tiene. Esperamos que haya más respuesta y divulgación. Estamos en ese proceso.
Aunque es muy complicado en una comunidad tan apática.
Es muy individualista. Tenemos clases en la escuela y en el hospital, por lo que, frecuentemente hay pocos compañeros en la escuela. Considero que una de las razones de que no ha crecido nuestra Colectiva, se debe a que cada quien tiene actividades muy específicas y absorbentes. No justificamos a la población estudiantil, pero me da la impresión de que así es.
E: ¿Tienen algunas lecturas o autores de referencia? Desde el feminismo, ¿hay alguna autora que las motive?
AE: No tenemos un referente como Colectiva. Cada quien lleva su feminismo a su manera y lo tratamos de respetar.
Tenemos un grupo de WhatsApp donde participan más chicas que quizás no se involucran tanto, pero envían información por ese medio. En alguna ocasión, se hizo una reunión para discutir si una persona no binaria podía ingresar a la Colectiva. Permitimos que cada quien fluyera desde su perspectiva de feminismo para no tener tantos conflictos entre nosotras, y entre la comunidad. Si impulsamos debatir, si dialogar diferentes temas y decir —“no, estás mal por esto y lo otro…”—, pero siempre con respeto. En ese sentido, no tenemos una autora o una línea, cada quien elige de forma individual.
Las decisiones que tomamos primero se hablan dentro del grupo. Acerca de qué les parece algún tema o información. Todas opinan y ya. Considero que cada quien ha leído o se ha informado desde diferentes fuentes sobre la Ley Olimpia o los derechos… Intentamos tomar un poco de todo para armar nuestra Colectiva, nuestro pensamiento feminista y de ahí pedir la opinión de las demás chicas de la comunidad.
Siempre se dice que uno empieza con el feminismo con base en su historia, lo que han vivido y todas las experiencias. Creo que reducir esas experiencias a una sola ideología es algo imposible. Finalmente, cada una tiene una perspectiva diferente del feminismo. Cada una podrá pensar que tal acción está bien o está mal. Por eso, algo que me gusta mucho de esta colectiva, es que se respetan los puntos de vista.
Siempre que se acerca la jornada del 8M, hay más actividad en Facebook. Me ha tocado ver como algunas Colectivas, se encierran en su ideología y si alguna persona quiere pertenecer a esa organización, pero no les gusta su ideología, surgen contradicciones, choques culturales.
E: Sobre el tema de las redes sociales, hay quienes dicen que el activismo debería enfocarse hacia actividades presenciales, como asistir a marchas o pegar carteles. ¿Ustedes qué opinión tienen al respecto?, ¿prefieren las actividades presenciales o virtuales?
AE: Intentamos manejar los dos tipos de actividades. Nos gusta pegar carteles. Por ejemplo, el último cartel que pegamos fue sobre el caso del compañero que divulgó y vendió fotos, algunas creadas por inteligencia artificial de alguna página de red social. También nos gusta hablar directamente con la comunidad. Hace poco se vendió el succionador de clítoris iguales. No dejamos pasar la oportunidad de hablar sobre la Colectiva, las propuestas que tenemos y los proyectos que queremos implementar. Pero también hacemos uso de manera correcta de las redes sociales como Instagram, WhatsApp y Facebook, que son las páginas de mayor divulgación que tenemos. Por esos medios damos a conocer sobre las marchas, pláticas y casos de acoso.
No creemos que las actividades presenciales y virtuales estén peleadas, al contrario, se complementan muy bien. Se puede trabajar de diferentes maneras, tanto para darle difusión a la información como para hacer público los casos.
Algo que se aprendió en el caso de Diego M de la ESCA, es que, si no se hace público, si no se hace mediático, no te hacen caso. Entonces, se tuvo que combinar. Por una parte, se hizo mediático, mediante las redes, para que la gente se diera cuenta de lo que estaba pasando. Por otro lado, se realizaron marchas o cierres de vialidades para que nos hicieran caso. Se hicieron asambleas enfrente de Canal 11 y se pegaron carteles como forma de protesta. Considero que es mejor hacer ambas formas de activismo, porque si solo colocas carteles no sabes a quién va a llegar. En pleno siglo XXI, es más fácil que la información llegue a la gente por medio de las redes sociales, son una excelente herramienta. Además, en medicina, a partir de 6º o 7º semestre, nadie tiene el mismo horario. Por ejemplo, nosotras estamos en 8º y llegamos a la escuela a partir de las 12:00 o 13:00 horas, no compartimos los mismos horarios. En ese sentido, las redes sociales nos han ayudado a que la información le llegue a la comunidad y se entere de lo que pasa.
E: ¿Cuáles han sido los desafíos a los que se han enfrentado como Colectiva?
AE: Hemos atravesado por varios retos. Empezando por los administrativos de la escuela, siempre nos ponen trabas, nos dicen que somos grupos de choque similares a los porros. No les gusta que les digan sus verdades o en qué están equivocados. Desde el principio, nos han dificultado realizar actividades como los tendederos. En ciertas ocasiones, han llegado los maestros o miembros del sindicato a pedir que retiremos a algún docente del tendedero, porque ya falleció. Pero, creo que eso no quita que se pueda exponer.
Además, hemos recibimos amenazas. Una ocasión llegó una profesora y nos pidió que retiráramos a un profesor que ya falleció. Nosotras le respondimos —“¿a cuántas generaciones no violentó? Entonces, hemos tenido dificultades con los tendederos. Hace poco que organizamos la rifa del succionador de clítoris, algunos hombres de forma vulgar nos dijeron: —“¿yo para qué quiero eso? Si tengo mi boca”—.
Este espacio lo tomamos a la fuerza porque no había manera de que lo tuviéramos a la buena. Pedimos el espacio a la dirección a partir de escritos, pero nada funcionó hasta que lo tomamos. Se ha mantenido a flote porque hemos recibido el apoyo de la actual directora interina, pero ya se acercan las elecciones para elegir el director definitivo. Por lo que, tenemos un poco de miedo a que se nos quite este espacio. Estamos casi seguras de que va a haber problemas.
Ellos mismos dijeron que lo primero que van a hacer es quitar a los grupos organizados de estudiantes como la comunidad feminista. A ciertos profesores y candidatos a la dirección, no les parece lo que hacemos, por aspectos personales, para encubrirse entre ellos. No les conviene.
Desde que empezó todo el movimiento estudiantil con el paro que hicimos hace un año, a las personas que participamos, inmediatamente nos ubicaron, buscan tu información. Es complicado. Ahora que surgió la colectiva en el marco de ese paro estudiantil, se ha convertido en un grupo que tampoco les gusta.
De hecho, la subdirectora administrativa de nuestra escuela nos denunció con la con la Red de Género del IPN, por ser un grupo de choque, por exponer todo lo que ellos hacen, nos denunciaron. Al parecer su denuncia no procedió porque seguimos aquí. Pero el que la hayan presentado, ya dice mucho de ellos, de cómo están cortadas las Subdirecciones y que ni siquiera se quieren ir. En la nueva terna de directores, no se vislumbra un cambio. En sus propuestas dicen que no va a haber tendederos. Nos preguntamos, ¿qué está pasando? Se supone que las autoridades trabajan para la comunidad politécnica. Es difícil, porque en los salones nos identifican, tienen nuestros datos y nos ponen trabas.
Somos conscientes del riesgo que significa estar en la colectiva. De manera fácil tienen acceso a nuestros datos, nuestra información personal, nuestros tus números, para hostigarnos. También hacen escritos sobre nosotros, exponiendo el nombre completo, la foto y la boleta. Han llegado a pegar las conversaciones de WhatsApp en la escuela. El acoso que se empieza a recibir desde las autoridades es mucho.
Luchamos contra una comunidad muy dividida e individualista. Pero, los obstáculos más importantes son con la administración del IPN y las autoridades de la escuela.
En general, con las autoridades ha sido complicado por lo que mencionó mi compañera. Es común que la comunidad vea con gracia que ya nos exhibieron con documentos mal redactados, fotos y videos. Dicen cosas incoherentes, absurdas.
Han mostrado videos con nuestros rostros, grabados por la comunidad, pero que utilizan sin nuestro consentimiento. Esa es su manera de amedrentarnos. Esa es la única manera en la que pueden.
E: ¡Qué valientes! La verdad. Bien, ¿podrían compartirnos cómo se vinculan con los demás colectivos o colectivas del politécnico?, ¿cómo toman acuerdos? y ¿cómo se organizan?
AE: Desde el paro se crearon las Asambleas Interpolitécnicas que integraban a varias escuelas por medio de representantes. Pero, posteriormente, se hizo un bloque, que se llama “Lucha politécnica de mujeres”. Ahí entramos como Colectivo.
Además de ese bloque formamos otro con las escuelas que se ubican en el Casco de Santo Tomás, porque estamos separadas de Zacatenco, donde las escuelas están más unidas. Pero al resto de las escuelas generalmente las dejan aparte. Por eso creamos el bloque del Casco de Santo Tomás, lo integran: la ENCB, la ESCA, la ESE y la Escuela Superior de Medicina. Estamos tratando de contactar también a otras escuelas cercanas.
Unas chicas nos contactaron, por medio de los grupos de Facebook, para darles acompañamiento por parte del bloque del Casco. Nos organizamos de acuerdo a las decisiones de las chicas. Tratamos de respetar la decisión de la víctima, como un intento de regresarle la autonomía o la tranquilidad de que ellas deciden sobre su cuerpo y sobre su vida. Esa es nuestra forma de organización. Aparte de eso, normalmente cada mes tenemos reuniones para ver en qué las podemos ayudar.
También tenemos grupos de WhatsApp donde compartimos información sobre qué está pasando en las escuelas. Decimos lo que pasa y si necesitamos que acudan a acuerpar. Por eso la importancia de tener el bloque Casco, porque pues convocar a colectivos de Zacatenco, pero están alejados. No acuden. De ahí la importancia de crear un bloque de colectivos que se ubiquen alrededor. Cada vez que surge algún problema, tratamos de estar en comunicación y acercarnos a ellas.
E: Ya hablamos sobre su vinculación con otros colectivos del IPN. ¿Tienen alguna vinculación con alguna otra Universidad u organización externa al IPN?
AE: Medicina no tiene vínculos con colectivos de otras escuelas. Me parece que ENCB si convoca a organizaciones de la UNAM y a UAM-Azcapotzalco. Nada más.
E: Además de la situación por la que atravesaban en el IPN ¿Hay algún acontecimiento político nacional e internacional que las haya motivado a decidir ser activistas o algún otro detonante?
AE: A nivel nacional, el caso de Debanhi o el caso de María Luisa. Son esos sucesos que en lo personal me han marcado y he dicho —“¡Esto no está bien! Tiene que haber un alto o una solución, tenemos que buscar una solución para ese problema”—.
AE: A mí, me impactó el caso de Ingrid Escamilla y el caso de Fátima Quintana, la manera tan cruel en la que fueron asesinadas. Para mí, hay un antes y un después, en los que dije —“¡Ya basta de esto! Ya basta de vivir inseguras, de vivir con miedo”—. Sé que creando esta colectiva no vamos a cambiar todo, es imposible. No todo está en nuestras manos. Pero lo que sí podemos hacer es que la comunidad se sienta escuchada; tranquila de saber que la Colectiva está para escucharlas y ayudarlas en sus procesos.
AE: De igual manera, considero que las noticias diarias sobre casos de violencia y feminicidios hacia las mujeres que se difunden por televisión y radio nos impactan profundamente. Ayer escuché la noticia de una mujer que fue abandonada en la calle por su marido, con quien llevaba cinco años casada. Tenía una hija pequeña y el papá se la quería quedar. Él la agredió constantemente hasta que la dejó en un estado deplorable.
Entonces, son todas las mentiras que se viven a diario, todas las noticias que nos cuentan las compañeras, tantos sucesos, tantos homicidios, tantos feminicidios, los que nos marcan día a día. Eso es lo que nos hace llorar, que nos hace enojar y decir —“¿qué vamos a hacer?”—.
Justo ahora, con el proyecto de la ofrenda, imprimir fotos de historias, que son muy duras, causan un gran impacto. La primera vez que estuve en el tendedero, me sentí muy fatigada, muy cansada emocionalmente. Ahora, al ver las fotos y al conocer las historias, te impacta. En lo personal, me impactó demasiado y me hace sentir agotada mentalmente.
En particular, además de todo lo que ya han comentado, todos los casos que se escuchan. Siempre he dicho que, si te pasa algo, puedes quedártelo, pero cuando le pasa a alguien que tú conoces, que amas… Necesitas hacer algo, te unes a la lucha. En particular, crecer en una sociedad como México, o vivir en una determinada clase, si no baja, pero tampoco en la clase alta, te hace darte cuenta de muchas cosas que están mal en el sistema. Si en la casa todo está mal, en el Politécnico todo está peor.
Me uní a la lucha porque comencé a darme cuenta de todo. Además, crecí con una educación como la de los estudiantes del movimiento del 68. A través de las experiencias de mis papás sobre cómo vivían, las injusticias que se viven y que se normalizan. Te hacen llenarte y ser consciente de las cosas negativas que pasan. Cuando llegas a un lugar como este, donde te das cuenta que tú puedes hacer algo para cambiar las cosas, ese vacío se llena con la lucha. Es entonces, cuando dices —“¡Tengo que hacer algo!”— y te unes a la Colectiva, a un grupo estudiantil. Así te mantienes, porque es lo único que te da la fuerza o las ganas de seguir. De otra manera, ¿quién más lo va a hacer?
Alguna vez leí, que cuando te das cuenta de un problema y te involucras para tratar de resolverlo, ya no puedes darle vuelta atrás. Ya no puedes pasar de largo y taparte los ojos, ¿sabes? Entonces, eso también es lo que te sigue manteniendo en el movimiento.
E: Ya que nos hablaron del movimiento del 68 a colación. ¿Qué otras luchas históricas les han impactado?
AE: Las luchas de Las muertas de Juárez, los 43 de Ayotzinapa, el Halconazo y el movimiento zapatista.
E: ¿Cuál es su lectura sobre la justicia en México?
AE: Tratamos de armarnos de argumentos o de un criterio propio de la justicia a partir de nuestra experiencia con la injusticia. Hay muy pocos casos de justicia. Todas las dimensiones de la realidad están trastocadas por relaciones de poder y jerarquías. En ese sentido, intentamos formar una idea propia de la justicia con base en pequeñas lecturas, en casos de feminicidios y las experiencias que hemos tenido con los paros. Lo que consideramos que nos merecemos todos como comunidad estudiantil. Y entonces, preguntarnos ¿por qué tanta negligencia?, ¿por qué tanta carencia de recursos? …No sé si mis compañeras están de acuerdo, pero eso es lo que intentamos, pensar en la justicia a partir de las preguntas: ¿qué nos merecemos?, ¿por qué estamos luchando? y ¿por qué seguimos de pie?
Para mí la justicia es inexistente en este sistema. Lo hemos visto a través de los casos que hay en cada escuela. Ya lo he mencionado, hay casos de personas que tienen muchas denuncias y continúan impartiendo clases como si nada, con cierta actitud prepotente. Nunca se hace nada, ni con estudiantes, ni con profesores. Las estadísticas lo reflejan, las de este año las desconozco, pero aproximadamente ocho de cada diez denuncias que se realizan, no reciben justicia, no proceden, victimizan a las afectadas.
Generalmente las denuncias que proceden responden a casos mediáticos o de gente importante, que es como de un nivel socioeconómico alto. En comparación con los casos que no se hicieron visibles.
En la mañana me preguntaban unas chicas: ¿por qué el caso de la ESCA fue tan sonado?, ¿por qué inmediatamente en la madrugada detuvieron al chico?, ¿por qué a ellas les hicieron caso?… Yo les respondí que tenemos un gran desequilibrio en la justicia en México, no sólo al interior del Politécnico. Tenemos otro caso en el ENCB donde las chicas fueron denunciadas por sus propios agresores y a ellas fueron a las que expulsaron. Entonces, tenemos casos de injusticia muy graves. Y de justicia donde sí se hizo bien, pero con la gran diferencia de que el caso fue mediático, asistieron personalidades como Olimpia y Alicia, en otros no se llegó a los medios.
Difícilmente recibes respuesta, sí no haces mediáticos los casos. De otra manera, no se hace justicia. Ese es el problema que tenemos dentro y fuera del Politécnico. Sin embargo, deberían de atenderse todos los casos por igual.
E: Además de la injusticia, ¿cuál es el problema más grande que ven en México? y ¿cuál sería su lectura de ese problema en el país?
AE: Creemos que hay problemas en diferentes niveles. Desde problemas económicos, problemas de poder, problemas de dinero. Especialmente hay un problema grave de concentración de la riqueza.
Yo creo que ese sería el mayor problema. El hambre de poder que tienen los políticos y los ricos. Siempre quieren más para ellos. Por eso, se forma un desequilibrio en la sociedad muy amplio, porque si no hay dinero, empiezan a ver rateros o gente que se dedica a delinquir. Creo que esta estructura viene desde arriba, desde los dirigentes del país. Quizás si no fueran tan avariciosos en ese sentido, podrían resolver los problemas que existen: económicos, de justicia, de asesinatos, de educación y de salud. Por ejemplo, sobre el tema de la salud, se realizan recortes al presupuesto, y se deja sin recursos a las unidades médicas para atender a los pacientes. Lo cual es injusto.
Hay un problema en la educación. Tenemos una educación carente, que engaña, que disfraza la historia, que prioriza aspectos como las calificaciones —basadas en un examen que no refleja lo que los alumnos están aprendiendo verdaderamente—. Ahí crece el problema.
Además, hay desigualdad de oportunidades. Porque estudiar durante siete años no aseguran un buen trabajo, un buen sueldo, debido a que los Doctores en México son mal pagados, no solo por el sistema, sino también por las personas. Incluso, los mismos pacientes son los que desacreditan nuestro trabajo, son los que minimizan el valor de las consultas. Es una situación muy triste, la carencia de oportunidades. Como futuros médicos tenemos muy pocas oportunidades de encontrar un buen trabajo con un sueldo digno que reconozca todo el esfuerzo que implica la pérdida de salud mental por estudiar medicina. Porque, vamos, los acosadores no solo están en las instituciones educativas, también en los hospitales. Es muy común que un doctor casado con hijos, de una edad ya avanzada, sea el que te acose, el que te ponga una menor calificación, simplemente porque no accediste a lo que él quería. Eso también es un problema.
Son muchísimos elementos, así que es difícil decidir cuál es el más importante. Además, todos van de la mano. Hay tantos problemas a tratar. Tenemos un sistema bastante deficiente y decadente.
E: Ya han hablado un poco acerca de ese tema, pero me gustaría que nos hablaran más a detalle, ¿qué opinan sobre la educación en México?
AE: ¡Está muy mal! Quizás mis compañeras estén de acuerdo conmigo, pero el sistema educativo es deficiente. No todas las personas tienen acceso a la educación y los que tienen acceso es en condiciones desiguales por las diferencias entre clases sociales. La educación se supone que debería ser laica y gratuita, pero en muchos casos no es de esa manera. Para poder estudiar necesitas tener ciertos privilegios para salir de tu casa seguro, llegar a la escuela o no tener la necesidad de trabajar. Es por ello, que el acceso a la educación es un privilegio. Además, la escuela tiene muchas fallas, que no te permiten tener una educación adecuada.
Considero que la educación está mal dirigida. Desde pequeños nos enseñan a partir de un plan de estudios universal, donde si no eres bueno en materias como matemáticas y física, quiere decir que eres malo para la escuela, que no sirves. En comparación con otros países del primer mundo, en donde los planes de estudio se modifican de acuerdo a las necesidades de cada estudiante. Ahí está la gran brecha entre la educación de primer mundo y la del tercer mundo.
Desgraciadamente, hablando de esta escuela, es común enfrentarse a los dogmas en las clases. Por ejemplo, las clases de los Doctores son las exposiciones que los estudiantes realizamos, si el Doctor es bueno, nos da retroalimentación. Si no, tus compañeros pudieron haber dicho una cosa errónea, pudieron haber dicho cualquier cosa y así se queda la información. Porque los Doctores no brindan la atención, ni siquiera porque les están pagando. Somos médicos en formación y por más que nos sentemos a leer no lo sabemos todo. Puede suceder que en los libros haya información que no se adecue a nuestro país. En México tenemos diferente epidemiología y diferentes tipos de pacientes. Por esta razón, personalmente la institución me decepcionó. El 80% de las clases que he tenido a lo largo de estos ocho semestres han sido terribles.
E: ¿Qué opinan sobre la democracia en México?
AE: La misma respuesta, la democracia es sólo para las personas con poder político y económico. Todas las demás personas somos como borreguitos que quieren ser escuchados. Los grandes poderes no van a velar por los intereses del pueblo, que somos la mayoría.
En este momento, la democracia en la escuela se ha relegado, con los Doctores ofreciendo puntos extra a todo el mundo para que voten por ellos.
Tenemos un simulacro de democracia. No está mal si se implementara como debería. El problema es que votar parece más una simulación. Un ejercicio de ver quién tiene más votos. Pero no se toman en cuenta las decisiones de la gente.
Desde un nivel muy pequeño, como la escuela, empezamos mal. Hasta un nivel más amplio está mal diseñada, mal ejecutada la democracia. No porque sea un ejercicio que no sirve, sino porque las personas que tienen el poder la manejan a su conveniencia.
E: ¿Qué opinan acerca de los movimientos estudiantiles en México?, ¿Consideran que son vigentes?
AE: Sí. Son muy necesarios en todos lados los diversos tipos de movimientos. Ya tenemos varios antecedentes de luchas que siguen que tuvieron que suceder para buscar una solución. Lo negativo de las luchas es que, si hablas y dices todo, al final te intentan silenciar o censurar. Sé que todavía hay muchos movimientos y es muy importante que continúen.
Los temas que hemos hablado los tenemos muy presentes, porque nos ha tocado enfrentar diversas situaciones en la escuela. En ese sentido, considero que en todos lados se necesitan movimientos. El problema es llegar a las instancias correspondientes porque no te dan la seguridad si te van a hacer caso o solamente te van a censurar.
E: En medicina nos hemos enterado de situaciones muy turbias. Tan sólo por tener esa información ya peligra más tu propia seguridad. Llega un punto donde es tanto el acoso en en estos movimientos, que la gente ya no se quiere involucrar. Creo que es una de las razones de que los movimientos duren poco en estos tiempos. No obstante, son necesarios, hasta que las escuelas estén en un buen estado, hasta que se les dé respuesta a los alumnos y hasta que la educación sea de calidad. Seguramente los movimientos seguirán siendo necesarios durante mucho tiempo, mientras la comunidad se dé cuenta que hay problemas en este sistema.
E: Para ir finalizando, ¿cómo ha impactado su militancia en su vida cotidiana?, ¿hubo algún cambio?
AE: ¡Vaya! Sí, ha impactado mucho. Nunca vuelves a ser la misma persona de antes. Suena muy dramático, pero yo era diferente, antes de entrar en los movimientos, no hablaba, no levantaba la voz. Incluso hablaba llorando. Era una persona con mucha ansiedad. Después de los movimientos pues empiezas a levantar la voz y ya no dejarte.
Al mismo tiempo, entre tus amistades, tu entorno y tu familia, empiezas a identificar actitudes que no son correctas. Te das cuenta de que hay problemas, que no están bien las cosas como se están llevando a cabo. Te vuelves consciente dentro del activismo, pero también fuera de la militancia. Porque lo político es personal. Al final de cuentas.
Como dice mi compañera, tu vida cambia. Observamos la realidad con otros ojos. Quizás antes te podías dar cuenta de los problemas, pero no te involucrabas. Ahora te preguntas: ¿qué puedo hacer? o ¿qué no debo hacer?
En lo personal, tuve un poco de miedo, porque tengo el pelo pintado y pensé que lo tenía que cambiar o me tengo que tapar la cabeza para que no me identifiquen. Te afecta mucho. Todo lo ves con esos ojos nuevos. Estar en una lucha te hace estar más alerta de lo que, quizás, ya estabas y con miedo. Tienes que estar al pendiente de que te pueden hacer.
A mí, me ha ayudado muchísimo a cuestionarme, cuestionar ciertas actitudes que me parecían normales. Comentarios que decía y que para mí eran normales. Pero, formar parte de esta lucha, me ha llevado a cuestionarme, tanto a mí como a mis relaciones personales. En todo momento, no permitir actitudes que no debería estar aceptando simplemente por el contexto en el que una persona crece.
Considero que el nuevo pensamiento que uno va adquiriendo impacta también en los círculos sociales, la familia y las personas que te rodean. Te lleva a intentar identificar las conductas misóginas, las conductas racistas, las conductas anti-éticas, que van en contra de una salud mental individual y colectiva. Te esfuerzas por cambiar desde adentro y buscar transformar la ideología de las personas. Porque, lamentablemente, la ideología de las personas no cambia de la noche a la mañana. Se cambia a través de un largo proceso, con educación, con conocimiento y con tiempo. El activismo nos ayuda a abrir nuestra mente, abrir nuevos caminos y cambiar de perspectiva.
Pienso que la militancia te abre oportunidades en muchos sentidos; a relacionarte con personas que nunca pensaste conocer, que son de otros semestres o con asociaciones externas. También te motiva a tratar de abrirle los ojos a tu familia, sobre lo que está mal en la sociedad o dentro de la escuela. Tal vez, no decir —“¡Oye, estás mal!”—, pero sí decir —“¿podrías cambiar?, porque no está bien lo que estás haciendo…”—. Hay que elegir las palabras correctas para expresarse.
No pretendo romantizar el activismo, ni la militancia, pero ayuda de muchas maneras. Y te abre los ojos a nuevos horizontes. Te da oportunidades, aunque también te las quita, de cierta manera, dentro de la escuela, no debería de ser así, pero pasa. Además, empiezas a mezclar tu vida con lo político. Llegas para tener en tu celular más trabajo que cosas personales; en tus redes sociales, cientos de cosas del activismo.
Entonces, la militancia más que causarme algún problema, me ha dado mucha satisfacción. Aunque hay malos momentos, como en todo, pero siempre hay una satisfacción en hacer las cosas. Con solo haber ayudado a resolver un caso. Ver que la víctima está bien, te alegra mucho el corazón y es muy sincero. Quizás haya casos impunes, pero en los que hay justicia, te da la esperanza de que puede haber más.
E: Esta es la última pregunta, ¿cómo se imaginan que sería el futuro ideal?, ¿qué proponen como Colectiva?
AE: Que la Colectiva llegue a ser un espacio seguro para todas las mujeres. Sea más visible y no quede en la sombra para poder ayudar. Que entre todas nos ayudemos y nos organicemos. Que el espacio siga creciendo para las siguientes generaciones. Y no se apague.
Que sea un proyecto que crezca. Porque es muy fácil ser activista en marzo, pero también hay que sobrevivir y resistir todo el año. Creo que la Colectiva continuará muchos años más. Más allá de nosotras. Que haya más generaciones que se interesen y quieran seguir con este proyecto. Que quieran ayudar a sus compañeras y se acompañen. Tal vez, en un futuro, ya no sea necesaria la militancia, pero en algún momento que la tengan que hacer, sea entre todas. Llegamos a la conclusión que siempre tenemos: ¡existimos porque resistimos! Todo el año.
E: Este es el bonus, ¿Les gustaría compartir alguna reflexión? Algo que quisieran haber dicho y no se mencionó durante la entrevista.
AE: Sí, que nunca nos quedemos calladas y no dejemos las cosas como están. Que estamos para ayudarnos entre todas y no para ponernos en pie.
Ya sea en un movimiento feminista o no, pero que siempre se levante la voz, no se omitan los problemas. No hay por qué quedarse callados. No es correcto estar en silencio y arrodillado esperando a que alguien más te dé una respuesta o que alguien lo solucione, porque también lo podemos hacer nosotras.
Dentro del feminismo, les recordamos a todas que la sororidad no solo es el 8M, es todo el año. Se tiene que hacer un trabajo constante sobre ti misma, el conocerte, de construirte y cuestionar ciertas actitudes para que todo el año puedas ser sorora con las mujeres. No solo es asistir a marchar y verse bonita en el 8M. Hay muchísimo trabajo que hacer.
Desgraciadamente, lo hemos visto, hay trabajo, denuncias, y casos de chicas que necesitan ayuda. Nosotras somos seis, no podemos hacer todo, no podemos ayudarlas, tenemos muy pocos recursos. A esta situación, se agrega que la respuesta de la comunidad ha sido apática. No hemos logrado juntar los recursos que nos gustarían para ayudar a las mujeres. Por eso, invitamos a las mujeres a que se unan y participen, no sólo en la colectiva, sino también a construirse poco a poco como sociedad.
¡Hay que ser revolucionarias de la historia!
E: Muchas gracias por compartir sus opiniones y experiencias.
Activista Estudiantil entrevistado (AE1) (AE2)
Colectivo Mictotzan
Universidad Autónoma de la Ciudad de México
Entrevistador (E)
E: Buenas noches. Te agradezco que hayas aceptado nuestra invitación para compartirnos tu experiencia. Edmundo forma parte del “Colectivo Mictotzan”. Cuéntanos ¿por qué te involucraste en el colectivo?
AE: El Colectivo tiene algunos años que se formó en la UACM, antes de la pandemia. No militaba ahí, pero los conocía. Me gustaban ciertas actividades permanentes que hacían dentro de la escuela como trueque y presentaciones de libros; realizaban talleres de stencil, de malabares, entre otros. Empecé a participar en actividades como el ajedrez e intercambios de libros. Aunque no militaba. Posteriormente, cuando regresamos a clases presenciales, quitaron el mueble donde guardaban los libros (que estaba en el espacio del Colectivo) y servía como cafetería. Entonces, los militantes del colectivo que quedaban decidieron retomar esa actividad y les pidieron a los administrativos el mueble.
Después de la pandemia, cuando regresamos bajo nuevas condiciones, me siguieron interesando las actividades que realizaban. En ese momento, vendía en la escuela películas de cine de arte y libros. Sin embargo, al retornar a la presencialidad, se prohibió la venta al interior de la escuela. Esa fue una de las razones por la que empezamos a involucrarnos en el activismo quienes comerciamos en la escuela. Algunos están más involucrados en los movimientos sociales y el activismo. Nos juntamos y dijimos —“vamos a retomar el Mictotzan para generar ingresos”—. Así fue como me integré al colectivo, donde además ingresaron nuevas generaciones.
Para nosotros no ha sido fácil porque noto que las nuevas generaciones son reaccionarias. Les molesta que vendamos en la escuela, dicen que parece tianguis. Sin embargo, no se dan cuenta lo que está detrás; que lo hacemos para generar ingresos, que hay precariedad laboral y todas las consecuencias que dejó la pandemia. Durante el tiempo que estuve en la UACM estudiando la licenciatura, varias veces intenté meter la beca y nunca me la dieron. Tampoco cuando realicé el servicio social. Además, mi casa sufrió daños graves tras el sismo y no teníamos casa. Por esa razón, anduvimos de un lado a otro. Por eso, no entiendo por qué los comentarios reaccionarios en redes sociales de las generaciones recientes.
E: Bueno. ¿Qué significa Mictotzan? Cuéntanos, ¿a qué se debe el nombre?, ¿qué hacen dentro del Colectivo? y ¿cuál es su objetivo esencial?
AE: Aún no era parte del Colectivo cuando se formó. Por lo que, no conozco la razón de que lo llamaran Mictotzan. Me parece que tiene una referencia al tianguis. Me gusta el nombre. Para nosotros tiene ese sentido, en la medida que nos dedicamos a vender, es una idea a la que nos aferramos. Además, tiene el propósito de formar comunidad. La mayoría estamos involucrados en los movimientos sociales. No se trata simplemente de vender, sino además organizar talleres, proyecciones de cine, círculos de estudio, generar múltiples actividades al margen de la institución. Tratamos de no pedirle nada a la Universidad. Sin embargo, hemos tenido muchos problemas; hemos sido objeto de acoso de la policía. Una ocasión que nos encontrábamos vendiendo, nos rodearon y nos dijeron que no podíamos hacerlo. Después llegaron los administrativos y, de igual manera, nos dijeron que no podíamos porque el nuevo reglamento prohibía vender.
Empezamos a organizar talleres y a partir de ahí ya no nos dijeron nada. Las propias autoridades nos dijeron que, si realizábamos talleres, no había problema. Pero ha sido difícil porque los hemos organizado con nuestros propios recursos. Pero queremos mantenerlos de esta manera, porque creemos que somos estudiantes, que tenemos autonomía y no necesitamos que nos den las cosas. Podemos organizarnos nosotros mismos, sin que algún superior nos indique qué hacer. Nos sentimos capaces de generar nuestras ideas y nuestros proyectos.
En ese sentido, las actividades del Colectivo nos han costado mucho. Por ejemplo, la última vez que proyectamos una película, todos pusimos algo: la extensión, el proyector y algunos trajeron mantas. Tuvimos dificultades para tapar el espacio. Nos faltó un cable y pensamos en pedirlo a la administración, pero lo pudimos solucionar porque el proyector tenía conexión inalámbrica y lo pudimos conectar a la bocina. Pero ya estábamos a punto de acudir a la administración y pedirles apoyo. Aunque no es nuestra intención, queremos seguir realizando nuestras actividades al margen de los administrativos.
Lo mismo sucede cuando hay marchas o fechas conmemorativas, que consideramos importantes, por ejemplo, el 2 de octubre o Ayotzinapa. Mis compañeros y yo, impulsamos actividades relacionadas a esas fechas. Por ejemplo, para conmemorar la tragedia de Ayotzinapa, organizamos una rodada. Convocamos por medio de carteles y de forma personal a los estudiantes. Salimos de la UACM y acompañamos a los padres y madres de los 43. Ese tipo de actividades son las que organizamos.
E: ¿Qué buscan a través de estas actividades? ¿Buscan construir un espacio recreativo para los estudiantes?, ¿buscan crear espacios para generar conciencia a través de diferentes herramientas? Ya mencionaste las actividades que realizan en relación al cine o los círculos de lectura. Pero, cuéntanos, ¿cuál es la finalidad del Colectivo?, ¿qué buscan a través de estas maneras de organizarse?
AE: Tratamos de formar un espacio recreativo donde los estudiantes puedan acercarse, se involucren y podamos aprender entre todos. Si alguien tiene alguna habilidad en específico o sabe de algún tema, organizamos los talleres para los estudiantes. Y viceversa, invitamos a la comunidad estudiantil a que, si ellos tienen alguna habilidad, también puedan impartir talleres. Además, tiene un sentido político, buscamos politizar a la comunidad estudiantil, porque hay problemas dentro de la institución. Por ejemplo, la seguridad de los estudiantes es un problema para la comunidad de la UACM-Tezonco porque han asaltado y han matado a estudiantes en el transporte público. Por eso, hemos exigido que tengamos un servicio que nos garantice la seguridad de llegar a nuestras casas.
En ese sentido, el espacio que formamos es para organizar a la comunidad estudiantil. La semana pasada convocamos una asamblea estudiantil en el Mictotzan. Porque asaltaron a un compañero en el transporte. Entonces, nos encargamos de ir a los salones para invitar a nuestros compañeros a la asamblea, que se realizó en el espacio que estamos generando. Fue ahí donde discutimos las opiniones y decidimos hacer una marcha.
Es decir, impulsamos ambos propósitos, tanto la parte recreativa como buscar politizar a la comunidad estudiantil. Aunque no tenemos una ideología definida. Estamos más cercanos al anarquismo que al marxismo. Han existido otros colectivos en la UACM, que tienen una tendencia marxista y su intención es formar cuadros. Son organizaciones más definidas, con objetivos específicos. En cambio, nosotros no tenemos el mismo pensamiento, pero tenemos una afinidad con el anarquismo.
E: Has mencionado que se suelen tomar las decisiones por medio de asambleas, ¿cuándo se reúnen?, ¿cómo se organizan?, ¿tienen liderazgos al interior del Colectivo?, ¿la organización es horizontal o vertical? Hablanos sobre la organización interna del Colectivo.
AE: ¡Ah! No hay una fecha definida para realizar las asambleas, depende de las problemáticas que surjan. Por ejemplo, los asaltos, las fechas conmemorativas y los cambios que realice el Consejo Universitario con los que no estemos de acuerdo y nos afecten. En esos casos organizamos asambleas, ya que requieren que se discutan. No tenemos asambleas de manera periódica o programada.
La organización del Colectivo es horizontal, no tenemos un líder. Aunque hay compañeros que tienen un mayor protagonismo, pero no los consideramos líderes, quizás porque tienen más tiempo. Sin embargo, la forma de organizarnos es horizontal y es rotativa. Cuando realizamos estas actividades, nos organizamos y decidimos cómo dividirnos el trabajo, por ejemplo, de salonear, barrer y acomodar las cosas. Cuando hicimos el huerto, todos hicimos alguna tarea como rascar o ir por la tierra. Entre todos nos organizamos para que sea menos trabajo. No tenemos una estructura vertical, no hay alguien que delegue responsabilidades. Todos aportamos de acuerdo a nuestros tiempos.
E: ¿Tienen un espacio especial para ustedes, para tener su material o llevar a cabo sus reuniones?
AE: Tenemos pensado tomar un espacio. El Mictotzan se ubica abajo de las escaleras que están entre dos edificios de la escuela. No hay nada ahí, no es un salón o un cubículo. Sino que estamos a la intemperie. En ese lugar realizamos nuestras actividades. Para llevar a cabo las proyecciones de cine, colocamos una estructura con mantas para formar una casa. Los compañeros en las redes dicen que se ve horrendo, que ya parece un “okupa”. Pero no nos quedamos a dormir ahí, solo se guardan cosas como pinturas y herramientas de bicicleta. Se desarrolla todo a la intemperie. En ese espacio nos reunimos.
E: ¿Han tenido temas que causan diferencias o conflictos al interior del Colectivo? Si los han tenido, ¿cuáles han sido esos temas que hayan causado contradicción?
AE: Hasta ahora no, quizás por el poco tiempo que llevamos, prácticamente un semestre. Solo hemos tenido algunas discrepancias o molestias respecto a la manera de hacer las tareas. Por ejemplo, si alguno de nosotros se comprometió a llegar a cierta hora y llegó más tarde. Entonces decimos —“¡Híjole!, ¿por qué no llegaste?”—. Es así, cuando hay un poco de tensión. Pero hasta cierto punto es normal, pasa en todos lados, no somos la excepción. Hasta ahora no ha habido un conflicto que nos divida, o sea más grave.
E: Sabes que hoy en día estamos estrechamente vinculados con el mundo digital. En ese sentido, ¿las redes sociales juegan un papel importante dentro de su Colectivo? Si las utilizan, ¿de qué forma lo hacen?, ¿crees que tiene ventajas o desventajas? Comentanos tu opinión al respecto.
AE: Considero que tiene sus pros y contras. Por ejemplo, el Colectivo tiene una página en Facebook. Pero tiene la desventaja de que solo lo administra uno de nosotros, entonces ha pasado que publica contenido que causa controversia entre los estudiantes de la UACM y empiezan a generar comentarios muy reaccionarios. Ese es el problema que noto, tenemos pendiente tratar el tema de manera interna. Parece que el compañero es el vocero, porque constantemente está publicando, pero genera que haya comentarios negativos en las publicaciones.
En mi caso, intento tener un bajo perfil en las redes sociales, no porque no quisiera que me identifiquen como parte del colectivo. Por ejemplo, recientemente que se volvió viral el tema de las chinches, vi comentarios en las redes que decían: “los del Mictotzan trajeron las chinches”. Son comentarios muy fuertes, clasistas, despectivos y reaccionarios. Ese tipo de cosas son las que no nos favorecen en las redes sociales. De forma presencial, en nuestro espacio, nadie nos ha reclamado nada, incluso ha habido compañeros —cuando realizamos el huerto— que se han acercado y nos han ofrecido su ayuda, nos han dicho comentarios positivos como —“¡Está bien padre lo que hacen!”—. Pero en las redes sociales veo que no ha funcionado.
Las redes sociales me parecen importantes para convocar, porque te da un mayor alcance, llega a más personas la información. No estamos en contra de las redes. Pero creo que pueden generar muchas controversias. Incluso nos hemos dado cuenta que facilitan el uso de cuentas falsas, creemos que hay administrativos que se disfrazan de estudiantes y ponen comentarios negativos. Así ha sucedido con otros colectivos en el pasado, el uso de cuentas fakes, que lanzan comentarios muy agresivos, con perfiles que no tienen fotos o mayor información en sus cuentas. Puede ser la rectora, o su personal de confianza, aunque no nos quiere. Eso nos hace pensar que son perfiles falsos, a través de los cuales las autoridades pueden intervenir. Sabemos que las redes sociales tienen sus ventajas y desventajas. Nos ha funcionado más como hacer todo en vivo, de forma presencial.
E: Ahora que mencionaste el tema, ¿por qué dices que no los quiere la rectora?
AE: El primer enfrentamiento, fue cuando nos pusimos a vender, nos echaron a los policías. Esa es una ofensa que no perdonamos, porque nos acosaron, nos rodearon, llegaron administrativos y nos dijeron que no podíamos hacer eso. Decidimos hablar con la coordinación. Tuvimos un debate con ellos y les explicamos con argumentos por qué podíamos hacer uso de las instalaciones.
El segundo enfrentamiento con las autoridades fue porque pedimos que abrieran una puerta que da hacia la avenida, que otros semestres permanecía así. Los estudiantes pueden transitar por ahí y se ahorran el pasaje del camión para bajar a la Avenida Tláhuac. Pero a la vez es un sendero seguro porque ya no rodeas la escuela. Una vez, rodeando la escuela me asaltaron, porque estaba muy solo. Por eso, acudimos a la coordinación para pedir que abran la puerta porque nos beneficia y da seguridad. Pero nunca nos hicieron caso. Nos decían que recabáramos firmas o que lo harían hasta que remodelaran ese paso. Esperamos mucho tiempo, hasta que se volvió algo insostenible para los compañeros que tienen que tomar el transporte. No abrieron la puerta. Nosotros la abrimos a la fuerza con la cizalla.
