Facultad de Psicología
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En la quietud de mi ser, donde la luz apenas es perceptible,
mi cuerpo espera, pero mi mente está vacía,
mi corazón está roto y ya no encuentra esperanza
de que alguna vez, recobrará su calidez ni la felicidad.
Azotada por un invierno gélido que corrompe y desgarra,
mi alma se sumerge en un profundo pozo demasiado azul que me volvió alguien gris.
Cada amanecer implica una guerra que requiere de fuerza descomunal,
una lucha que quebranta mi ser, día tras día, noche tras noche.
Espero ver el sol salir, sentirme viva y no aniquilada,
pero la debilidad me envuelve con su sutil emboscada.
Mi corazón late, pero mi alma está vacía y desgarrada,
mis pensamientos se pierden en la oscuridad fría y alborotada,
entonces busco el calor, la luz, la razón de mi existir desgarrado,
pero la depresión parece siempre persistir y,
aniquilar aquello que amo o aquello que alguna vez amé
y me despoja del sentido de esperanza.
En las noches oscuras, en mi soledad abrumadora,
me pierdo en un mar de pensamientos que me envenena poco a poco.
¿Qué soy?, ¿quién soy en este mundo de dolor que me desgarra,
en donde me siento como una extranjera solitaria?
Una sombra, un eco, un alma errante a la que
el desamor le aniquila y le desgarra.
El amor se vuelve un recuerdo lejano que deja heridas mortales en mi ser,
¿Cómo amar?, ¿cómo ser amada en esta penumbra que me aniquila