Un día se convocó a la comunidad estudiantil para que nos ayudaran a abrir la puerta. Ya que la habíamos abierto, llegaron las autoridades. Desde ese momento así quedó para que los estudiantes puedan pasar por ahí. Cuando realizamos las asambleas se expuso el tema de la seguridad, y que nunca se han preocupado por nosotros las autoridades. Buscamos que haya vigilancia, que la puerta quede más tiempo abierta. Todo esto se le dijo en la asamblea, pero nunca se ha acercado la rectora. Asistió a la marcha y un compañero la encaró y le reclamó porque nos había dicho que si abríamos la puerta, nos iba a mandar al matadero. El compañero le dijo —“¿cómo te atreves a decir eso?, si hay una fuerte inseguridad, y no hiciste nada”—. Ese comentario se tomó personal. A partir de ahí estamos en la mira. Hay tensión con las autoridades.
Además, compañeros del Mictotzan tomaron una máquina que vendía boletos del comedor. La máquina se tragaba las monedas, era difícil que los que los estudiantes pudieran sacar su boleto. Se tragaba las monedas y se hacía una fila inmensa. Ese día no estuve presente en la acción, pero los compañeros se llevaron la máquina y pidieron que se devolviera el mueble. Al final, no nos devolvieron nada y tuvimos que regresar la máquina, pero se logró que esa máquina se quitara. Fue lo mejor, ya no se hace la fila y no se traga las monedas, el trato es con la persona que nos vende el boleto, que es muy amable. Es algo positivo lo que obtuvimos. Pero hay una tensión constante entre rectoría, la administración y nosotros. Parece que somos el patito feo. Todo lo que hacen ellos lo echamos a perder. Por así decirlo.
E: Esta experiencia es interesante. Hace un rato platiqué con un compañero del plantel de la Colonia del Valle. Él me decía —“fíjate que en UACM-Tezonco tuvieron problemas con la máquina y lograron quitarla”—. Pero me comentó, que los del valle están felices con la máquina del comedor. A pesar de que son parte de la UACM, cada plantel tiene sus propias problemáticas y las enfrenta a su manera.
Me llama la atención la cuestión del huerto, para ustedes ¿cuál es la importancia de tener un huerto?
AE: ¡Oh!, gracias. Considero que es algo muy bueno. En lo personal me atrae la siembra. Empecé a hacerlo a partir de la pandemia, en casa con ayuda de mi papá. Por lo que, he generado redes con otras personas que se dedican a la siembra. Veo que ha sido necesario recuperar el huerto, las milpas. En la pandemia fue difícil acceder a los alimentos. No cerraron los centros comerciales. Pero pusieron restricciones a los tianguis o los mercados. En ese sentido, nos animamos a hacer un huerto. Ya tenían uno anteriormente, era pequeño con algunas acelgas y plantitas. Entonces, retomamos esa actividad, pero lo quisimos hacer más grande. Quisimos que fuera medicinal y tuviera plantas de polinizadores. Nos ubicamos cerca del mercado de San Luis, entonces, he llevado plantas del mercado. Otra chica que se animó a participar ha llevado plantas de Cuemanco. Poco a poco hemos ampliado el huerto. Es algo bonito. En temporada de lluvias, lo aprovechamos. Hasta ahora se han mantenido las plantas. Un amigo propuso que hiciéramos el huerto en cajas, tenía miedo de que, si las poníamos en la tierra, llegaran los administrativos y de repente ya no hubiera huerto. Pero hasta ahora ahí siguen.
Me parece que es algo importante, porque las plantas son medicinales, tienen muchas propiedades. Si algún día alguien se enferma, tenemos remedios que pueden ser de ayuda o las plantas también son de autoconsumo como las acelgas. En el futuro, quiero retomar un proyecto que se llamaba la UACM-milpa. En el plantel de Tezonco, hay una especie de terreno amplio, donde profesores y estudiantes sembraban maíz, funcionaba bien. Pero tras la pandemia ese proyecto se dejó. Les comenté a los compañeros que lo retomáramos, pero sin el sentido institucional. Ya será el siguiente semestre, porque el ciclo de la siembra ya se terminó.
E: Bien, ¿qué emociones te genera formar parte del colectivo?
AE: Se siente bien porque no solemos trabajar en colectivo. Estamos acostumbrados al individualismo capitalista. Hay comunidades indígenas que, por ejemplo, viven de manera colectiva, tienen sus asambleas, su forma de vida es así por usos y costumbres. Pero la mayoría somos prácticamente citadinos, no tenemos estas prácticas. Por eso, al intentar formar un colectivo, me siento bien. Puedes hacer cosas más grandes. Te das cuenta del valor y el trabajo de cada uno. Cuando sale bien una acción, se siente bonito, se siente satisfacción.
Por otra parte, es complicado y no todos pensamos igual. Hay ocasiones que no coincido con mis compañeros, cuando realizan cierto tipo de acciones. Por ejemplo, la toma de la máquina, para mí no tuvo sentido. Ellos la querían destruir. Puedo entender el movimiento ludista —cuando los trabajadores destruyeron las máquinas— porque les quitaron el trabajo. En la actualidad no le veo sentido recurrir a esa práctica. Mis compañeros se dieron cuenta que no estaba de acuerdo y desistieron. De lo contrario, íbamos a generar muchas reacciones en contra de nosotros. Por eso, la organización colectiva implica lidiar con diferentes opiniones. Otro aspecto negativo de los colectivos es que, a veces, alguien quiere imponer su opinión, quizás inconscientemente. Y se pierde la individualidad.
También me gusta trabajar de manera individual, porque evitas esas pequeñas dictaduras. Hay personas que tienen protagonismo o buscan imponer sus ideas y pareciera que todos los tenemos que seguir. Hay que tener cuidado con eso. Para afrontar ese tipo de situaciones, propongo que tengamos círculos de estudio, de discusión y debate. Hay que intercambiar ideas porque eso impedirá que alguien busque imponerse. Lo mejor es que siempre fluya el debate sin enojarnos y no quedarnos con una sola opinión, sino generar más.
E: ¿Alguna vez has sentido temor por ser parte del Colectivo?
AE: No me gusta ser visible. Trato de evitar el protagonismo. Quizás me daría miedo si tuviera algún liderazgo, porque te ubican más las autoridades o estás en la mirada de todos. Me daría cierta ansiedad, pero nada más. Prefiero pasar desapercibido; aportar mi grano de arena y desaparecer.
E: ¿Qué ha sido lo más satisfactorio para ti en estos momentos? Por tu participación en el colectivo.
AE: Lo que más me ha gustado hasta ahora, han sido el huerto y el cine. Una ocasión les propuse que sembráramos un azadón, pero les daba miedo, cuando empecé a rascar se animaron todos. A partir de ahí, hicimos más grande el huerto. Ha sucedido que, a pesar de que no vaya al plantel, mis compañeros riegan las plantas y se nota el cuidado que les dan porque han crecido. Vamos adquiriendo consciencia de que las plantas requieren cuidados y riego constante. Cuando percibes que el otro ha aprendido lo que haces, se siente bien porque observas que la acción se replica en otros lugares. En ese tipo de acciones hay una satisfacción.
Lo mismo pasa con las proyecciones de cine. A mí me gusta mucho, pero hacerlo de forma colectiva es distinto. Lograr hacerlo por medios propios fue desgastante, pero después de un primer ensayo, aprendimos. Cuando proyectamos la película, se acercaron los estudiantes. Fue una gran satisfacción. Es una actividad que va a ser periódica. Se siente felicidad llevar el cine ahí a donde tú quieras.
E: ¿Su Colectivo ha logrado vincularse con otros colectivos al interior de la universidad, con otras organizaciones u otras universidades?
AE: Tratamos de hacer vínculos con los pueblos aledaños. Uno de mis compañeros en especial ha desarrollado el vínculo con las organizaciones de los pueblos de Xochimilco. Yo no he podido formar ese vínculo por falta de tiempo, aunque conozco a los compañeros. Hace poco hubo una asamblea por el tema nacional del Agua en el pueblo de San Gregorio Atlapulco y organizamos una rodada que salió de la UACM. Invitamos a la comunidad estudiantil de la UACM, para que se animara a rodar hacia el Foro que hubo sobre el agua en San Gregorio.
Fue en el marco de la represión en San Gregorio. Hace un año aproximadamente. Los compañeros del Mictotzan acudieron junto con otros estudiantes de la UACM. Apoyamos después de la represión, viendo qué se podía hacer. De alguna manera, hay un vínculo o ese es el propósito. No sólo quedarnos en las escuelas, tiene que haber una conexión con el pueblo. Queremos involucrarnos con su lucha porque nos afecta, somos de la región. No podemos quedarnos únicamente en la escuela. Lo que hacemos en la escuela es un ensayo, para después salir a las calles y hacer actividades con la gente.
E: ¿Han tenido dentro de la Colectiva procesos de reflexión sobre su propia práctica política? Es decir, en algún momento se han reunido periódicamente para hablar de los aciertos y de los errores de la colectiva.
Sí, los hemos tenido. Pasamos mucho tiempo juntos. Nos la pasamos conversando en el Mictotzan. Estamos gran parte del tiempo ahí, nos reunimos, comemos juntos y esos temas salen en nuestras pláticas. Decimos —“oye, viste que no funcionó tanto la convocatoria. Hay que mejorar…”—. Pero no son reuniones que planeemos con antelación, son espontáneas. No lo hemos hecho formalmente. Nuestras charlas son de manera cotidiana, porque todo el tiempo estamos viviendo juntos.
E: Al principio nos mencionaste que, aunque hay pluralidad de identidades políticas, dentro del colectivo, comentaste que eres más cercano al anarquismo. En ese sentido, ¿cuáles serían tus referentes?, ¿por qué vertiente del anarquismo te inclinas? Ya sean autores o activistas políticos de otros movimientos sociales. ¿Cuéntanos cómo se nutre tu práctica política?
AE: Somos más cercanos al anarquismo. Nos llama la atención el punk a algunos de nosotros. Es una corriente que surge del anarquismo contracultural en los años setenta y pues tiene vigencia hasta la fecha. Los compañeros, por ejemplo, hacen sus parches, estampan sus playeras, como parte de la filosofía: hazlo tú mismo. Muchos de nosotros andamos en bicicleta y hemos dado talleres sobre mecánica de bicicletas. Yo no sé, pero mis compañeros saben cómo hacerlo. Entonces, en el Mictotzan ayudamos a reparar las bicicletas de quien lo necesite. Nuestro objetivo es que cada uno pueda hacer las cosas.
No tenemos empleos formales, vivimos en la marginalidad. Hay un compañero que se identifica más con el movimiento zapatista. Está más relacionado con el Congreso Nacional Indígena (CNI). El zapatismo no es igual que el anarquismo, pero tienen prácticas en común. Por ejemplo, las comunidades tienen cierta autonomía. Están los caracoles, la escuelita zapatista y tienen autogobierno. Es una comunidad que lleva muchos años resistiendo. Donde el Estado, el Ejército, la policía no entran, esas son prácticas anárquicas. Ellos no se reivindican de esa manera porque son comunidades indígenas que se auto gobiernan y tienen otros principios, que también son cercanos al marxismo y otras ideologías.
En lo personal, me llama la atención el anarquismo porque es una ideología que se conoce poco. Pero me gusta porque no promueve liderazgos. En el caso del marxismo, se forman cuadros, líderes. Los marxistas quieren tomar el poder, quieren llegar al Estado. No quieren destruir el Estado burgués, quieren poner un Estado socialista. Quizás me desvié un poco del tema, pero Rusia es una muestra de las teorías marxistas. Un intento o un fracaso. Pero se efectuaron prácticas que a los anarquistas no les parecieron, campos de concentración, genocidios. Aspectos que consideramos no deberían estar al soñar con una mejor sociedad. No me parece que deba haber una dictadura del proletariado. Queremos que haya comunas, pueblos pequeños, que funcionen con cierta autonomía. Y desde ahí resuelvan sus necesidades.
Me gusta poner el ejemplo de Cherán en Michoacán. Tuve la oportunidad de ir a Cherán, donde ellos decidieron expulsar a los partidos políticos de sus comunidades. Porque se dieron cuenta que estaban coludidos con talamontes, les hacía falta agua y no la tenían porque estaban acabando con sus bosques. Entonces, ellos deciden organizarse, expulsar a los talamontes y cuando ven que las autoridades están coludidas con ellos, deciden expulsar a los partidos políticos. Ahora se autogobiernan, mediante asambleas, mediante usos y costumbres. Lograron tener el captador de agua más grande en América Latina. Redujeron la delincuencia de manera drástica. Al estar en la localidad, caminé por las calles y no sentí temor porque llegara a salir el narco. Te sientes seguro. Ellos mismos se cuidan. Crearon su propio cuerpo de seguridad que llaman “Ronda comunitaria”. Es una utopía, que ellos ya la están viviendo. Estaría bien que eso se replicara. Se está buscando replicar en otras comunidades de Michoacán. No se declaran anarquistas. Pero tienen prácticas anárquicas, el Estado ya no entra, ni siquiera Morena entra. Se impiden las elecciones, se organizan por medio de asambleas. Esos son rasgos del anarquismo.
Desde mi punto de vista, eso es lo que tendríamos que hacer para mejorar las condiciones sociales. Me parece, que con la 4T no estamos peor que con otros gobiernos. Pero está destruyendo la selva, la delincuencia sigue, las injusticias persisten, aunque ya no es tan evidente. Pero el capitalismo no se detiene. Seguimos teniendo carencias básicas. La presencia del ejército está más fuerte que nunca. Que le den poder a los militares da miedo. Por ejemplo, cerca de donde vivo, se construyó un cuartel en un área de conservación ecológica. Nos preguntamos —“¿para qué queremos a los militares aquí?”—. Ya no necesitamos aquí a los militares. Más bien, necesitamos proteger las pocas zonas de humedales que nos quedan. Las áreas verdes que nos quedan, son los pulmones de la CDMX, son importantes para regular la temperatura. Supongo que nos están poniendo los militares aquí, porque todavía hay agua en los pueblos. Entonces, se la quieren llevar a otros lugares y como saben que va a haber descontento, tienen a la Guardia Nacional para reprimir. Por eso, es importante virar hacia la ideología anarquista, ya que históricamente se conoce poco.
Uno de mis referentes es Ricardo Flores Magón. Fue el precursor ideológico de la Revolución Mexicana. Él soñaba una utopía anarquista. No lo leyó a los autores europeos como Kropotkin y otros, cuando era joven. Junto con sus compañeros fueron liberales. Pero poco a poco se introdujeron en el anarquismo. Cuando Madero llega al poder, lo critica, e incluso tuvo discrepancias con Villa. No los estimaban, porque Villa se ponía a las órdenes de Madero. Pero, con el caso de los zapatistas, hubo una conexión, por las demandas de “Tierra y libertad” y las tierras que se lograron expropiar.
E: Me llama la atención lo que comentaste de Cherán. Dime, ¿antes de pertenecer a este Colectivo, habías participado en otros movimientos u organizaciones?, ¿alguien de tu familia?
AE: Tengo un tío que sí ha estado involucrado. No me involucré antes con organizaciones. Pero iba frecuentemente a las marchas, ubicaba los movimientos. A partir del gobierno de Peña Nieto, me empezó a interesar. Pensé que ya era demasiado lo que vivíamos y que debía actuar, informarme y salir a las calles. En ese medio conocí a más gente.
Tengo un tío que es de Xochimilco, conoce a más activistas y está más inmiscuido en la lucha de los pueblos de Xochimilco. Cuando ha habido asambleas o acciones sobre el agua, él ha invitado a comunidades de otros Estados, por ejemplo, ha invitado a la caravana de los Yaquis. A veces platico con mi tío, él es mi referente. Me ha contado de casos de amigos que han desaparecido. Yo conocí a un chavo que le decían “El tío”. Él grabó —cuando fue la toma de gobierno de Peña Nieto— al maestro de teatro que le dieron un balazo de goma y le abrieron la cabeza. Estaba con el maestro y captó todo con su cámara. Desafortunadamente, él captó todo. Tenía el video y lo estuvo difundiendo. Después lo desaparecieron.
Lo conocí por mi tío. Un día me dijo —“te presento al tío”—. Al poco tiempo, desaparecieron. Hasta la fecha se le sigue recordando y se le sigue buscando porque él era muy conocido. Cuando fui a Cherán, ya me llamaban la atención los movimientos sociales y fui por parte de la UACM. Una ocasión planearon una salida a Cherán, y ya había escuchado de su experiencia, pero quería verlo con mis propios ojos. Yo no era parte de ese grupo, pero les pregunté si podía ir y me dijeron que sí. Fue una experiencia muy enriquecedora, quisiera volver a ir.
E: Muy bien. ¿Cuáles serían los valores que guían tu militancia política?
AE: Creo que serían los valores del anarquismo. La ética del anarquismo es el apoyo mutuo. Lo observé en el sismo de 2017 porque, en este tipo de eventos o desastres naturales, las instituciones quedan rebasadas. No pueden hacer todo. Es la población civil la que acude solidariamente a las calles. En el sismo del 17, Xochimilco fue una zona muy afectada, por lo que me tocó ver las calles llenas de gente apoyando. Mi familia y yo fuimos damnificados, pese al tráfico, a que todo estaba cerrado, todo era un caos, nunca nos faltó agua y comida. Nos llegaron muchos víveres. Eso no lo organizó el gobierno, sino fue producto de la participación espontánea de la población. Me gusta una frase que dice: “eso que hace la gente de organizarse sin necesidad del gobierno, se llama anarquismo”. Parece algo muy sencillo. Ojalá la gente fuera consciente de la fuerza que tiene si se organizara. Hay una fuerza tremenda en el pueblo, que es visible en esos momentos. Sin embargo, después se pierde porque la gente tiene que hacer su vida o está inmersa en el trabajo. Lo mismo sucede en las escuelas, rápidamente se tenía que retomar las clases y volver a la normalidad. Entonces, esa fuerza del apoyo mutuo se va mermando. Pero, pienso que, si fuéramos conscientes de lo que podemos lograr, si nos apoyamos, nada nos faltaría realmente, un valor. Ese es un valor del anarquismo, solamente puede funcionar si hay apoyo mutuo.
E: Bien, tu práctica política, ¿cómo ha cambiado tu forma de ver la vida, tu práctica política, más allá del ámbito académico?
AE: Ha sido complicado porque se me dificulta buscar empleos formales. Me resisto a someterme a un horario y un patrón. Desde pequeño he sido comerciante y he vivido en la informalidad. Incluso mis papás pues vivieron así. Entonces, a la hora de buscar trabajo, se me complica. Cuando realicé mi servicio sentía que me estaban explotando y no me estaban pagando.
Asimismo, creo que cuando uno está metido en el activismo, haces vínculos. Te das cuenta de que no eres el único. De repente encuentro compañeros que también siembran, que están haciendo otros proyectos. Y pienso que nos podemos ayudar mutuamente. Ese tipo de vínculos te fortalecen, al igual que a las comunidades. Observas otras prácticas, que ya no son las mismas dinámicas del capitalismo, sino que hay alternativas.
E: Ahora que has pasado a este ámbito más amplio, ¿cuáles crees que son los principales problemas en México?
AE: En términos educativos, creo que hay problemas como la especialización de la educación. Carecemos de una formación integral. Estudié un tiempo en la FES Acatlán de la UNAM. Cuando cursé Filosofía, estudiábamos a los griegos y autores europeos. Cuando entré a la UACM fue distinto, porque primero hay un tronco común. Conoces un poco de historia, hay materias de redacción, para que empieces a escribir mejor. En ese sentido, me pareció mejor el plan de estudios de la UACM, porque es una formación más completa. En general, noto que cada uno está metido en sus carreras. No tenemos un amplio panorama de nuestros problemas cotidianos. Eso explica el que no generemos una conciencia de clase. Por ejemplo, los estudiantes de las carreras de ingeniería son los primeros en oponerse a los paros, porque no conocen el problema que está de fondo de un movimiento social o de una fecha conmemorativa. No tienen conocimientos históricos, se especializan en las ciencias exactas. Pienso que ese es un gran problema. En mi tesis de licenciatura quiero desarrollar una propuesta de pedagogía anarquista que busque unificar el trabajo manual con el trabajo intelectual. Me parece que ambos trabajos están separados y es grave. Quienes se dedican al trabajo manual no pueden estudiar, y viceversa. Si te concentras a estudiar, te vuelves una persona inútil. Creo que debe de haber una unión. Debemos hacer ambas formas de trabajo. Se tendría que replicar en toda la educación.
E: Bien sabes que nos encontramos inmersos en una forma política particular que es la democracia. Para ti, ¿qué es la democracia? Y ¿cómo ves hoy en día a la democracia en el país?
AE: Bueno, como su nombre lo indica, debería ser el ejercicio del poder del pueblo. Sin embargo, para mí, la democracia que se ejerce en el país es una democracia burguesa. Estamos en el capitalismo y la clase dominante es la burguesía. Es la clase que echa a andar todo el aparato de las elecciones. La gente sale a votar, pero en una democracia representativa y burguesa, no en una democracia real. La gente no toma las decisiones. Quienes gobiernan son las élites, al final de cuentas. En mi opinión, con Andrés Manuel hubo un cambio. Pero pienso que es como un títere. Porque la burguesía sigue intacta, siguen siendo dueños de los medios de producción, siguen generando su riqueza, siguen explotando.
Pienso que el actual gobierno ha funcionado como una pausa, para calmar la crisis política del país. El PRI estaba muy quemado. Cada vez había más descontento. De esta manera las élites pactaron para templar los ánimos. La cantidad de marchas que se organizaban cuando estaba el PRI ya era impresionante. Al llegar Andrés Manuel, con los programas sociales ha calmado el descontento.
Reivindico la democracia directa, un claro ejemplo son los pueblos como Cherán. Donde ellos toman sus decisiones democráticamente a través de asambleas; opinan y exponen las problemáticas a resolver y consultan entre todos qué hacer. Hacen asambleas constantemente y todo el pueblo participa. No creo que las votaciones puedan cambiar el país. A lo mejor cambian algo, pero no tienen un impacto mayor.
E: Ya para terminar esta entrevista, ¿cómo sería una universidad y una educación ideal para ti? Y ¿cuál sería esa utopía?
AE: Para mí, una escuela ideal, sería una escuela que estuviera al margen del Estado. Debido a que el Estado —como algunos autores mencionan, por ejemplo, Althusser— impone ciertos contenidos en las escuelas, forman parte de sus aparatos ideológicos. El Estado quiere formar obreros calificados, para hacer que el engranaje funcione. Por ejemplo, cuando cursé filosofía política, nos quedamos con teorías liberales. Similar a lo que hace la 4T, no altera la propiedad privada, pero promueve programas sociales para contener el descontento.
Si el Estado no estuviera, algunos autores piensan que se tendrían que mantener las escuelas con la fuerza de los trabajadores. Ellos tendrían que mantener esas escuelas para sus hijos. Pero, es un ideal utópico porque se necesitaría una organización de trabajadores fuerte como un anarco-sindicato. Se tendrían que expropiar ciertos materiales para que funcionara. La educación tendría que ser integral, unir trabajo manual y trabajo intelectual. Por ejemplo, que los niños lean, siembren, construyan, realicen todo lo que deseen con el intelecto y con las manos.
Ese tipo de escuela se ha llevado a cabo en España porque es un referente del anarquismo y ha logrado muchas conquistas a partir de la guerra civil española. Les han llamado escuelas racionalistas, también es uno de los referentes que tengo. Hay un pedagogo español que se llama Francisco Ferrer Guardia, llevó a la práctica en vida estas ideas, logró hacer este tipo de escuelas. Incluso en México se replicaron. Hay una que se llama Escuela Racionalista en Yucatán. Ese es mi horizonte utópico en la educación. Creo que se puede alcanzar con organización.
E: De eso se trata la vida, de buscar algo más allá de la realidad en la que nos encontramos. Muchísimas gracias por la entrevista. Sin duda, tus experiencias van a retroalimentar nuestra investigación.
Activista Estudiantil entrevistado (AE1) (AE2)
Universidad Autónoma Metropolitana (UAM)
Universidad Autónoma de Chapingo
Entrevistador (E)
E: Buenas tardes. Te agradezco que hayas aceptado participar y contarnos tu experiencia como estudiante organizada. ¿Cuál es el nombre del colectivo al que perteneces?
AE: No tenemos un nombre aún definido, pero nos hacemos llamar huertistas. Estamos en ese proceso de búsqueda de una identidad. Somos la continuidad de las luchas que fueron fragmentadas con la pandemia.
Una propuesta de nombre para el colectivo ha sido “Maleza” por lo que significa. En el cultivo es algo indeseable, algo que no va acorde a la estética y a los procesos de producción. Es una cuestión de relación poética de sentirnos indeseados, que resurgimos por más que se destierra. No importa, cuántas veces se arranque, la maleza va a resurgir en diferentes tiempos y condiciones. Así, también nosotros somos el resultado de muchas luchas estudiantiles que resurgen ahora en un contexto después de la pandemia. En esta nueva dinámica de entender cómo es el mundo ahora y cómo debe de ser la convivencia y la organización.
E: Muy bien. Cuéntanos, ¿por qué surge esta organización estudiantil, ¿cuál es la problemática? Y ¿cuál es entonces el motivo por el cual ustedes se comienzan a organizar de forma colectiva?
AE: Primero, tendría que mencionar la importancia de lo que fue la pandemia. La pandemia fue el encierro y la intensificación de los ritmos laborales y escolares. Además, eliminó cualquier tipo de convivencia o de reconocimiento entre los estudiantes y eso nos dividió por completo. Por un lado, estábamos en un confinamiento. Por el otro, nos encontrábamos en medio del caos y teníamos que seguir respondiendo. Cumplir el papel de estudiantes a pesar de todo del caos por el que atravesamos.
Somos una generación, los que ingresamos a la Universidad en el marco de la pandemia, que tenemos un sentimiento creciente de desesperanza y de sentir que no existe el futuro; que de nada servirían las tareas que nos dejaban y los exámenes, para una sociedad que estaba en crisis. Entre 2022 y 2023 inicia la reinserción de los estudiantes a las universidades. Pero, hubo un problema porque los profesores trataban de seguir enseñando a partir de lo que conocían. No se daban cuenta que el mundo ya había cambiado, que sus alumnos habían cambiado y que estos mismos tenían nuevas necesidades físicas y simbólicas. No comprendían la magnitud de los cambios que significaron la pandemia, porque no les importaba si no tenías los recursos o los medios para tomar la clase. Así como no les importaba si te enfermabas de COVID y si habías perdido un familiar o un amigo.
Todo este creciente sentimiento de incertidumbre y problemas psicológicos, no fueron atendidos por ninguna instancia, menos por la misma institución de manera eficiente. Entonces, hubo un choque intergeneracional entre quienes conocían la universidad antes de la pandemia, quienes no la conocían para nada y quienes apenas habían ingresado, las generaciones 2022 y 2023. Esta convivencia intergeneracional causó una gran contradicción con la realidad. Nos dimos cuenta de que todo lo que existía o lo que conocíamos de la Universidad dejó de existir y que a excusa de la pandemia de la misma institución ejercería mayor presión y control sobre las decisiones y los espacios a los que pueden acceder los estudiantes.
Por eso, sentimos hartazgo y fastidio. Pensamos: “acepto el haberme adaptado a esta nueva intensificación de las tareas escolares, aunque no tengan sentido para afrontar la realidad. Pero no pretendan que regresemos a las instalaciones y supongamos que nada pasó”. Además, los planes de estudio son de muchos años atrás y no responden a las interrogantes que plantea el contexto inmediato. Nos sentimos fastidiados porque los profesores no nos dieron respuesta a todo lo que sentíamos. Hablo de los casos de la UAM Iztapalapa y Chapingo.
Los profesores decían que éramos la generación post-pandemia. Nos decían que teníamos problemas emocionales y psicológicos, que primero debíamos atendernos y después exigíamos respuestas. Sin embargo, no había cambios, incluso sobre la misma enseñanza de los profesores, para que fuera pedagógica. Nos incitaban constantemente a ser autodidactas, pese a que reciben un salario por su profesión. Se justificaban al mal llamarnos como generaciones post-pandemia y creer que sólo teníamos problemas mentales. Debido a estos problemas nosotros mostramos inconformidad.
A partir de todo esto que estaba pasando, llega el paro de 2023 en la UAM. Lo interesante es que fue organizado mayoritariamente por chicas. Una de las solicitudes dentro del pliego petitorio fue tener un espacio estudiantil. Considero que desde 2006, se les ha quitado terreno a las luchas estudiantiles, les han quitado cubículos. En 2016, fue el derrumbe del último cubículo estudiantil, de esa fecha a 2020, hubo un apaciguamiento de todo tipo de acciones estudiantiles por la búsqueda de espacios autogestivos. Eso se apagó por completo. Cuando estudiaba ahí de manera presencial, parecía que querían mantenernos quietos.
Le reconozco mucho a las chicas de la UAM, que hayan impulsado el resurgimiento de un nuevo cubículo estudiantil. Eso no pasaba desde 2016. A partir de ese espacio, se comienzan a organizar y se propone la idea del huerto
E: ¿Cómo es que te incorporas a la organización? Es decir, alguien te invitó o, más bien, fuiste consciente de las problemáticas y empezaste a organizarte junto con otros compañeras o compañeros que se identificaron contigo. Cuéntanos, ¿cómo es que llegas a este espacio?
AE: Sí, al mismo tiempo que sucedió el paro de labores en la UAM, yo estudiaba en Chapingo la carrera de agroecología. Después de estudiar sociología, traté de llevar la cuestión teórica a algo práctico que, a mi consideración, sirviera a la sociedad. Llegué a Chapingo y mientras todo esto se estaba desarrollando en la UAM, teníamos una lucha interna mis tres compañeros y yo, porque somos autistas con diferentes variaciones y tenemos TDAH.
Lo mismo pasaba en Chapingo, a los profesores, no les gustaba cuando les decíamos que no están haciendo bien su trabajo, que sus planes de estudio eran obsoletos y que merecíamos educación de calidad. Bajo el discurso de ser autodidactas, decidimos tomar la palabra y hacer uso de los espacios. Al hacer uso de estos espacios, señalar que somos autistas y que no estaban haciendo su trabajo, vivimos un periodo muy largo de violencia, que ejercían los profesores coludidos con la Universidad. Tuvimos persecución política, violencia sistémica, expulsión, nos condicionaron activamente a usar medicamentos psiquiátricos. Al final, resultó que había un acuerdo por parte de los profesores del departamento de Agroecología, para impedirnos el acceso al departamento y a la institución.
Entonces, sentía esa desesperación y el fastidio que experimentaban los alumnos de la UAM. Ambas exigencias estaban encaminadas, tanto del lado de Chapingo como del lado de la UAM, en la búsqueda de llevar el conocimiento a la práctica y ser útiles a nuestra sociedad. Estas chicas de la UAM, que comienzan a apropiarse de un espacio, se empezaron a organizar para hacer un huerto. Me pareció un proyecto genial, porque en Chapingo no hay intención por parte de los estudiantes para tomar ese tipo de decisiones y actuar. Por la misma manera en la que son educados. Así que me integré con ellas. Les planteé que tenía una amiga de horticultura y ahora también ella se sumó a este pequeño grupo. Entonces, estamos tratando de aportar el conocimiento que adquirimos de Chapingo, en la cuestión de cultivo. También, se invita a todo público y se intenta que la institución se abra a las a las comunidades cercanas. Pero esa es otra lucha. Porque las instituciones cierran sus puertas. Hay un muro entre la universidad y el pueblo, pasa tanto en la UNAM, en la UAM y en Chapingo
E: ¿Cuáles son las principales demandas que ustedes hacen a la institución?
AE: Una de las principales demandas es que no nos violenten por hacer uso de los espacios. Tenemos el derecho de exigir, hacer uso de los espacios y recursos. Por otro lado, queremos educación que realmente esté dirigida a nuestras necesidades y al servicio de la sociedad. Queremos que la educación sea para la vida y no para ser obreros. Asimismo, queremos el reconocimiento de las neurodivergencias. Debido a que fue violento el momento en el que los profesores se enteran de que tienen cuatro estudiantes con autismo en un mismo salón y que eso implicaba un esfuerzo mayor sobre la enseñanza. Más que nada, implicaba que se pusieran a trabajar. Sin embargo, no comprendieron las necesidades que implican el autismo o cualquier otro tipo de neurodivergencia. Por lo tanto, al no entenderlo, lo único que generaron fue discriminación e intolerancia a nuevas formas de lenguaje. Todo lo que nosotros pensábamos y hacíamos era tachado como negativo.
La discriminación que ejercieron los profesores hacia nosotros se replicaba por parte de nuestros compañeros. Como veían que fácilmente los profesores podían ejercer violencia hacia nosotros, ellos la reproducían. En resumen, exigimos espacios, recursos, educación y reconocimiento de las neurodivergencias
E: Muy bien. ¿Qué actividades organizan en el espacio en el que participan?, ¿cuáles son esas actividades?, ¿cómo se organizan? Si, por ejemplo, se reúnen, hacen algún tipo de propaganda o algún proceso de concientización para combatir los prejuicios. Cuéntanos más acerca de esto.
AE: Bueno, en Chapingo definitivamente no se consiguió nada, fuimos acusados de hacer propaganda negra contra el departamento y los profesores. Cuando solo se exponía lo que era real, la discriminación que estábamos viviendo. Además, en Chapingo fue difícil llegar a la comunidad estudiantil, porque si los profesores nos rechazaban, los alumnos nos rechazaban también por miedo a pasar por lo mismo.
A: Pero ¿cómo es que ustedes trataban de hacer el acercamiento?
G: Llegó un momento en el que la situación se volvió tan violenta, que temíamos por nuestra seguridad y decidimos hablar. Decidimos que a cada persona que nos quisiera escuchar, le contaríamos lo que estaba pasando dentro del departamento de Agroecología. Hubo mesas de diálogo que fueron organizadas entre la UAM Xochimilco y Chapingo sobre derechos humanos y violencia de género, acudimos a exponer nuestro caso y no nos fue bien porque nuestra directora es nuestra profesora y violentadora, al igual que nuestra Subdirectora es nuestra profesora y nuestra violentadora. Es un núcleo muy pequeño de profesores. De nada sirvió que expusiéramos nuestro caso. Al contrario, nos dijeron que no fuéramos a decir mentiras en ningún foro, que Chapingo todo estaba bien, no pasaba nada. Así que bueno, ahí no conseguimos nada. No pudimos hacerles frente a los profesores. Estamos expulsados y se nos prohíbe el paso a la institución a pesar de que es pública y recibe presupuesto de la Secretaría de Agricultura.
Cuando me expulsaron, acudió mi papá a la Universidad. Yo dije —“bueno, sí, soy una adulta, pero estos adultos no me están haciendo caso”—. Tampoco le hicieron caso a él, unos como guardias de seguridad, tenientes, sacaron a la fuerza a mi papá. Así quedó el asunto en Chapingo, no se pudo hacer nada.
Ahora que me integré al Colectivo que se está conformando en la UAM, se hacen juntas en el cubículo una o dos veces a la semana, para decidir qué vamos a hacer con el huerto. Se pretende hacer talleres, se pretende abrir la institución y que vengan personas de diferentes lugares. Aunque tenemos el problema de que el huerto no está reconocido por la misma institución, así que es difícil que permitan el acceso a personas externas. Desde que se pusieron los torniquetes, después de la pandemia, el acceso a la universidad se ha vuelto más difícil y violento. Tienes que mostrar tu credencial y demás trabas burocráticas.
Por otra parte, seguimos en la búsqueda de cómo concientizar a las personas sobre la neurodivergencia. No es fácil porque nosotros tampoco entendíamos completamente qué es el autismo, al no entenderlo nosotros, es complicado hacer que las demás personas entiendan, sin ningún tipo de prejuicio. Suele suceder que mencionas el autismo y se imaginan otras cosas, principalmente como si fuéramos idiotas. Pero el autismo tiene un espectro amplio y muchas variedades. Aun no tengo una respuesta, seguimos aprendiendo, pero queremos que se reconozca que existe el autismo y que los planes de estudio deben de adecuarse. No por obligación, sino por cuestión pedagógica. Hay que reconocer que la comunidad estudiantil es diversa, y que si la quieren formar deben diversificar los temas y las técnicas de enseñanza.
A: ¿Cómo es que ustedes comenzaron a reconocerse y organizarse?
AE: Es algo gracioso, porque desde niña me habían detectado TDAH, pero creía que se quitaba cuando eras adulto.
Todo empezó por una chica que estudió en La Esmeralda, que tenía conocimiento de su autismo y por las mismas razones que nosotros entró a Chapingo. Una ocasión se me acercó y me dijo tú tienes TDAH, yo le dije —“¡Cállate!, no quiero que me traten como te tratan a ti”—. Ya había notado que los profesores la trataban. Pero también me pregunté: ¿me subo al tren o dejo que la sigan violentando? No fue sencillo identificarnos inmediatamente, porque la comunidad estudiantil de Chapingo está moldeada de tal forma que parece homogénea. Nosotros éramos la excepción, pero no lo notábamos. En Chapingo no se permite tampoco que los estudiantes experimenten su personalidad. Incluso hay un código de vestimenta para entrar a los comedores.
En el contexto de la violencia, que continuamente estábamos viviendo por parte de los profesores, la Subdirectora nos manda UCAME, que es un tipo de organismo dentro de la UACh para canalizar los conflictos entre profesores y estudiantes. Entonces, nos mandan ahí, a un reporte disciplinario —cuando no habíamos hecho absolutamente nada—. Ni siquiera nos dijeron de qué nos acusaban los profesores. Nos preguntaron qué estaba pasando allá adentro. Cada quien por separado respondimos cómo nos estaban tratando los profesores, eso ocasionó que nos mandaran a Unidad Médica y nos mandaran a Psiquiatría.
Vamos a Psiquiatría y Psicología por órdenes del Departamento de Agroecología, llevamos un proceso de varias sesiones (incluso fuera de la institución). Es la subdirectora la que exige los papeles sobre nuestro caso, solicita a la Unidad Médica nuestras cartas, vamos por ellas para dárselas a la Subdirectora Eunice y ahí es donde tres de nosotros nos enteramos que somos autistas.
Mi compañera ya lo sabía y éramos los tres que nos juntábamos. Creo que la rareza salía de nosotros y generaba rechazo en los demás. La reacción de la Subdirectora fue agresiva porque supo el diagnóstico de que somos autistas, pero lo negó. Dijo que el psiquiatra estaba mal, incluso hubo un despido. Después, negó en absoluto que se le habían dado esas cartas, luego divulgó que éramos autistas y eso incrementó la violencia. En una ocasión, nos mandaron a tenientes para quitarnos las credenciales y decirnos que nos iban a boletinar como autistas problemáticos. Todo eso está grabado.
Bueno, esa es la lucha que tuvimos mis compañeros y yo en Chapingo. Por ser violentados, ser mandados a psiquiatría y descubrir que no solamente teníamos TDA, sino que también éramos autistas. Fue todo un proceso muy complejo, de inmediato rechacé el diagnóstico. Tuve un acompañamiento psicológico y también lo confirmó. El autismo se hereda y tengo esa herencia.
E: Oye, hablabas de un vínculo entre la forma en que ustedes se organizan en Chapingo con la UAM, ¿como es esta articulación? o ¿cómo es que sucedió?
AE: Fue muy lenta la articulación. No se trató de cooptar gente. Me di cuenta de que en Chapingo habían jóvenes que estaban sufriendo lo mismo, pero no podían hacer nada. Estaban buscando espacios donde hacer actividades, donde se les dejara poner en práctica sus conocimientos. Así que, en ese proceso de conocer gente, y conocer al colectivo que se estaba formando en la UAM, fue que los invité. Nos unió la misma necesidad, el mismo inconformismo ante la institución y el intentar algo en colectivo, dije algo nuestro.
Por ejemplo, en la búsqueda del conocimiento en la UNAM, me doy cuenta de que existe un huerto, pero este huerto está institucionalizado y pertenece a los docentes de biología y química. Bueno, cada quien tenía sus intereses en el huerto. Aunque haya buenas intenciones, no se cuenta con la libertad de hacer uso del espacio por parte de los estudiantes. Bajo otra forma, era más de lo mismo, quizás no con el ambiente violento de Chapingo, pero no era algo de nosotros. En la UNAM conocí a más personas que tenían esta misma hambre y decidimos formar algo colectivo.
Planteamos que el huerto no tenía que ser demostrativo, sino que debía tener un carácter político porque no podíamos permitir que este espacio que se logró conseguir se institucionalizara. Ahí es donde tiene sentido la pregunta: ¿hay buenas maneras de pedir las cosas? Porque si tú haces uso de un espacio, en el caso de Chapingo, eres violentado, perseguido y expulsado. En la UNAM, el espacio lo consiguió un señor trabajador, pero cuando él se jubila, existe un desplazamiento de los docentes hacia los trabajadores.
Es importante reconocernos como agentes de intervención y de cambio. Porque por muy buenas intenciones que uno tenga, se debe de tener muy en claro eso. Ya que las acciones pueden hacer que el camino del huerto, o el espacio que sea, pierda el rumbo, la fuerza y la intención con la que se crea. Así que, estamos moviéndonos con mucho cuidado. Porque necesitamos recursos y necesitamos que la Universidad nos respete, que reconozca el huerto, pero que no se institucionalice; que se respete que es un espacio autónomo. En ese sentido, estamos encaminándonos como organización sobre eso, para no cometer errores y reflexionar: ¿qué es lo que está pasando?, ¿qué es lo que está haciendo la institución?, ¿cómo podemos gestionar recursos? Porque evidentemente los necesitamos.
E: Oye, en el espacio donde participas, ¿se ha vinculado con otras luchas estudiantiles o solamente son ustedes y, por algún motivo, no han logrado articularse?
AE: Por ahora no hemos logrado articularnos. Claro, el proyecto del huerto está abierto a cualquiera que desee integrarse. Planeamos vincularnos con la red de huertos de la Ciudad de México y nos gustaría mucho articular con otros colectivos. Pero es un poco complicado porque cada quien trata de luchar desde su trinchera y se les olvida que necesitamos unirnos, construir cosas entre todos. No significa que tengamos que ponernos una sola bandera, que no podamos articular o gestionar con algún otro colectivo feminista por alguna razón.
Claro que se puede, sobre todo si reconocemos que no solamente podemos marchar con una bandera, sino con muchas. Este huerto es muy joven, las nuevas generaciones están aprendiendo sobre lo que está pasando y qué podemos realizar. Hay varias propuestas sobre cómo podemos expandir el proyecto, aunque todavía no se consolida nada. La creación del huerto no es demostrativa, como un hobby, no es para dar talleres de azoteas verdes y decir —¡Qué bonito! Tengo albahaca en mi azotea”—. Sino es aplicar el conocimiento, construir el conocimiento y hacer algo; el huerto tiene que alimentar y tiene que ser un espacio de convivencia, de goce entre todas las personas que participan.
Queremos que este ejercicio se propague no solamente a otros estudiantes, sino a la comunidad. Pensamos que la marginación, la pobreza y el hambre no solamente está en el campo, sino también en las ciudades, principalmente en la periferia. Actualmente, se está intentando gestionar un huerto comunitario por donde vivo, el conjunto urbano San Marcos Huixtoco. A partir de luchar también por los espacios, porque en los conjuntos habitacionales, se están privatizando los parques.
Ahora, las personas que habitan estas casas se dan cuenta que los pocos espacios públicos están siendo privatizados. De ellos nace el querer a hacer uso de estos espacios con huertos. Sin la posibilidad de haber estudiado horticultura, fitotecnia o agroecología, están mirando hacia la soberanía alimentaria. No lo dicen de esa manera, pero sí dicen —“quiero tener la libertad de usar el parque, quiero cultivar y que los huertos alimenten”—. Por eso decimos que nos gustaría que se gestionen otros proyectos como el que se está haciendo en la UAM. Otro aspecto al que nos enfrentamos es encontrar la forma de asegurar que perduren los huertos una vez que se coloquen. Nos preguntamos: ¿cómo vamos a asegurar que sea autogestión? y ¿qué se puede hacer para que las personas no dejen morir lo que se están construyendo? Aún no tenemos esa respuesta.
E: ¿Han tenido espacios de reflexión en estos espacios donde participas? Es decir, han logrado reconocer cuáles serían los aciertos y los errores, como espacio autocrítico o autónomo.
AE: Desde mi perspectiva, estamos en un proceso de comprender que nosotros como estudiantes tenemos que hacer las cosas por nosotros mismos y no esperar a que los docentes nos den respuesta a todo lo que está pasando. Ahí es donde cometemos errores, porque caminamos con miedo, al soltarnos de la academia o desprendernos de la noción de que el profesor es el que sabe. El desafío está en confiar en nosotros mismos. Hay muchos miedos de ser capaces de sostener las actividades del espacio con las tareas de las materias, —el sistema trimestral te consume y muchas veces es difícil en las últimas semanas gestionar cosas—. En ese sentido, es que nos sentimos en el proceso de autoaprendizaje.
Tenemos la esperanza de abrir el huerto, que vengan otras personas y nos enseñen sobre su experiencia, cuáles fueron sus resultados y cuáles fueron sus errores. Básicamente estamos caminando lento con un poco de miedo. Queremos desprendernos de la idea de que no solamente los teóricos son quienes pueden tener voz y voto sobre la realidad.
E: Oye, ¿qué emociones y qué sentimientos te generaron cuando te involucraste en estos espacios?
AE: Primero sentí sorpresa y fascinación. Al conocer el trabajo que hicieron estos chicos porque lograron conseguir un espacio, un cubículo y además el espacio de la huerta. Me sentía desanimada en Chapingo porque mis compañeros no reflexionaban sobre las carencias y problemas que teníamos. No estoy tratando de hacer quedar mal a nadie, solo que no había movimiento entre los estudiantes. Cuando me enteré de esto, sentí asombro y el reconocimiento de su labor. Después pensé: ¿qué podemos hacer?, hay que ensuciarnos las manos. Junto con compañeros de Chapingo y de la UNAM, que se quieren involucrar, pensamos que es difícil porque hay una brecha generacional entre nosotros. Tenemos un sentimiento de incertidumbre, pero también tenemos emoción.
Queremos tener la satisfacción de ver crecer y funcionar las cosas que creamos con las manos, con nuestra energía. lado se siente esa emoción. Pero por el otro lado, sentimos la incertidumbre interminable de que afuera hay hambre, hay guerra y que allá afuera falta el agua y ¿que vamos a hacer ante ese escenario? Quizás nuestra visión es catastrófica, pero también tiene que ser entendida porque venimos del encierro; de ver cómo la gente se moría y cómo el mundo se destruía desde las pantallas. A la vez quieren volver a meternos en la dinámica de la escuela como si nada hubiera pasado.
Tenemos una visión catastrófica, pero tratamos de hacer cosas. Quiero mencionar que en el marxismo se dice que al obrero se le retiró absolutamente todo y que no le quedó más que vender su fuerza de trabajo, pero no solamente eso, sino también se le retiró el derecho a cultivar. Si bien era un conocimiento heredado de generación en generación, existió una ruptura con este proceso en la enseñanza generacional.
Por ejemplo, muchos de nosotros crecimos en un contexto urbano, desconocemos cómo cultivar. Y aunque busquemos en escuelas como Chapingo cómo aprender a cultivar, se encuentra bajo la misma lógica, de servir a otro. Nos enseñan con base en la revolución verde, la industrialización del campo, la producción masiva de alimentos. No enseñan a producir para alimentarte, si no enseñan a producir para alimentar a otras personas, a producir agrocombustibles monocultivos Nos dimos cuenta de que las instituciones son una herramienta de colonización como en el caso de Chapingo.
Una vez una investigación donde se le pregunta a productores de diversos Estados del país, ¿por qué usaron agroquímicos? A lo que responden: vino un ingeniero y nos dijo que era bueno. Nos dimos cuenta de que la idea de producir alimentos está enseñada y perpetuada por instituciones como Chapingo. La manera en que cómo cultivaban nuestros abuelos o bisabuelos es negada. Para la academia eso no sirve, se elimina y se instaura la agricultura para el monocultivo y la producción de masificación. Eso se supone que es la agroecología. Sin embargo, en sociología aprendí que la palabra agroecología es un movimiento social y político que busca la soberanía alimentaria y la defensa de las semillas nativas. La agroecología significa contraponerse al sistema industrial agroalimentario, aunque dentro Chapingo no es eso, es una burla.
Por lo que, nuestro objetivo es gestionar actividades a partir del autoaprendizaje porque no tenemos una red de apoyo o familiar de la que podamos adquirir el conocimiento generacional, ya que en las instituciones no encontramos tampoco ese apoyo.
E: Planteaste una crítica al planteamiento marxista y has mencionado que lo que te ayudó a hacer crítica en tus reflexiones fue que cursaste la carrera de sociología, ¿hay algunos autores que tú crees que son claves para justamente tener este pensamiento crítico? También puede ser que tus referentes sean otros activistas o gente de tu comunidad.
AE: Primero, claro que Marx me gusta mucho. También me gusta la Escuela de Frankfurt. Por ejemplo, entender el término de hombre unidimensional de Marcuse. Me gusta el zapatismo y la “Vía Campesina”. No los conozco de manera cercana, solamente a través del contenido que generan en redes sociales, pero me gustaría saber cómo funcionan al interior estas organizaciones. Me parece demasiado interesante lo que están haciendo porque la modificación de la semilla no es siempre negativa, porque la modificación de la semilla ha existido desde mucho tiempo atrás con la domesticación de los cultivos. Pero cuando se encuentran nuevos descubrimientos, generalmente son vendidos, por lo que las semillas se convierten en propiedad privada y se tiene que comprar como si fuera derecho de autor.
Lo que hace Vía Campesina es que gestiona muchas actividades. Si hay modificaciones o algún avance las semillas son regaladas. Esos movimientos me generan un tipo de ilusión y me gustaría que las personas vieran lo que hacen y que se involucraron. Es difícil explicarles que es la agroecología. A estas alturas creo que ya me molesta la palabra porque su mala reproducción ha hecho que pierda sentido y significado como la palabra ecológico u holístico. Hay una sobresaturación de esos términos en el mercado, que están encaminados a la venta. Esa es otra crítica, la diferencia entre la agricultura orgánica y la agroecología no importa. Mientras los productos sigan la lógica capitalista neoliberal y de la globalización del mercado, porque es solamente para la venta de este producto.
Desde la licenciatura de sociología y Vía Campesina, aprendí que la agroecología intenta romper con los productos orgánicos, que buscan seguir perpetuando el sistema agroalimentario capitalista porque solamente las personas que tienen recursos son las que se pueden alimentar con productos son caros.
Hay dos anécdotas que reflejan esta situación. Una es de un compañero, que trabajaba en una recaudería, donde vendían chetos y entonces nos contaba que una señora y su hijo querían una manzana, pero no le alcanzaba para la manzana. Entonces prefiero comprarle chetos. En otra ocasión, una compañera que fue encuestadora del INEGI en el 2020, le contaban las personas que querían alimentarse mejor, pero una Maruchan es más económica. Entonces, es real que las personas tienen hambre y desnutrición ante los ritmos del trabajo. Trabajar más de 10 horas, después ir al transporte público, tardarte dos horas más o tres, si vives en la periferia, no te da tiempo para alimentarte correctamente ni nutrirte. Por esa razón, queremos que los huertos comunitarios que funcionen sean para alimentar. Sé que no es una idea innovadora, proviene de mucho tiempo atrás, de los huertos de obreros. Por ejemplo, en el conjunto habitacional del que hablé no son los estudiantes, quienes están involucrados en la apropiación de los espacios públicos. Son las amas de casa y las personas de tercera edad quienes están más involucrados en esta lucha de espacios .
E: Me contestaste increíblemente bien. Oye, ¿de qué forma ha cambiado tu práctica política otros espacios de tu vida? Por ejemplo, la familia o los vínculos cercanos con tus amigos y amigas.
AE: ¡Vaya! Esto se responde con el diagnóstico del autismo. Me hizo darme cuenta que tenía problemas de comunicación o de verbalizar. Al comprender que soy autista. Fue una invitación a tomar una pausa, reflexionar qué sentía o qué me incomodaba y a partir de entenderlo y dialogar porque con el confinamiento se perdió aprender a interactuar con las demás personas Incluso con la propia familia, estar encerrados 24 horas era demasiado hostil, que cada quien prefería no hablar para evitar peleas. En este grupo de neurodivergentes se practica el ejercicio constante del diálogo interior y hacia los demás. Así es como mi perspectiva de los procesos políticos e históricos cambió. Muchos cometemos el error de casarnos con una doctrina o de reproducir el mismo discurso y que las cosas se tengan que hacer como cada quien cree de forma individual. Por eso, considero que muchos de los movimientos sociales se fracturan por problemas del diálogo y el consenso. Entender las neurodivergencias y sus diferentes formas de expresarnos ayuda a mejorar el diálogo y generar consensos.
Ese proceso me ha llevado a luchar de diferentes maneras. Después de lo que pasó en Chapingo, ya era tajante en mi activismo. Les puse un plantón, les pinté las paredes, les decía en su cara —“tú me hiciste esto, quien ejerció la violencia”—. Pero también nos calmamos, entendimos que las agresiones provinieron de adultos acomodados, académicos que no escuchan. Pero no significa que por quedarnos quietos, no buscamos nuevos mecanismos de resistencia. Evidentemente, no solo resistir, también tenemos que combatir, pero no desde el odio, porque es un sentimiento demasiado inmediato demasiado explosivo, que puede hacer cometer muchísimos errores en nuestra lucha. Y sabemos bien que los medios siempre van a mostrar lo que quieren, despolitizar absolutamente todo. Así que, buscamos nuevas formas de resistencia de combatir y enfocadas siempre a compartir. Nuestro lema es: “¡resistir, combatir y compartir!”.
E: En esta búsqueda de resistencia, hay algunos referentes en torno a movimientos sociales que te sean o que sean parte de tu inspiración para la búsqueda de nuevas formas de resistir.
E: Creo que lo más próximo son los zapatistas. Cuando dicen que es el pueblo el que se tiene que organizar. No recuerdo exactamente las palabras, pero da a entender que el zapatismo no es un movimiento que va a salvar al pueblo mexicano. Sino es la misma comunidad la que se tiene que organizar. Me parece correcto porque no es un líder quien tiene que estar al frente, sino que todos como comunidad debemos reconocernos como parte de la sociedad, pero también reconocernos parte del ecosistema.
No podría responder aun completamente porque me pongo a imaginar: todos vamos a organizarnos y gestionar desde nuestro entorno, sin gobiernos y en comunas. Me pregunto, por ejemplo, ¿qué pasaría si se crean muchísimas comunas?, ¿cómo se deberían de organizar sin un gobierno? Entonces, tampoco tendría respuesta a cómo se organizarían las comunas entre ellas.
El principal referente para mí y las personas del Colectivo, es el zapatismo, que también tiene sus críticas. Por eso mismo, estamos tratando de generar una constante invitación a repensar el pensamiento. Hay muchos grupos que te quieren cooptar, ya sea de izquierda, de derecha, de la institución y te pretenden insertar en su manera de accionar y pensar. No queremos nada de eso. Me recuerda a una canción de Julieta Venegas, dice algo similar a “aprendo de mis pasos, entiendo en mi caminar”. Yo diría: “aprendo de mis pasos, pero también me siento caminando”. Hay muchos aspectos en los que todavía no tenemos respuesta, ni siquiera los mayores teóricos en filosofía, sociología y antropología las tienen. Varios movimientos se quedan en eso y son cuestionados por apegarse a un único pensamiento o ideología. Por nuestra parte, consideramos que debemos estar encaminados al aprendizaje
E: Muy bien, para ir cerrando, ¿cuáles crees que hoy en día son los principales problemas de México? Puede ser en términos democráticos, económicos, de la salud, lo que tú creas que es la mayor problemática, ¿qué piensas?, ¿cuáles serían para ti?
AE: La crisis climática. Esa crisis engloba todo, como la escasez de los recursos, del agua, del alimento. Además, el narcotráfico porque a pesar de que el zapatismo es un movimiento fuerte, es amenazado por el narcotráfico.
Así también, noto que después de varios procesos como la caída de la URSS, la globalización y el COVID, las personas no tienen un camino claro. Ni siquiera en una cuestión teórica, sino en una cuestión dentro de su cotidianidad. Se percibe una desilusión y desesperanza. En cambio, hay una aceptación de que las cosas son así. Habló de mis padres, mis tíos, mis abuelos ellos dicen —“piensas así porque eres joven”—. Te señalan de ser crédulo, pero creo que esa desesperanza en el futuro es lo que más afecta. Independientemente de que el mundo está en un constante conflicto por los recursos y la crisis climática. Pero, existe una gran desilusión en las personas porque se ha intentado varias veces cambiar la realidad y no se ha conseguido. Y piensan que no queda más que aceptar las condiciones en las que vives actualmente. Por eso creo que el mayor problema es la desesperanza. No tener rumbo. Alguna vez, tuve un profesor que al terminar el curso nos dijo que le hubiera gustado darnos esta clase hace 20 años antes porque nos podía decir que había una alternativa. Aunque, ese es el problema, pensar que va a resurgir un movimiento o un líder que va a indicar el camino y al no haberlo o que los intentos fracasan, se perpetúa la desilusión y aceptación de la realidad sin transformarla.
Frente a esa desesperanza, decimos que hay que ser malezas, porque no importa en qué contexto histórico resurjas, en qué momento o época, siempre vas a hacer irruptiva, destructora; la maleza crece en el concreto, crece en muchísimas partes. Por eso no podemos esperar a un líder, tenemos que accionar desde lo que tenemos.
E: Ya para finalizar, ¿cuál sería tu mundo ideal?
AE: Creo que es demasiado complicado porque la naturaleza también es violenta, las sociedades son violentas… es demasiado utópico, pensar en el mundo ideal.
E: De eso se trata, de pensar otros horizontes, por ejemplo, ahora que tuviste dificultades como estudiante, ¿cómo sería el ideal de universidad?
AE: Me gusta mucho lo que propone Pablo Freire. Básicamente es no reconocerse superior en ningún sentido. Que la educación y la enseñanza sea cíclica, que permita la retroalimentación, no sea solamente horizontal. Que se acepten las neurodivergencias y que tenga perspectiva de género.
Me gustaría muchísimo que la enseñanza rompa la esfera y se abra a la comunidad, a los pueblos. Todos tenemos cosas que aprender y todos tenemos cosas que enseñar. ¿De qué me sirven los salones o los muros de concreto? Queremos una educación que enseñe cómo ser funcionales nuestras sociedades para el bien común.
Evidentemente todo se tiene que hacer desde uno. Cada persona tiene que estar bien psicológica y emocionalmente; debe de aprender a tener un diálogo interno para poder exteriorizar y verbalizar y llegar a acuerdos. Considero que es muy importante la salud de uno mismo tanto física como psicológica, para poder entender al otro. Pasa que, si no te entiendes tú mismo, te pones en una posición de superioridad porque hay cosas que a ti te molestan que ni siquiera las estás entendiendo y violentas al otro. Quisiera en la educación mucho cuidado de la salud física y psicológica. Pero sé que es demasiado utópico.
Además, me gustaría que no haya persecución política, que no se le acuse de terrorismo a los estudiantes. Es absurdo que por hacer uso de los espacios ya eres considerado un enemigo. Aplica para los estudiantes y para cualquier sujeto en sociedad que quiera hacer uso de sus espacios.
Hay una consigna, que dice: “ahí viene el estudiante tumbando todo el mundo”. Me parece genial, porque la lucha no inicia desde que ya estamos aquí en la sociedad. La lucha inicia desde tu formación, desde tus relaciones más cercanas, desde tu cotidianidad. Ese es otro detalle que le pasa a las personas con neurodivergencia, es la incongruencia. Nos causa demasiado problema la incongruencia, nos hace sufrir la incongruencia. Es difícil ser congruente con uno mismo y con los demás. Tuve una clase de ecofeminismo donde la profesora me corrió porque se firmó un acuerdo donde yo no podía estar ahí, le dije que era demasiado decepcionante, demasiado triste, demasiado incongruente que alguien que está impartiendo ecofeminismo decida en ese momento sacarme de la clase. Las acciones siempre deben de estar encaminadas con lo que se supone que predicas. Es difícil, pero es aprender en el camino.
Es importante que exista siempre interacción con los demás no solamente los mismos humanos, sino interaccionar con otras especies porque pues aprende muchas cosas. Es necesario reconocerse de nuevo como agentes de intervención y de cambio. Es muy complicado y muchas veces las personas prefieren no desgastarse. Pero consiste en invitar a que tus acciones estén encaminadas a lo piensas y hablas.
E: Te agradecemos mucho que te hayas tomado el tiempo y el espacio para compartirnos todas estas experiencias. ¿Hay algo más que quieras compartir?
AE: Muchísimas gracias por la entrevista y por escucharme porque, aunque no seamos un Colectivo tal cual, consolidado o antiguo. Somos un Colectivo que está creciendo y sentí que había muchas cosas que se tenía que decir como la crítica a la academia. No me queda más que hacer la invitación a reflexionar a accionar, resistir, combatir y compartir.
E: Muchas gracias.
Activista Estudiantil entrevistado 1 (AE1)
Activista Estudiantil entrevistado 2 (AE2)
Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS-UNAM)
Entrevistador (E)
E: Estamos aquí con dos estudiantes de la escuela que están organizados en algunos colectivos.
E: Muchísimas gracias. ¿Cuántos años tienen?
AE1: 24 años.
AE2: 31 años.
E: Muchas gracias. Ambos son de trabajo social, ¿verdad?, ¿cuál es el nombre del colectivo al que pertenecen?
AE1: Bueno, nuestra colectiva se llama Resistencia Estudiantil “2 de octubre”.
E: ¿Es lo mismo?
AE2: Si, es el mismo colectivo.
E: Perfecto. Gracias. ¿De dónde son originarias?, ¿dónde nacieron? y ¿dónde viven actualmente?
AE1: Nací en Iztapalapa y vivo ahí, siempre he estado en Iztapalapa.
AE2: He variado un poco, nací en Adolfo Ruíz Cortines en Coyoacán, exactamente junto a Santo Domingo, viví en un inicio ahí, después me pasé a Tepepan en Xochimilco. Regresé nuevamente a la Ruiz Cortines. Posteriormente me fui al pueblo de Santa Rosa Xochiac, que es Álvaro Obregón, está pegado al desierto de los Leones y recientemente estoy radicando en Torres de Potrero, que es justamente Álvaro Obregón, pero más hacia abajo, ya no en el cerro.
E: Okey. ¿Además de estudiar, AE1, trabajas o realizas alguna otra actividad?
AE1: Sí trabajo. Tengo dos trabajos aquí en la escuela en la informalidad y con esfuerzo y apoyo. Además, tengo un negocio de accesorios para mascotas.
E: ¡Qué padre!
AE1:Gracias.
E: ¿Y tu, AE2?
AE2: Sí, hicimos una colaboración mi compañera y yo para hacer resistencia y protesta económica. Eso es lo que nosotros tenemos como trabajo.
E: Gracias, ya me platicarán porque salió en la entrevista con Joel y con Dani esta cuestión de la mercadita, que es un proceso de resistencia y en parte de sobrevivencia, de trabajo. Pero ahorita lo comentamos porque me pareció sumamente interesante. La primera pregunta sería para los dos, ¿cómo se involucraron en esta colectiva? Platícanos un poco primero tu, AE1.
AE1: Bueno, yo desde que entré a la escuela estuve muy involucrada. Siempre me interesó el tema de los movimientos estudiantiles, movimientos sociales y demás, pero vengo de un bachillerato inactivo en esos temas. El contexto social de los bachilleres es complicado, y más que el alumnado se pueda meter a los movimientos, su objetivo es, más bien, sobrevivir en el día a día porque los contextos de cada compañero son muy complicados.
La verdad, el momento en el que viví en el bachilleres, muchos no salieron, muchos fallecieron, muchos los asesinaron, tuve compañeras que fueron víctimas de feminicidio, compañeras que fueron víctimas de los porros, y eso me fue interesando más. Desde siempre me había interesado porque mis papás son personas muy politizadas en estos temas, quizá a su edad un poco conservadoras dentro de lo político, no se oponen, pero se preguntan si los paros llevan a algo. Pienso que también es miedo. Miedo de las personas que vivieron en la década de los ochentas y ser testigo de las desapariciones de sus compañeros. Mi mamá es de la Facultad de Ciencias Políticas, mi papá es de la Facultad de Contabilidad. Vivieron toda esa época, y están un poco reacios hacia ese tema desde entonces, pero siempre me lo inculcaron. Entonces, con eso crecí, me fui interesando en el bachilleres.
Llego a la universidad, que tiene fama de ser libertaria, en 3º comienza un paro por el tema del no pago a profesores, y decidí involucrarme. Ahí conocí a compañeras, compañeros, entre ellos Joel. Empezamos a meterle. Empezamos a ver las formas tan interesantes, en las que la Administración se mueve para amedrentar en las situaciones a las que los compañeros se oponen. De ahí surge la idea de crear una colectiva. Primero la creé con una compañera, por alguna razón no funcionó porque al final esta compañera no creía o no tenía muy claro el tema de la horizontalidad en los temas colectivos, por esa razón me salí. Pero ya para ese momento tenía más nexos con Joel, con Dani, también con Jos. Entonces decidimos a partir de ahí reivindicar esa idea de colectiva y pues es lo que somos ahora.
E: Gracias. AE2, por favor.
AE2: Nunca tuve mucho acercamiento a las colectivas, a estos actos de resistencia. Estudié en CCH sur, a pesar de que nunca fui ajeno a este tipo de movimientos, no me involucraba porque no me relacionaba con gente que le interesara. Entonces, regularmente cuando uno es joven se va hacia donde lo jala el círculo social. Siempre tuve este sentimiento de justicia y obviamente a lo largo de la vida te empiezas a dar cuenta que la justicia muchas veces no es como la quieres y muchas veces ni siquiera se da. Si no la arrebatas, la justicia termina por nunca llegar.
Entre a trabajo social, empiezo a tener clases muy buenas, a abrir mi horizonte en esos temas. Llega, como dice mi compañera, este paro que se hizo por el no pago de los profesores. Ahí me involucré bastante. También tuve el infortunio de chocar con una compañera, con la que desde mi punto de vista, el movimiento para ella fue de intereses propios y me desinteresé. Para mí fue: este movimiento ya no está siguiendo lo que yo pensé que era, buscar justicia, sino ya es un tema personal. De ahí me empecé a distanciar un poco, de hecho este este paro ocurrió en pandemia. Entonces, fue el paro en línea que tuvimos que duró muchísimo, a pesar de ya no estar de acuerdo con la línea que estaban siguiendo, siempre estuve apoyando, siempre fue de apoyar, hasta donde tope, el objetivo es que se haga justicia.
Después, regresando a la presencialidad, empiezo a entablar más comunicación con mi compañera AE1, de hecho no nos conocíamos hasta que regresamos del paro. Empecé a entablar diálogo con otra compañera con la que ya tenían una colectiva y yo lo único que hacía era proponer ideas de —“oigan porque no hacen esto, esto sería mejor así”— y les empezaron a agradar mis ideas. Empecé a involucrarme un poco más hasta que ingresé a esa misma colectiva, de hecho nada más éramos tres, los que más participamos. Llega un punto en el que hay una ruptura, justamente como comentaba AE1, por esta parte de la horizontalidad. La otra compañera quería ser más representativa y constantemente nos invalidaba o nos hacía a un lado. Entonces, jalamos nosotros, Joel y Dani empezaron a trabajar con nosotros, fue como decir —“vamos a ayúdenos a retomar esto que ya tenemos”—. Ahí es cuando fundamos, no hace mucho la “Resistencia estudiantil 2 de octubre”. Se fundó justamente para la marcha del 2 de octubre porque antes de eso solamente éramos un grupo de amigos que trabajaba organizados, que trabajaba para el bien común.
E: Con buena intención pero todavía no organizados.
AE2: Exactamente. Formalizamos esta colectiva también, en aras de que se hiciera un contingente amplio de trabajo social, que realmente trabajo social tuviera una participación buena. Dentro de la marcha del 2 de octubre, tuvimos un poquito de complicaciones con un comité que es el comité estudiantil que nosotros conocemos como un grupo que está alineado con el C.U. Vinieron a las asambleas muy déspotas, muy agresivos, a tomar todo por la fuerza y, algo muy padre que pasó que constantemente en la colectiva lo mencionamos, es que estos sirvieron como chivos expiatorios. Fue el punto en el que entre todas las colectivas de cierta manera tuvimos problemas, como que no nos llevábamos, no compaginamos con ideales o con algunas otras cosas. Y hasta este momento es que se llegan a unir todas las colectivas como un frente que ahora es el frente estudiantil de la ENTS, donde todas las colectivas están organizadas para contraatacar estos grupos de choque.
E: Brevemente, AE1, ya nos comentó un poco acerca de que su familia tiene cierta politización, cierta militancia. En tu caso, ¿tus papás participaban políticamente?
AE2: No, mis papás son del Conalep, mi papá lo dejó inconcluso, mi mamá lo terminó en carrera técnica. Cuando cumplen 19 y 20 años, se embarazan de mí, no continuaron una licenciatura, pero nunca fueron gente política. Después fue gente a la que le da lo mismo, que no le interesa, lo que sí tengo muy arraigado de mi mamá es sobre lo justo. Para mí esto es justo, para mí esto es la justicia y luchar por lo que es justo. Y es lo que más me ha marcado.
E: Lo han comentado de alguna manera, pero si tuvieran que escoger un momento de tu vida que digan este me politizó, este me ayudó a tener una conciencia política y social, ¿cuál sería?
AE1: Tomaría el de la prepa, el que desaparezca una persona tan cercana, que veías a diario y de pronto ya no la ves y te preguntas — “¿qué pasó?, ¿cómo se puede ir tan rápido una persona?”—. Si no estoy mal, fue el tema también de los 43, las desapariciones forzadas. A mí me pegó mucho porque yo veía a su abuelita entrar a la escuela, llorar, decir: ¿en dónde está mi nieta?! Esta compañera se llamaba Leslie. Cuando encontraron a Leslie, la encontraron al lado de uno de los canales de Xochimilco, obviamente violada y asesinada junto a su bicicleta, porque ella siempre llegaba a la escuela en bicicleta, fueron a botar su bicicleta y a ella como si no valiera nada. Esto se desarrolla en el marco de la desaparición de los 43 y me empieza a impactar esto, porque me pregunté ¿cómo a nadie le importa o por qué nadie está volteando a ver que nos están matando? En general, también los compañeros que fueron víctimas de ataques porriles, que jamás pudieron salir de la prepa, siempre van a tener sus eternos 15 años y es preguntar ¡qué más! Estas experiencias fueron un punto de ruptura para mí, en el que dije hay que hacer más.
E: AE2, ¿cuál fue para ti ese momento?
AE2: Hubo distintos puntos en mi vida en los que me interesaba. Pero el punto de inflexión fue entrar a trabajo social, entrar a esta área social para mí fue un boom en mi cabeza, fue empezar a ver todo lo que estaba ocurriendo y hacerme consciente. Sabía lo que ocurría, pero no lo había considerado como parte de mi contexto. Ese boom fue pensar en lo que estoy viviendo y por lo que se va a luchar.
E: Gracias, AE2. EA1, ¿qué sientes?, ¿qué te motiva? ¿qué emociones expresas o sientes de ser parte de este colectivo?
EA1: Para empezar, me siento muy feliz. Pero a veces es muy frustrante porque en los temas sociales normalmente no sale como lo quieres o lo esperas. Sientes que lo vas a lograr, llega algo con más poder y te dice no, eso no va a pasar. Es un sentimiento constante de frustración, de enojo. Por otro lado, de felicidad porque piensas que se puede, si nos organizamos se puede, aunque sea pequeño el cambio. También me siento motivada. Me motiva a hacer muchas cosas a seguir y más que nada porque no estoy sola. Hay más gente a mí alrededor que comparte esos ideales y que también hablamos a futuro, pensar en que después de la escuela qué sigue, porque el activismo aquí inicio. Eso es lo que me motiva demasiado, y la frustración e impotencia que siento me impulsan a hacer aún más cosas.
E: ¿Has sentido miedo?
AE2: Sí. Conocí el miedo durante el primer paro, cuando la administración estaba de tu lado y después no. Yo no tenía esa idea, si lo veía, lo escuchaba. Es decir, escuchaba “pasó esto en la UNAM” o “desaparecieron”, pero yo no pensé que te pudieran jugar tan chueco por un paro, o por algo que decías —“esto no vale mi vida”—. Yo me quedé impactada, dije —“¿cómo puede valer mi vida por unas cuantas horas de clase?”— porque la administración filtró mis datos, se los dio a gente, me marcaban con amenazas de muerte, me mandaban mails con mi dirección a mi familia. Ahí fue cuando sentí miedo y dije —“eso me impulsa más a decir no, eso no va a quedar así”—. Miedo siempre.
E: AE2, ¿qué sientes de ser parte de este colectivo?
AE2: De mi parte mucha motivación al estar con todos los integrantes de la colectiva, platicamos mucho y tenemos debates constantes. Eso me motiva para seguir aprendiendo todo lo que pueda, dentro de los movimientos sociales, dentro de la lucha social, dentro de todo lo que abarca esa extensa palabra. También he sentido enojo, coraje, con todo lo que muchas veces hacemos y que nos sobamos el lomo, que hacemos el esfuerzo, y que no sólo lo echan a la basura las autoridades, sino muchas veces hasta los mismos compañeros. Eso creo que es lo que más me ha dado coraje, por ejemplo, cuando pasa el paro en línea y SUAYED es el que nos voltea bandera. A partir de ahí, la dirección nos empezó a atacar, ante eso yo decía —“cómo después de tanto esfuerzo, la gente sencillamente puede deslindarse de esa manera”—. Y decir —“ya no quiero nada, y que eso repercuta justamente en que no se está haciendo justicia, no se cumpla lo que estás exigiendo”—. He sentido mucho coraje, miedo no. No he estado como mi compañera, orillada a ese sentimiento. Sí, cautela, porque nos hemos enfrentado a distintas situaciones, que nos hacen pensar que con la dirección, la administración y todas las instituciones, es necesario ir con precaución.
E: Muy bien, gracias. Platícanos, ¿cómo se organizan en su colectiva? y ¿cómo toman las decisiones importantes?
AE1: En nuestra colectiva hay personas más presentes que otras, a veces es un poco complicado ponernos todas y todos de acuerdo para el día en que nos vemos. Lo que hicimos fue crear un grupo de WhatsApp en donde estamos todas y todos, por ese medio comentamos la situación y qué vamos a hacer. Ahí se empieza un debate. Normalmente hacemos reuniones, al siguiente día tratamos de ver qué días podemos compaginar; tenemos un cubo estudiantil que es de la huelga del 86, me parece. Desde ahí van pasando las llaves generación por generación y ahorita las tenemos nosotras. En ese cubo hacemos nuestras reuniones, generalmente a las dos de la tarde, que es la hora más viable para tener las juntas presenciales. Ponemos a discusión la situación sobre la mesa ese mismo día tomamos decisiones que sean colectivas, nos escuchamos todos. Es muy común que hagamos debates y de esos debates nacen las soluciones o las propuestas, que luego, luego las llevamos a cabo. Entonces siempre contamos con una computadora, cuaderno, agenda, para ir hacer todo, estructurarlo; y al final de la reunión tenemos estructurado el esqueleto de lo que vamos a hacer.
E: ¿Buscan el consenso o es por mayoría?
AE1: No, siempre es el consenso. Casi nunca es por mayoría. Si en algo no se está de acuerdo, se pone a discusión.
E: Muy interesante.
AE2: Sí, buscamos estar de acuerdo todos desde el debate, debatimos el por qué sí, o por qué no constantemente. Si surge una problemática la mandamos al grupo y en corto tiempo todo el mundo empieza a proponer la acción qué se va a hacer. Todos se expresan sobre qué hacer y regularmente se sujeta a consenso; así que todos terminan de acuerdo y se va para adelante. Así como hay gente que constantemente estamos trabajando bastante en absolutamente todos los proyectos y programas que tenemos, también hay gente que no es tan participativa al frente, pero sí está tras bambalinas. Que muchas veces no son reconocidos, pero a su forma y como pueden constantemente nos apoyan y si no estuvieran con nosotros, no sería lo mismo.
E: Sobre eso mismo, ¿hay liderazgos individuales o colectivos?
EA2: Creo que todos tenemos de cierta manera este liderazgo. Pero, justamente, hace poco hablábamos acerca de eso, que más bien todos tenemos el liderazgo de proponer. Todo mundo propone lo que cree que se puede hacer, lo que cree que es correcto y lo que se necesita. Bien puede haber gente que diga —”no, no vamos a hacerlo”—, o la que dice —“ya urge que lo hagamos”— y propone inmediatez, hay otros que lo que hacen es proponer nada más en la teoría. Eso, de cierta manera, nos da una horizontalidad, porque no hay nadie que quiera jalar más que otros, no, aquí todos jalamos parejo y reconocemos también las problemáticas que tienen la gente que no puede estar de la misma manera. Entonces, cada quien participa a su forma y a sus posibilidades.
E: ¿Cuál sería el procedimiento para que alguien más, algún otro compañero o compañera de la escuela, se incorpore a su organización?
AE1: Bueno, algo que nos faltó decir hace un momento es que a pesar de que todas y todos trabajamos, tenemos nuestras áreas de desarrollo y trabajo, hay quienes son más hábiles y astutas para el tema comunitario, para estar frente a la comunidad, hablar, entablar relaciones, tejer redes; y hay gente que es muy hábil en el tema logístico. Nuestro protocolo para ingreso a la colectiva por el tema de que somos personas de total confianza, no hay que —“¡Uy!, si tengo que encargarle o darle mi vida en sus manos a alguien de aquí, no confío”—. No, aquí estoy, confío en absolutamente todos, ciegamente o no. Entonces, nuestro protocolo va de una entrevista que estructura nuestra compañera Dani, que es más hábil en esa parte, en lo teórico, en lo logístico. Hacemos una cita en el cubo, metemos a la persona que la va a presentar. Todos estamos escuchando, pero Dani es la única que hace el diálogo, si queremos hacer alguna acotación, nos metemos posteriormente, pero de ahí en fuera se estructura en la entrevista y vamos viendo el perfil. Es gente que necesitamos conocer porque tuvimos la mala experiencia de filtración de datos, por ello necesitamos conocer a la persona o que al menos se le conozca, o alguna vez haber trabajado con ella o él.
E: ¿Cuáles son las principales actividades que realiza el colectivo?
AE2: Tenemos muchas actividades ya desarrolladas y muchas en puerta. La principal, en la que todos ponemos bastante esfuerzo es el mercadito, ese es el más importante. Nuestro proyecto más importante se crea como protesta económica y en apoyo a todas las compañeras y compañeros que no tienen la posibilidad de trabajar en otra área porque recorren largas distancias y es la única forma en la que pueden generar y obtener un ingreso —además de las becas, que tampoco son suficientes— es justamente la venta informal. Ya había pasado que gente quería vender y siempre se le cerraron las puertas en la cara. Entonces, llega este punto en el que entendemos esa necesidad y reconocemos esa problemática.
Así es como empezamos la movilización, convocando a la gente a participar. En un inicio se intentó que se hiciera diario, que la gente se acostumbrara a ponerse diario en donde quisiera, pero el problema fue la participación, no había tanta participación estudiantil, entonces tuvimos que cambiar la estrategia. Empezamos a realizar esto más grande, una edición al mes que fuera amplia. Entonces, nosotros elaboramos un registro, todos los que se inscriben dicen qué van a vender. Todo mundo dice si es de la ENTS, para nosotros es muy importante que los espacios en su mayoría sean de la población de la ENTS porque para eso estamos chambeando, así nace, así es como se está creando.
Ahorita estamos en la tarea de poder conseguir que se haga diario, que la gente venga y si se quiere plantar, que se plante. Hemos tenido problemas con la administración porque nos han corrido ya a varias compañeras de la zona de la explanada. Ya lo había realizado anteriormente, de hecho nuestra venta, AE1 y yo la pusimos directamente en cafetería, como una protesta y nunca nos movimos de ahí. Pero el problema es que como nos conocen, nos ubican, los administrativos a nosotros no nos dicen nada, pero ven alguien que está vendiendo solito, solita, y de volada. Ya sea que manden al abogado, la abogada, la de trabajo social, a seguridad UNAM; es constante esa agresión, esa persecución. Además, mencionamos sobre varios carteles que se han pegado, este punto en el que se te criminaliza por tratar de sobrevivir. Por eso es una acción que hemos hecho para respaldar a las y los compañeros.
E: ¿Qué otras actividades se podrían mencionar?
AE1: Pues además del tema del mercadito, dentro de la colectiva tenemos a gente que está más involucrada en cada lucha, no voy a decir experta porque creo que al final siempre nos estamos nutriendo, pero sabe más de la rama en la que milita. También hemos hecho acompañamientos en temas de violencia de género. Normalmente los hago yo por el tema de ser mujer, mis compañeros hombres se mantienen en el tema logístico totalmente. Hemos tomado el caso, entablando diálogo con la persona agredida, sus redes y demás. Ver qué se puede hacer, qué también está en nuestras manos desde el tema de protesta, desde el movimiento y ya que lo tenemos bien establecido, tenemos juntas y decidimos qué podemos hacer. Entonces, vamos a exigir juntes a las autoridades como resolución pronta del caso, sabemos que no va a ser así, pero empezamos a decir —“por qué existen inconsistencias, por qué está pasando esto o aquello”—. Tratamos de acuerpar a la persona agredida e irle dando seguimiento a la situación.
Aparte de lo del mercadito, el acompañamiento en cualquier situación o problemática estudiantil que veamos, tratamos de tomar voz, e ir viendo qué sucede, involucrarnos para generar exigencias. En los paros estamos muy presentes, en las asambleas, luego las organizamos. Participamos en las mesas de diálogo con dirección y demás. Para las comisiones del paro anterior, lo que salió de las comisiones, que no resultó por la de la falta de participación estudiantil, pero les dimos seguimiento hasta lograr el baño neutro y hasta lograr la instalación de un horno que era una petición estudiantil. Lo del baño neutro era necesidad real en la población estudiantil. Las mesas para las denuncias de género, pero eso ya no se concretó por el tema de participación. No pueden estar dos haciendo todo. Ese es el trabajo que hemos hecho y también trabajo cultural, es lo que hemos tratado de de innovar.
AE2: Para sumarle un poquito sobre un aspecto que no mencionó la compañera, el baño que nosotros exigimos, se solicitó que fuera incluyente y no neutro, para atender todas las necesidades de gente en silla de ruedas, de maternantes; buscamos cubrir todas las necesidades y no únicamente quedará como otras escuelas. Para esto, así como para el seguimiento con las personas que les brindamos el apoyo constantemente utilizamos metodologías que tienen que ver con trabajo social. Somos conscientes de que la lucha no está peleada con la academia y que todo lo que aprendemos nos puede ayudar en su momento. Entonces, todo esto lo hemos hecho con metodologías de trabajo social que nos han servido para que sean mejores y completas.
E: Ahí mismo, ¿cómo se organizan con otros colectivos, dentro y fuera de la ENTS?
AE2: Apenas empezamos esta vinculación con las demás colectivas. Lo que te comentaba, el 2 de octubre, apenas se pulieron ciertas asperezas. Empezamos a trabajar tal cual, como un colectivo unido entre todas las colectivas. Este frente, es el frente estudiantil que lo representamos todas las colectivas que estamos ahí. También tratamos de que sea horizontal, todos tienen voz, todos tienen voto, nadie tiene el liderazgo de este. Lo importante aquí es que nosotros estamos haciendo presión para que eso no se abandone, que ese frente siga y continúe trabajando para un bien, para la comunidad, porque sirve más que estemos unidas como colectivas a que estemos peleándonos individualmente, ¿no?
AE1: Ah bueno, además con las otras colectivas y organizaciones estudiantiles de otras escuelas y facultades, el punto de tejer redes es acudir a ellas. Tenemos conexión con la Facultad de Química, con la Facultad de Enfermería, también con Ingeniería y con Filosofía, entonces lo que hacemos es dentro de nuestra organización cada quien tiene ciertas actividades puntuales. Además de hacer cada uno su función, eso no se puede dejar de lado, yo soy el punto de vinculación entre otras facultades. A veces me acompaña Joel, a veces me acompaña Jos, pero normalmente estoy en los grupos de WhatsApp, y esos grupos son para las interuniversitarias o interfacultades. Ah, porque también hay conexión con Ciencias y con la UAM Xochimilco. Entonces ahí vemos qué está pasando, el objetivo es irse involucrando, o sea, si hacen asambleas, acudir, si hacen interuniversitarias, acudir. Te acercas con las personas que ves que están liderando esa situación y es —”hola, me presento, somos la colectiva Resistencia Estudiantil 2 de octubre, venimos de la ENTS”—, así es como se hace interuniversidad.
E: Hace rato AE2 mencionaba acerca de los problemas que a veces hay. Los conflictos. ¿Cómo solucionan ustedes sus conflictos, ya sea dentro de la colectiva o, por ejemplo, en este frente de trabajo social?
AE2: Somos una colectiva mixta, la mayoría de las personas que pertenecemos tenemos ideales encontrados o ideales afines y asumimos que las diferencias se pueden solucionar. Cuando vemos que alguien la riega o comete un error, lo que hacemos, es decir —“oye, ¿sabes qué? Creo que tal persona pues la regó en este punto”—. Pero podemos platicar, hablamos con la persona, decimos —“oye, ¿sabes qué?, creo que la regaste aquí, que esto no está bien que lo hagas”—. Y se habla por el mismo tema de la confianza. Con colectivas externas, ha sido un poco complicado con la colectiva feminista, porque militan en una rama radical y cerrada también. A veces no permiten que hombres se acerquen a tener diálogo y demás, son totalmente separatistas y tampoco son trans incluyentes. Ahí ha habido ciertos roces entre lo que hacemos, entonces soy el vínculo y hablamos sobre lo que está pasando. Normalmente cuando nos unimos es en el marco de un punto de tensión dentro de la escuela, ahí unimos fuerzas. Esas son las formas en las que se liman asperezas, siempre es respetando o manteniendo al margen los tratos, porque al final de cuentas dentro o fuera de la colectiva, fuera de estas situaciones no son personas con las que nos saludemos en los pasillos o nos llevemos, es como si no nos conociéramos. Esa es nuestra solución.
E: AE2, hace un momento, AE1, comentaba el uso de WhatsApp tanto internamente como con otros espacios. ¿Qué otras redes usan ustedes para comunicarse?
AE2: Regularmente es la única. Para dar a conocer nuestras actividades, tratamos de hacer uso de todo lo que podamos; Facebook, grupos de WhatsApp, páginas de todas las colectivas e Instagram. También se informa lo que está sucediendo por medio del grupo de alumnos de trabajo social. Ahí sabemos que está toda la comunidad completa, entonces constantemente se informa por ese medio.
E: ¿Usan Tiktok?
AE2: Eso no. Quizás sea por pena o no sé, pero es algo que nunca ha salido, nunca hemos dicho —“¡Ay!, vamos a hacer un TikTok”—, es más por la información que se comparte, hay que tener autocuidado.
E: Si tuvieras que elegir entre esa comunicación vía redes y la comunicación presencial, ¿qué elegirías?
AE1: Totalmente la comunicación presencial. El tema es la participación. Seguimos con el tema de la participación, podemos estar poniendo lo más relevante en redes sobre lo que está pasando y la gente pasa de largo porque no es algo que les interese, no es algo divertido, no es algo gracioso. Es muy fácil que te ignoren en redes sociales, pero cuando te paras en la escuela con un megáfono ¡Voltean porque voltean! Quizás no se vayan a meter en la asamblea o a lo que está sucediendo, pero lo escuchan. Ahorita estamos haciendo más uso de la presencialidad, preferimos esta modalidad, y las redes sociales como un apoyo.
E: ¿Entonces, se complementan?
AE1: Sí, se complementan.
E: AE2, ¿consideras que es un colectivo de autocrítica?
AE2: Sí, constantemente. Es algo que también hemos hablado mucho. No todos tenemos las mismas opiniones, afortunadamente no todos tenemos los mismos ideales. Desde lo escolar, no todos llevamos la misma línea de investigación. También tenemos distintas líneas de investigación. Cada quien tiene sus intereses y creo que eso retroalimenta a cada quien desde puntos que no se ven. Todos son lo bastante conscientes, críticos y empáticos para aceptar otras opiniones, te hacen darte cuenta de eso, si realmente tú reflexionas y aplicas lo que te están diciendo ahí. También esa es la fortuna de ser amigos y de tener esa confianza de poder decir —“no me lo está diciendo para mal, o al contrario, lo está diciendo para que todo esto mejore. Pues, vamos a darle justamente por esta línea”—. Lo piensa uno, lo reflexiona y lo hace.
E: Si tuvieras que definir su colectiva en una ideología, ¿cuál sería?
AE1: No estamos con una ideología, nuestro objetivo son los movimientos sociales. En un primer momento, nosotros estábamos en una colectiva con tintes antipatriarcales y LGBT. Pero, al final entendemos que ninguna lucha es aislada. Nuestros principales ideales son antipatriarcales, anticoloniales y anticapitalistas. Esos son los tres ejes más importantes dentro de esta lucha, y no por eso dejamos de lado todo lo que hacemos. Así convergemos la lucha feminista, la lucha disidente, la lucha anticapitalista, la lucha anticolonialista. Todo esto aquí lo traemos. Al final, tratamos de estar inmiscuidos en todo. Por esa razón no tenemos solo un eje de ideología porque desde la experiencia entendimos que no funciona así. Porque no podemos decir —“esto sí, el otro no”—, ninguna lucha está aislada y todas son necesarias una de otra.
E: ¿Cuáles podrías decir que son los valores que orientan tu militancia?
AE2: Más que nada el respeto, la justicia. Creo que son los dos más grandes valores que tengo. Quizá también podría meter un poco la empatía. Pero más que nada, lo que nos ayuda a que está colectiva sea fructífera es el respeto, es algo que nunca vamos a perder, independientemente de cómo nos llevemos, nos ayuda y nos mantiene firmes, porque sabemos lo que damos y lo que entregamos.
E: ¿La solidaridad con otras luchas?
AE2: Eso también nos identifica bastante. Tratamos de nunca quedarnos ajenos a las demás luchas.
E: ¿En tu caso, AE1?
AE1: En mi caso, la solidaridad, la justicia y totalmente creo que también la honestidad, porque al final para llevar todos estos temas de procesos, el tener información de la gente, tener detalles delicados, información sensible, todo eso va de la mano con la honestidad, no puedes estar ventilando todo lo que pasa. Esos son para mí los tres principales: la justicia, la solidaridad y la honestidad. Sin eso, creo que no podríamos tampoco estar haciendo todo esto.
E: ¿Cuáles serían los autores o autoras, de los que has leído qué consideras son un referente para el posicionamiento político de tu participación?
AE1: Me falta conocer más autores porque, es algo en común que tenemos él y yo, nuestra lucha es muy práctica, lo teórico no lo dejamos de lado, pero nosotros incidimos más desde lo práctico. Nuestra parte teórica más fuerte son Dani y Joel, el lado más práctico, somos AE2 y yo. Ellos traen mucha teoría y nosotros mucha práctica, mucha calle, por decirlo así. Dentro de los autores, nos falta conocer mucho más, pero el principal o el más conocido es Marx. Del lado latinoamericano, me interesan muchas autoras como Rosario Castellanos. Quizá no es una ideología en cuanto tal, pero me interesan los temas de Lydia Cacho, de Anabel. Un autor que me encanta es uno de los cabecillas del 68, este Luis González, también me gusta mucho y son referentes que yo tomaría.
Cabe resaltar que lo que no me gusta es acercarme a teorías o autores del tema de la blanquitud, pero no hablando de tonos de piel, sino de ideologías. En el feminismo estoy totalmente peleada con las autoras que son feministas libertarias blancas, no las leo o no me interesa lo que digan personas así, porque no va a hablar por todas las demás realidades que existimos. Eso es algo que tengo claro, que trato de evitar.
E: Algún personaje político, ya sea actual o histórico que tengas como referente.
AE1: Voy a mencionar dos, una es la activista trans, que se llama Mikaelah Drullard, es una activista afrocaribeña, me interesa mucho lo que dice es muy interesante. Y una figura política grande de México, me interesa mucho Nancy Cárdenas, y del mundo, va a ser un poco trillado, pero Salvador Allende.
E: ¿Y tu, AE2?
AE2: Yo creo que soy al que más le faltan estos referentes teóricos. Soy malísimo justo para estos referentes. Puedo leer el libro completo y no acordarme del nombre de quién es, pero las ideas se me quedan. Sobre personajes históricos que hayan marcado la lucha para mí, lo mismo, muy trillado, pero Salvador Allende. No podría decir nombres porque son muchísimos, pero todos los activistas que luchan por el ecosistema y este, o sea los que luchan en los cerros, que muchas veces su nombre no se conoce, pero que ahí están haciendo esa lucha que muchas veces es invisible para los ojos de cualquiera, pero que es muy importante y q muy valiosa; y que constantemente pues se terminan muriendo en el anonimato. Bueno, más bien los terminan matando y los dejan en el anonimato.
E: ¿Qué significado tienen para ti, AE1, luchas históricas como las que acabamos de conmemorar y repudiar a la vez? Me refiero a Ayotzinapa, el movimiento de 1968, el zapatismo…
AE1: Para mí tienen una cabida muy importante porque creo que la memoria colectiva nunca muere y si lo dejamos morir estamos condenados a repetir lo mismo, son temas totalmente sensibles, muy importantes, de muchísimo respeto. Por ejemplo, en el tema cultural sí me ha interesado mucho meterme en canciones o en películas o en series que traten de movimientos sociales latinoamericanos. Lo mismo creo que estamos muy europerizados y a veces nos vamos mucho con: es que la Segunda Guerra Mundial, es que el Holocausto o la política americana. Son tragedias, pero aquí vivimos otras cosas totalmente distintas.
Entonces, para mí todo es una ideología desde el primer plano, es algo que traes puesto diario; como un saco, una blusa que llegas te quitas y a la ropa sucia, nada más te la pones el 8 de marzo, el 2 de octubre, el 26 de septiembre. Para mí, es lo vamos a traer diario y es una forma de vida. Todas estas luchas son predecesoras para lo que voy a hacer y lo que haré en un futuro. Esto lo tomo desde la memoria colectiva, literalmente no se olvida. Para mí significa no olvidar lo que pasó, no nada más el 2 de octubre, o el 8 de marzo, son todos; son vidas, son personas que van a ser eternamente jóvenes, no porque quisieron sino porque las obligaron. Para mí es una forma de vida, todo el movimiento latinoamericano y todo lo que ha pasado en México.
E: ¿En tu caso, AE2?
AE2: Coincido con mi compañera, ante el hecho de no olvidar, de mi parte tratar de que, si la gente no lo conoce, informarles qué pasó y por qué pasó. Mientras nosotros podamos hacer algo para que no se olvide, se mantenga en la memoria colectiva y en la voz de todos es lo importante. Me dejan un sentimiento. Por ejemplo, el movimiento del 68 y Ayotzinapa, me dan coraje, pero más que nada envidia porque esa gente se paró a luchar sin importar absolutamente nada.
Nos pasó en una asamblea para organizar la conmemoración del 2 de octubre, un compañero mencionaba que si los jóvenes del 2 de octubre fallecieron exigiendo mejoras académicas, que la lucha tenía que hacerse desde las aulas. Para empezar, es erróneo porque no los asesinaron por exigir que la escuela fuera pública, fue una situación que para ellos pudo haber sido ajena, pero se solidarizaron con esa lucha. Y murieron por una lucha que ni siquiera era de ellos, pero que es importante no ser ajenos, más desde nuestra profesión como trabajadores sociales a las problemáticas que se viven afuera de la institución. Pienso que eso es lo más importante y que constantemente tratamos de representar como colectiva.
E: Muy bien, muchas gracias. Vamos terminando, les agradezco mucho su tiempo. Ya contestaste un poquito esta pregunta, AE1, cuando dices que para ti es una forma de vida. Pero voy a reiterar para que complementes tu respuesta y la retome AE 2. ¿Cómo se refleja tu militancia, tu pertenencia a esta colectiva en tu vida cotidiana y en otros espacios de tu vida social?
AE1: Mi militancia se refleja en mi día a día, en la forma en la que soy crítica, en la forma en la que veo una situación por más sencilla que sea, y decir —“no puedo dejarlo pasar”—. Por ejemplo, hace rato estábamos en nuestra práctica y alguien hace un chiste de una situación, de una problemática que están viviendo los jóvenes en la preparatoria y me quedo, así como: ¿a qué ahora me río? Para mí, ese criterio se crea día a día, es la forma en cómo vivo, en cómo transmito lo que hago en la colectiva. Para mí es ese ¿qué más vamos a hacer? y lo que se necesita. Lo mismo sucede en las redes sociales, respecto a difundir lo que pasa, ser crítica frente a lo que se toma como un chiste, meterme a foros, intercambiar ideas, debatir, platicar desde la situación más sencilla hasta la situación más tensa.
Otro ejemplo, es en el marco de una fiesta que podría pensarse es dejar a un lado lo político, pero, en realidad todo es político. Si a una compañera le sucede algo a un compañero le sucede algo, me voy a acercar y ver qué está pasando. Todo es político porque ahorita puedo estar en la fiesta y ahorita mi prioridad va a ser apoyar, pero el día de mañana créeme que voy a hacer todo un revuelo para que se enteren de esta situación. Algo similar pasó en la foto de graduación de nuestra generación, se dio un problema de LGBTT fobia, y porque todo es político, no descansamos hasta que hicimos todo un revuelo de esa situación. Señalamos a quienes teníamos que señalar y asumimos que ese tipo de situaciones no las podemos tolerar. Entonces, desde el punto de la autocrítica, de ser críticos y de un pensamiento más abierto, es la forma en la que yo lo hago.
E: ¿ Y tú, cómo llevas tu militancia a la vida cotidiana, AE 2?
AE2: Coincido con mi compañera, agregaría la manera en cómo me cultivo, por ejemplo, también a mis compañeros que son más teóricos, les propuse crear una carpeta en Drive. Ahí metemos todos nuestros proyectos, nuestros programas, pero además ahí metemos referentes teóricos para nutrirnos por mero interés y para nutrir la vida cotidiana. No es algo que digas —“como es tarea vamos a leerlo o lo tengo que hacer para mi trabajo”—, sino es el mero interés de seguir formando un pensamiento para ser mejores en la lucha social que hacemos a diario.
Al igual que como señala mi compañera, no podemos dejar de lado ninguna violencia, ninguna injusticia y tampoco reforzar estos pensamientos violentos que generan agresiones, porque el hecho de validarlos conlleva a que los sigan reproduciendo y desde el hecho de ponerles un alto a esas personas con no reírnos, estamos generando un cambio porque la otra persona dirá —“no es gracioso, pues dejo de hacerlo”—.
E: ¿Cuál consideras que es el principal problema que tiene México hoy?
AE1: Considero que hay muchísimos, pero el principal problema de México es el desinterés, la apatía y la ignorancia. Pero la ignorancia por ignorar todo lo que está pasando afuera. El individualismo también es de los principales problemas.
E: ¿Algún otro?
AE1: La desinformación es un grave problema, así como es un grave problema no ser personas críticas y dejarse llevar por lo que está diciendo alguien más que no conozco, pero que escuché de mi vecino. No ser un México consciente es uno de los problemas principales que hacen que todas las problemáticas que hay en el país se incrementen día con día, no podemos ser lo únicos que evidencian las problemáticas, si el de al lado no voltea a verme no me sirve de nada estarlo gritando.
E: ¿Tú qué opinas, AE2?
AE2: Pienso que el individualismo y el desinterés, son las piezas más fuertes. No ver que el otro también tiene problemas, no ser inconsciente, y decir que mientras yo esté bien, no me importa lo que le pase al otro. Hay una frase que es popular en la calle: “de que lloren en mi casa, a que lloren en la suya, mejor en la suya”. Es una frase muy fuerte, completamente individualista sobre que cada quien vele por sus intereses y lo que pasa alrededor no importa. Sucede en los estratos más bajos, hasta los estratos más altos. Véngase todo para acá, pero si me afecta, pues ahora sí vamos a hacer revuelo.
E: ¿Se relaciona con el neoliberalismo?
AE2: Sí, bastante. El sistema neoliberal y el sistema económico que tenemos impuesto hoy, constantemente nos hace únicamente personas de consumo, individualistas. Dentro de la desigualdad, lo que tiene que ver con el aspiracionismo. Considero que de los problemas más grandes en México es inculcar el échaleganismo, que “si tu peleas y luchas fuerte vas a poder llegar a ser millonario”. Pero algo que he notado en estas generaciones es que deciden hacer lo mínimo indispensable. Ya no esforzarse para poder lograr algo; la mediocridad de hacer lo único que a mí me corresponde y nada más, y por ese hecho que se me reconozca el trabajo.
E: ¿Qué piensas de la violencia y la pobreza?
AE1: Como trabajadora social, pienso que son ejes sumamente complicados e importantes, porque son problemas de la sociedad mexicana la violencia, la pobreza y la desigualdad; son tres puntos que traen esta sociedad en decadencia. Lo más triste y realista es que no vamos a acabar con eso, es un tema que es de nunca acabar. Puede ser que se aminore, pero genuinamente considero que es una lucha colectiva, masiva, para al menos empezar a bajar esos índices.
E: ¿Qué es para ti la democracia, AE2?
AE2: En todos lados se puede ejercer la democracia y veo necesario que se ejerza en todos lados. Los lugares que no son democráticos siempre terminan generando tiranos. Hay que ser críticos. Si alguien quiere ser representativo, si alguien quiere ser líder y no da opciones, una democracia en la que puedas participar, proponer, y decidir, pues también termina siendo un tirano y generando una ruptura.
Creo que todos los espacios deben de ser democráticos, en esta colectiva lo somos. Por eso impulsamos la horizontalidad entre nosotros, que muchas otras colectivas nos dicen que eso no existe. Que la horizontalidad en colectivas no existe, que siempre tiene que haber un líder que nos jale. A nosotros se nos hace muy chistoso porque la tenemos nosotros y tenemos esta horizontalidad democrática; en donde todos participamos, todos somos importantes, todos nos vamos a cuidar con la vida si es necesario, pero que todos nos vamos a representar como un frente tal cual.
Aquí en México, el hecho de que durara 70 años el PRI en el poder habla mucho acerca de la democracia. En ciertos espacios yo podría decir que hay democracia, pero en los espacios y en los estratos más altos, como lo es el gobierno y la política, siento que no hay democracia. Ahí es nada más el imponer siempre al mejor postor. Y creo que no hay más democracia todavía en el país que en la UNAM.
E: No hay.
AE2: Nunca hay democracia. Aquí cobra sentido la frase “te chingas o te jodes”. No hay de otra cosa, vienes a esta estructura que ya existe y te adaptas o te mueres. Es de cierta manera lo que ha pasado en medicina.
E: ¿Qué hay sobre las mujeres?
AE1: Yo creo que la democracia en México y el proceso democrático ya no existen. En los temas electorales se vota, pero por las propuestas que tenemos, por lo que hay, no hay otra cosa. ¿Quieres hacer algo diferente? Ahí está Colosio, así vas a terminar. Creo que los procesos democráticos han ido transformándose, adaptándose, quizá por no desaparecer, pero genuinamente no existe. Al final siempre es: vamos a hacer lo menos peor. Entonces nos sucede algo esperado y es reconocer que existe la democracia, pero no se ha logrado plenamente porque, por ejemplo, hablando del tema de la presidencia, es una lucha que viene desde hace años, y se está logrando un relativo cambio después de más de 70 años. Entonces, ¿cuál democracia existe? Si esto lo quiere cambiar la gente que tiene poder y dinero, se juntan y se vuelven más hábiles que anteriormente, nos lo vuelven a quitar.
Dentro de la UNAM, ni se diga, ¿cómo es posible que el rector sea elegido por unos cuantos?, lo mismo sucede con los directores y las directoras. Al final se nos escucha, pero siento que es una democracia por partes, para que no digamos que no existe. En un gobierno neoliberal, capitalista y demás, creo que es imposible hablar de una democracia libre, a mi parecer.
E: Muy interesante. Para concluir la entrevista, y agradeciéndoles de antemano su tiempo y sus respuestas. ¿Conoces la palabra utopía? ¿Qué significa para ti, AE2?
AE2: Para mí, utopía significa algo inalcanzable que debido al sistema económico político en el que estamos es algo que se queda en el imaginario, que en algún punto de la vida se va a alcanzar, ¿cuándo? quién sabe, quizás nunca lo veamos, pero está ahí, en el imaginario. Creo que es utópico el bienestar social, porque el modelo en el que estamos inmersos desde esta superestructura, se necesita fuerza del oprimido y del opresor constantemente para que esto funcione. De otra manera, mientras sean unos pocos, como mencionaba mi compañera, los que deciden, los que imponen, jamás van a cambiar y desafortunadamente los que tienen más poder son los que siempre imponen. A menos que realmente la gente se concientice y luche por todos sus derechos; por cambiar esta estructura desde el momento en se dirigen como colonias, familias, personas, sino nunca va a pasar. Ahí entra lo utópico.
E: ¿Para ti qué es la utopía, AE1?
AE1: Para mí utopía es un modelo, o sea, para mi es el ideal, algo que no podemos alcanzar, pero que de alguna forma se puede hacer una réplica bizarra, quizás no igualar, pero podemos tomar aspectos que desearíamos. Es un deseo, cosas que desearíamos para aterrizarlas en la realidad y esforzarse porque ese es el punto central de las luchas, no dejar de soñar con un país mejor, una universidad mejor; si no lo hacemos, no habrá alguien que haga el cambio. Son sueños que quiero arrastrar a la realidad. Soy de las personas que piensa que si tengo que morir en esto, lo voy a hacer.
E: En ese sentido, ¿qué es lo que consideras que hace tu colectiva para tener una mejor universidad?
AE1: No dejar de luchar. Luchamos a diario, luchamos desde los temas más sencillos hasta los temas en los que tenemos que poner la cara; tenemos que agarrarnos de la mano y aguantar si viene algo denso. Creo que somos de las pocas colectivas u organizaciones que absolutamente todas y todos los integrantes también formamos un bloque negro. Decir: somos tantos y todos los que estamos dentro, vamos a dar la vida por la causa y no importa hasta dónde se llegue.
E: Por último, ¿cuál sería tu ideal de sociedad?, ¿cómo tendría que ser la sociedad?
AE1: Para mí una sociedad ideal tendría que ser una sociedad en la que no tengas miedo de salir a la calle, en donde no te maten, no te desaparezcan, en donde puedas realmente vivir y no sobrevivir. El día en el que se logre eso o exista una sociedad así, me puedo ir en paz.
E: En este caso, AE2, nos puedes comentar ¿qué hace tu colectiva?
AE2: No ser ajenos ante todas las problemáticas que se presentan. Sabemos que cargamos la colectiva hacia todos lados. No es como un saco que nos quitemos ya que llegamos a casa. Es decir, que si yo veo una injusticia, si veo que lo que está pasando en ese preciso momento, vamos y lo solucionamos, así estemos uno, así estemos dos o así estemos todos. Como colectiva eso es lo más importante, el que no somos ajenos ante las problemáticas que vemos, independientemente de si podrían ser de nuestro interés o no, es muy independiente de eso y para mí la sociedad debería de ser consciente, organizada y combativa.
E: Pues muchísimas gracias muchachos, por su tiempo, por su generosidad al compartir sus vivencias que forman parte de como lo están haciendo. No solamente su formación profesional, también su lucha y su vida. Les agradezco muchísimo, muchachos.
Activista Estudiantil entrevistado (AE)
Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH)
Entrevistador (E)
E: ¿Qué estás estudiando?
AE: Estoy cursando el quinto semestre de la licenciatura de Etnohistoria en de la ENAH, y en tercer semestre en la Universidad Rosario Castellanos.
E: ¿En qué carrera estás en la Universidad Rosario Castellanos?
AE: En humanidades y narrativas multimedia
E: ¿Vas a trabajar en Etnohistoria?
AE: Sí, di de baja un año la otra licenciatura porque ya no me daba el tiempo, ahorita voy en tercer semestre cuando debería de ir en quinto, pero ahí la llevo.
E: Entonces, me imagino que no tienes tiempo para trabajar
AE: Trabajo, pero con mi familia en un negocio familiar que tenemos, por ejemplo, los miércoles tengo tiempo libre y voy a trabajar, los fines de semana también.
E: Esto es para ver cómo distribuyes tus actividades, ahora entraremos al tema central: ¿perteneces a algún colectivo estudiantil?
E: Sí, es un poco complicado. En la ENAH no hay un colectivo que represente a la comunidad. Lo hemos discutido con varios compañeros que son activistas, y que están dentro de una coalición que se está formando dentro de la ENAH de profesores, estudiantes y maestros. No hay a la fecha un colectivo de estudiantes que represente a la comunidad o que diga —“yo me siento parte de”—. Se empleaba mal la palabra Asamblea Estudiantil, o Asamblea General, en lugar de ser un espacio para vertir opiniones y discusiones de la escuela, el nombre de asamblea se empezó a referir a compañeros. Se les reconocía a ellos como asamblea estudiantil, cuando ese nombre es de un espacio.
Actualmente ya hay otros colectivos. Una compañera y yo que formamos parte del GAR, discutimos que estaba bien que los estudiantes nos reconocieran como personas participativas en las asambleas, Consejos Técnicos y Consejos Académicos; o nos vieran como personas que pueden llevar su voz. Pero es importante diferenciar que no somos la asamblea, sino que la asamblea es un espacio. A raíz de estas dificultades se está creando una coordinación, aún no tiene nombre, pero para evitar esa confusión nos hemos reconocido como: “Estudiantes profesores y trabajadores organizados – ENAH”.
Este semestre empezaron a salir colectivos y organizaciones que tomaron más fuerza en la ENAH. Unos son “Los nietos del agüizote”, un colectivo que nació de la licenciatura de Historia; otro es el “Colectivo en ambiente”, se identifica como LGBTQ+; y otro, que representamos mis compañeros y yo, es el “Grupo Acción Revolucionaria”. Nosotros tres nos reconocemos como organización. Ya lleva aproximadamente más de 10 años, yo acabo de entrar, hace como un año y medio. Me falta mucho para crecer como militante, pero estoy trabajando en eso.
E: Sí, quisiera preguntarte, ¿qué te motivó a involucrarte tanto en el colectivo como en la lucha general?
AE: Cuando entré a la ENAH estaba en un proceso político fuerte porque había problemas con el INAH y con el Director Diego Prieto, al igual que con el anterior director, tenían discusiones. Entonces, al entrar a la ENAH había muchos problemas. Para mí fue muy complicado porque estaba tomando las clases en línea por la pandemia, no íbamos todavía a la ENAH. Todos los de primer semestre estábamos vueltos locos porque no sabíamos qué hacer, ni dónde sumarnos. Hasta que empezaron a compartir en las páginas de la Asamblea General de Facebook los links para unirnos a los zoom, a los meet, para empezar a organizarnos.
A la primera sesión, llegamos como 1000 personas de diferentes licenciaturas. Empezamos a registrar quienes ingresaban, por seguridad, porque empezaron a entrar personas externas. Empecé a entrar a estas reuniones aproximadamente con 50 compañeros más de diferentes semestres y carreras. Ya estando en eso, conocí a compañeros que ya eran militantes del GAR. Teniendo relación con ellos, empecé a conocer todo lo que estaba pasando en la ENAH. Pocos estudiantes de primer semestre fuimos los que empezamos a sumarnos a todo esto. Fue así que me sumé al Grupo Acción Revolucionaria.
La organización trabaja principalmente en la UNAM en la Facultad de Ingeniería y dos de mis compañeros ya estaban trabajando en la ENAH. Por algunos problemas, riñas políticas de estudiantes, el GAR no creció mucho en ese momento, yo entré por la brigada. El GAR tiene su Brigada Multidisciplinaria de apoyo a las comunidades de México; vamos a Guerrero, Oaxaca, Chiapas. De ahí, me sume a trabajar con mis compañeros en la ENAH, a llevar a cabo actividades, reuniones políticas y asistir a las clases que mis compañeros daban sobre términos que promueve la organización, la cual se identifica como marxista-revolucionaria. Empezaron a dar temas sobre todo lo que implica el marxismo. Y ahí quedé, llevo casi un año y medio.
Para la conmemoración de Ayotzinapa, el año pasado se dio un Conversatorio con los padres, y en este año se dio un evento político-cultural en el que participaron compañeras de la organización, simpatizantes y militantes —que no estudiaron en la ENAH pero que son de la organización—, mi compañera y yo que estudiamos ahí dimos poesía y canto enfocado en los compañeros.
E: Entonces, ¿el GAR es una organización interuniversitaria?
AE: Sí, trabaja principalmente en Ingeniería porque ahí nació la organización. Es una historia larguísima que sigo aprendiendo a la fecha, pero ahí tienen un cubículo se llama el CEAFI: Cubículo Estudiantil Anexo de la Facultad de Ingeniería, está en el anexo. Ahí empezaron a trabajar, su punto más fuerte es Ingeniería, pero tienen conexión también con las demás facultades. Han trabajado con Ciencias Políticas, Derecho, Psicología y en Ingeniería la organización también trabaja con los demás colectivos por el bien de la UNAM.
La brigada al ser multidisciplinaria recibe a muchos estudiantes de diversas licenciaturas y de diferentes universidades. Lleva trabajo con compañeros de Psicología, Enfermería, Veterinaria y Derecho; de la ENAH de antropólogos e historiadores. Ahorita la organización está trabajando con estudiantes, que es lo que se busca hacer en la ENAH, empezar a jalar estudiantes. También tiene el sector de trabajadores —que son compañeros que no pueden estar en la vida estudiantil, pero que están laborando aun, así como como militantes—. Además, tiene el sector de mujeres que se llama “Rosas Rojas”, somos feministas socialistas que también estamos trabajando en todo lo demás. Mis compañeros que son ya trabajadores están trabajando en la Ley Energética y las compañeras están trabajando en el tema del feminismo, sobre el aborto, la emancipación de la mujer, ahora que se viene el 25 N contra la violencia hacia las mujeres y todos esos temas.
E: Esto que me has dicho es muy interesante, es algo que debe de conocer más gente, las actividades que hacen y cómo se vinculan con comunidades. ¿Puedes hacer una mención concreta de qué actividad hacen con estos pueblos o comunidades de México?
AE: Si, dudaba en tener la entrevista, porque cuando entré a la ENAH pensé que iba a ser muy política —con los problemas que traíamos desde el primer semestre—. Con todo lo que estaba sucediendo, pensé que la ENAH sería un espacio revolucionario y político, así lo creía. Estoy consciente de que eso sucedió hace muchos años. Es una crítica que desde el GAR-ENAH hemos hecho hacia la escuela y el estudiantado porque hay un desinterés completo en la cuestión política.
Específicamente, no creemos que sea porque no les guste, sino porque pasan muchísimas cosas alrededor. Los compañeros ven más fácil estar en la banqueta tomando y haciendo este tipo de prácticas o acciones porque es la forma fácil de salir de ese espacio. Aun así, estando en la banqueta y tomando, muchos compañeros empiezan a hacer la crítica de —”oigan, ¿qué está pasando con el director? o ¿qué está pasando con esto?”—. Sin embargo, durante los dos semestres pasados hemos notado un comportamiento apático, no nada más en la ENAH, sino en general con muchos estudiantes universitarios. Por eso mismo, el GAR empezó junto con otras organizaciones y colectivos a cuestionarse: ¿qué estamos haciendo?, ¿qué está pasando con los universitarios? Se les está olvidando la democratización de las universidades; que tenemos que pelear por un boleto estudiantil para el transporte; que queremos un comedor subsidiado por la universidad. Todo este tipo de cosas que sabemos nos afectan, pero que realmente no podemos dirigirlas a un espacio porque no hay una representación fuerte, como la había en otros años o luchas estudiantiles. Creí que la ENAH iba a ser un espacio muy político, que íbamos a hacer este tipo de críticas.
Parte de mi crecimiento político lo he aprendido de mi mamá. No milita en alguna organización, pero durante mucho tiempo ha sido simpatizante de Morena. Desde el inicio mis papás han sido testigos de todas las ocasiones en las que Andrés Manuel había querido llegar a la presidencia. A raíz de eso, desde pequeña me estuvieron enseñando sobre política.
Cuando entré a la Universidad tenía 17 años, no tenía conciencia de todo, pese a las enseñanzas de mis papás. Empecé a ver la historia de la ENAH, y dije —“de aquí soy, me voy a alimentar más”—. Sin embargo, no encontré un colectivo o un grupo de compañeros organizados, hasta que entré al GAR. Pensé —“no encuentro otro espacio”— y analicé otros colectivos que había en la UNAM; el que me gustó más fue el GAR. A diferencia de otros colectivos en los que siempre hay una jerarquización, sobre quienes saben más, o quiénes saben menos, mis compañeros y compañeras fueron muy abiertos. Si tenía una duda, me respondían y me empezaban a enseñar.
Tenía la duda de tener la entrevista porque el GAR no es un colectivo ni una organización de la ENAH. Sin embargo, me parecía importante mencionar lo que ha hecho el GAR dentro de la ENAH. Por lo mismo que hay muchas corrientes políticas y filosóficas dentro de la ENAH, no nos podemos identificar con una solamente. Muchos son anarquistas, comunistas, socialistas. No es que nuestra organización sea la verdadera, la única que tengan que levantar, porque obviamente por eso hay varias, pero siempre estamos en constante pleito por…
E: ¿Los protagonismos?
AE: Al principio así era, teníamos conflictos con el tema de la Asamblea General, porque los compañeros se llegaban a molestar cuando otras organizaciones empezaban a llevar a cabo actividades. Para conmemorar el 2 de octubre, el GAR formó parte de la coordinación, por lo que convocamos como parte del GAR para asistir a la marcha, pero los compañeros se molestaron dijeron —“no queremos porque el GAR no nos representa”—. Así empezaron ese tipo de riñas, asumían que queríamos protagonismo, aunque sólo somos 3 personas. Todos los demás colectivos nos ganan por número de personas, por eso decidimos alejarnos de la ENAH. De hecho, llegamos a ser objeto de ataques directos, y definitivamente dijimos —“no podemos más con esta situación”—. Actualmente ya los conflictos han venido disminuyendo y estamos trabajando en eso.
E: ¿Qué significa GAR?, ¿tiene un espacio físico en la ENAH?
AE: El GAR es el Grupo Acción Revolucionaria, por ahora tiene conformados 2 sectores: la Juventud Revolucionaria que trabaja con estudiantes, y Rosas Rojas que es la plataforma de mujeres feministas-socialistas. Hay otro sector en proceso de conformarse de trabajadores y trabajadoras, pero todos forman parte del GAR.
Hay un cubículo estudiantil en la ENAH, llamado “Pavel”, desde la pandemia se dejó de usar. Era un espacio en el que los compañeros durante los paros lo utilizaban para dormir, hacer mantas, dar talleres. Se intentaron retomar los talleres, pero el estudiantado no asistía. En ese espacio, queríamos meter un taller de formación política organizado por el GAR, por diversas discusiones se tomó la decisión que en ese espacio no se iban a presentar organizaciones ni colectivos, y no se iban a colocar logos, o corrientes políticas; que simplemente iba a ser un espacio para que los estudiantes pudieran hacer tareas, leer y trabajar. Por eso el colectivo “En ambiente” y el colectivo “Los Nietos del Ahuizote” no tienen un espacio físico, se juntan en los pasos de la ENAH o en salones que están vacíos. El GAR cuando llegó a dar sus talleres lo hizo en salones vacíos. No tenemos un espacio, y tampoco los otros colectivos. Solamente ocupamos el espacio cuando se realizan actividades que no provienen de algún colectivo u organización.
E: Hace un momento mencionaste que la militancia de tus papás en movimientos de izquierda te ha impulsado a tener una visión crítica y una actitud proactiva. Pero ¿podrías señalar algún acontecimiento específico que te haya impulsado a tener esta actitud política y participativa?
AE: Los más fuertes que tuve fueron en definitiva en alguna marcha estudiantil.
No me tocó vivir episodios como Ayotzinapa, era muy pequeña, por lo que no era consciente de lo que sucedió —ni en la actualidad, siento que todavía me falta mucha formación política—. Lo que me hizo generar consciencia por la lucha estudiantil, el movimiento de 1968 y el caso de la desaparición forzada de los compañeros de Ayotzinapa, fue cuando se acercaban las fechas mi mamá siempre buscaba concientizar sobre ese asunto.
Por otra parte, empecé a investigar qué pasó con los compañeros de Ayotzinapa, tenía 11 años, pero me preguntaba —“¿qué pasó?, ¿por qué no me enteré, ¿por qué no fue tan pública la situación?, ¿qué pasó en el 68?”—. Eso fue lo que me motivó, además del conocimiento (inculcado por parte de mi mamá), sobre las comunidades y pueblos originarios de México. Después que entré a la ENAH, la brigada fue muy importante. Por eso creo que la lucha estudiantil del 2 de octubre, Ayotzinapa, y la brigada fueron los motivos de mi movilización y militancia en la organización.
E: Bien, el GAR a pesar de tener su origen en la Facultad de Ingeniería, tiene redes o células en la ENAH promoviendo actividades, ¿así fue como entraste?
E: Sí, por medio de 2 compañeros que eran parte del GAR y la ENAH. Los conocí después de una asamblea que hubo durante la pandemia, fuimos a comer y ahí me preguntaron —“oye, te quieres sumar a la brigada”—. La brigada es lo que atrae a más estudiantes, aunque sólo 2 personas vayan por toda la ENAH invitando a la brigada. Una vez entrando a la brigada, los agarramos en frío, comenzamos a hablar de política y a debatir —esa fue también una razón por la que me quedé en la brigada—. Los debates son sobre varios ejes: salud, educación, violencia a la mujer, entre otros temas.
La brigada dura de 1 a 2 semanas, hay un día durante todo ese tiempo que ocupamos para hacer un debate político cultural, previamente se buscan lecturas o temas que se van a debatir. Normalmente vamos a la montaña de Guerrero, que es donde hacemos los debates. Leemos un rato y luego discutimos qué opinan sobre algún tema, por ejemplo: la presidencia de Andrés Manuel, la democratización de las universidades, entre otros… Entonces, empiezan las discusiones bastante largas y densas, pero que al final te terminan gustando. También se da lugar a un evento cultural en el que cantamos canciones de Víctor Jara, Mercedes Sosa; leemos poesía sobre poemas revolucionarios, recordando mucho que la comunidad estudiantil es muy importante.
Por ese tipo de debates que promueven mis compañeros, terminé integrándome. Dije —“¡Bueno, a ver qué sucede!, voy a desgranar elotes”— porque fue lo que me dijeron, y yo muy emocionada acepte para tener prácticas de campo. Eso es algo que distingue a la brigada, tenemos el lema: “¡Por un servicio social al servicio del pueblo!”, porque en la ENAH pocos son los profesores y las oportunidades que tenemos para tener prácticas de campo. Además, en ese momento estábamos en pandemia y lo poco que sabíamos lo pusimos en práctica en la comunidad. Me ha servido muchísimo para discutir en clases de antropología sobre el comportamiento de las comunidades indígenas.
Al igual que compañeros de licenciaturas en Ciencias Sociales, también practican en la brigada, por ejemplo, compañeros de Enfermería, Veterinaria —que durante su quinto semestre les dicen cómo poner una esterilización y cómo aplicar vacunas—. Si no tienen la manera de tener una práctica de campo que se enfoque en lo que están estudiando, la brigada les da la oportunidad de practicar con seguridad y con papel en mano. El tipo de servicio social que impulsa la brigada, a la vez es una crítica a las universidades porque estudiamos 4 años, y al salir tenemos que hacer el servicio social en una banca como secretarios, llevando cafés. Eso no es lo que queremos o nos beneficia, cuando hay mucho espacio y trabajo en comunidades que realmente lo necesitan.
Muchos de nuestros padres vienen de Oaxaca, Zacatecas, Tamaulipas y vienen a la ciudad porque buscan que sus hijos tengan una mejor vida. Somos los hijos que tienen mejores oportunidades que sus padres. Lo mínimo que tenemos que hacer es regresar a la comunidad y devolver al pueblo lo aprendido. Por eso los estudiantes prefieren hacer su servicio social en otros lados que les interesan y que lo necesitan. Es lo que hacemos, pese a que Facultad de Ingeniería se atribuya la brigada, es del GAR. Hace muchos años hubo conflictos al respecto, ya no sucede tanto porque tenemos más fuerza para defender nuestro trabajo.
Se espera que todo tipo de estudiante, incluso compañeros de preparatoria que no saben qué quieren estudiar puedan ver qué es lo que les interesa. Al ser un espacio multidisciplinario pueden conocer a muchos compañeros, los orientan sobre qué estudiar, y desde esa edad tengan conciencia política sobre lo que está pasando. Hay reflexiones que hemos tenido en la organización sobre que la comunidad en estos últimos meses está creciendo de manera política. Me parece que los colectivos y organizaciones dentro de la UNAM se están empezando a movilizar, pero no tienen una identidad clara. No se sabe si son de derecha o si son de izquierda, pero notamos ese tipo de participación. Vemos mucho apoyo hacia Claudia Sheinbaum, la candidata para la presidencia, por parte de estudiantes de la Facultad de Ciencias Políticas. Están haciendo un análisis de todo lo que está pasando con la candidata, y hacen una crítica hacia el actual gobierno.
Aunque nos reconocemos como parte de izquierda, no estamos al 100% apoyando a ninguna ficha o algún partido político. Pero creemos que hay relaciones que se pueden tener para un bien común, como lo hacemos con otros colectivos y organizaciones de la UNAM. Si bien algunos son anarquistas, nos sumamos con ellos porque sabemos que hay puntos en común que podemos trabajar. Es idea que se tiene en la ENAH, al ser muy diversos, pero al identificarnos la mayoría de izquierda, pensamos crear un frente o una coordinación que recogiera las demandas y necesidades estudiantiles, así como de trabajadores y profesores. Sin embargo, hasta la fecha no hemos podido reunirnos estos 3 colectivos para platicar, pero es un proyecto en mente.
Actualmente mis 2 compañeros ya van de salida están en séptimo semestre, por lo que nos parece importante atraer a más gente con nosotros, para impulsar el trabajo que hacemos. A la vez, nos gustaría que hubiese conciencia política en la comunidad, independientemente del colectivo al que se quieran sumar o ideología: comunista, socialista, anarquista. Lo que cada quien quiera, pero que tenga conciencia de lo que está pasando actualmente en el país y con los estudiantes de otros Estados y América Latina.
E: En términos ideológicos, ¿cómo te definirías o cómo definirías a la organización?
E: Considero que la organización promueve la ideología marxista, y revolucionaria. Así nos identificamos cuando vamos a conversar e invitar a la gente. En mi caso estoy todavía en el proceso de identificarme con alguna corriente o con alguna ideología. Siento que me falta formación política. Agradezco a mis compañeros que me apoyan con textos, libros y debates porque me falta todavía conocer mucho para reconocerme como tal. Sin embargo, me inclino por la ideología marxista y revolucionaria.
E: ¿Tienes algún referente de algún autor o actor político?
AE: De las clases de formación política que he tenido en el GAR, totalmente Marx, Rosa Luxemburgo y Engels. Son a los que voy pisando sus talones e intentando leer. Aunque tenemos algunas lecturas en la ENAH de ese tipo, faltan muchos textos. En sus programas se integra muy poco de Rosa Luxemburgo, Engels y Marx. Pero voy realizando las lecturas que tengo como estudiante, y tratando de leer lo que escribieron estos 3 personajes.
E: ¿Tienes un referente actual, vivo, una persona que sea fuente de inspiración para ti?
AE: Ningún personaje me motiva, desgraciadamente ya fallecieron la mayoría. Pero si tuviera que decir a quienes admiro y me gustaría tener la conciencia política que tienen, nombraría a los compañeros más grandes de mi organización, que son ya trabajadores. Son personas que forman debates y que puedes pasar una hora escuchándolos porque dan mucha información. No lo digo solo porque estoy militando junto con ellos, también he escuchado debates con otros colectivos y no me siento identificada con ellos.
Hasta la fecha no identifico a alguien que me inspire a ser revolucionario o marxista. No lo veo aquí en México ni en otro lugar. Quizá no lo he conocido, posiblemente en unos años, en unos meses cambie de parecer. El GAR tampoco ve a alguien como —“esa persona es la que va a defender al pueblo, a los obreros…”—. Lo vemos en personas que desgraciadamente ya no están aquí. Ojalá pronto salga un estudiante, algún trabajador o trabajadora, que diga: ¡Vamos a despertar!
E: Toda la información que nos has compartido es muy rica y se infieren muchas cosas. Me gustaría que pudieras mencionar cuáles son los valores que te permiten tener esta militancia o participación política.
AE: Gran parte es la solidaridad a quienes les han quitado la voz, eso es lo más importante para mí. No nada más porque lo he aprendido del GAR, sino también gracias a la ENAH; apoyar a quienes les han robado la voz, han sido presos, o han sido violentados por diferentes causas. No me gusta mucho la tibieza de la gente.
E: ¿La indiferencia de la gente?
AE: Así es. No me gusta que haya desinformación o tibieza. Es decir, no saber si apoyas o no apoyas una causa. Siento que es algo que deberían de saber, y la indiferencia hacia lo que está sucediendo a tu alrededor. Pienso que no puedes quedarte quieto y creer que todo está bien cuando están muriendo personas, cuando la gente está sufriendo. Tampoco es que una se ponga el saco de —“¡Ah!, pues soy el salvador”—, porque tampoco debería ser así. Como estudiante no puedes ser indiferente, sobre todo de Ciencias Sociales. Eso es algo que pasa en la ENAH, y critico; a compañeros que dices —“bueno, muy antropólogo y todo, pero están pasando muchas cosas, hay que aplicar lo aprendido”—.
La convivencia en comunidad me gusta muchísimo. Poder trabajar hombro a hombro con mujeres y con hombres trabajadores, que tienen conciencia política de lo que pasa. Entonces, la consciencia de lo que está pasando y aspirar a la comunidad.
E: Ha sido muy enriquecedor lo que has comentado. Me parece que muestras bastante madurez política, quisiera preguntarte, ¿te has sentido alguna vez en riesgo por tu participación en estos espacios estudiantiles? O ¿con temor por participar?
E: He sentido temor en la familia, sobre todo porque se tiene el estereotipo de que el estudiante es rebelde sin causa. A mi familia más alejada, cuando empezaba a ir a las marchas o las reuniones, les decía —“¡Ay!, espérenme, tengo una reunión”— y decían —“reunión ¿de qué?”— y les respondía que tenía una reunión en la UNAM con más compañeros universitarios y me decían —“¡Ay, ya vas a empezar de revoltosa!”—. En ese tipo de comentarios fue donde empecé a notar un trato diferente. Mi familia nuclear nunca me dijo nada, pero mi familia más alejada sí. Gracias a que estoy en la militancia, les voy compartiendo información. Les digo —“¡Oigan!, métanse a ver qué onda con los libros de texto”—. Los invito a que no se dejen guiar por lo que está pasando en la televisión, en TikTok; que vean los hechos y decidan qué les interesa.
Hace poco tuve una discusión con varias personas de mi familia por el tema de los libros de texto, Estaban muy influenciados por las noticias y tenían duda sobre el tema del comunismo y decían —“¡Vamos a ser igual que Cuba!”—. Les dije —”vamos a sentarnos a platicar” a mi mamá y mis tíos, que también son muy políticos. Fue una discusión que tuvimos varias personas de mi familia, sobre qué es el comunismo. Actualmente ya es menos, pero en un inicio sentía que corría peligro ahí.
Otro lugar donde sentí que corría peligro fue en la ENAH, cuando mis compañeros y yo empezamos a hacer trabajo político. Nos decían que no, porque la ENAH no era marxista, o revolucionaria. No nos atacaron físicamente, pero llegamos a tener malestar psicológico y emocional por todo el hate que nos dirigían. En general, es ahí donde he sentido que puedo correr peligro. No he recibido ninguna llamada o amenaza, como sí lo han recibido mis compañeros que ya llevaban más tiempo. Les han enviado mensajes que dicen —” ya te vimos o a qué hora se hace tal”—. Al igual que por enfrentamientos directos que han tenido. En mi caso, no han podido tener mi teléfono, sin embargo, hay compañeros que no sabemos cómo han obtenido sus números, pero les han mandado mensajes. Hemos sido precavidos con eso, lo que recibimos se elimina y no le damos más vueltas. Ellos han sido atacados. Yo no he sido atacada por algún político importante o directivo, pero con la misma comunidad con eso tengo suficiente.
E: ¿El hate que comentas, no necesariamente proviene de las autoridades, sino de la comunidad estudiantil o algún otro colectivo?
AE: No directamente de colectivos, pero de compañeros sí. No es común que un colectivo llegue a decirme algo por ser parte del GAR, al menos en la ENAH, porque hemos tenido enfrentamientos con colectivos en Ingeniería. Sobre todo, con mujeres. En la ENAH ha sido con personas, con las que no podemos llegar a tener un acuerdo. No han sido agresiones físicas, pero en algún momento se han detonado discusiones con gritos, nunca con groserías. A pesar de que tengamos ideas diferentes no hay groserías, solo palabras fuertes o gritos.
Como organización hemos tenido discusiones, sobre todo con “Rosas Rojas”, compañeras que se definen como feministas. Hay diversas corrientes feministas, pero colectivas que son trans-excluyentes, han afectado a compañeras trans que han querido asistir a reuniones y les dicen —“aquí no puedes pasar”—. No recuerdo cómo se reconocen estas colectivas, pero me parece que son separatistas; ubican en sus espacios nada más a “mujeres reales”. En ese sentido, compañeras trans han sido afectadas, atacadas violentamente tanto por el grupo de mujeres como por la comunidad de la Facultad. Esos temas delicados tratamos de no tocarlos por la privacidad de la persona que fue atacada. Pero son el tipo de enfrentamientos que hemos tenido, como “Rosas rojas” y el GAR con estas colectivas, por comportamientos que terminan afectando a nuestros militantes.
E: Las últimas preguntas, ¿cuál es tu lectura actual de la sociedad?, ¿qué opinas de la democracia hoy? Y en función de eso, ¿qué propuestas tiene tu grupo?, ¿qué han proyectado? y ¿qué quieren hacer?
AE: Caracterizaría la situación actual como una olla de presión, que este gobierno hizo que pudiera tener un escape. Ya estábamos hartos, presionados, por todo lo que estaba pasando. Este gobierno dio el primer paso y con eso muchos empezamos a movernos. Reconociendo también que en anteriores gobiernos los estudiantes habían sido sumamente violentados. Ahora no decimos que no se ejerza violencia hacia los estudiantes, pero creemos que hay un poco más de expresión, no la que se necesita, pero vemos un avance.
Además, considero que la sociedad está empezando a despertar. Me ha tocado ver muchísimos youtubers y periodistas que son jóvenes, que hablan de política tanto de derecha como de izquierda. Me refiero a que en este tipo de periodistas hay mucha diversidad de pensamiento. Yo no había visto en su momento que hubiera tantos periodistas hablando desde diferentes ideologías o sobre política. Entonces, veo muchos jóvenes despertando en el marco de este gobierno y con mucho impulso de trabajar para el siguiente sexenio. También creo que hay más conciencia de parte de la comunidad, en las madres y padres, los trabajadores, sobre la cuestión política. Veo mucho movimiento y aún así creo que falta bastante.
Ciertamente hay cosas que no se están haciendo como deberían de ser, pero es un paso más. Como organización en la parte estudiantil —que son con los que más tengo relación porque la parte trabajadora también tiene su célula— estamos trabajando en la democratización de las universidades, por un boleto estudiantil para transporte, y por un comedor subsidiado por la universidad o por el gobierno. Son las tres demandas más fuertes que tenemos en beneficio de la comunidad estudiantil. Por su parte, el sector de los trabajadores sé que están trabajando en el tema de las 40 horas laborales, la Ley Energética, y lo que vaya saliendo. Además, promovemos la no violencia hacia los estudiantes, porque no se permite que los compañeros vendan en tianguis, y ellos lo hacen para tener dinero. Por eso impulsamos que los estudiantes puedan vender y ocupar los espacios de la universidad para generar ingresos.
En Rosas Rojas somos pro-elección o pro-aborto, se puede decir de las dos maneras y la no violencia hacia las mujeres. Hemos tenido reuniones con directivos y debates con personajes de los partidos políticos actuales. Rosas Rojas también ha tenido participación en la ciudad y otros estados como Querétaro, donde empezamos a unirnos con compañeras feministas que tienen la misma idea. No hemos encontrado muchas colectivas feministas socialistas que se identifiquen como socialistas, por lo que estamos buscando más colectivos de mujeres feministas.
Por las pláticas que hemos tenido, esperamos que la organización crezca, todavía no estamos seguros de conformar en el futuro un partido. La intención, por ejemplo, de la brigada es que no siempre la hagamos, esperamos el cambio. Esperamos que se aspire a más, que otras personas se sumen tanto estudiantes, trabajadores y mujeres feministas a esos espacios; a trabajar desde esa trinchera. Creo que en una ocasión en la brigada una compañera dijo —“¡Bueno, que salga el partido, ya armémoslo!”—. Fue algo en broma porque la mayoría que somos estudiantes todavía no nos sentimos preparados. No porque no podamos, sino porque toda nuestra vida social, como estudiantes, y en un futuro como trabajadores va a ser muy complicada.
Haciendo un paréntesis, muchas ocasiones no nos preocupamos como estudiantes por lo que pasa con los trabajadores y trabajadoras porque lo vemos muy lejano. Pero lo que está pasando con los trabajadores de México, me va a afectar. En algún momento, voy a estar en un grupo de trabajadores sindicalizados. Qué mejor preocuparme ahorita, que soy estudiante e intentar trabajar en eso para que cuando yo llegue a ser trabajadora formalmente, no me vea a oscuras. Pienso que es parte de lo que los estudiantes deberíamos hacer.
Somos estudiantes, pero la universidad te da muchísimo tiempo, aunque pensemos que es la etapa más difícil. Es la etapa en la que más tienes tiempo de pensar en lo que está pasando, porque desgraciadamente los trabajadores no tienen tiempo de llegar a sentarse a su casa y decir —¿qué está pasando en mi país? —, se levantan 5 de la mañana, van a trabajar, a las 5 de la tarde van tomando el metro y a las 12, posiblemente, van llegando a su casa cansados a comer. No hay tiempo para realmente poder platicar de eso. También entiendo que mis compañeros y compañeras no puedan estar al tanto de lo que está pasando alrededor, por la falta de tiempo porque tienen 3 trabajos y no hay tiempo para poder sentarte a conversar con más compañeros. Y el poco tiempo que tienen está influenciado por la televisión y el internet. Por eso los estudiantes deberíamos también apuntar a eso. Tenemos muchas clases y lecturas, pero llegará el momento en el que seremos trabajadores y ahí uno se las va a ver fuertes. Este es el momento indicado para formarte políticamente porque no va a haber más tiempo más adelante. Como trabajador no podrás porque tendrás hijos, familia y compromisos. Se vuelve bastante complicado.
Regresando a la broma de la compañera —sobre cuándo el partido político—, considero que le falta bastante tiempo al GAR, a pesar de que ya lleva más de 10 años trabajando, le falta crecer. A nosotros también nos hace falta crecer como estudiantes. Ojalá cuando seamos trabajadores sigamos ahí, y podamos impulsar alguna corriente marxista-revolucionaria o algún partido político. Que seamos, quizá, los primeros que empiezan a dar luces verdes para despertar y trabajar junto a más personas.
E: ¡Muy bien! Finalmente, ¿cómo sería para ti una sociedad a la que quisieras aspirar?
E: Que el poder en su mayoría estuviera en los ojos del pueblo obrero. Esperaría que si ninguno de los que estamos abajo pudiera llegar a arriba —no es la idea que uno sea el presidente, y tampoco que se derroque el gobierno, y no haya orden político y social—, que el gobierno esté vigilado por el pueblo obrero y otros grupos que surjan. También que haya equidad, si trabajas que se pague lo justo y no que unos se beneficien más de otros; que no haya pocos ricos y muchos pobres, sino que sea equitativo. No me gusta decir igualdad porque es dar lo mismo, pero cada grupo social y cada comunidad, cada grupo de mujeres, hombres, diversidades sexuales, tenemos necesidades diferentes. En ese sentido, esperaría en un futuro ideal un gobierno vigilado por el pueblo y donde el apoyo dirigido al pueblo sea equitativo.
E: ¡Bien! Te agradezco muchísimo, ha sido muy enriquecedor escucharte.
Activistas Estudiantiles entrevistados (AE1) (AE2)
Neurodivergencias/Maleza
Universidad Autónoma de Chapingo
Entrevistador (E)
E: Buenas noches. Estamos con AE 1, quien pertenece a la Universidad de Chapingo y nos va a compartir su experiencia como estudiante organizada. Cuéntanos un poco por qué se empezaron a organizar. Me has comentado que la organización la podemos nombrar como “Maleza”, ¿por qué surge maleza? y ¿cuál es la problemática que buscan atender?
AE1: Nos organizamos por conciencia gremial, los tres vivimos el mismo escenario de maltrato, discriminación y acoso, que puso en riesgo nuestra integridad. La forma que encontramos para sobrevivir a esa situación fue ponernos de acuerdo. No se puede enfrentar situaciones así de fuertes de forma aislada. El hecho de tener amigos y tener a alguien que comparta contigo esa experiencia, te ayuda a solventar y hacerle frente. Por eso fue, puramente, una cuestión de conciencia gremial.
E: ¿Qué tipo de discriminaciones vivían?
AE1: Recibíamos discriminación capacitista. Se refiere al hecho de que se nos impedía permanecer en los espacios educativos porque presentamos TEA, es decir, autismo. A pesar de que tenemos fortalezas y debilidades, tenemos algunas discapacidades. Para ninguno de nosotros es imposible convivir y aprender con personas normales. De hecho, aprendemos en los mismos espacios que las demás personas; funcionamos de manera similar a todas las personas, tenemos pocas diferencias. Lo que sucedió fue que estábamos en un ambiente exageradamente, innecesariamente y absurdamente estricto, que no permitía que nadie fuera de la norma existiera. No estoy hablando solo de gente neurodivergente, sino incluso de gente normal que no presenta ninguna neurodivergencia, tampoco pueden existir en ese espacio en paz.
Ese es el tipo de discriminación que se sufre, discriminación hacia la gente que funciona diferente. Creo que más que sufrir discriminación lo que sufrimos fue opresión. Me refiero a que primero nos oprimieron y después nosotros reaccionamos.
E: Por ejemplo, ¿en qué acontecimientos ustedes identificaron que eran oprimidos?
AE1: Los profesores en la escuela se comportaban como jefes. No se comportaban como profesores, sino como dueños de nuestro tiempo o nuestros superiores. Nos decían que no había razón para sentirnos mal. Nos maltrataban, pero consideraban que no había razón para sentirnos mal, porque nos daban todo. De alguna manera, nos daban a entender que nosotros les debíamos a los profesores una suerte de gratitud, cuando ellos no nos mantenían, no nos estaban aportando, y tampoco estaban haciendo bien su trabajo. Si a nosotros nos sacaban del mapa, de todos modos, ellos mismos no trabajaban como deberían.
Al recibir esa señalización se volvieron agresivos. Pasaron de ser opresivos a ser agresivos. Sabíamos que nos estaban oprimiendo porque nos dificultaron opinar, nos expulsaron de los espacios, nos aventaron al personal de seguridad para que nos sacaran, nos silenciaron, nos amenazaron y nos hostigaron. Era muy evidente que había una actitud avasalladora para intentar quitarnos del espacio. No hubo alguna suerte de disimulo, fueron ataques directos. Por eso, supimos que nos estábamos enfrentando con gente poderosa, que tenía las influencias necesarias para hacernos daño y no había más opción que juntarnos.
E: Oye, ¿esto fue antes de la pandemia? o ¿entraste después de la pandemia a la Universidad de Chapingo?
AE1: Después de la pandemia. Lo que sucedió fue que al regresar a clases, se exacerbaron las actitudes de estas personas porque dos años tras un monitor, claro que cambia el comportamiento de la gente. Supongo que al estar alejados de los alumnos les permitía mantener estas actitudes discretas. En el instante en el que volvieron a tener contacto con los alumnos, mostraron quiénes eran demasiado rápido, de una forma muy brusca y violenta. El error fue de ellos, porque delataron las redes de complicidad que existían dentro de la escuela. Nosotros no hicimos nada, ellos se delataron. Únicamente fuimos testigos y como fuimos testigos, nos volvimos víctimas.
E: Bien. ¿Cómo fue que te pudiste encontrar con tus compañeros? porque como tu bien dices, cuando uno sufre este tipo de neurodivergencias es señalado, discriminado y difícilmente se asume que padecemos esa situación. Supongo que tampoco es fácil hablarlo abiertamente. Me pregunto: ¿cómo es que ustedes lograron identificarse?, ¿cómo fuese proceso?, en el que alguien dijo —“¡Oye!, ya identifiqué, tú estás en la misma situación que yo, vamos a unirnos”—. Cuéntanos, ¿qué pasó?
AE1: Sabía que tenía autismo desde tiempo atrás. En general, es común que a las personas no les guste recibir un diagnóstico, porque significa ser estigmatizado. Pero en mi caso, el autismo era muy notable. Desde que yo estaba en el kínder, aún no hablaba bien y las personas sabían que había algo diferente en mí. Eso me generaba mucha angustia, porque no sabían qué tenía. En el instante en el que ese “algo” recibió un nombre, en lugar de causar rechazo y horror, en mi entorno causó alivio. Mi entorno, compuesto por mis padres, amigos y allegados, ya conocía mi condición.
Entonces, que les dijera el diagnóstico de mi autismo, a todos nos hizo sentido.
Aunque las historias de otras personas son traumáticas en ese sentido, en la mía significó lo contrario. Mi vida era muy traumática. Cuando me enteré del diagnóstico, empecé a mejorar. Decía —“ah, bueno, es que está pasando esto, tengo que cuidarme de esta forma y necesito comunicarme de otras maneras…”—. Pensé en que me expreso y funcionó de manera diferente a las personas que no tienen autismo; si intento encajar, voy a sufrir. Aceptar que, si tienes una neurodivergencia y no lo saben las personas, te ven como si tú fueras un humano incompleto. Y no es que estés incompleto, sencillamente no encajas, pero estás completo. Entonces, ese estigma se quita. Yo iba por la vida muy orgullosa de mi existencia porque a mí me generó alegría saber qué tenía.
Antes de entrar a la escuela, tuve una amiga que también presentaba autismo, se llama Nayeli. Es muy inteligente, me dijo que si quería tener amigos no podía esconder quien soy, que no podía disfrazar la sintomatología de mi autismo para fingir ser una persona normal. Porque las personas que son como yo no me iban a encontrar. Me dijo —“tú llega y demuéstralo, sé abierta, habla de eso y se te acercarán solos”—. Así pasó, llegué con mucha claridad a la escuela y dije —“necesito esto…, necesito prácticas porque solo puedo aprender viendo, agarrando, no puedo estar sentada, quieta”—. Soy físicamente incapaz de estar quieta, durante muchas horas seguidas, haciendo una actividad que no es estimulante, ¡No puedo!
Entonces, llegué y dije —“necesito actividades prácticas, necesito información variada porque yo no puedo entender un tema, si no lo entiendo en su complejidad, si no lo tengo todo entero no puedo entenderlo”—. Además, pedí que me dieran más de una referencia; el arte es bueno para enseñar a través de películas, cuentos y fotos.
Necesito referencias de diversa naturaleza porque la agronomía es complejísima. Llegué a pedir cosas que sabía que necesitaba, pero que soy consciente que a otros les sirven. Uno no tiene que ser autista para pedir que lo saquen hacer prácticas o enseñen a cultivar. Estábamos en una escuela agraria, lo mínimo requerido era que nos sacaran a cultivar y nuestros profesores no nos querían sacar.
Algunas de mis discapacidades son que me cuesta trabajo entender las cosas no verbales y las expresiones de la gente, sobre todo si voy a un lugar nuevo, porque las personas no son individuos, sino que son colectivos. Entonces, las expresiones faciales son similares a las de una persona u otra. Si no sé lo que significa, no puedo entender lo que una persona dice con base en su expresión facial. Tengo que ver a muchas personas de esa comunidad y convivir con ellas para descifrar qué quieren decir sus gestos, qué es lo que quieren decir sus palabras. Sí puedo, pero me toma un tiempo extra.
Durante el tiempo que llegué a la escuela estaba intentando ser lo más posible educada. Estaba intentando ser cortés, decir —“oigan necesito esto”—. Decirle a alguien lo que necesito es ser amable, porque le estoy diciendo cómo hacer las cosas para que todos estemos bien. Soy el tipo de persona que necesita este tipo de aclaraciones, necesito que las personas me digan —“esto me haría feliz, necesito esto, lo que hiciste no me gusta…”—. Si me expresan sus necesidades, sé cómo responder y sé cómo tratarlos. Llegue con esa actitud abierta a la escuela. El problema es que es una escuela completamente autoritaria. En ese lugar no son bienvenidas bajo ninguna circunstancia las peticiones. Todos los derechos están totalmente cooptados: la alimentación, la salud, incluso el derecho a opinar está cooptado. Tu opinión no es bienvenida si no le caes bien al maestro, así de sencillo. Hasta para opinar hay un código social y yo llegué muy campante a decir lo que necesito.
Me decían —“no, la escuela ya es de esta manera”—. Entiendo que la escuela sea así, pero no los sacaba de sus planes hacer lo que les solicitaba. No quisieron, comenzaron a maltratarme. La directora se burlaba de mí en clase. No me daba cuenta porque… lo hacía discretamente, lo hacía de forma pasivo-agresiva y como no era directamente despectiva, me fue difícil darme cuenta. Iba por la escuela sin saber que le caía mal, hasta que otros compañeros me dijeron —“oye, la profesora Virginia te está hablando feo, ¿no te das cuenta?”— y yo —“no”—. Entonces diría… que ellos empezaron porque no tengo la culpa del sistema tan represivo que hay en la escuela.
Solo llegué a pedir lo que necesitaba y cuando ellos me trataron mal, los otros alumnos se aliaron conmigo. Mis compañeros decidieron comenzar a participar también y decir en las clases —“profesores, llevamos viendo el mismo tema tres semanas, ¿no podemos ver otra cosa?”—. Además, les decíamos que estaba bien leer a algún autor, pero que había más autores en el mundo. Y en la clase de Agroecosistemas, no recuerdo exactamente el nombre de la materia, pero era una clase sobre huertos y sólo nos sacaron una vez al huerto.
Estábamos en una clase que se llamaba Construcción del Conocimiento Agroecológico, donde la profesora, nos mandaba a entrevistar campesinos, pero ella nunca nos quiso sacar a entrevistarlos. Nos mandaba por nuestro lado. Era muy evidente que los profesores no hacían bien su trabajo, porque les pedíamos cambios mínimos. Decíamos—“oigan, profesores, qué bueno que tiene una diapositiva para una clase, es claro que tienen todo ensayado y han reutilizado esa diapositiva tres, cuatro, cinco veces, pero su diapositiva tiene un error, ese dato no está actualizado”—. No les gustaba ni siquiera ese tipo de comentarios, ¡Nada!
Era evidente que los profesores no aceptaban críticas a su trabajo, aunque supieran que se equivocaron. Se negaban a actualizar sus clases porque estaban revisando una teoría que era vigente en los ochenta. No soy agrónoma, es la primera vez que tengo un acercamiento a una Escuela de Agronomía, pero sí tengo conocimientos básicos sobre Química, Ciencias Naturales, Física —en mi casa tuve un pequeño microbioma que hice con plantas locales—. Tengo un conocimiento básico de cosas que solita he investigado, por lo que, me parecía que el profesor no se había actualizado en muchos años.
Por ejemplo, en las clases se abordaba la Teoría de Darwin como “darwinismo social”. Consideraban que la evolución es lineal, que la naturaleza busca la perfección y otro tipo de mentiras. Pensaban los pueblos indígenas como lugares de los cuales podían extraer conocimiento. Y la escuela dice —“nosotros no somos racistas, porque aquí tenemos una gran población indígena”—, ¿cómo le explico que llegar a una población y decirle que su conocimiento ancestral no sirve…? Es un comportamiento racista. ¿Cómo le explico que enseñarles a los hijos de los indígenas que su conocimiento no es correcto, es racista? Pero lo peor de todo es que la gente no lo toma de esa manera.
Les hacen creer que el mejor conocimiento es el que tiene un Ingeniero Agrónomo y no una tradición agrícola de 5000 años.
Por eso, nos dimos cuenta de que la escuela era lo más parecido a una escuela residencial canadiense. Los niños vienen de las comunidades y los maestros les dicen que su conocimiento estaba bien, pero el conocimiento de los agrónomos es mucho mejor. En la escuela todos se visten igual —no es que la gente traiga ropa de su casa, claro que tienen la libertad de vestirse así—, pero en la entrada del comedor hay un letrero que indica un código de vestimenta. Si tú quieres entrar a comer con huaraches, no te dejan entrar. Era una situación racista. Es un ambiente muy adverso. Tienen un personal de seguridad y su personal de seguridad es abusivo y sexista; puede acosarte sexualmente sin problemas.
El día 2 de marzo una de mis compañeras pasó por la escuela de noche. Hay torniquetes que te permiten entrar y salir, solo tienes que poner tu credencial. Por alguna razón, la puerta pequeña para sacar la bicicleta no estaba funcionando, por lo que le pidió al encargado de la seguridad (que estaba en la caseta) si le podía abrir. Él la cuestionó por qué no se fue por fuera de la escuela. Mi compañera respondió que para evitar un asalto o una violación. —“Ya es tarde, voy sola”— le dijo. El guardia le contestó que si la violaban era por puta. ¡Así la llamo! Con tal de no abrirle la puerta. Es absurdo, los guardias de seguridad son así. Si haces algo que no les parece, pueden llegar y agarrarte, empujarte, tocarte y quitarte tus cosas. Soy un adulto, tengo 26 años, pero la mayoría de los estudiantes tienen entre 15 y 20 años.
Ese tipo de cosas pasan. Hay todo tipo de gente en la escuela, desde hijos de terratenientes ricos, de narcos, de políticos, hasta hijos de campesinos. Es una escuela en donde confluyen todos los herederos del mundo agrario. Tiene una cultura muy específica, parece un mundo aparte de la realidad, al estilo de una paraestatal. Entonces, el Estado no puede intervenir en lo que sucede en su interior, solo los alumnos pueden intervenir o mover cualquiera de las reglamentaciones. Pero ¡Oh sorpresa!, no pueden, porque están sometidos por los profesores. Les dicen que si no los obedecen ciegamente los van a reprobar. Te dicen —“la escuela te da comida, salud, todo, tú no tienes derecho a quejarte y no tienes razón para estar para sentirte mal y si te maltrato, perdón, es que ya somos ancianos”—. Es una escuela tradicionalista y así son las cosas, no van a cambiar, te lo dicen de manera literal.
Los tenientes no te dejan ser, te vigilan. Si le caes mal a un maestro, él puede hablar con los tenientes para que te vigilen, te sigan por la escuela para reportar lo que haces. El acoso es real. Hubo un caso, en el que un maestro abusó de una menor de edad. Ella le dijo a sus padres y sus padres pusieron una denuncia, la escuela metió dinero para que esa denuncia se ahogara. La escuela —además de toda su estructura— tiene un presupuesto destinado específicamente al soborno. Si enfrentan problemas de cualquier índole, se puedan zafar de eso y se sabe.
Estando ahí, comprendí que todos los altos rangos en la escuela, el gobierno, las empresas, todos tienen un sueldo alto porque contemplan los sobornos; es una práctica cultural si quiere verse así. Toda la cultura mexicana la tiene muy arraigada, eso permite que los problemas se deslicen debajo del tapete. Ahora bien, los problemas en Chapingo son conocidos. La escuela tiene cerca de 1300 demandas, en este instante hay 50 casos activos similares al mío. Siempre tiene problemas, está más que acostumbrada a lidiar con esos problemas porque tiene una suerte de mecanismos para abusar y quedar impune.
Esos mecanismos para abusar y quedar impunes dependen de que las víctimas guarden silencio. La mayor parte del tiempo lo logran porque son adolescentes solos, lejos de sus familias, dependientes, pobres, los tienen bien agarrados. Nadie habla porque son niños de 15 años. La única razón por la cual nosotros podemos hablar es porque somos adultos, somos tres personas que tenemos una educación y nos permite saber que la educación que ahí se está ofreciendo es deficiente.
E: ¿Qué acciones han hecho para hacer visibles, al interior de la Universidad, estos problemas que señalas? Por ejemplo, han realizado alguna campaña para hacer conciencia o han metido algún elemento legal para tratar el asunto… ¿Cuáles son las actividades que ustedes han hecho para hacer evidente este problema y solucionarlo? y ¿tienen alguna vía de solución o alternativa?
AE1: Mira, aprendimos bastante rápido que la burocracia es un medio de disuasión. Si pasamos por todo el proceso burocrático para que se haga caso a nuestras pugnas, vamos a perder fuerza, energía y tiempo. Por lo que decidimos pasar a la acción directa, los acusamos en público; los profesores hicieron esto y esto, lo hicimos enfrente de nuestros compañeros. Hicimos una huelga de un día, esa huelga bastó. Asistieron los altos mandos de la escuela a ver con horror los terribles y amenazantes papeles que estaban colgados a través de un hilo atado a un árbol. Tenían una expresión de horror. Tan terrible. ¡Oh no! Dicho de otra manera, ellos pueden acostarse con los alumnos y está bien; pueden ignorar que la escuela tiene un problema de fentanilo, un problema de VIH y un problema de alcoholismo, más grave que cualquiera que yo haya visto en otra universidad, eso está bien. Pero ¡Dios los libre de que los alumnos escriban en una cartulina lo que está pasando! Esa gente está tan acostumbrada a abusar, que muestras básicas de descontento como pegar cartulinas para ellos es una gran ofensa, el escándalo.
No tuvimos que hacer mucho. La escuela desborda de problemas. En realidad, las autoridades no nos tienen miedo a nosotros, tienen miedo a que los investiguen porque mis compañeros y yo solo estuvimos un semestre. Pero ellos llevan 30 años ahí, encubriendo, saqueando, mintiendo y abusando. La respuesta ante nuestras pequeñas acciones fue enorme, precisamente porque ellos tenían tanto que esconder, que cualquier pequeña sospecha o reacción, ya era un riesgo. Solo hasta que nosotros hicimos una pequeña huelga que consistió en exponer los problemas de la escuela en cartulinas, ponerlas en un hilo y sentarnos junto al hilo durante un día, para ellos fue enorme.
Es la punta del iceberg. Nadie habla porque los tienen amenazados. Si te pueden acosar al interior de la escuela, imagínate cómo te pueden acosar por fuera. ¿Qué se hizo?, solo se hizo del conocimiento público. Por el lado legal, se hicieron denuncias, pero de eso no puedo hablar. A nosotros nos funcionó más informar a los alumnos. El simple hecho de que se supiera lo que han hecho era gravísimo. En este momento hay pánico porque estas personas temen las consecuencias de sus propias acciones.
Insisto no nos tienen miedo a nosotros o lo que nuestra organización pudiera hacer. A lo que temen es a que si sale cualquier pedazo de información dentro de esta cerca… ¡Vaya! Todo se viene abajo. A veces los procesos burocráticos disuaden, pero decirles directamente a las personas lo que está pasando, de una forma en la que les haga sentido en su cotidianidad, es más efectivo. Las personas poderosas con todo y que tienen influencia, temen el escrutinio público. Temen el qué dirán sus vecinos, qué dirán sus compañeros de trabajo y las redes sociales. Por eso, considero que pueden librarse de un juicio legal. Cualquier persona poderosa puede sobornar un juez, a un jurado o pagar el mejor abogado para salvarse de una condena. Sin embargo, ¿quién te va a salvar de que en tu trabajo sepan que eres un abusivo, mentiroso o ladrón? Eso precisamente pasó en Chapingo. El mayor daño que se le puede hacer a los abusivos es exponerlos, en ocasiones, las vías legales están de más.
E: ¿Sufrieron alguna represión?
AE1: Sí
E: ¿Cuáles?
AE1: Nos mandaron a seguir con carros, nos siguieron los de seguridad, nos enviaron espías, ¡y eso no es todo! Intentaron inventarnos cargos. Fue horrible. Me sorprendió la disparidad de sus reacciones. Nuestro crimen como estudiantes fue llegar tarde a clases, tal vez no entregar alguna tarea o decirle al profesor que no nos parecía lo que estaba haciendo. Eso fue lo que hicimos mal. Por su parte, como ellos reaccionaron fue: seguirnos con carros, amenazarnos, mandarnos mensaje y mandarnos espías.
La disparidad en la reacción entre ambas acciones nos dio a entender el gran miedo que tenían con el simple hecho de que habláramos. Cuanto más violenta era la reacción, más evidente era que estábamos cerca de algo importante y que ellos tenían miedo. Si había un afán tan grande en destruirnos, en eliminarnos, en hacernos daño, tenía que ser porque nos veían como una amenaza de tal magnitud. Y si representábamos una amenaza de ese tamaño, entonces… ¡¿Qué pasa?!, ¿qué es lo que estaban ocultando?, ¿a qué exactamente amenazamos? …Esa fue la cuestión.
E: ¿Sentiste miedo?
AE1: Sí, sufrí ataques nerviosos durante tres meses. Me levantaba en las mañanas, veía un carro afuera de mi casa y dentro había una persona que no se movía. Hubo un momento en el que nos hartamos y comenzamos a saludar al acosador. Salíamos y decíamos —“¡hola!”—, le tomamos fotos. Entonces, se delataban como acosadores porque nos veían, ponían cara de espanto y aceleraban. Era absurdo.
Una de las cosas más absurdas que llegaron a hacer… Obviamente, para que te paguen por acosar y espiar a alguien no tienes que ser alguien muy inteligente. Quedó demostrado porque hubo momentos en los que sabíamos que nos estaban grabando. Por ejemplo, estábamos hablando los cuatro, incluyendo un compañero que ya no está con nosotros, de repente pasaba alguien haciendo la limpieza. Se veía falso, barría de manera distraída con su oreja dirigida hacia nosotros. Para nosotros era evidente. Lo mismo sucedió con otra persona que fingía hacer una llamada telefónica. Su llamada era fingida, decía oraciones incompletas. Caminábamos a algún lado y teníamos a esta persona hablando por teléfono junto a nosotros. Al detenernos, también se detenía y así sucesivamente, acciones demasiado obvias. El colmo fue cuando un trabajador de limpieza enviado por los profesores a espiar (ya que pertenecía al departamento de Agroecología y siempre estaba ahí), se acercó con nosotros hablando por celular. Al ver su celular, descubrimos que en la pantalla de su celular estaba la cámara.
Fue absurdo. Lo observé fijamente y le dije —“¿Siquiera esconde la cámara, no?”—. Se sorprendió y se indignó y le dije —“por lo menos disimula. Fíjate al menos que no se vea que nos estás grabando…”—. Era absurdo y era algo tan cínico que para nosotros fue la evidencia, de que ya había pasado una y otra vez. Estos profesores ya tenían todo un protocolo sobre qué hacer cuando alguien exponía lo que estaba mal. Entonces, conforme iba pasando el tiempo, ellos iban develando sus redes de corrupción.
Es el error a gran escala más grande y caro que jamás he visto. Nunca había presenciado a gente tan poderosa equivocarse de esa manera. Todo esto pasó porque nosotros les dijimos que variarán un poco sus clases.
E: ¿Cuáles eran las principales demandas que ustedes exigían?
AE1: Era lo siguiente… No podíamos decirle al profesor directamente —“oiga, no sea racista”— porque sonaría grosero. Por lo que, le decíamos —“profesor, ¿podríamos revisar a más autores? No revisemos solo a un autor que se apellida Altieri, que no vive en este país”—. O incluso, le pedíamos que nos pusiera una película, en lugar de estar explicando la clase. Hay muchas películas que podrían ser útiles para reflejar una situación social. Pedimos que nos enviaran a coleccionar insectos, no sólo que nos hablaran de las variedades que hay. También exigimos que nos sacaran al huerto. Sé que todo esto suena absurdo, pero así pasó. ¡Por el amor de Dios! Es lo peor que he visto…
Les pedimos que nos dieran un descanso debido a que teníamos clases de seis horas ininterrumpidas. Era común decirles —“un descanso, ¿no?, porque me quiero parar”—. Nos impedían comer en clase, lo cual me parece extraño porque hay escuelas que lo permiten, incluso los profesores traen su café. Pero aquí no te dejaban parar, no te daban descanso, no te dejaban comer en clase este, entre otras situaciones.
En ese sentido, ¿cuáles eran nuestras peticiones? Al menos que no nos dejaran tareas sin sentido. Nos dejaban tareas que eran tan absurdas que claramente las asignaban como relleno para tener algo qué evaluar. Por ejemplo, una vez el profesor de biodiversidad nos mandó a la página de la CONABIO a copiar y pegar la definición de biodiversidad en un documento Word y enviárselo. Me cuestioné —“¿Profesor, por qué no vemos eso en clase en 15 minutos?, ¿por qué quiere revisar 43 veces el mismo texto…?”—. Era ridículo.
Nuestro crimen fue ese. Y su respuesta lógica fue: “Tú debes de ser un enfermo mental porque estás inconforme”. Asumimos que tenemos autismo, pero eso no justificaba a los profesores. Aunque no tuviéramos autismo, ellos seguirían siendo inútiles. Entonces, sucedió que la profesora Eunice nos envió a psiquiatría. Primero nos envió a UCAME, que es un mediador de las relaciones. De ahí nos enviaron a la psiquiatría. En psiquiatría el doctor me dijo —“efectivamente…”—.
Consecuentemente, le enviaron un papel a Eunice y ella dijo —“esto no es un diagnóstico porque no está mi nombre”—. Es decir, nos envió un papel de su misma institución que posteriormente ella no validó porque si lo hacía, tenía que decirles a los profesores que trabajaran. Los profesores colectivamente decidieron que no, se organizaron para sacarnos y empezaron a decirnos —“este día faltaste”—. Y nosotros respondíamos —“profesora Virginia, no falté, solo llegué tarde”—. A lo que contestó — “es falta y estás reprobada”—. La profesora que se burlaba de nosotros en clase fue la misma que nos reprobó por faltas. Y la profesora Eunice, que nos daba tutorías, nos dio menos clases de las que faltó.
AE2: A mí me reprobaron en todo.
AE1: Así es, a mi compañero lo reprobaron en todas las materias, excepto en una. En ese semestre no se hizo nada, el único proyecto que se hizo fue el que nosotros hicimos de la huerta. Aquí está uno de mis compañeros.
El único proyecto que se llevó a cabo ese semestre (en el grupo de cuarto grado), fue el que propuso uno de mis compañeros. En el huerto había una pileta donde se estancaba el agua de lluvia, estaba verde y no servía para riego. Ante esta situación, a mi compañero se le ocurrió implementar un sistema de acuaponía.
AE1: A ver, cuéntale…
AE2: Sí, bueno… Todo empezó porque me pareció que nos estaban maltratando. Si me tratan mal en un lugar, no me quedo ahí. Al empeorar la situación en el departamento, me tuve que ir. El único lugar que encontré, para poder estar en la escuela fue la huerta “Sergio Arroyo”. Se ubica a un kilómetro de la institución central. El único profesor con el que pasé, junto con otro (que son personal técnico encargados del lugar) me empezaron a enseñar.
Quise tomar esa pileta, porque había propuesto hacer un proyecto de acuaponía para producir peces y colocar unas chinampas para autoconsumo. Sin embargo, me encontré con trabas burocráticas y no me dejaron hacerlo. Pedí materiales, pero no me los quisieron dar. Fui por mi cuenta y pedí el lugar. Los encargados del lugar fueron muy amables, los únicos que nos trataron bien del departamento, y nos brindaron su apoyo. Esos campos estaban olvidados. Tomé la pileta y restauré el agua que estaba ahí por medio de un control biológico. Introdujimos peces, plantas, caracoles acuáticos, larvas, diversos insectos y ranas. Tuvimos que hacer una búsqueda exhaustiva de las especies del lugar. Atrapamos especies endémicas y las introdujimos para evitar meter especies de otros lugares.
Entonces, creamos un agroecosistema muy complejo. Integramos especies de muchos lados, de plantas acuáticas que limpian el agua, le dimos un tratamiento de sales y toda el agua es cristalina. Anteriormente metías la mano y no se veía nada de lo verde que estaba y ahora puedes meter el brazo y está cristalina el agua, se ha ocupado para riego. Sí se ha introducido un poco de agua nueva, pero en realidad ya está totalmente limpia.
AE1: Aquí lo importante es que estábamos molestos. Te voy a dar un ejemplo. Hay otra huerta a la que le decimos “El jurásico”. Cada grado tiene acceso a cierta parte del territorio y esa huerta estaba a cargo del quinto grado (el segundo año de la carrera). Terminó el semestre y nos invitaron a ver la muestra de proyectos de los compañeros de quinto grado… ¡Terrible!
Realizaron un jardín de polinizadores, pero con puras plantas de invernadero. Pensé: “está bien si ignoramos el hecho de que estamos en una Escuela de Agronomía y que tendrían que enseñarnos a cultivar plantas y no a comprarlas en el invernadero”. Pusieron plantas de invernadero, no se tomaron la molestia de esconder las macetas y se veían recién plantadas. Ese era su jardín de polinizadores, sin una flor nativa, pero estaba bien. Eran de Agroecología y llevaban trabajando en eso todo un semestre. Y les costó 50 mil pesos.
AE2: Hicimos un sistema complejo con bombas, un sistema de biofiltros. Hicimos un exhaustivo trabajo de campo y lo hicimos recolectando desechos de diversos lugares. Debido a que somos pobres, no podíamos gastar.
AE1: Además, no nos quisieron dar presupuesto. Esto es importante, a ellos les dieron $50,000 para poner cuatro árboles con paja. A nosotros no nos dieron ni un peso. Mi compañero envió un formato el 3 de diciembre para que aprobaran su proyecto y ni siquiera le respondieron. Posteriormente le enviaron un oficio, que decía que como no habían aprobado el proyecto, no tenía derecho a estar en la huerta.
Fuimos al lago “Nabor Carrillo”, donde mi compañero se metió al agua sucia para recolectar pequeños brotes de plantas, para llevarlos al estanque. Los brotes poseen un microbiota que favorece el funcionamiento del agua y que la planta sobreviva. Por esa razón, no podíamos comprar las plantas. Posteriormente, otra compañera se metió al lago de Xico para obtener más plantas. Fuimos a los cuerpos de agua más cercanos e ingresamos a la pileta de un pueblo para recolectar ranas. Porque en el agroecosistema proliferaron libélulas y sus ninfas se comían a nuestros peces.
AE2: Cuando les mordían las aletas, les producían hongos y eso mataba a los peces.
AE1: Teníamos que hacer control biológico. Fuimos a una pileta y encontramos una rana, arborícola plegada. Esta especie se extiende desde Michoacán hasta nuestra región, por lo que su distribución es bastante amplia. Hasta donde sé, no está en peligro de extinción, quizás está en riesgo moderado, y la introdujimos en el estanque. Se hizo una pequeña comunidad de ranas, si pasas en la noche se escuchan. Están ahí para control biológico; se comen los mosquitos, las larvas de las libélulas y todos los insectos. Lo que generó que las plantas florecieran, los peces se reprodujeran, ¡Ya se pueden pescar! El proyecto de mi compañero genuinamente funcionó.
E: Oigan, la lucha que han emprendido de manera colectiva, ¿la han podido articular con otras luchas al interior de la universidad o con otras instituciones?
AE1: Sí. Recurrimos a la SEP, se horrorizó y corrió la voz. También buscamos a la CNDH, que a su vez le notificó a la CONAPRED. De esa manera informamos a varias instituciones. Al interior de la escuela, no hay organizaciones estudiantiles libres, porque la escuela tiene una serie de mecanismos para desarticularlas.
AE2: De hecho, yo pertenecía a dos organizaciones de la escuela. Fue el preámbulo para estar en la mira de las autoridades de la Universidad. Porque cuando regresamos de la pandemia hubo un plantón afuera de la escuela, exigimos volver a clases presenciales, ya se había dicho que así tenía que ser. Pero el rector que en ese entonces no quería, empezó a movilizarse y nos intimidaron.
Nadie se conocía, como habíamos atravesado por la pandemia, la cadena de información que se puede dar entre alumnos se rompió. Todos salimos debajo de las piedras porque nos dimos cuenta de que el mundo se podía acabar. Entonces, muchos estudiantes queríamos asistir a la Universidad, eso hizo que nos uniéramos. Fuimos a manifestarnos a la SADER.
El rector se movilizó… Durante un largo periodo de tiempo, todos los días, cada cinco minutos entraban y salían camiones de volteo con concreto, varillas y vigas. Debido a que empezaron a cuestionar a la Universidad sobre el presupuesto —si no había alumnos en esos años, ¿qué había pasado con el dinero? —. La escuela se encontraba en obra gris.
De hecho, no había nadie. Llegamos e hicimos el plantón. Tocamos puertas arriba, me parece que se enteraron hasta en la Cámara de Diputados. Se hizo un problema enorme y el rector empezó a moverse. Me parece que dijo —“Nunca tocaría un presupuesto que es más alto que el que se le da al Estado de Tlaxcala”—.
AE1: La Universidad de Chapingo recibe más presupuesto que el estado de Tlaxcala. Eso debe dar una idea de cuánto dinero se maneja, de cuánto dinero se pierde.
AE2: Aparte está lo que lo que las empresas le dan, para que apoyen las investigaciones que les convienen. En lugar de lo que le convendría a la sociedad como investigaciones dedicadas a combatir el cáncer.
E: ¿Cuáles son los valores que guían tu activismo, AE 1?
AE1: La venganza.
E: ¿Por qué?
AE1: Se lo merecen.
E: ¿Y para ti, AE 2?
AE2: La justicia
AE1: Es la misma cosa. Me molesta la hipocresía. Comprendo que es necesaria, de otra manera la gente se odiaría entre sí. Pero me cuesta trabajo aceptar la hipocresía. Estoy harta de pensar que el desquite no está bien, porque cuando la gente asume que el desquite no está bien, en realidad está diciendo que el abuso está bien. Finalmente, una persona abusiva no deja de abusar por voluntad propia. Nadie deja de ser abusivo hasta que algo exterior llega y te dice no.
AE2: Eso está mal.
AE1: La retaliación, el acto de devolver lo que se nos hace, es un mecanismo de gestión natural, social, humana, animal y biológico. Incluso cuando un perro muerde a otro perro, el segundo le va a responder mordiendo, hasta que el otro se detenga.
Cuando alguien te dice que desquitarse está mal, que tienes que perdonar a tus agresores de una manera muy cristiana, lo que te está diciendo es: déjate abusar y cállate, no es tan malo, ¿por qué te sientes tan importante? Yo diría —“¿por qué la persona que abusa se siente tan importante?”—.
E: ¿AE2, ¿qué entiendes por justicia? A ver, compártenos tu opinión.
AE2: ¿Por qué la justicia? Soy creyente de que este mundo funciona en torno a un equilibrio. Si eres bueno, te pasarán cosas buenas o serán buenos contigo, en caso contrario, van a ser malvados contigo. Entonces, creo que el universo funciona en torno al equilibrio, al igual que la justicia… Así tiene que ser, si las autoridades han hecho cosas malas, tendrán que pagar por ellas. Tenemos que pagar por lo que hacemos. Es por eso que considero la justicia como un valor importante. Quiero justicia.
Si les tocó robar durante tanto tiempo, que lo devuelvan al mundo. Han dañado el ecosistema, el clima, la sociedad, el bienestar de la nación. Han dañado demasiadas cosas. Han ayudado a fomentar la privatización del campo y que mucha gente pierda la propiedad de la tierra y su sentido de pertenencia al campo. Le han quitado demasiado al espíritu social de la comunidad. Por eso, considero que ya fue suficiente.
AE1: Hay que preguntarse a quién a quién beneficia. Por ejemplo, lo que más enseña la Universidad es el uso de agroquímicos, de semillas modificadas. Por eso habría que preguntarse: ¿a quién beneficia?, ¿quién decidió que eso era lo correcto?, ¿quién está ganando y quién está siendo perjudicado con eso? Mientras en el campo los campesinos enfrentan diversos problemas que no está considerando la Universidad. No tienen agua, les cobran por las semillas cada ciclo de siembra, quieren eliminar las semillas nativas, ya no hay polinizadores, ni insectos, los animales están muriendo, se enferman por el uso de agroquímicos. Por qué si las problemáticas son diversas, en la escuela no se buscan atender y fomentan el uso de productos químicos que afectan al campesino.
E: Ahora que tocan los problemas que afectan a todo el país, ¿cuáles serían para ustedes las principales problemáticas que hoy en día vivimos en México?
AE1: La crisis climática, ¡quiero vivir!
AE2: La falta de agua.
AE1: La crisis climática es sinónimo de crisis humanitaria, de crisis financiera, de crisis hídrica y de crisis inmobiliaria. Todas son la misma crisis.
E: ¿Y para ti, AE2?
AE2: Veo que la falta de agua está afectando muchísimo. Por ejemplo, Texcoco es el municipio con más pozos de extracción de agua profunda. Debido a eso, el manto freático del Monte Tláloc, que es la montaña que se ubica entre el Iztaccíhuatl y el Pico de Orizaba, se está secando. Los pobladores nos han hablado de las problemáticas que viven. Una señora nos platicó que su árbol, que ha cultivado durante tantos años, antes le daba tejocotes mucho más grandes, como un durazno. Sin embargo, ahora el mismo árbol produce unos tejocotes pequeños. Así pues, podemos deducir que el agua se está acabando. ¿Y qué le pasará a los bosques de la región?…
AE1: En marzo tuvimos un incendio forestal enorme, de noche se veían las llamas rojizas en el cielo. Tuvimos que cerrar las ventanas de la casa, porque se llenó de humo. No podíamos salir. Fue en el pueblo de Coatlinchán. Chapingo tiene una brigada contra incendios con seis alumnos en una camioneta. Me gustaría haber ayudado. Ese tipo de cosas pasan y hemos llegado a un punto que para nosotros es muy evidente…
E: Oye, sabes que formamos parte de la democracia, ¿para ti qué significa la democracia?
AE1: ¡Oh! Es imperialismo norteamericano
E: ¿Cómo consideras la democracia en México?
AE1: No me refiero a este gobierno como imperialismo norteamericano, sino que soy consciente de la manera en que nuestra economía se maneja. Va de la mano con el hecho de que Estados Unidos nos colonizó económicamente el siglo pasado. Pienso que necesitamos sacarlos del territorio. Sacar a las industrias transnacionales del territorio, porque no son de aquí, el dinero y los recursos se van, la gente sufre y no están generando empleo. Ellos dicen que sí generan empleos, pero nadie vive bien con $200 al día, no nos están haciendo un favor.
Me molesta que finjan que sí. En el caso de Coca-Cola no nos hace un favor quitándonos el agua de Agua Azul, Chiapas. Tampoco lo hacen contratando a la gente que no tiene forma de subsistir porque le quitaron el agua. No creo que los supermercados nos benefician, es más eficiente y económico ir a la Central de Abastos, o al tianguis, para alimentar a una familia
E: ¿Qué importancia tienen para ustedes otras luchas políticas? Pienso en el zapatismo, en Ayotzinapa o alguna otra que consideren importante y coincida con lo que ustedes están haciendo.
AE1: Considero que todas son la misma lucha. Nos hacen pensar que son luchas distintas, pero todos estamos peleando, de una forma u otra, para enfrentar el poder colonial que se ejerce sobre México. No podemos salvar a otros países, pero sí podemos salvarnos a nosotros. Y así, tal vez otros países se atrevan a hacerlo. Todas las luchas son la misma lucha, este mundo no está segmentado.
AE2: Los ricos contra los pobres.
AE1: ¡Claro! Son luchas de clase, pero también de raza porque es un escalafón jerárquico a través del cual se te da importancia de acuerdo a qué tanta melanina tienes y tu apariencia física. Entonces, son luchas de raza; que es lo mismo que decir que una lucha económica, porque esa población posee la mayor parte de la riqueza; al igual que decir que es una lucha política, porque también tienen acceso al poder político y legal; asimismo es una lucha ambiental, porque acapararon el territorio y los recursos; a la vez es una lucha de género, porque son sexistas homofóbicos. Por esta razón, todas las luchas son la misma lucha y considero que al nombrarlo como secciones, lo único que hacen es dividir a la gente, y eso le beneficia a las personas con poder. En mi visión del mundo creo que todo es lo mismo, para mí ya no hay divisiones de nada en ese aspecto. ¿Tú qué opinas, AE2?
AE2: Opino lo mismo
E: En esta visión del mundo, ya para cerrar la entrevista, ¿cuál sería para ustedes el ideal de sociedad?, ¿cuál es el horizonte utópico que ustedes anhelan para el mundo?, ¿cómo caminar hacia él? O creen que no hay alternativas para pensar un mundo distinto.
AE1: Lo que exijo es mi derecho a ser miserable de formas razonables. Es distinto hacer miserable porque me asaltó un ladrón en una motocicleta que ser miserable porque estaba trabajando mi huerto y me picó una araña. El sufrimiento es inevitable en el mundo humano porque es imperfecto. Siempre habrá problemas, desigualdad, pero importa cómo surgen. Por ejemplo, prefiero sufrir porque este año tuve menos cosecha que sufrir porque estoy endeudado y el país está carcomido por poderes extranjeros. Exijo mi derecho a sufrir de una forma natural y no por cosas que los poderes hegemónicos han impuesto sobre mí.
Es difícil para mí pensar en un mundo idóneo. Solo puedo pensar en un mundo donde soy libre; tener la libertad de elegir la forma en cómo ser responsable y afrontar los problemas.
AE 2: Creo en la humanidad. Aún le doy un voto de confianza a la humanidad creo que podemos salvarnos. Pero siento que estamos a un paso del precipicio. Tenemos dos opciones, damos el paso y nos caemos o damos la vuelta y buscamos otro camino.
Pienso que estamos en un momento en el que la humanidad puede replantearse qué quiere y darle otro rumbo. De otra manera, nos vamos a matar todos. La semana pasada estábamos frente a la amenaza de una guerra nuclear porque la OTAN y Rusia hicieron despliegues militares y simulacros nucleares… No quiero estar en un mundo donde súbitamente podamos desaparecer.
Para mí, un mundo idóneo es aquel en el que todas las personas nos ayudamos; en el que todos pensamos para el bien de la sociedad. ¡Vamos! Si alguien necesita ayuda y está en tus posibilidades, ofrecerle apoyo. Es parecido a una cadena de favores. Tú haces el bien y no pasa nada, pero llegará el momento en el que esa persona que ayudaste va a ayudar a otras, así sucesivamente, crecerá la ayuda mutua de forma exponencial. Hasta que las buenas acciones lleguen a ti. Sí funciona la vida así. Me gustaría que como sociedad nos tratáramos bien, y no nos estuviéramos peleando a cada rato.
AE1: Espera, es posible odiarnos entre nosotros y tratarnos mal. Si intentan causarnos miseria, considero válido odiar a alguien. Creo que la humanidad es muy sanguinaria, porque es una herencia del poder colonial. Un mundo ideal, sería uno en el que aprendamos a desarticular el poder colonial y ser un mundo más solidario.
E: Estamos llegando a la conclusión de la entrevista, ¿alguna reflexión que quieran decirnos antes de terminar?
AE1: Sí, creo que una de las fuerzas humanas más poderosas es la del chisme. Creo que es un mecanismo de regulación natural muy eficiente. Frecuentemente subestimamos el poder de las instituciones y subestimamos el poder de la organización comunitaria.
E: ¿Y tú, AE2, tienes una reflexión sobre esta situación?
AE2: Ya no se puede continuar con esa situación. Se metieron a la paraestatal llamada Chapingo, se encerraron, se acorazaron y funcionaron allí como ellos quisieron, bajo sus propias normas y reglas durante más de 30 años. Hicieron de la Universidad un mundo aparte. ¡Oh, por Dios! El problema está en que la sociedad que ellos crearon empezó a crecer, así como sus problemáticas y llegó un punto en los desbordó. Ya no se puede continuar así.
AE1: Nosotros no somos el problema, las consecuencias de sus acciones son el problema. Nosotros somos la excusa. Pasamos por ahí de casualidad. Lo absurdo de esta situación es el reflejo de lo incontenible que era.
E: Muchísimas gracias por la entrevista. Es muy enriquecedor todo lo que nos han compartido.
Activista Estudiantil entrevistado (AE1) (AE2)
“Colectiva Chalchihuatl”
Instituto Politécnico Nacional (IPN)-Casco de Santo Tomás
Entrevistador (E)
E: Listo. Nos encontramos con las compañeras de la “Colectiva Chalchihuatl”. En primer lugar, me gustaría que nos comentaran por qué el nombre de su organización. No es un nombre común. Generalmente se utilizan otros de la lengua española.
AE: El nombre significa sangre preciosa, que es el tejido conectivo más importante de todo el cuerpo y es una analogía sobre la importancia de las mujeres en la sociedad. Además, la sangre es en alusión a la carrera de Medicina.
E: ¡Perfecto! Pueden contarme, ¿cómo se involucraron con la Colectiva?, ¿cuál es su historia?, ¿por qué comenzaron a organizarse?
AE: Hace un año tuvimos un paro de labores en la escuela. Nos dimos cuenta que el tema de género estaba abandonado y no teníamos una colectiva o algún referente a quien acercarnos. Posteriormente hicimos el tendedero de denuncias en el mes de noviembre.
Sí, en octubre o noviembre más o menos.
Cuando quisimos organizar el 8M, nos dimos cuenta que no podíamos convocar solamente dos personas porque nadie nos iba a hacer caso. Entonces, empezamos a organizarnos, hacer un logo y definir un nombre. Después convocamos a las chicas a unirse a la Colectiva para participar en el 8M. Fuimos a la marcha varias chicas, pero después de marzo hay poco seguimiento al tema de género, por lo que fuimos quedando pocas.
En lo personal entré a la colectiva en el marco del 8M, ya tiene casi un año que asistí a la marcha. Me parece una lucha por la que estoy dispuesta a participar. Poco a poco me fui entendiendo con las demás integrantes de la Colectiva. Pero es muy triste como muchas mujeres se desentienden después de la marcha. Cuando se acerca la fecha, empiezan a llegar muchos mensajes. Después de ese tiempo, ni siquiera ayudan a las actividades. Por ejemplo, apenas hicimos una rifa de tres succionadores de clítoris con el objetivo de recaudar dinero, ya sea para la Colectiva o para apoyar los casos de las chicas que lo necesiten. Pero la respuesta de la comunidad fue muy apática. Incluso podría decir que la reacción de las mujeres fue más apática que la de los hombres.
La Colectiva, surgió a partir del paro. Somos seis chicas que componen la colectiva. Pero el grupo comenzó actividades el 8 de marzo. Se hizo la marcha, una de mis compañeras y yo decidimos unirnos y permanecer en el grupo. A partir de entonces hemos participado e intentado sacar a flote la presión, pero no siempre hay respuesta o gente que se quiera unir.
Tenemos muchas actividades que hacer cada una a lo largo del semestre, y frecuentemente se muestran solidarias en las campañas que hemos realizado. Pero de ahí en fuera, nadie más se quiere involucrar en lo que conlleva la denuncia, los acompañamientos y las donaciones. Hay muchas cosas que quisiéramos hacer, pero no tenemos el apoyo por parte de la Escuela de Medicina. Se pensaría que, por pertenecer a la comunidad médica, seríamos conscientes de diferentes situaciones. Pero las respuestas que hemos recibido, no son las que esperábamos.
E: ¿Por qué la necesidad de crear una colectiva con perspectiva feminista en el Politécnico?
AE: Bueno. En la Escuela Superior de Medicina no hay colectivos de ningún tipo. De hecho, es la primera colectiva que se hace. Empezó desde el paro porque no había quien lo organizara. Pensamos que la comunidad de la Superior de Medicina es individualista y apática. La necesidad de un colectivo con perspectiva de género o feminista surge porque muchas compañeras sufren acoso dentro de la escuela y también en los hospitales. Debido a la falta de un espacio, al cual acercarse ante denuncias de acoso. Ese se convirtió en uno de nuestros propósitos como Colectiva, darles seguimiento a las denuncias de acoso.
Supuestamente hay una red de género que apoya a los estudiantes, pero las demandas que han hecho las compañeras no llevan a cabo el proceso de la manera correcta, se dejan a la mitad, se pierden los archivos y se pierden las pruebas.
Incluso, no conocimos a la red de género hasta seis meses después de que entramos a la Colectiva. Estuvimos insistiendo por medio de los teléfonos. Creo que me tenían bloqueada porque era tanta la insistencia para que supiéramos dónde se encuentran, dónde se pueden localizar. Tiene muchas deficiencias porque no tienen un espacio dentro de la escuela, sólo la conforman dos personas y no se dan a conocer. Únicamente tenemos el “violentometro” dentro del edificio principal. Es todo lo que tenemos de la Red de Género.
Es cierto que se sufre mucho acoso y violencia de género. Ha habido hasta casos de violaciones por parte de los docentes y no se han abierto los casos. Nos da mucha rabia porque no sabemos a dónde dirigirnos. Por eso se creó la Colectiva y es lo que intentamos hacerle saber a las estudiantes de Medicina; que hay manera de denunciar y que las podemos acompañar.
E: ¡Muy bien! Mencionaron el tendedero como una forma de vinculación con la comunidad. Además del tendedero, ¿tienen otras formas de comunicación con la comunidad?
AE: Como Colectiva hemos realizado algunas actividades como implementar los dispensadores de toallas sanitarias gratuitas para las chicas. También impulsamos la realización de talleres de primeros auxilios y estamos organizando un taller de defensa personal. Tenemos otros proyectos en puerta. Por ejemplo, realizaremos una ofrenda por el Día de muertos con la temática de los feminicidios dentro y fuera del Politécnico. Este es el acercamiento con la comunidad que tratamos de tener.
El principal medio por el que divulgamos la información son nuestras páginas de Facebook y de Instagram, desde ahí generamos contenido, lo compartimos y damos a conocer a nuestros amigos por todas las redes que de forma general o individual cada una tiene. Esperamos que haya más respuesta y divulgación. Estamos en ese proceso.
Aunque es muy complicado en una comunidad tan apática.
Es muy individualista. Tenemos clases en la escuela y en el hospital, por lo que, frecuentemente hay pocos compañeros en la escuela. Considero que una de las razones de que no ha crecido nuestra Colectiva, se debe a que cada quien tiene actividades muy específicas y absorbentes. No justificamos a la población estudiantil, pero me da la impresión de que así es.
E: ¿Tienen algunas lecturas o autores de referencia? Desde el feminismo, ¿hay alguna autora que las motive?
AE: No tenemos un referente como Colectiva. Cada quien lleva su feminismo a su manera y lo tratamos de respetar.
Tenemos un grupo de WhatsApp donde participan más chicas que quizás no se involucran tanto, pero envían información por ese medio. En alguna ocasión, se hizo una reunión para discutir si una persona no binaria podía ingresar a la Colectiva. Permitimos que cada quien fluyera desde su perspectiva de feminismo para no tener tantos conflictos entre nosotras, y entre la comunidad. Si impulsamos debatir, si dialogar diferentes temas y decir —“no, estás mal por esto y lo otro…”—, pero siempre con respeto. En ese sentido, no tenemos una autora o una línea, cada quien elige de forma individual.
Las decisiones que tomamos primero se hablan dentro del grupo. Acerca de qué les parece algún tema o información. Todas opinan y ya. Considero que cada quien ha leído o se ha informado desde diferentes fuentes sobre la Ley Olimpia o los derechos… Intentamos tomar un poco de todo para armar nuestra Colectiva, nuestro pensamiento feminista y de ahí pedir la opinión de las demás chicas de la comunidad.
Siempre se dice que uno empieza con el feminismo con base en su historia, lo que han vivido y todas las experiencias. Creo que reducir esas experiencias a una sola ideología es algo imposible. Finalmente, cada una tiene una perspectiva diferente del feminismo. Cada una podrá pensar que tal acción está bien o está mal. Por eso, algo que me gusta mucho de esta colectiva, es que se respetan los puntos de vista.
Siempre que se acerca la jornada del 8M, hay más actividad en Facebook. Me ha tocado ver como algunas Colectivas, se encierran en su ideología y si alguna persona quiere pertenecer a esa organización, pero no les gusta su ideología, surgen contradicciones, choques culturales.
E: Sobre el tema de las redes sociales, hay quienes dicen que el activismo debería enfocarse hacia actividades presenciales, como asistir a marchas o pegar carteles. ¿Ustedes qué opinión tienen al respecto?, ¿prefieren las actividades presenciales o virtuales?
AE: Intentamos manejar los dos tipos de actividades. Nos gusta pegar carteles. Por ejemplo, el último cartel que pegamos fue sobre el caso del compañero que divulgó y vendió fotos, algunas creadas por inteligencia artificial de alguna página de red social. También nos gusta hablar directamente con la comunidad. Hace poco se vendió el succionador de clítoris iguales. No dejamos pasar la oportunidad de hablar sobre la Colectiva, las propuestas que tenemos y los proyectos que queremos implementar. Pero también hacemos uso de manera correcta de las redes sociales como Instagram, WhatsApp y Facebook, que son las páginas de mayor divulgación que tenemos. Por esos medios damos a conocer sobre las marchas, pláticas y casos de acoso.
No creemos que las actividades presenciales y virtuales estén peleadas, al contrario, se complementan muy bien. Se puede trabajar de diferentes maneras, tanto para darle difusión a la información como para hacer público los casos.
Algo que se aprendió en el caso de Diego M de la ESCA, es que, si no se hace público, si no se hace mediático, no te hacen caso. Entonces, se tuvo que combinar. Por una parte, se hizo mediático, mediante las redes, para que la gente se diera cuenta de lo que estaba pasando. Por otro lado, se realizaron marchas o cierres de vialidades para que nos hicieran caso. Se hicieron asambleas enfrente de Canal 11 y se pegaron carteles como forma de protesta. Considero que es mejor hacer ambas formas de activismo, porque si solo colocas carteles no sabes a quién va a llegar. En pleno siglo XXI, es más fácil que la información llegue a la gente por medio de las redes sociales, son una excelente herramienta. Además, en medicina, a partir de 6º o 7º semestre, nadie tiene el mismo horario. Por ejemplo, nosotras estamos en 8º y llegamos a la escuela a partir de las 12:00 o 13:00 horas, no compartimos los mismos horarios. En ese sentido, las redes sociales nos han ayudado a que la información le llegue a la comunidad y se entere de lo que pasa.
E: ¿Cuáles han sido los desafíos a los que se han enfrentado como Colectiva?
AE: Hemos atravesado por varios retos. Empezando por los administrativos de la escuela, siempre nos ponen trabas, nos dicen que somos grupos de choque similares a los porros. No les gusta que les digan sus verdades o en qué están equivocados. Desde el principio, nos han dificultado realizar actividades como los tendederos. En ciertas ocasiones, han llegado los maestros o miembros del sindicato a pedir que retiremos a algún docente del tendedero, porque ya falleció. Pero, creo que eso no quita que se pueda exponer.
Además, hemos recibimos amenazas. Una ocasión llegó una profesora y nos pidió que retiráramos a un profesor que ya falleció. Nosotras le respondimos —“¿a cuántas generaciones no violentó? Entonces, hemos tenido dificultades con los tendederos. Hace poco que organizamos la rifa del succionador de clítoris, algunos hombres de forma vulgar nos dijeron: —“¿yo para qué quiero eso? Si tengo mi boca”—.
Este espacio lo tomamos a la fuerza porque no había manera de que lo tuviéramos a la buena. Pedimos el espacio a la dirección a partir de escritos, pero nada funcionó hasta que lo tomamos. Se ha mantenido a flote porque hemos recibido el apoyo de la actual directora interina, pero ya se acercan las elecciones para elegir el director definitivo. Por lo que, tenemos un poco de miedo a que se nos quite este espacio. Estamos casi seguras de que va a haber problemas.
Ellos mismos dijeron que lo primero que van a hacer es quitar a los grupos organizados de estudiantes como la comunidad feminista. A ciertos profesores y candidatos a la dirección, no les parece lo que hacemos, por aspectos personales, para encubrirse entre ellos. No les conviene.
Desde que empezó todo el movimiento estudiantil con el paro que hicimos hace un año, a las personas que participamos, inmediatamente nos ubicaron, buscan tu información. Es complicado. Ahora que surgió la colectiva en el marco de ese paro estudiantil, se ha convertido en un grupo que tampoco les gusta.
De hecho, la subdirectora administrativa de nuestra escuela nos denunció con la con la Red de Género del IPN, por ser un grupo de choque, por exponer todo lo que ellos hacen, nos denunciaron. Al parecer su denuncia no procedió porque seguimos aquí. Pero el que la hayan presentado, ya dice mucho de ellos, de cómo están cortadas las Subdirecciones y que ni siquiera se quieren ir. En la nueva terna de directores, no se vislumbra un cambio. En sus propuestas dicen que no va a haber tendederos. Nos preguntamos, ¿qué está pasando? Se supone que las autoridades trabajan para la comunidad politécnica. Es difícil, porque en los salones nos identifican, tienen nuestros datos y nos ponen trabas.
Somos conscientes del riesgo que significa estar en la colectiva. De manera fácil tienen acceso a nuestros datos, nuestra información personal, nuestros tus números, para hostigarnos. También hacen escritos sobre nosotros, exponiendo el nombre completo, la foto y la boleta. Han llegado a pegar las conversaciones de WhatsApp en la escuela. El acoso que se empieza a recibir desde las autoridades es mucho.
Luchamos contra una comunidad muy dividida e individualista. Pero, los obstáculos más importantes son con la administración del IPN y las autoridades de la escuela.
En general, con las autoridades ha sido complicado por lo que mencionó mi compañera. Es común que la comunidad vea con gracia que ya nos exhibieron con documentos mal redactados, fotos y videos. Dicen cosas incoherentes, absurdas.
Han mostrado videos con nuestros rostros, grabados por la comunidad, pero que utilizan sin nuestro consentimiento. Esa es su manera de amedrentarnos. Esa es la única manera en la que pueden.
E: ¡Qué valientes! La verdad. Bien, ¿podrían compartirnos cómo se vinculan con los demás colectivos o colectivas del politécnico?, ¿cómo toman acuerdos? y ¿cómo se organizan?
AE: Desde el paro se crearon las Asambleas Interpolitécnicas que integraban a varias escuelas por medio de representantes. Pero, posteriormente, se hizo un bloque, que se llama “Lucha politécnica de mujeres”. Ahí entramos como Colectivo.
Además de ese bloque formamos otro con las escuelas que se ubican en el Casco de Santo Tomás, porque estamos separadas de Zacatenco, donde las escuelas están más unidas. Pero al resto de las escuelas generalmente las dejan aparte. Por eso creamos el bloque del Casco de Santo Tomás, lo integran: la ENCB, la ESCA, la ESE y la Escuela Superior de Medicina. Estamos tratando de contactar también a otras escuelas cercanas.
Unas chicas nos contactaron, por medio de los grupos de Facebook, para darles acompañamiento por parte del bloque del Casco. Nos organizamos de acuerdo a las decisiones de las chicas. Tratamos de respetar la decisión de la víctima, como un intento de regresarle la autonomía o la tranquilidad de que ellas deciden sobre su cuerpo y sobre su vida. Esa es nuestra forma de organización. Aparte de eso, normalmente cada mes tenemos reuniones para ver en qué las podemos ayudar.
También tenemos grupos de WhatsApp donde compartimos información sobre qué está pasando en las escuelas. Decimos lo que pasa y si necesitamos que acudan a acuerpar. Por eso la importancia de tener el bloque Casco, porque pues convocar a colectivos de Zacatenco, pero están alejados. No acuden. De ahí la importancia de crear un bloque de colectivos que se ubiquen alrededor. Cada vez que surge algún problema, tratamos de estar en comunicación y acercarnos a ellas.
E: Ya hablamos sobre su vinculación con otros colectivos del IPN. ¿Tienen alguna vinculación con alguna otra Universidad u organización externa al IPN?
AE: Medicina no tiene vínculos con colectivos de otras escuelas. Me parece que ENCB si convoca a organizaciones de la UNAM y a UAM-Azcapotzalco. Nada más.
E: Además de la situación por la que atravesaban en el IPN ¿Hay algún acontecimiento político nacional e internacional que las haya motivado a decidir ser activistas o algún otro detonante?
AE: A nivel nacional, el caso de Debanhi o el caso de María Luisa. Son esos sucesos que en lo personal me han marcado y he dicho —“¡Esto no está bien! Tiene que haber un alto o una solución, tenemos que buscar una solución para ese problema”—.
AE: A mí, me impactó el caso de Ingrid Escamilla y el caso de Fátima Quintana, la manera tan cruel en la que fueron asesinadas. Para mí, hay un antes y un después, en los que dije —“¡Ya basta de esto! Ya basta de vivir inseguras, de vivir con miedo”—. Sé que creando esta colectiva no vamos a cambiar todo, es imposible. No todo está en nuestras manos. Pero lo que sí podemos hacer es que la comunidad se sienta escuchada; tranquila de saber que la Colectiva está para escucharlas y ayudarlas en sus procesos.
AE: De igual manera, considero que las noticias diarias sobre casos de violencia y feminicidios hacia las mujeres que se difunden por televisión y radio nos impactan profundamente. Ayer escuché la noticia de una mujer que fue abandonada en la calle por su marido, con quien llevaba cinco años casada. Tenía una hija pequeña y el papá se la quería quedar. Él la agredió constantemente hasta que la dejó en un estado deplorable.
Entonces, son todas las mentiras que se viven a diario, todas las noticias que nos cuentan las compañeras, tantos sucesos, tantos homicidios, tantos feminicidios, los que nos marcan día a día. Eso es lo que nos hace llorar, que nos hace enojar y decir —“¿qué vamos a hacer?”—.
Justo ahora, con el proyecto de la ofrenda, imprimir fotos de historias, que son muy duras, causan un gran impacto. La primera vez que estuve en el tendedero, me sentí muy fatigada, muy cansada emocionalmente. Ahora, al ver las fotos y al conocer las historias, te impacta. En lo personal, me impactó demasiado y me hace sentir agotada mentalmente.
En particular, además de todo lo que ya han comentado, todos los casos que se escuchan. Siempre he dicho que, si te pasa algo, puedes quedártelo, pero cuando le pasa a alguien que tú conoces, que amas… Necesitas hacer algo, te unes a la lucha. En particular, crecer en una sociedad como México, o vivir en una determinada clase, si no baja, pero tampoco en la clase alta, te hace darte cuenta de muchas cosas que están mal en el sistema. Si en la casa todo está mal, en el Politécnico todo está peor.
Me uní a la lucha porque comencé a darme cuenta de todo. Además, crecí con una educación como la de los estudiantes del movimiento del 68. A través de las experiencias de mis papás sobre cómo vivían, las injusticias que se viven y que se normalizan. Te hacen llenarte y ser consciente de las cosas negativas que pasan. Cuando llegas a un lugar como este, donde te das cuenta que tú puedes hacer algo para cambiar las cosas, ese vacío se llena con la lucha. Es entonces, cuando dices —“¡Tengo que hacer algo!”— y te unes a la Colectiva, a un grupo estudiantil. Así te mantienes, porque es lo único que te da la fuerza o las ganas de seguir. De otra manera, ¿quién más lo va a hacer?
Alguna vez leí, que cuando te das cuenta de un problema y te involucras para tratar de resolverlo, ya no puedes darle vuelta atrás. Ya no puedes pasar de largo y taparte los ojos, ¿sabes? Entonces, eso también es lo que te sigue manteniendo en el movimiento.
E: Ya que nos hablaron del movimiento del 68 a colación. ¿Qué otras luchas históricas les han impactado?
AE: Las luchas de Las muertas de Juárez, los 43 de Ayotzinapa, el Halconazo y el movimiento zapatista.
E: ¿Cuál es su lectura sobre la justicia en México?
AE: Tratamos de armarnos de argumentos o de un criterio propio de la justicia a partir de nuestra experiencia con la injusticia. Hay muy pocos casos de justicia. Todas las dimensiones de la realidad están trastocadas por relaciones de poder y jerarquías. En ese sentido, intentamos formar una idea propia de la justicia con base en pequeñas lecturas, en casos de feminicidios y las experiencias que hemos tenido con los paros. Lo que consideramos que nos merecemos todos como comunidad estudiantil. Y entonces, preguntarnos ¿por qué tanta negligencia?, ¿por qué tanta carencia de recursos? …No sé si mis compañeras están de acuerdo, pero eso es lo que intentamos, pensar en la justicia a partir de las preguntas: ¿qué nos merecemos?, ¿por qué estamos luchando? y ¿por qué seguimos de pie?
Para mí la justicia es inexistente en este sistema. Lo hemos visto a través de los casos que hay en cada escuela. Ya lo he mencionado, hay casos de personas que tienen muchas denuncias y continúan impartiendo clases como si nada, con cierta actitud prepotente. Nunca se hace nada, ni con estudiantes, ni con profesores. Las estadísticas lo reflejan, las de este año las desconozco, pero aproximadamente ocho de cada diez denuncias que se realizan, no reciben justicia, no proceden, victimizan a las afectadas.
Generalmente las denuncias que proceden responden a casos mediáticos o de gente importante, que es como de un nivel socioeconómico alto. En comparación con los casos que no se hicieron visibles.
En la mañana me preguntaban unas chicas: ¿por qué el caso de la ESCA fue tan sonado?, ¿por qué inmediatamente en la madrugada detuvieron al chico?, ¿por qué a ellas les hicieron caso?… Yo les respondí que tenemos un gran desequilibrio en la justicia en México, no sólo al interior del Politécnico. Tenemos otro caso en el ENCB donde las chicas fueron denunciadas por sus propios agresores y a ellas fueron a las que expulsaron. Entonces, tenemos casos de injusticia muy graves. Y de justicia donde sí se hizo bien, pero con la gran diferencia de que el caso fue mediático, asistieron personalidades como Olimpia y Alicia, en otros no se llegó a los medios.
Difícilmente recibes respuesta, sí no haces mediáticos los casos. De otra manera, no se hace justicia. Ese es el problema que tenemos dentro y fuera del Politécnico. Sin embargo, deberían de atenderse todos los casos por igual.
E: Además de la injusticia, ¿cuál es el problema más grande que ven en México? y ¿cuál sería su lectura de ese problema en el país?
AE: Creemos que hay problemas en diferentes niveles. Desde problemas económicos, problemas de poder, problemas de dinero. Especialmente hay un problema grave de concentración de la riqueza.
Yo creo que ese sería el mayor problema. El hambre de poder que tienen los políticos y los ricos. Siempre quieren más para ellos. Por eso, se forma un desequilibrio en la sociedad muy amplio, porque si no hay dinero, empiezan a ver rateros o gente que se dedica a delinquir. Creo que esta estructura viene desde arriba, desde los dirigentes del país. Quizás si no fueran tan avariciosos en ese sentido, podrían resolver los problemas que existen: económicos, de justicia, de asesinatos, de educación y de salud. Por ejemplo, sobre el tema de la salud, se realizan recortes al presupuesto, y se deja sin recursos a las unidades médicas para atender a los pacientes. Lo cual es injusto.
Hay un problema en la educación. Tenemos una educación carente, que engaña, que disfraza la historia, que prioriza aspectos como las calificaciones —basadas en un examen que no refleja lo que los alumnos están aprendiendo verdaderamente—. Ahí crece el problema.
Además, hay desigualdad de oportunidades. Porque estudiar durante siete años no aseguran un buen trabajo, un buen sueldo, debido a que los Doctores en México son mal pagados, no solo por el sistema, sino también por las personas. Incluso, los mismos pacientes son los que desacreditan nuestro trabajo, son los que minimizan el valor de las consultas. Es una situación muy triste, la carencia de oportunidades. Como futuros médicos tenemos muy pocas oportunidades de encontrar un buen trabajo con un sueldo digno que reconozca todo el esfuerzo que implica la pérdida de salud mental por estudiar medicina. Porque, vamos, los acosadores no solo están en las instituciones educativas, también en los hospitales. Es muy común que un doctor casado con hijos, de una edad ya avanzada, sea el que te acose, el que te ponga una menor calificación, simplemente porque no accediste a lo que él quería. Eso también es un problema.
Son muchísimos elementos, así que es difícil decidir cuál es el más importante. Además, todos van de la mano. Hay tantos problemas a tratar. Tenemos un sistema bastante deficiente y decadente.
E: Ya han hablado un poco acerca de ese tema, pero me gustaría que nos hablaran más a detalle, ¿qué opinan sobre la educación en México?
AE: ¡Está muy mal! Quizás mis compañeras estén de acuerdo conmigo, pero el sistema educativo es deficiente. No todas las personas tienen acceso a la educación y los que tienen acceso es en condiciones desiguales por las diferencias entre clases sociales. La educación se supone que debería ser laica y gratuita, pero en muchos casos no es de esa manera. Para poder estudiar necesitas tener ciertos privilegios para salir de tu casa seguro, llegar a la escuela o no tener la necesidad de trabajar. Es por ello, que el acceso a la educación es un privilegio. Además, la escuela tiene muchas fallas, que no te permiten tener una educación adecuada.
Considero que la educación está mal dirigida. Desde pequeños nos enseñan a partir de un plan de estudios universal, donde si no eres bueno en materias como matemáticas y física, quiere decir que eres malo para la escuela, que no sirves. En comparación con otros países del primer mundo, en donde los planes de estudio se modifican de acuerdo a las necesidades de cada estudiante. Ahí está la gran brecha entre la educación de primer mundo y la del tercer mundo.
Desgraciadamente, hablando de esta escuela, es común enfrentarse a los dogmas en las clases. Por ejemplo, las clases de los Doctores son las exposiciones que los estudiantes realizamos, si el Doctor es bueno, nos da retroalimentación. Si no, tus compañeros pudieron haber dicho una cosa errónea, pudieron haber dicho cualquier cosa y así se queda la información. Porque los Doctores no brindan la atención, ni siquiera porque les están pagando. Somos médicos en formación y por más que nos sentemos a leer no lo sabemos todo. Puede suceder que en los libros haya información que no se adecue a nuestro país. En México tenemos diferente epidemiología y diferentes tipos de pacientes. Por esta razón, personalmente la institución me decepcionó. El 80% de las clases que he tenido a lo largo de estos ocho semestres han sido terribles.
E: ¿Qué opinan sobre la democracia en México?
AE: La misma respuesta, la democracia es sólo para las personas con poder político y económico. Todas las demás personas somos como borreguitos que quieren ser escuchados. Los grandes poderes no van a velar por los intereses del pueblo, que somos la mayoría.
En este momento, la democracia en la escuela se ha relegado, con los Doctores ofreciendo puntos extra a todo el mundo para que voten por ellos.
Tenemos un simulacro de democracia. No está mal si se implementara como debería. El problema es que votar parece más una simulación. Un ejercicio de ver quién tiene más votos. Pero no se toman en cuenta las decisiones de la gente.
Desde un nivel muy pequeño, como la escuela, empezamos mal. Hasta un nivel más amplio está mal diseñada, mal ejecutada la democracia. No porque sea un ejercicio que no sirve, sino porque las personas que tienen el poder la manejan a su conveniencia.
E: ¿Qué opinan acerca de los movimientos estudiantiles en México?, ¿Consideran que son vigentes?
AE: Sí. Son muy necesarios en todos lados los diversos tipos de movimientos. Ya tenemos varios antecedentes de luchas que siguen que tuvieron que suceder para buscar una solución. Lo negativo de las luchas es que, si hablas y dices todo, al final te intentan silenciar o censurar. Sé que todavía hay muchos movimientos y es muy importante que continúen.
Los temas que hemos hablado los tenemos muy presentes, porque nos ha tocado enfrentar diversas situaciones en la escuela. En ese sentido, considero que en todos lados se necesitan movimientos. El problema es llegar a las instancias correspondientes porque no te dan la seguridad si te van a hacer caso o solamente te van a censurar.
E: En medicina nos hemos enterado de situaciones muy turbias. Tan sólo por tener esa información ya peligra más tu propia seguridad. Llega un punto donde es tanto el acoso en en estos movimientos, que la gente ya no se quiere involucrar. Creo que es una de las razones de que los movimientos duren poco en estos tiempos. No obstante, son necesarios, hasta que las escuelas estén en un buen estado, hasta que se les dé respuesta a los alumnos y hasta que la educación sea de calidad. Seguramente los movimientos seguirán siendo necesarios durante mucho tiempo, mientras la comunidad se dé cuenta que hay problemas en este sistema.
E: Para ir finalizando, ¿cómo ha impactado su militancia en su vida cotidiana?, ¿hubo algún cambio?
AE: ¡Vaya! Sí, ha impactado mucho. Nunca vuelves a ser la misma persona de antes. Suena muy dramático, pero yo era diferente, antes de entrar en los movimientos, no hablaba, no levantaba la voz. Incluso hablaba llorando. Era una persona con mucha ansiedad. Después de los movimientos pues empiezas a levantar la voz y ya no dejarte.
Al mismo tiempo, entre tus amistades, tu entorno y tu familia, empiezas a identificar actitudes que no son correctas. Te das cuenta de que hay problemas, que no están bien las cosas como se están llevando a cabo. Te vuelves consciente dentro del activismo, pero también fuera de la militancia. Porque lo político es personal. Al final de cuentas.
Como dice mi compañera, tu vida cambia. Observamos la realidad con otros ojos. Quizás antes te podías dar cuenta de los problemas, pero no te involucrabas. Ahora te preguntas: ¿qué puedo hacer? o ¿qué no debo hacer?
En lo personal, tuve un poco de miedo, porque tengo el pelo pintado y pensé que lo tenía que cambiar o me tengo que tapar la cabeza para que no me identifiquen. Te afecta mucho. Todo lo ves con esos ojos nuevos. Estar en una lucha te hace estar más alerta de lo que, quizás, ya estabas y con miedo. Tienes que estar al pendiente de que te pueden hacer.
A mí, me ha ayudado muchísimo a cuestionarme, cuestionar ciertas actitudes que me parecían normales. Comentarios que decía y que para mí eran normales. Pero, formar parte de esta lucha, me ha llevado a cuestionarme, tanto a mí como a mis relaciones personales. En todo momento, no permitir actitudes que no debería estar aceptando simplemente por el contexto en el que una persona crece.
Considero que el nuevo pensamiento que uno va adquiriendo impacta también en los círculos sociales, la familia y las personas que te rodean. Te lleva a intentar identificar las conductas misóginas, las conductas racistas, las conductas anti-éticas, que van en contra de una salud mental individual y colectiva. Te esfuerzas por cambiar desde adentro y buscar transformar la ideología de las personas. Porque, lamentablemente, la ideología de las personas no cambia de la noche a la mañana. Se cambia a través de un largo proceso, con educación, con conocimiento y con tiempo. El activismo nos ayuda a abrir nuestra mente, abrir nuevos caminos y cambiar de perspectiva.
Pienso que la militancia te abre oportunidades en muchos sentidos; a relacionarte con personas que nunca pensaste conocer, que son de otros semestres o con asociaciones externas. También te motiva a tratar de abrirle los ojos a tu familia, sobre lo que está mal en la sociedad o dentro de la escuela. Tal vez, no decir —“¡Oye, estás mal!”—, pero sí decir —“¿podrías cambiar?, porque no está bien lo que estás haciendo…”—. Hay que elegir las palabras correctas para expresarse.
No pretendo romantizar el activismo, ni la militancia, pero ayuda de muchas maneras. Y te abre los ojos a nuevos horizontes. Te da oportunidades, aunque también te las quita, de cierta manera, dentro de la escuela, no debería de ser así, pero pasa. Además, empiezas a mezclar tu vida con lo político. Llegas para tener en tu celular más trabajo que cosas personales; en tus redes sociales, cientos de cosas del activismo.
Entonces, la militancia más que causarme algún problema, me ha dado mucha satisfacción. Aunque hay malos momentos, como en todo, pero siempre hay una satisfacción en hacer las cosas. Con solo haber ayudado a resolver un caso. Ver que la víctima está bien, te alegra mucho el corazón y es muy sincero. Quizás haya casos impunes, pero en los que hay justicia, te da la esperanza de que puede haber más.
E: Esta es la última pregunta, ¿cómo se imaginan que sería el futuro ideal?, ¿qué proponen como Colectiva?
AE: Que la Colectiva llegue a ser un espacio seguro para todas las mujeres. Sea más visible y no quede en la sombra para poder ayudar. Que entre todas nos ayudemos y nos organicemos. Que el espacio siga creciendo para las siguientes generaciones. Y no se apague.
Que sea un proyecto que crezca. Porque es muy fácil ser activista en marzo, pero también hay que sobrevivir y resistir todo el año. Creo que la Colectiva continuará muchos años más. Más allá de nosotras. Que haya más generaciones que se interesen y quieran seguir con este proyecto. Que quieran ayudar a sus compañeras y se acompañen. Tal vez, en un futuro, ya no sea necesaria la militancia, pero en algún momento que la tengan que hacer, sea entre todas. Llegamos a la conclusión que siempre tenemos: ¡existimos porque resistimos! Todo el año.
E: Este es el bonus, ¿Les gustaría compartir alguna reflexión? Algo que quisieran haber dicho y no se mencionó durante la entrevista.
AE: Sí, que nunca nos quedemos calladas y no dejemos las cosas como están. Que estamos para ayudarnos entre todas y no para ponernos en pie.
Ya sea en un movimiento feminista o no, pero que siempre se levante la voz, no se omitan los problemas. No hay por qué quedarse callados. No es correcto estar en silencio y arrodillado esperando a que alguien más te dé una respuesta o que alguien lo solucione, porque también lo podemos hacer nosotras.
Dentro del feminismo, les recordamos a todas que la sororidad no solo es el 8M, es todo el año. Se tiene que hacer un trabajo constante sobre ti misma, el conocerte, de construirte y cuestionar ciertas actitudes para que todo el año puedas ser sorora con las mujeres. No solo es asistir a marchar y verse bonita en el 8M. Hay muchísimo trabajo que hacer.
Desgraciadamente, lo hemos visto, hay trabajo, denuncias, y casos de chicas que necesitan ayuda. Nosotras somos seis, no podemos hacer todo, no podemos ayudarlas, tenemos muy pocos recursos. A esta situación, se agrega que la respuesta de la comunidad ha sido apática. No hemos logrado juntar los recursos que nos gustarían para ayudar a las mujeres. Por eso, invitamos a las mujeres a que se unan y participen, no sólo en la colectiva, sino también a construirse poco a poco como sociedad.
¡Hay que ser revolucionarias de la historia!
E: Muchas gracias por compartir sus opiniones y experiencias.
Activista Estudiantil entrevistado (AE1) (AE2)
Colectivo Mictotzan
Universidad Autónoma de la Ciudad de México
Entrevistador (E)
E: Buenas noches. Te agradezco que hayas aceptado nuestra invitación para compartirnos tu experiencia. Edmundo forma parte del “Colectivo Mictotzan”. Cuéntanos ¿por qué te involucraste en el colectivo?
AE: El Colectivo tiene algunos años que se formó en la UACM, antes de la pandemia. No militaba ahí, pero los conocía. Me gustaban ciertas actividades permanentes que hacían dentro de la escuela como trueque y presentaciones de libros; realizaban talleres de stencil, de malabares, entre otros. Empecé a participar en actividades como el ajedrez e intercambios de libros. Aunque no militaba. Posteriormente, cuando regresamos a clases presenciales, quitaron el mueble donde guardaban los libros (que estaba en el espacio del Colectivo) y servía como cafetería. Entonces, los militantes del colectivo que quedaban decidieron retomar esa actividad y les pidieron a los administrativos el mueble.
Después de la pandemia, cuando regresamos bajo nuevas condiciones, me siguieron interesando las actividades que realizaban. En ese momento, vendía en la escuela películas de cine de arte y libros. Sin embargo, al retornar a la presencialidad, se prohibió la venta al interior de la escuela. Esa fue una de las razones por la que empezamos a involucrarnos en el activismo quienes comerciamos en la escuela. Algunos están más involucrados en los movimientos sociales y el activismo. Nos juntamos y dijimos —“vamos a retomar el Mictotzan para generar ingresos”—. Así fue como me integré al colectivo, donde además ingresaron nuevas generaciones.
Para nosotros no ha sido fácil porque noto que las nuevas generaciones son reaccionarias. Les molesta que vendamos en la escuela, dicen que parece tianguis. Sin embargo, no se dan cuenta lo que está detrás; que lo hacemos para generar ingresos, que hay precariedad laboral y todas las consecuencias que dejó la pandemia. Durante el tiempo que estuve en la UACM estudiando la licenciatura, varias veces intenté meter la beca y nunca me la dieron. Tampoco cuando realicé el servicio social. Además, mi casa sufrió daños graves tras el sismo y no teníamos casa. Por esa razón, anduvimos de un lado a otro. Por eso, no entiendo por qué los comentarios reaccionarios en redes sociales de las generaciones recientes.
E: Bueno. ¿Qué significa Mictotzan? Cuéntanos, ¿a qué se debe el nombre?, ¿qué hacen dentro del Colectivo? y ¿cuál es su objetivo esencial?
AE: Aún no era parte del Colectivo cuando se formó. Por lo que, no conozco la razón de que lo llamaran Mictotzan. Me parece que tiene una referencia al tianguis. Me gusta el nombre. Para nosotros tiene ese sentido, en la medida que nos dedicamos a vender, es una idea a la que nos aferramos. Además, tiene el propósito de formar comunidad. La mayoría estamos involucrados en los movimientos sociales. No se trata simplemente de vender, sino además organizar talleres, proyecciones de cine, círculos de estudio, generar múltiples actividades al margen de la institución. Tratamos de no pedirle nada a la Universidad. Sin embargo, hemos tenido muchos problemas; hemos sido objeto de acoso de la policía. Una ocasión que nos encontrábamos vendiendo, nos rodearon y nos dijeron que no podíamos hacerlo. Después llegaron los administrativos y, de igual manera, nos dijeron que no podíamos porque el nuevo reglamento prohibía vender.
Empezamos a organizar talleres y a partir de ahí ya no nos dijeron nada. Las propias autoridades nos dijeron que, si realizábamos talleres, no había problema. Pero ha sido difícil porque los hemos organizado con nuestros propios recursos. Pero queremos mantenerlos de esta manera, porque creemos que somos estudiantes, que tenemos autonomía y no necesitamos que nos den las cosas. Podemos organizarnos nosotros mismos, sin que algún superior nos indique qué hacer. Nos sentimos capaces de generar nuestras ideas y nuestros proyectos.
En ese sentido, las actividades del Colectivo nos han costado mucho. Por ejemplo, la última vez que proyectamos una película, todos pusimos algo: la extensión, el proyector y algunos trajeron mantas. Tuvimos dificultades para tapar el espacio. Nos faltó un cable y pensamos en pedirlo a la administración, pero lo pudimos solucionar porque el proyector tenía conexión inalámbrica y lo pudimos conectar a la bocina. Pero ya estábamos a punto de acudir a la administración y pedirles apoyo. Aunque no es nuestra intención, queremos seguir realizando nuestras actividades al margen de los administrativos.
Lo mismo sucede cuando hay marchas o fechas conmemorativas, que consideramos importantes, por ejemplo, el 2 de octubre o Ayotzinapa. Mis compañeros y yo, impulsamos actividades relacionadas a esas fechas. Por ejemplo, para conmemorar la tragedia de Ayotzinapa, organizamos una rodada. Convocamos por medio de carteles y de forma personal a los estudiantes. Salimos de la UACM y acompañamos a los padres y madres de los 43. Ese tipo de actividades son las que organizamos.
E: ¿Qué buscan a través de estas actividades? ¿Buscan construir un espacio recreativo para los estudiantes?, ¿buscan crear espacios para generar conciencia a través de diferentes herramientas? Ya mencionaste las actividades que realizan en relación al cine o los círculos de lectura. Pero, cuéntanos, ¿cuál es la finalidad del Colectivo?, ¿qué buscan a través de estas maneras de organizarse?
AE: Tratamos de formar un espacio recreativo donde los estudiantes puedan acercarse, se involucren y podamos aprender entre todos. Si alguien tiene alguna habilidad en específico o sabe de algún tema, organizamos los talleres para los estudiantes. Y viceversa, invitamos a la comunidad estudiantil a que, si ellos tienen alguna habilidad, también puedan impartir talleres. Además, tiene un sentido político, buscamos politizar a la comunidad estudiantil, porque hay problemas dentro de la institución. Por ejemplo, la seguridad de los estudiantes es un problema para la comunidad de la UACM-Tezonco porque han asaltado y han matado a estudiantes en el transporte público. Por eso, hemos exigido que tengamos un servicio que nos garantice la seguridad de llegar a nuestras casas.
En ese sentido, el espacio que formamos es para organizar a la comunidad estudiantil. La semana pasada convocamos una asamblea estudiantil en el Mictotzan. Porque asaltaron a un compañero en el transporte. Entonces, nos encargamos de ir a los salones para invitar a nuestros compañeros a la asamblea, que se realizó en el espacio que estamos generando. Fue ahí donde discutimos las opiniones y decidimos hacer una marcha.
Es decir, impulsamos ambos propósitos, tanto la parte recreativa como buscar politizar a la comunidad estudiantil. Aunque no tenemos una ideología definida. Estamos más cercanos al anarquismo que al marxismo. Han existido otros colectivos en la UACM, que tienen una tendencia marxista y su intención es formar cuadros. Son organizaciones más definidas, con objetivos específicos. En cambio, nosotros no tenemos el mismo pensamiento, pero tenemos una afinidad con el anarquismo.
E: Has mencionado que se suelen tomar las decisiones por medio de asambleas, ¿cuándo se reúnen?, ¿cómo se organizan?, ¿tienen liderazgos al interior del Colectivo?, ¿la organización es horizontal o vertical? Hablanos sobre la organización interna del Colectivo.
AE: ¡Ah! No hay una fecha definida para realizar las asambleas, depende de las problemáticas que surjan. Por ejemplo, los asaltos, las fechas conmemorativas y los cambios que realice el Consejo Universitario con los que no estemos de acuerdo y nos afecten. En esos casos organizamos asambleas, ya que requieren que se discutan. No tenemos asambleas de manera periódica o programada.
La organización del Colectivo es horizontal, no tenemos un líder. Aunque hay compañeros que tienen un mayor protagonismo, pero no los consideramos líderes, quizás porque tienen más tiempo. Sin embargo, la forma de organizarnos es horizontal y es rotativa. Cuando realizamos estas actividades, nos organizamos y decidimos cómo dividirnos el trabajo, por ejemplo, de salonear, barrer y acomodar las cosas. Cuando hicimos el huerto, todos hicimos alguna tarea como rascar o ir por la tierra. Entre todos nos organizamos para que sea menos trabajo. No tenemos una estructura vertical, no hay alguien que delegue responsabilidades. Todos aportamos de acuerdo a nuestros tiempos.
E: ¿Tienen un espacio especial para ustedes, para tener su material o llevar a cabo sus reuniones?
AE: Tenemos pensado tomar un espacio. El Mictotzan se ubica abajo de las escaleras que están entre dos edificios de la escuela. No hay nada ahí, no es un salón o un cubículo. Sino que estamos a la intemperie. En ese lugar realizamos nuestras actividades. Para llevar a cabo las proyecciones de cine, colocamos una estructura con mantas para formar una casa. Los compañeros en las redes dicen que se ve horrendo, que ya parece un “okupa”. Pero no nos quedamos a dormir ahí, solo se guardan cosas como pinturas y herramientas de bicicleta. Se desarrolla todo a la intemperie. En ese espacio nos reunimos.
E: ¿Han tenido temas que causan diferencias o conflictos al interior del Colectivo? Si los han tenido, ¿cuáles han sido esos temas que hayan causado contradicción?
AE: Hasta ahora no, quizás por el poco tiempo que llevamos, prácticamente un semestre. Solo hemos tenido algunas discrepancias o molestias respecto a la manera de hacer las tareas. Por ejemplo, si alguno de nosotros se comprometió a llegar a cierta hora y llegó más tarde. Entonces decimos —“¡Híjole!, ¿por qué no llegaste?”—. Es así, cuando hay un poco de tensión. Pero hasta cierto punto es normal, pasa en todos lados, no somos la excepción. Hasta ahora no ha habido un conflicto que nos divida, o sea más grave.
E: Sabes que hoy en día estamos estrechamente vinculados con el mundo digital. En ese sentido, ¿las redes sociales juegan un papel importante dentro de su Colectivo? Si las utilizan, ¿de qué forma lo hacen?, ¿crees que tiene ventajas o desventajas? Comentanos tu opinión al respecto.
AE: Considero que tiene sus pros y contras. Por ejemplo, el Colectivo tiene una página en Facebook. Pero tiene la desventaja de que solo lo administra uno de nosotros, entonces ha pasado que publica contenido que causa controversia entre los estudiantes de la UACM y empiezan a generar comentarios muy reaccionarios. Ese es el problema que noto, tenemos pendiente tratar el tema de manera interna. Parece que el compañero es el vocero, porque constantemente está publicando, pero genera que haya comentarios negativos en las publicaciones.
En mi caso, intento tener un bajo perfil en las redes sociales, no porque no quisiera que me identifiquen como parte del colectivo. Por ejemplo, recientemente que se volvió viral el tema de las chinches, vi comentarios en las redes que decían: “los del Mictotzan trajeron las chinches”. Son comentarios muy fuertes, clasistas, despectivos y reaccionarios. Ese tipo de cosas son las que no nos favorecen en las redes sociales. De forma presencial, en nuestro espacio, nadie nos ha reclamado nada, incluso ha habido compañeros —cuando realizamos el huerto— que se han acercado y nos han ofrecido su ayuda, nos han dicho comentarios positivos como —“¡Está bien padre lo que hacen!”—. Pero en las redes sociales veo que no ha funcionado.
Las redes sociales me parecen importantes para convocar, porque te da un mayor alcance, llega a más personas la información. No estamos en contra de las redes. Pero creo que pueden generar muchas controversias. Incluso nos hemos dado cuenta que facilitan el uso de cuentas falsas, creemos que hay administrativos que se disfrazan de estudiantes y ponen comentarios negativos. Así ha sucedido con otros colectivos en el pasado, el uso de cuentas fakes, que lanzan comentarios muy agresivos, con perfiles que no tienen fotos o mayor información en sus cuentas. Puede ser la rectora, o su personal de confianza, aunque no nos quiere. Eso nos hace pensar que son perfiles falsos, a través de los cuales las autoridades pueden intervenir. Sabemos que las redes sociales tienen sus ventajas y desventajas. Nos ha funcionado más como hacer todo en vivo, de forma presencial.
E: Ahora que mencionaste el tema, ¿por qué dices que no los quiere la rectora?
AE: El primer enfrentamiento, fue cuando nos pusimos a vender, nos echaron a los policías. Esa es una ofensa que no perdonamos, porque nos acosaron, nos rodearon, llegaron administrativos y nos dijeron que no podíamos hacer eso. Decidimos hablar con la coordinación. Tuvimos un debate con ellos y les explicamos con argumentos por qué podíamos hacer uso de las instalaciones.
El segundo enfrentamiento con las autoridades fue porque pedimos que abrieran una puerta que da hacia la avenida, que otros semestres permanecía así. Los estudiantes pueden transitar por ahí y se ahorran el pasaje del camión para bajar a la Avenida Tláhuac. Pero a la vez es un sendero seguro porque ya no rodeas la escuela. Una vez, rodeando la escuela me asaltaron, porque estaba muy solo. Por eso, acudimos a la coordinación para pedir que abran la puerta porque nos beneficia y da seguridad. Pero nunca nos hicieron caso. Nos decían que recabáramos firmas o que lo harían hasta que remodelaran ese paso. Esperamos mucho tiempo, hasta que se volvió algo insostenible para los compañeros que tienen que tomar el transporte. No abrieron la puerta. Nosotros la abrimos a la fuerza con la cizalla.
Un día se convocó a la comunidad estudiantil para que nos ayudaran a abrir la puerta. Ya que la habíamos abierto, llegaron las autoridades. Desde ese momento así quedó para que los estudiantes puedan pasar por ahí. Cuando realizamos las asambleas se expuso el tema de la seguridad, y que nunca se han preocupado por nosotros las autoridades. Buscamos que haya vigilancia, que la puerta quede más tiempo abierta. Todo esto se le dijo en la asamblea, pero nunca se ha acercado la rectora. Asistió a la marcha y un compañero la encaró y le reclamó porque nos había dicho que si abríamos la puerta, nos iba a mandar al matadero. El compañero le dijo —“¿cómo te atreves a decir eso?, si hay una fuerte inseguridad, y no hiciste nada”—. Ese comentario se tomó personal. A partir de ahí estamos en la mira. Hay tensión con las autoridades.
Además, compañeros del Mictotzan tomaron una máquina que vendía boletos del comedor. La máquina se tragaba las monedas, era difícil que los que los estudiantes pudieran sacar su boleto. Se tragaba las monedas y se hacía una fila inmensa. Ese día no estuve presente en la acción, pero los compañeros se llevaron la máquina y pidieron que se devolviera el mueble. Al final, no nos devolvieron nada y tuvimos que regresar la máquina, pero se logró que esa máquina se quitara. Fue lo mejor, ya no se hace la fila y no se traga las monedas, el trato es con la persona que nos vende el boleto, que es muy amable. Es algo positivo lo que obtuvimos. Pero hay una tensión constante entre rectoría, la administración y nosotros. Parece que somos el patito feo. Todo lo que hacen ellos lo echamos a perder. Por así decirlo.
E: Esta experiencia es interesante. Hace un rato platiqué con un compañero del plantel de la Colonia del Valle. Él me decía —“fíjate que en UACM-Tezonco tuvieron problemas con la máquina y lograron quitarla”—. Pero me comentó, que los del valle están felices con la máquina del comedor. A pesar de que son parte de la UACM, cada plantel tiene sus propias problemáticas y las enfrenta a su manera.
Me llama la atención la cuestión del huerto, para ustedes ¿cuál es la importancia de tener un huerto?
AE: ¡Oh!, gracias. Considero que es algo muy bueno. En lo personal me atrae la siembra. Empecé a hacerlo a partir de la pandemia, en casa con ayuda de mi papá. Por lo que, he generado redes con otras personas que se dedican a la siembra. Veo que ha sido necesario recuperar el huerto, las milpas. En la pandemia fue difícil acceder a los alimentos. No cerraron los centros comerciales. Pero pusieron restricciones a los tianguis o los mercados. En ese sentido, nos animamos a hacer un huerto. Ya tenían uno anteriormente, era pequeño con algunas acelgas y plantitas. Entonces, retomamos esa actividad, pero lo quisimos hacer más grande. Quisimos que fuera medicinal y tuviera plantas de polinizadores. Nos ubicamos cerca del mercado de San Luis, entonces, he llevado plantas del mercado. Otra chica que se animó a participar ha llevado plantas de Cuemanco. Poco a poco hemos ampliado el huerto. Es algo bonito. En temporada de lluvias, lo aprovechamos. Hasta ahora se han mantenido las plantas. Un amigo propuso que hiciéramos el huerto en cajas, tenía miedo de que, si las poníamos en la tierra, llegaran los administrativos y de repente ya no hubiera huerto. Pero hasta ahora ahí siguen.
Me parece que es algo importante, porque las plantas son medicinales, tienen muchas propiedades. Si algún día alguien se enferma, tenemos remedios que pueden ser de ayuda o las plantas también son de autoconsumo como las acelgas. En el futuro, quiero retomar un proyecto que se llamaba la UACM-milpa. En el plantel de Tezonco, hay una especie de terreno amplio, donde profesores y estudiantes sembraban maíz, funcionaba bien. Pero tras la pandemia ese proyecto se dejó. Les comenté a los compañeros que lo retomáramos, pero sin el sentido institucional. Ya será el siguiente semestre, porque el ciclo de la siembra ya se terminó.
E: Bien, ¿qué emociones te genera formar parte del colectivo?
AE: Se siente bien porque no solemos trabajar en colectivo. Estamos acostumbrados al individualismo capitalista. Hay comunidades indígenas que, por ejemplo, viven de manera colectiva, tienen sus asambleas, su forma de vida es así por usos y costumbres. Pero la mayoría somos prácticamente citadinos, no tenemos estas prácticas. Por eso, al intentar formar un colectivo, me siento bien. Puedes hacer cosas más grandes. Te das cuenta del valor y el trabajo de cada uno. Cuando sale bien una acción, se siente bonito, se siente satisfacción.
Por otra parte, es complicado y no todos pensamos igual. Hay ocasiones que no coincido con mis compañeros, cuando realizan cierto tipo de acciones. Por ejemplo, la toma de la máquina, para mí no tuvo sentido. Ellos la querían destruir. Puedo entender el movimiento ludista —cuando los trabajadores destruyeron las máquinas— porque les quitaron el trabajo. En la actualidad no le veo sentido recurrir a esa práctica. Mis compañeros se dieron cuenta que no estaba de acuerdo y desistieron. De lo contrario, íbamos a generar muchas reacciones en contra de nosotros. Por eso, la organización colectiva implica lidiar con diferentes opiniones. Otro aspecto negativo de los colectivos es que, a veces, alguien quiere imponer su opinión, quizás inconscientemente. Y se pierde la individualidad.
También me gusta trabajar de manera individual, porque evitas esas pequeñas dictaduras. Hay personas que tienen protagonismo o buscan imponer sus ideas y pareciera que todos los tenemos que seguir. Hay que tener cuidado con eso. Para afrontar ese tipo de situaciones, propongo que tengamos círculos de estudio, de discusión y debate. Hay que intercambiar ideas porque eso impedirá que alguien busque imponerse. Lo mejor es que siempre fluya el debate sin enojarnos y no quedarnos con una sola opinión, sino generar más.
E: ¿Alguna vez has sentido temor por ser parte del Colectivo?
AE: No me gusta ser visible. Trato de evitar el protagonismo. Quizás me daría miedo si tuviera algún liderazgo, porque te ubican más las autoridades o estás en la mirada de todos. Me daría cierta ansiedad, pero nada más. Prefiero pasar desapercibido; aportar mi grano de arena y desaparecer.
E: ¿Qué ha sido lo más satisfactorio para ti en estos momentos? Por tu participación en el colectivo.
AE: Lo que más me ha gustado hasta ahora, han sido el huerto y el cine. Una ocasión les propuse que sembráramos un azadón, pero les daba miedo, cuando empecé a rascar se animaron todos. A partir de ahí, hicimos más grande el huerto. Ha sucedido que, a pesar de que no vaya al plantel, mis compañeros riegan las plantas y se nota el cuidado que les dan porque han crecido. Vamos adquiriendo consciencia de que las plantas requieren cuidados y riego constante. Cuando percibes que el otro ha aprendido lo que haces, se siente bien porque observas que la acción se replica en otros lugares. En ese tipo de acciones hay una satisfacción.
Lo mismo pasa con las proyecciones de cine. A mí me gusta mucho, pero hacerlo de forma colectiva es distinto. Lograr hacerlo por medios propios fue desgastante, pero después de un primer ensayo, aprendimos. Cuando proyectamos la película, se acercaron los estudiantes. Fue una gran satisfacción. Es una actividad que va a ser periódica. Se siente felicidad llevar el cine ahí a donde tú quieras.
E: ¿Su Colectivo ha logrado vincularse con otros colectivos al interior de la universidad, con otras organizaciones u otras universidades?
AE: Tratamos de hacer vínculos con los pueblos aledaños. Uno de mis compañeros en especial ha desarrollado el vínculo con las organizaciones de los pueblos de Xochimilco. Yo no he podido formar ese vínculo por falta de tiempo, aunque conozco a los compañeros. Hace poco hubo una asamblea por el tema nacional del Agua en el pueblo de San Gregorio Atlapulco y organizamos una rodada que salió de la UACM. Invitamos a la comunidad estudiantil de la UACM, para que se animara a rodar hacia el Foro que hubo sobre el agua en San Gregorio.
Fue en el marco de la represión en San Gregorio. Hace un año aproximadamente. Los compañeros del Mictotzan acudieron junto con otros estudiantes de la UACM. Apoyamos después de la represión, viendo qué se podía hacer. De alguna manera, hay un vínculo o ese es el propósito. No sólo quedarnos en las escuelas, tiene que haber una conexión con el pueblo. Queremos involucrarnos con su lucha porque nos afecta, somos de la región. No podemos quedarnos únicamente en la escuela. Lo que hacemos en la escuela es un ensayo, para después salir a las calles y hacer actividades con la gente.
E: ¿Han tenido dentro de la Colectiva procesos de reflexión sobre su propia práctica política? Es decir, en algún momento se han reunido periódicamente para hablar de los aciertos y de los errores de la colectiva.
Sí, los hemos tenido. Pasamos mucho tiempo juntos. Nos la pasamos conversando en el Mictotzan. Estamos gran parte del tiempo ahí, nos reunimos, comemos juntos y esos temas salen en nuestras pláticas. Decimos —“oye, viste que no funcionó tanto la convocatoria. Hay que mejorar…”—. Pero no son reuniones que planeemos con antelación, son espontáneas. No lo hemos hecho formalmente. Nuestras charlas son de manera cotidiana, porque todo el tiempo estamos viviendo juntos.
E: Al principio nos mencionaste que, aunque hay pluralidad de identidades políticas, dentro del colectivo, comentaste que eres más cercano al anarquismo. En ese sentido, ¿cuáles serían tus referentes?, ¿por qué vertiente del anarquismo te inclinas? Ya sean autores o activistas políticos de otros movimientos sociales. ¿Cuéntanos cómo se nutre tu práctica política?
AE: Somos más cercanos al anarquismo. Nos llama la atención el punk a algunos de nosotros. Es una corriente que surge del anarquismo contracultural en los años setenta y pues tiene vigencia hasta la fecha. Los compañeros, por ejemplo, hacen sus parches, estampan sus playeras, como parte de la filosofía: hazlo tú mismo. Muchos de nosotros andamos en bicicleta y hemos dado talleres sobre mecánica de bicicletas. Yo no sé, pero mis compañeros saben cómo hacerlo. Entonces, en el Mictotzan ayudamos a reparar las bicicletas de quien lo necesite. Nuestro objetivo es que cada uno pueda hacer las cosas.
No tenemos empleos formales, vivimos en la marginalidad. Hay un compañero que se identifica más con el movimiento zapatista. Está más relacionado con el Congreso Nacional Indígena (CNI). El zapatismo no es igual que el anarquismo, pero tienen prácticas en común. Por ejemplo, las comunidades tienen cierta autonomía. Están los caracoles, la escuelita zapatista y tienen autogobierno. Es una comunidad que lleva muchos años resistiendo. Donde el Estado, el Ejército, la policía no entran, esas son prácticas anárquicas. Ellos no se reivindican de esa manera porque son comunidades indígenas que se auto gobiernan y tienen otros principios, que también son cercanos al marxismo y otras ideologías.
En lo personal, me llama la atención el anarquismo porque es una ideología que se conoce poco. Pero me gusta porque no promueve liderazgos. En el caso del marxismo, se forman cuadros, líderes. Los marxistas quieren tomar el poder, quieren llegar al Estado. No quieren destruir el Estado burgués, quieren poner un Estado socialista. Quizás me desvié un poco del tema, pero Rusia es una muestra de las teorías marxistas. Un intento o un fracaso. Pero se efectuaron prácticas que a los anarquistas no les parecieron, campos de concentración, genocidios. Aspectos que consideramos no deberían estar al soñar con una mejor sociedad. No me parece que deba haber una dictadura del proletariado. Queremos que haya comunas, pueblos pequeños, que funcionen con cierta autonomía. Y desde ahí resuelvan sus necesidades.
Me gusta poner el ejemplo de Cherán en Michoacán. Tuve la oportunidad de ir a Cherán, donde ellos decidieron expulsar a los partidos políticos de sus comunidades. Porque se dieron cuenta que estaban coludidos con talamontes, les hacía falta agua y no la tenían porque estaban acabando con sus bosques. Entonces, ellos deciden organizarse, expulsar a los talamontes y cuando ven que las autoridades están coludidas con ellos, deciden expulsar a los partidos políticos. Ahora se autogobiernan, mediante asambleas, mediante usos y costumbres. Lograron tener el captador de agua más grande en América Latina. Redujeron la delincuencia de manera drástica. Al estar en la localidad, caminé por las calles y no sentí temor porque llegara a salir el narco. Te sientes seguro. Ellos mismos se cuidan. Crearon su propio cuerpo de seguridad que llaman “Ronda comunitaria”. Es una utopía, que ellos ya la están viviendo. Estaría bien que eso se replicara. Se está buscando replicar en otras comunidades de Michoacán. No se declaran anarquistas. Pero tienen prácticas anárquicas, el Estado ya no entra, ni siquiera Morena entra. Se impiden las elecciones, se organizan por medio de asambleas. Esos son rasgos del anarquismo.
Desde mi punto de vista, eso es lo que tendríamos que hacer para mejorar las condiciones sociales. Me parece, que con la 4T no estamos peor que con otros gobiernos. Pero está destruyendo la selva, la delincuencia sigue, las injusticias persisten, aunque ya no es tan evidente. Pero el capitalismo no se detiene. Seguimos teniendo carencias básicas. La presencia del ejército está más fuerte que nunca. Que le den poder a los militares da miedo. Por ejemplo, cerca de donde vivo, se construyó un cuartel en un área de conservación ecológica. Nos preguntamos —“¿para qué queremos a los militares aquí?”—. Ya no necesitamos aquí a los militares. Más bien, necesitamos proteger las pocas zonas de humedales que nos quedan. Las áreas verdes que nos quedan, son los pulmones de la CDMX, son importantes para regular la temperatura. Supongo que nos están poniendo los militares aquí, porque todavía hay agua en los pueblos. Entonces, se la quieren llevar a otros lugares y como saben que va a haber descontento, tienen a la Guardia Nacional para reprimir. Por eso, es importante virar hacia la ideología anarquista, ya que históricamente se conoce poco.
Uno de mis referentes es Ricardo Flores Magón. Fue el precursor ideológico de la Revolución Mexicana. Él soñaba una utopía anarquista. No lo leyó a los autores europeos como Kropotkin y otros, cuando era joven. Junto con sus compañeros fueron liberales. Pero poco a poco se introdujeron en el anarquismo. Cuando Madero llega al poder, lo critica, e incluso tuvo discrepancias con Villa. No los estimaban, porque Villa se ponía a las órdenes de Madero. Pero, con el caso de los zapatistas, hubo una conexión, por las demandas de “Tierra y libertad” y las tierras que se lograron expropiar.
E: Me llama la atención lo que comentaste de Cherán. Dime, ¿antes de pertenecer a este Colectivo, habías participado en otros movimientos u organizaciones?, ¿alguien de tu familia?
AE: Tengo un tío que sí ha estado involucrado. No me involucré antes con organizaciones. Pero iba frecuentemente a las marchas, ubicaba los movimientos. A partir del gobierno de Peña Nieto, me empezó a interesar. Pensé que ya era demasiado lo que vivíamos y que debía actuar, informarme y salir a las calles. En ese medio conocí a más gente.
Tengo un tío que es de Xochimilco, conoce a más activistas y está más inmiscuido en la lucha de los pueblos de Xochimilco. Cuando ha habido asambleas o acciones sobre el agua, él ha invitado a comunidades de otros Estados, por ejemplo, ha invitado a la caravana de los Yaquis. A veces platico con mi tío, él es mi referente. Me ha contado de casos de amigos que han desaparecido. Yo conocí a un chavo que le decían “El tío”. Él grabó —cuando fue la toma de gobierno de Peña Nieto— al maestro de teatro que le dieron un balazo de goma y le abrieron la cabeza. Estaba con el maestro y captó todo con su cámara. Desafortunadamente, él captó todo. Tenía el video y lo estuvo difundiendo. Después lo desaparecieron.
Lo conocí por mi tío. Un día me dijo —“te presento al tío”—. Al poco tiempo, desaparecieron. Hasta la fecha se le sigue recordando y se le sigue buscando porque él era muy conocido. Cuando fui a Cherán, ya me llamaban la atención los movimientos sociales y fui por parte de la UACM. Una ocasión planearon una salida a Cherán, y ya había escuchado de su experiencia, pero quería verlo con mis propios ojos. Yo no era parte de ese grupo, pero les pregunté si podía ir y me dijeron que sí. Fue una experiencia muy enriquecedora, quisiera volver a ir.
E: Muy bien. ¿Cuáles serían los valores que guían tu militancia política?
AE: Creo que serían los valores del anarquismo. La ética del anarquismo es el apoyo mutuo. Lo observé en el sismo de 2017 porque, en este tipo de eventos o desastres naturales, las instituciones quedan rebasadas. No pueden hacer todo. Es la población civil la que acude solidariamente a las calles. En el sismo del 17, Xochimilco fue una zona muy afectada, por lo que me tocó ver las calles llenas de gente apoyando. Mi familia y yo fuimos damnificados, pese al tráfico, a que todo estaba cerrado, todo era un caos, nunca nos faltó agua y comida. Nos llegaron muchos víveres. Eso no lo organizó el gobierno, sino fue producto de la participación espontánea de la población. Me gusta una frase que dice: “eso que hace la gente de organizarse sin necesidad del gobierno, se llama anarquismo”. Parece algo muy sencillo. Ojalá la gente fuera consciente de la fuerza que tiene si se organizara. Hay una fuerza tremenda en el pueblo, que es visible en esos momentos. Sin embargo, después se pierde porque la gente tiene que hacer su vida o está inmersa en el trabajo. Lo mismo sucede en las escuelas, rápidamente se tenía que retomar las clases y volver a la normalidad. Entonces, esa fuerza del apoyo mutuo se va mermando. Pero, pienso que, si fuéramos conscientes de lo que podemos lograr, si nos apoyamos, nada nos faltaría realmente, un valor. Ese es un valor del anarquismo, solamente puede funcionar si hay apoyo mutuo.
E: Bien, tu práctica política, ¿cómo ha cambiado tu forma de ver la vida, tu práctica política, más allá del ámbito académico?
AE: Ha sido complicado porque se me dificulta buscar empleos formales. Me resisto a someterme a un horario y un patrón. Desde pequeño he sido comerciante y he vivido en la informalidad. Incluso mis papás pues vivieron así. Entonces, a la hora de buscar trabajo, se me complica. Cuando realicé mi servicio sentía que me estaban explotando y no me estaban pagando.
Asimismo, creo que cuando uno está metido en el activismo, haces vínculos. Te das cuenta de que no eres el único. De repente encuentro compañeros que también siembran, que están haciendo otros proyectos. Y pienso que nos podemos ayudar mutuamente. Ese tipo de vínculos te fortalecen, al igual que a las comunidades. Observas otras prácticas, que ya no son las mismas dinámicas del capitalismo, sino que hay alternativas.
E: Ahora que has pasado a este ámbito más amplio, ¿cuáles crees que son los principales problemas en México?
AE: En términos educativos, creo que hay problemas como la especialización de la educación. Carecemos de una formación integral. Estudié un tiempo en la FES Acatlán de la UNAM. Cuando cursé Filosofía, estudiábamos a los griegos y autores europeos. Cuando entré a la UACM fue distinto, porque primero hay un tronco común. Conoces un poco de historia, hay materias de redacción, para que empieces a escribir mejor. En ese sentido, me pareció mejor el plan de estudios de la UACM, porque es una formación más completa. En general, noto que cada uno está metido en sus carreras. No tenemos un amplio panorama de nuestros problemas cotidianos. Eso explica el que no generemos una conciencia de clase. Por ejemplo, los estudiantes de las carreras de ingeniería son los primeros en oponerse a los paros, porque no conocen el problema que está de fondo de un movimiento social o de una fecha conmemorativa. No tienen conocimientos históricos, se especializan en las ciencias exactas. Pienso que ese es un gran problema. En mi tesis de licenciatura quiero desarrollar una propuesta de pedagogía anarquista que busque unificar el trabajo manual con el trabajo intelectual. Me parece que ambos trabajos están separados y es grave. Quienes se dedican al trabajo manual no pueden estudiar, y viceversa. Si te concentras a estudiar, te vuelves una persona inútil. Creo que debe de haber una unión. Debemos hacer ambas formas de trabajo. Se tendría que replicar en toda la educación.
E: Bien sabes que nos encontramos inmersos en una forma política particular que es la democracia. Para ti, ¿qué es la democracia? Y ¿cómo ves hoy en día a la democracia en el país?
AE: Bueno, como su nombre lo indica, debería ser el ejercicio del poder del pueblo. Sin embargo, para mí, la democracia que se ejerce en el país es una democracia burguesa. Estamos en el capitalismo y la clase dominante es la burguesía. Es la clase que echa a andar todo el aparato de las elecciones. La gente sale a votar, pero en una democracia representativa y burguesa, no en una democracia real. La gente no toma las decisiones. Quienes gobiernan son las élites, al final de cuentas. En mi opinión, con Andrés Manuel hubo un cambio. Pero pienso que es como un títere. Porque la burguesía sigue intacta, siguen siendo dueños de los medios de producción, siguen generando su riqueza, siguen explotando.
Pienso que el actual gobierno ha funcionado como una pausa, para calmar la crisis política del país. El PRI estaba muy quemado. Cada vez había más descontento. De esta manera las élites pactaron para templar los ánimos. La cantidad de marchas que se organizaban cuando estaba el PRI ya era impresionante. Al llegar Andrés Manuel, con los programas sociales ha calmado el descontento.
Reivindico la democracia directa, un claro ejemplo son los pueblos como Cherán. Donde ellos toman sus decisiones democráticamente a través de asambleas; opinan y exponen las problemáticas a resolver y consultan entre todos qué hacer. Hacen asambleas constantemente y todo el pueblo participa. No creo que las votaciones puedan cambiar el país. A lo mejor cambian algo, pero no tienen un impacto mayor.
E: Ya para terminar esta entrevista, ¿cómo sería una universidad y una educación ideal para ti? Y ¿cuál sería esa utopía?
AE: Para mí, una escuela ideal, sería una escuela que estuviera al margen del Estado. Debido a que el Estado —como algunos autores mencionan, por ejemplo, Althusser— impone ciertos contenidos en las escuelas, forman parte de sus aparatos ideológicos. El Estado quiere formar obreros calificados, para hacer que el engranaje funcione. Por ejemplo, cuando cursé filosofía política, nos quedamos con teorías liberales. Similar a lo que hace la 4T, no altera la propiedad privada, pero promueve programas sociales para contener el descontento.
Si el Estado no estuviera, algunos autores piensan que se tendrían que mantener las escuelas con la fuerza de los trabajadores. Ellos tendrían que mantener esas escuelas para sus hijos. Pero, es un ideal utópico porque se necesitaría una organización de trabajadores fuerte como un anarco-sindicato. Se tendrían que expropiar ciertos materiales para que funcionara. La educación tendría que ser integral, unir trabajo manual y trabajo intelectual. Por ejemplo, que los niños lean, siembren, construyan, realicen todo lo que deseen con el intelecto y con las manos.
Ese tipo de escuela se ha llevado a cabo en España porque es un referente del anarquismo y ha logrado muchas conquistas a partir de la guerra civil española. Les han llamado escuelas racionalistas, también es uno de los referentes que tengo. Hay un pedagogo español que se llama Francisco Ferrer Guardia, llevó a la práctica en vida estas ideas, logró hacer este tipo de escuelas. Incluso en México se replicaron. Hay una que se llama Escuela Racionalista en Yucatán. Ese es mi horizonte utópico en la educación. Creo que se puede alcanzar con organización.
E: De eso se trata la vida, de buscar algo más allá de la realidad en la que nos encontramos. Muchísimas gracias por la entrevista. Sin duda, tus experiencias van a retroalimentar nuestra investigación.
Activista Estudiantil entrevistado (AE1) (AE2)
Universidad Autónoma Metropolitana (UAM)
Universidad Autónoma de Chapingo
Entrevistador (E)
E: Buenas tardes. Te agradezco que hayas aceptado participar y contarnos tu experiencia como estudiante organizada. ¿Cuál es el nombre del colectivo al que perteneces?
AE: No tenemos un nombre aún definido, pero nos hacemos llamar huertistas. Estamos en ese proceso de búsqueda de una identidad. Somos la continuidad de las luchas que fueron fragmentadas con la pandemia.
Una propuesta de nombre para el colectivo ha sido “Maleza” por lo que significa. En el cultivo es algo indeseable, algo que no va acorde a la estética y a los procesos de producción. Es una cuestión de relación poética de sentirnos indeseados, que resurgimos por más que se destierra. No importa, cuántas veces se arranque, la maleza va a resurgir en diferentes tiempos y condiciones. Así, también nosotros somos el resultado de muchas luchas estudiantiles que resurgen ahora en un contexto después de la pandemia. En esta nueva dinámica de entender cómo es el mundo ahora y cómo debe de ser la convivencia y la organización.
E: Muy bien. Cuéntanos, ¿por qué surge esta organización estudiantil, ¿cuál es la problemática? Y ¿cuál es entonces el motivo por el cual ustedes se comienzan a organizar de forma colectiva?
AE: Primero, tendría que mencionar la importancia de lo que fue la pandemia. La pandemia fue el encierro y la intensificación de los ritmos laborales y escolares. Además, eliminó cualquier tipo de convivencia o de reconocimiento entre los estudiantes y eso nos dividió por completo. Por un lado, estábamos en un confinamiento. Por el otro, nos encontrábamos en medio del caos y teníamos que seguir respondiendo. Cumplir el papel de estudiantes a pesar de todo del caos por el que atravesamos.
Somos una generación, los que ingresamos a la Universidad en el marco de la pandemia, que tenemos un sentimiento creciente de desesperanza y de sentir que no existe el futuro; que de nada servirían las tareas que nos dejaban y los exámenes, para una sociedad que estaba en crisis. Entre 2022 y 2023 inicia la reinserción de los estudiantes a las universidades. Pero, hubo un problema porque los profesores trataban de seguir enseñando a partir de lo que conocían. No se daban cuenta que el mundo ya había cambiado, que sus alumnos habían cambiado y que estos mismos tenían nuevas necesidades físicas y simbólicas. No comprendían la magnitud de los cambios que significaron la pandemia, porque no les importaba si no tenías los recursos o los medios para tomar la clase. Así como no les importaba si te enfermabas de COVID y si habías perdido un familiar o un amigo.
Todo este creciente sentimiento de incertidumbre y problemas psicológicos, no fueron atendidos por ninguna instancia, menos por la misma institución de manera eficiente. Entonces, hubo un choque intergeneracional entre quienes conocían la universidad antes de la pandemia, quienes no la conocían para nada y quienes apenas habían ingresado, las generaciones 2022 y 2023. Esta convivencia intergeneracional causó una gran contradicción con la realidad. Nos dimos cuenta de que todo lo que existía o lo que conocíamos de la Universidad dejó de existir y que a excusa de la pandemia de la misma institución ejercería mayor presión y control sobre las decisiones y los espacios a los que pueden acceder los estudiantes.
Por eso, sentimos hartazgo y fastidio. Pensamos: “acepto el haberme adaptado a esta nueva intensificación de las tareas escolares, aunque no tengan sentido para afrontar la realidad. Pero no pretendan que regresemos a las instalaciones y supongamos que nada pasó”. Además, los planes de estudio son de muchos años atrás y no responden a las interrogantes que plantea el contexto inmediato. Nos sentimos fastidiados porque los profesores no nos dieron respuesta a todo lo que sentíamos. Hablo de los casos de la UAM Iztapalapa y Chapingo.
Los profesores decían que éramos la generación post-pandemia. Nos decían que teníamos problemas emocionales y psicológicos, que primero debíamos atendernos y después exigíamos respuestas. Sin embargo, no había cambios, incluso sobre la misma enseñanza de los profesores, para que fuera pedagógica. Nos incitaban constantemente a ser autodidactas, pese a que reciben un salario por su profesión. Se justificaban al mal llamarnos como generaciones post-pandemia y creer que sólo teníamos problemas mentales. Debido a estos problemas nosotros mostramos inconformidad.
A partir de todo esto que estaba pasando, llega el paro de 2023 en la UAM. Lo interesante es que fue organizado mayoritariamente por chicas. Una de las solicitudes dentro del pliego petitorio fue tener un espacio estudiantil. Considero que desde 2006, se les ha quitado terreno a las luchas estudiantiles, les han quitado cubículos. En 2016, fue el derrumbe del último cubículo estudiantil, de esa fecha a 2020, hubo un apaciguamiento de todo tipo de acciones estudiantiles por la búsqueda de espacios autogestivos. Eso se apagó por completo. Cuando estudiaba ahí de manera presencial, parecía que querían mantenernos quietos.
Le reconozco mucho a las chicas de la UAM, que hayan impulsado el resurgimiento de un nuevo cubículo estudiantil. Eso no pasaba desde 2016. A partir de ese espacio, se comienzan a organizar y se propone la idea del huerto
E: ¿Cómo es que te incorporas a la organización? Es decir, alguien te invitó o, más bien, fuiste consciente de las problemáticas y empezaste a organizarte junto con otros compañeras o compañeros que se identificaron contigo. Cuéntanos, ¿cómo es que llegas a este espacio?
AE: Sí, al mismo tiempo que sucedió el paro de labores en la UAM, yo estudiaba en Chapingo la carrera de agroecología. Después de estudiar sociología, traté de llevar la cuestión teórica a algo práctico que, a mi consideración, sirviera a la sociedad. Llegué a Chapingo y mientras todo esto se estaba desarrollando en la UAM, teníamos una lucha interna mis tres compañeros y yo, porque somos autistas con diferentes variaciones y tenemos TDAH.
Lo mismo pasaba en Chapingo, a los profesores, no les gustaba cuando les decíamos que no están haciendo bien su trabajo, que sus planes de estudio eran obsoletos y que merecíamos educación de calidad. Bajo el discurso de ser autodidactas, decidimos tomar la palabra y hacer uso de los espacios. Al hacer uso de estos espacios, señalar que somos autistas y que no estaban haciendo su trabajo, vivimos un periodo muy largo de violencia, que ejercían los profesores coludidos con la Universidad. Tuvimos persecución política, violencia sistémica, expulsión, nos condicionaron activamente a usar medicamentos psiquiátricos. Al final, resultó que había un acuerdo por parte de los profesores del departamento de Agroecología, para impedirnos el acceso al departamento y a la institución.
Entonces, sentía esa desesperación y el fastidio que experimentaban los alumnos de la UAM. Ambas exigencias estaban encaminadas, tanto del lado de Chapingo como del lado de la UAM, en la búsqueda de llevar el conocimiento a la práctica y ser útiles a nuestra sociedad. Estas chicas de la UAM, que comienzan a apropiarse de un espacio, se empezaron a organizar para hacer un huerto. Me pareció un proyecto genial, porque en Chapingo no hay intención por parte de los estudiantes para tomar ese tipo de decisiones y actuar. Por la misma manera en la que son educados. Así que me integré con ellas. Les planteé que tenía una amiga de horticultura y ahora también ella se sumó a este pequeño grupo. Entonces, estamos tratando de aportar el conocimiento que adquirimos de Chapingo, en la cuestión de cultivo. También, se invita a todo público y se intenta que la institución se abra a las a las comunidades cercanas. Pero esa es otra lucha. Porque las instituciones cierran sus puertas. Hay un muro entre la universidad y el pueblo, pasa tanto en la UNAM, en la UAM y en Chapingo
E: ¿Cuáles son las principales demandas que ustedes hacen a la institución?
AE: Una de las principales demandas es que no nos violenten por hacer uso de los espacios. Tenemos el derecho de exigir, hacer uso de los espacios y recursos. Por otro lado, queremos educación que realmente esté dirigida a nuestras necesidades y al servicio de la sociedad. Queremos que la educación sea para la vida y no para ser obreros. Asimismo, queremos el reconocimiento de las neurodivergencias. Debido a que fue violento el momento en el que los profesores se enteran de que tienen cuatro estudiantes con autismo en un mismo salón y que eso implicaba un esfuerzo mayor sobre la enseñanza. Más que nada, implicaba que se pusieran a trabajar. Sin embargo, no comprendieron las necesidades que implican el autismo o cualquier otro tipo de neurodivergencia. Por lo tanto, al no entenderlo, lo único que generaron fue discriminación e intolerancia a nuevas formas de lenguaje. Todo lo que nosotros pensábamos y hacíamos era tachado como negativo.
La discriminación que ejercieron los profesores hacia nosotros se replicaba por parte de nuestros compañeros. Como veían que fácilmente los profesores podían ejercer violencia hacia nosotros, ellos la reproducían. En resumen, exigimos espacios, recursos, educación y reconocimiento de las neurodivergencias
E: Muy bien. ¿Qué actividades organizan en el espacio en el que participan?, ¿cuáles son esas actividades?, ¿cómo se organizan? Si, por ejemplo, se reúnen, hacen algún tipo de propaganda o algún proceso de concientización para combatir los prejuicios. Cuéntanos más acerca de esto.
AE: Bueno, en Chapingo definitivamente no se consiguió nada, fuimos acusados de hacer propaganda negra contra el departamento y los profesores. Cuando solo se exponía lo que era real, la discriminación que estábamos viviendo. Además, en Chapingo fue difícil llegar a la comunidad estudiantil, porque si los profesores nos rechazaban, los alumnos nos rechazaban también por miedo a pasar por lo mismo.
A: Pero ¿cómo es que ustedes trataban de hacer el acercamiento?
G: Llegó un momento en el que la situación se volvió tan violenta, que temíamos por nuestra seguridad y decidimos hablar. Decidimos que a cada persona que nos quisiera escuchar, le contaríamos lo que estaba pasando dentro del departamento de Agroecología. Hubo mesas de diálogo que fueron organizadas entre la UAM Xochimilco y Chapingo sobre derechos humanos y violencia de género, acudimos a exponer nuestro caso y no nos fue bien porque nuestra directora es nuestra profesora y violentadora, al igual que nuestra Subdirectora es nuestra profesora y nuestra violentadora. Es un núcleo muy pequeño de profesores. De nada sirvió que expusiéramos nuestro caso. Al contrario, nos dijeron que no fuéramos a decir mentiras en ningún foro, que Chapingo todo estaba bien, no pasaba nada. Así que bueno, ahí no conseguimos nada. No pudimos hacerles frente a los profesores. Estamos expulsados y se nos prohíbe el paso a la institución a pesar de que es pública y recibe presupuesto de la Secretaría de Agricultura.
Cuando me expulsaron, acudió mi papá a la Universidad. Yo dije —“bueno, sí, soy una adulta, pero estos adultos no me están haciendo caso”—. Tampoco le hicieron caso a él, unos como guardias de seguridad, tenientes, sacaron a la fuerza a mi papá. Así quedó el asunto en Chapingo, no se pudo hacer nada.
Ahora que me integré al Colectivo que se está conformando en la UAM, se hacen juntas en el cubículo una o dos veces a la semana, para decidir qué vamos a hacer con el huerto. Se pretende hacer talleres, se pretende abrir la institución y que vengan personas de diferentes lugares. Aunque tenemos el problema de que el huerto no está reconocido por la misma institución, así que es difícil que permitan el acceso a personas externas. Desde que se pusieron los torniquetes, después de la pandemia, el acceso a la universidad se ha vuelto más difícil y violento. Tienes que mostrar tu credencial y demás trabas burocráticas.
Por otra parte, seguimos en la búsqueda de cómo concientizar a las personas sobre la neurodivergencia. No es fácil porque nosotros tampoco entendíamos completamente qué es el autismo, al no entenderlo nosotros, es complicado hacer que las demás personas entiendan, sin ningún tipo de prejuicio. Suele suceder que mencionas el autismo y se imaginan otras cosas, principalmente como si fuéramos idiotas. Pero el autismo tiene un espectro amplio y muchas variedades. Aun no tengo una respuesta, seguimos aprendiendo, pero queremos que se reconozca que existe el autismo y que los planes de estudio deben de adecuarse. No por obligación, sino por cuestión pedagógica. Hay que reconocer que la comunidad estudiantil es diversa, y que si la quieren formar deben diversificar los temas y las técnicas de enseñanza.
A: ¿Cómo es que ustedes comenzaron a reconocerse y organizarse?
AE: Es algo gracioso, porque desde niña me habían detectado TDAH, pero creía que se quitaba cuando eras adulto.
Todo empezó por una chica que estudió en La Esmeralda, que tenía conocimiento de su autismo y por las mismas razones que nosotros entró a Chapingo. Una ocasión se me acercó y me dijo tú tienes TDAH, yo le dije —“¡Cállate!, no quiero que me traten como te tratan a ti”—. Ya había notado que los profesores la trataban. Pero también me pregunté: ¿me subo al tren o dejo que la sigan violentando? No fue sencillo identificarnos inmediatamente, porque la comunidad estudiantil de Chapingo está moldeada de tal forma que parece homogénea. Nosotros éramos la excepción, pero no lo notábamos. En Chapingo no se permite tampoco que los estudiantes experimenten su personalidad. Incluso hay un código de vestimenta para entrar a los comedores.
En el contexto de la violencia, que continuamente estábamos viviendo por parte de los profesores, la Subdirectora nos manda UCAME, que es un tipo de organismo dentro de la UACh para canalizar los conflictos entre profesores y estudiantes. Entonces, nos mandan ahí, a un reporte disciplinario —cuando no habíamos hecho absolutamente nada—. Ni siquiera nos dijeron de qué nos acusaban los profesores. Nos preguntaron qué estaba pasando allá adentro. Cada quien por separado respondimos cómo nos estaban tratando los profesores, eso ocasionó que nos mandaran a Unidad Médica y nos mandaran a Psiquiatría.
Vamos a Psiquiatría y Psicología por órdenes del Departamento de Agroecología, llevamos un proceso de varias sesiones (incluso fuera de la institución). Es la subdirectora la que exige los papeles sobre nuestro caso, solicita a la Unidad Médica nuestras cartas, vamos por ellas para dárselas a la Subdirectora Eunice y ahí es donde tres de nosotros nos enteramos que somos autistas.
Mi compañera ya lo sabía y éramos los tres que nos juntábamos. Creo que la rareza salía de nosotros y generaba rechazo en los demás. La reacción de la Subdirectora fue agresiva porque supo el diagnóstico de que somos autistas, pero lo negó. Dijo que el psiquiatra estaba mal, incluso hubo un despido. Después, negó en absoluto que se le habían dado esas cartas, luego divulgó que éramos autistas y eso incrementó la violencia. En una ocasión, nos mandaron a tenientes para quitarnos las credenciales y decirnos que nos iban a boletinar como autistas problemáticos. Todo eso está grabado.
Bueno, esa es la lucha que tuvimos mis compañeros y yo en Chapingo. Por ser violentados, ser mandados a psiquiatría y descubrir que no solamente teníamos TDA, sino que también éramos autistas. Fue todo un proceso muy complejo, de inmediato rechacé el diagnóstico. Tuve un acompañamiento psicológico y también lo confirmó. El autismo se hereda y tengo esa herencia.
E: Oye, hablabas de un vínculo entre la forma en que ustedes se organizan en Chapingo con la UAM, ¿como es esta articulación? o ¿cómo es que sucedió?
AE: Fue muy lenta la articulación. No se trató de cooptar gente. Me di cuenta de que en Chapingo habían jóvenes que estaban sufriendo lo mismo, pero no podían hacer nada. Estaban buscando espacios donde hacer actividades, donde se les dejara poner en práctica sus conocimientos. Así que, en ese proceso de conocer gente, y conocer al colectivo que se estaba formando en la UAM, fue que los invité. Nos unió la misma necesidad, el mismo inconformismo ante la institución y el intentar algo en colectivo, dije algo nuestro.
Por ejemplo, en la búsqueda del conocimiento en la UNAM, me doy cuenta de que existe un huerto, pero este huerto está institucionalizado y pertenece a los docentes de biología y química. Bueno, cada quien tenía sus intereses en el huerto. Aunque haya buenas intenciones, no se cuenta con la libertad de hacer uso del espacio por parte de los estudiantes. Bajo otra forma, era más de lo mismo, quizás no con el ambiente violento de Chapingo, pero no era algo de nosotros. En la UNAM conocí a más personas que tenían esta misma hambre y decidimos formar algo colectivo.
Planteamos que el huerto no tenía que ser demostrativo, sino que debía tener un carácter político porque no podíamos permitir que este espacio que se logró conseguir se institucionalizara. Ahí es donde tiene sentido la pregunta: ¿hay buenas maneras de pedir las cosas? Porque si tú haces uso de un espacio, en el caso de Chapingo, eres violentado, perseguido y expulsado. En la UNAM, el espacio lo consiguió un señor trabajador, pero cuando él se jubila, existe un desplazamiento de los docentes hacia los trabajadores.
Es importante reconocernos como agentes de intervención y de cambio. Porque por muy buenas intenciones que uno tenga, se debe de tener muy en claro eso. Ya que las acciones pueden hacer que el camino del huerto, o el espacio que sea, pierda el rumbo, la fuerza y la intención con la que se crea. Así que, estamos moviéndonos con mucho cuidado. Porque necesitamos recursos y necesitamos que la Universidad nos respete, que reconozca el huerto, pero que no se institucionalice; que se respete que es un espacio autónomo. En ese sentido, estamos encaminándonos como organización sobre eso, para no cometer errores y reflexionar: ¿qué es lo que está pasando?, ¿qué es lo que está haciendo la institución?, ¿cómo podemos gestionar recursos? Porque evidentemente los necesitamos.
E: Oye, en el espacio donde participas, ¿se ha vinculado con otras luchas estudiantiles o solamente son ustedes y, por algún motivo, no han logrado articularse?
AE: Por ahora no hemos logrado articularnos. Claro, el proyecto del huerto está abierto a cualquiera que desee integrarse. Planeamos vincularnos con la red de huertos de la Ciudad de México y nos gustaría mucho articular con otros colectivos. Pero es un poco complicado porque cada quien trata de luchar desde su trinchera y se les olvida que necesitamos unirnos, construir cosas entre todos. No significa que tengamos que ponernos una sola bandera, que no podamos articular o gestionar con algún otro colectivo feminista por alguna razón.
Claro que se puede, sobre todo si reconocemos que no solamente podemos marchar con una bandera, sino con muchas. Este huerto es muy joven, las nuevas generaciones están aprendiendo sobre lo que está pasando y qué podemos realizar. Hay varias propuestas sobre cómo podemos expandir el proyecto, aunque todavía no se consolida nada. La creación del huerto no es demostrativa, como un hobby, no es para dar talleres de azoteas verdes y decir —¡Qué bonito! Tengo albahaca en mi azotea”—. Sino es aplicar el conocimiento, construir el conocimiento y hacer algo; el huerto tiene que alimentar y tiene que ser un espacio de convivencia, de goce entre todas las personas que participan.
Queremos que este ejercicio se propague no solamente a otros estudiantes, sino a la comunidad. Pensamos que la marginación, la pobreza y el hambre no solamente está en el campo, sino también en las ciudades, principalmente en la periferia. Actualmente, se está intentando gestionar un huerto comunitario por donde vivo, el conjunto urbano San Marcos Huixtoco. A partir de luchar también por los espacios, porque en los conjuntos habitacionales, se están privatizando los parques.
Ahora, las personas que habitan estas casas se dan cuenta que los pocos espacios públicos están siendo privatizados. De ellos nace el querer a hacer uso de estos espacios con huertos. Sin la posibilidad de haber estudiado horticultura, fitotecnia o agroecología, están mirando hacia la soberanía alimentaria. No lo dicen de esa manera, pero sí dicen —“quiero tener la libertad de usar el parque, quiero cultivar y que los huertos alimenten”—. Por eso decimos que nos gustaría que se gestionen otros proyectos como el que se está haciendo en la UAM. Otro aspecto al que nos enfrentamos es encontrar la forma de asegurar que perduren los huertos una vez que se coloquen. Nos preguntamos: ¿cómo vamos a asegurar que sea autogestión? y ¿qué se puede hacer para que las personas no dejen morir lo que se están construyendo? Aún no tenemos esa respuesta.
E: ¿Han tenido espacios de reflexión en estos espacios donde participas? Es decir, han logrado reconocer cuáles serían los aciertos y los errores, como espacio autocrítico o autónomo.
AE: Desde mi perspectiva, estamos en un proceso de comprender que nosotros como estudiantes tenemos que hacer las cosas por nosotros mismos y no esperar a que los docentes nos den respuesta a todo lo que está pasando. Ahí es donde cometemos errores, porque caminamos con miedo, al soltarnos de la academia o desprendernos de la noción de que el profesor es el que sabe. El desafío está en confiar en nosotros mismos. Hay muchos miedos de ser capaces de sostener las actividades del espacio con las tareas de las materias, —el sistema trimestral te consume y muchas veces es difícil en las últimas semanas gestionar cosas—. En ese sentido, es que nos sentimos en el proceso de autoaprendizaje.
Tenemos la esperanza de abrir el huerto, que vengan otras personas y nos enseñen sobre su experiencia, cuáles fueron sus resultados y cuáles fueron sus errores. Básicamente estamos caminando lento con un poco de miedo. Queremos desprendernos de la idea de que no solamente los teóricos son quienes pueden tener voz y voto sobre la realidad.
E: Oye, ¿qué emociones y qué sentimientos te generaron cuando te involucraste en estos espacios?
AE: Primero sentí sorpresa y fascinación. Al conocer el trabajo que hicieron estos chicos porque lograron conseguir un espacio, un cubículo y además el espacio de la huerta. Me sentía desanimada en Chapingo porque mis compañeros no reflexionaban sobre las carencias y problemas que teníamos. No estoy tratando de hacer quedar mal a nadie, solo que no había movimiento entre los estudiantes. Cuando me enteré de esto, sentí asombro y el reconocimiento de su labor. Después pensé: ¿qué podemos hacer?, hay que ensuciarnos las manos. Junto con compañeros de Chapingo y de la UNAM, que se quieren involucrar, pensamos que es difícil porque hay una brecha generacional entre nosotros. Tenemos un sentimiento de incertidumbre, pero también tenemos emoción.
Queremos tener la satisfacción de ver crecer y funcionar las cosas que creamos con las manos, con nuestra energía. lado se siente esa emoción. Pero por el otro lado, sentimos la incertidumbre interminable de que afuera hay hambre, hay guerra y que allá afuera falta el agua y ¿que vamos a hacer ante ese escenario? Quizás nuestra visión es catastrófica, pero también tiene que ser entendida porque venimos del encierro; de ver cómo la gente se moría y cómo el mundo se destruía desde las pantallas. A la vez quieren volver a meternos en la dinámica de la escuela como si nada hubiera pasado.
Tenemos una visión catastrófica, pero tratamos de hacer cosas. Quiero mencionar que en el marxismo se dice que al obrero se le retiró absolutamente todo y que no le quedó más que vender su fuerza de trabajo, pero no solamente eso, sino también se le retiró el derecho a cultivar. Si bien era un conocimiento heredado de generación en generación, existió una ruptura con este proceso en la enseñanza generacional.
Por ejemplo, muchos de nosotros crecimos en un contexto urbano, desconocemos cómo cultivar. Y aunque busquemos en escuelas como Chapingo cómo aprender a cultivar, se encuentra bajo la misma lógica, de servir a otro. Nos enseñan con base en la revolución verde, la industrialización del campo, la producción masiva de alimentos. No enseñan a producir para alimentarte, si no enseñan a producir para alimentar a otras personas, a producir agrocombustibles monocultivos Nos dimos cuenta de que las instituciones son una herramienta de colonización como en el caso de Chapingo.
Una vez una investigación donde se le pregunta a productores de diversos Estados del país, ¿por qué usaron agroquímicos? A lo que responden: vino un ingeniero y nos dijo que era bueno. Nos dimos cuenta de que la idea de producir alimentos está enseñada y perpetuada por instituciones como Chapingo. La manera en que cómo cultivaban nuestros abuelos o bisabuelos es negada. Para la academia eso no sirve, se elimina y se instaura la agricultura para el monocultivo y la producción de masificación. Eso se supone que es la agroecología. Sin embargo, en sociología aprendí que la palabra agroecología es un movimiento social y político que busca la soberanía alimentaria y la defensa de las semillas nativas. La agroecología significa contraponerse al sistema industrial agroalimentario, aunque dentro Chapingo no es eso, es una burla.
Por lo que, nuestro objetivo es gestionar actividades a partir del autoaprendizaje porque no tenemos una red de apoyo o familiar de la que podamos adquirir el conocimiento generacional, ya que en las instituciones no encontramos tampoco ese apoyo.
E: Planteaste una crítica al planteamiento marxista y has mencionado que lo que te ayudó a hacer crítica en tus reflexiones fue que cursaste la carrera de sociología, ¿hay algunos autores que tú crees que son claves para justamente tener este pensamiento crítico? También puede ser que tus referentes sean otros activistas o gente de tu comunidad.
AE: Primero, claro que Marx me gusta mucho. También me gusta la Escuela de Frankfurt. Por ejemplo, entender el término de hombre unidimensional de Marcuse. Me gusta el zapatismo y la “Vía Campesina”. No los conozco de manera cercana, solamente a través del contenido que generan en redes sociales, pero me gustaría saber cómo funcionan al interior estas organizaciones. Me parece demasiado interesante lo que están haciendo porque la modificación de la semilla no es siempre negativa, porque la modificación de la semilla ha existido desde mucho tiempo atrás con la domesticación de los cultivos. Pero cuando se encuentran nuevos descubrimientos, generalmente son vendidos, por lo que las semillas se convierten en propiedad privada y se tiene que comprar como si fuera derecho de autor.
Lo que hace Vía Campesina es que gestiona muchas actividades. Si hay modificaciones o algún avance las semillas son regaladas. Esos movimientos me generan un tipo de ilusión y me gustaría que las personas vieran lo que hacen y que se involucraron. Es difícil explicarles que es la agroecología. A estas alturas creo que ya me molesta la palabra porque su mala reproducción ha hecho que pierda sentido y significado como la palabra ecológico u holístico. Hay una sobresaturación de esos términos en el mercado, que están encaminados a la venta. Esa es otra crítica, la diferencia entre la agricultura orgánica y la agroecología no importa. Mientras los productos sigan la lógica capitalista neoliberal y de la globalización del mercado, porque es solamente para la venta de este producto.
Desde la licenciatura de sociología y Vía Campesina, aprendí que la agroecología intenta romper con los productos orgánicos, que buscan seguir perpetuando el sistema agroalimentario capitalista porque solamente las personas que tienen recursos son las que se pueden alimentar con productos son caros.
Hay dos anécdotas que reflejan esta situación. Una es de un compañero, que trabajaba en una recaudería, donde vendían chetos y entonces nos contaba que una señora y su hijo querían una manzana, pero no le alcanzaba para la manzana. Entonces prefiero comprarle chetos. En otra ocasión, una compañera que fue encuestadora del INEGI en el 2020, le contaban las personas que querían alimentarse mejor, pero una Maruchan es más económica. Entonces, es real que las personas tienen hambre y desnutrición ante los ritmos del trabajo. Trabajar más de 10 horas, después ir al transporte público, tardarte dos horas más o tres, si vives en la periferia, no te da tiempo para alimentarte correctamente ni nutrirte. Por esa razón, queremos que los huertos comunitarios que funcionen sean para alimentar. Sé que no es una idea innovadora, proviene de mucho tiempo atrás, de los huertos de obreros. Por ejemplo, en el conjunto habitacional del que hablé no son los estudiantes, quienes están involucrados en la apropiación de los espacios públicos. Son las amas de casa y las personas de tercera edad quienes están más involucrados en esta lucha de espacios .
E: Me contestaste increíblemente bien. Oye, ¿de qué forma ha cambiado tu práctica política otros espacios de tu vida? Por ejemplo, la familia o los vínculos cercanos con tus amigos y amigas.
AE: ¡Vaya! Esto se responde con el diagnóstico del autismo. Me hizo darme cuenta que tenía problemas de comunicación o de verbalizar. Al comprender que soy autista. Fue una invitación a tomar una pausa, reflexionar qué sentía o qué me incomodaba y a partir de entenderlo y dialogar porque con el confinamiento se perdió aprender a interactuar con las demás personas Incluso con la propia familia, estar encerrados 24 horas era demasiado hostil, que cada quien prefería no hablar para evitar peleas. En este grupo de neurodivergentes se practica el ejercicio constante del diálogo interior y hacia los demás. Así es como mi perspectiva de los procesos políticos e históricos cambió. Muchos cometemos el error de casarnos con una doctrina o de reproducir el mismo discurso y que las cosas se tengan que hacer como cada quien cree de forma individual. Por eso, considero que muchos de los movimientos sociales se fracturan por problemas del diálogo y el consenso. Entender las neurodivergencias y sus diferentes formas de expresarnos ayuda a mejorar el diálogo y generar consensos.
Ese proceso me ha llevado a luchar de diferentes maneras. Después de lo que pasó en Chapingo, ya era tajante en mi activismo. Les puse un plantón, les pinté las paredes, les decía en su cara —“tú me hiciste esto, quien ejerció la violencia”—. Pero también nos calmamos, entendimos que las agresiones provinieron de adultos acomodados, académicos que no escuchan. Pero no significa que por quedarnos quietos, no buscamos nuevos mecanismos de resistencia. Evidentemente, no solo resistir, también tenemos que combatir, pero no desde el odio, porque es un sentimiento demasiado inmediato demasiado explosivo, que puede hacer cometer muchísimos errores en nuestra lucha. Y sabemos bien que los medios siempre van a mostrar lo que quieren, despolitizar absolutamente todo. Así que, buscamos nuevas formas de resistencia de combatir y enfocadas siempre a compartir. Nuestro lema es: “¡resistir, combatir y compartir!”.
E: En esta búsqueda de resistencia, hay algunos referentes en torno a movimientos sociales que te sean o que sean parte de tu inspiración para la búsqueda de nuevas formas de resistir.
E: Creo que lo más próximo son los zapatistas. Cuando dicen que es el pueblo el que se tiene que organizar. No recuerdo exactamente las palabras, pero da a entender que el zapatismo no es un movimiento que va a salvar al pueblo mexicano. Sino es la misma comunidad la que se tiene que organizar. Me parece correcto porque no es un líder quien tiene que estar al frente, sino que todos como comunidad debemos reconocernos como parte de la sociedad, pero también reconocernos parte del ecosistema.
No podría responder aun completamente porque me pongo a imaginar: todos vamos a organizarnos y gestionar desde nuestro entorno, sin gobiernos y en comunas. Me pregunto, por ejemplo, ¿qué pasaría si se crean muchísimas comunas?, ¿cómo se deberían de organizar sin un gobierno? Entonces, tampoco tendría respuesta a cómo se organizarían las comunas entre ellas.
El principal referente para mí y las personas del Colectivo, es el zapatismo, que también tiene sus críticas. Por eso mismo, estamos tratando de generar una constante invitación a repensar el pensamiento. Hay muchos grupos que te quieren cooptar, ya sea de izquierda, de derecha, de la institución y te pretenden insertar en su manera de accionar y pensar. No queremos nada de eso. Me recuerda a una canción de Julieta Venegas, dice algo similar a “aprendo de mis pasos, entiendo en mi caminar”. Yo diría: “aprendo de mis pasos, pero también me siento caminando”. Hay muchos aspectos en los que todavía no tenemos respuesta, ni siquiera los mayores teóricos en filosofía, sociología y antropología las tienen. Varios movimientos se quedan en eso y son cuestionados por apegarse a un único pensamiento o ideología. Por nuestra parte, consideramos que debemos estar encaminados al aprendizaje
E: Muy bien, para ir cerrando, ¿cuáles crees que hoy en día son los principales problemas de México? Puede ser en términos democráticos, económicos, de la salud, lo que tú creas que es la mayor problemática, ¿qué piensas?, ¿cuáles serían para ti?
AE: La crisis climática. Esa crisis engloba todo, como la escasez de los recursos, del agua, del alimento. Además, el narcotráfico porque a pesar de que el zapatismo es un movimiento fuerte, es amenazado por el narcotráfico.
Así también, noto que después de varios procesos como la caída de la URSS, la globalización y el COVID, las personas no tienen un camino claro. Ni siquiera en una cuestión teórica, sino en una cuestión dentro de su cotidianidad. Se percibe una desilusión y desesperanza. En cambio, hay una aceptación de que las cosas son así. Habló de mis padres, mis tíos, mis abuelos ellos dicen —“piensas así porque eres joven”—. Te señalan de ser crédulo, pero creo que esa desesperanza en el futuro es lo que más afecta. Independientemente de que el mundo está en un constante conflicto por los recursos y la crisis climática. Pero, existe una gran desilusión en las personas porque se ha intentado varias veces cambiar la realidad y no se ha conseguido. Y piensan que no queda más que aceptar las condiciones en las que vives actualmente. Por eso creo que el mayor problema es la desesperanza. No tener rumbo. Alguna vez, tuve un profesor que al terminar el curso nos dijo que le hubiera gustado darnos esta clase hace 20 años antes porque nos podía decir que había una alternativa. Aunque, ese es el problema, pensar que va a resurgir un movimiento o un líder que va a indicar el camino y al no haberlo o que los intentos fracasan, se perpetúa la desilusión y aceptación de la realidad sin transformarla.
Frente a esa desesperanza, decimos que hay que ser malezas, porque no importa en qué contexto histórico resurjas, en qué momento o época, siempre vas a hacer irruptiva, destructora; la maleza crece en el concreto, crece en muchísimas partes. Por eso no podemos esperar a un líder, tenemos que accionar desde lo que tenemos.
E: Ya para finalizar, ¿cuál sería tu mundo ideal?
AE: Creo que es demasiado complicado porque la naturaleza también es violenta, las sociedades son violentas… es demasiado utópico, pensar en el mundo ideal.
E: De eso se trata, de pensar otros horizontes, por ejemplo, ahora que tuviste dificultades como estudiante, ¿cómo sería el ideal de universidad?
AE: Me gusta mucho lo que propone Pablo Freire. Básicamente es no reconocerse superior en ningún sentido. Que la educación y la enseñanza sea cíclica, que permita la retroalimentación, no sea solamente horizontal. Que se acepten las neurodivergencias y que tenga perspectiva de género.
Me gustaría muchísimo que la enseñanza rompa la esfera y se abra a la comunidad, a los pueblos. Todos tenemos cosas que aprender y todos tenemos cosas que enseñar. ¿De qué me sirven los salones o los muros de concreto? Queremos una educación que enseñe cómo ser funcionales nuestras sociedades para el bien común.
Evidentemente todo se tiene que hacer desde uno. Cada persona tiene que estar bien psicológica y emocionalmente; debe de aprender a tener un diálogo interno para poder exteriorizar y verbalizar y llegar a acuerdos. Considero que es muy importante la salud de uno mismo tanto física como psicológica, para poder entender al otro. Pasa que, si no te entiendes tú mismo, te pones en una posición de superioridad porque hay cosas que a ti te molestan que ni siquiera las estás entendiendo y violentas al otro. Quisiera en la educación mucho cuidado de la salud física y psicológica. Pero sé que es demasiado utópico.
Además, me gustaría que no haya persecución política, que no se le acuse de terrorismo a los estudiantes. Es absurdo que por hacer uso de los espacios ya eres considerado un enemigo. Aplica para los estudiantes y para cualquier sujeto en sociedad que quiera hacer uso de sus espacios.
Hay una consigna, que dice: “ahí viene el estudiante tumbando todo el mundo”. Me parece genial, porque la lucha no inicia desde que ya estamos aquí en la sociedad. La lucha inicia desde tu formación, desde tus relaciones más cercanas, desde tu cotidianidad. Ese es otro detalle que le pasa a las personas con neurodivergencia, es la incongruencia. Nos causa demasiado problema la incongruencia, nos hace sufrir la incongruencia. Es difícil ser congruente con uno mismo y con los demás. Tuve una clase de ecofeminismo donde la profesora me corrió porque se firmó un acuerdo donde yo no podía estar ahí, le dije que era demasiado decepcionante, demasiado triste, demasiado incongruente que alguien que está impartiendo ecofeminismo decida en ese momento sacarme de la clase. Las acciones siempre deben de estar encaminadas con lo que se supone que predicas. Es difícil, pero es aprender en el camino.
Es importante que exista siempre interacción con los demás no solamente los mismos humanos, sino interaccionar con otras especies porque pues aprende muchas cosas. Es necesario reconocerse de nuevo como agentes de intervención y de cambio. Es muy complicado y muchas veces las personas prefieren no desgastarse. Pero consiste en invitar a que tus acciones estén encaminadas a lo piensas y hablas.
E: Te agradecemos mucho que te hayas tomado el tiempo y el espacio para compartirnos todas estas experiencias. ¿Hay algo más que quieras compartir?
AE: Muchísimas gracias por la entrevista y por escucharme porque, aunque no seamos un Colectivo tal cual, consolidado o antiguo. Somos un Colectivo que está creciendo y sentí que había muchas cosas que se tenía que decir como la crítica a la academia. No me queda más que hacer la invitación a reflexionar a accionar, resistir, combatir y compartir.
E: Muchas gracias.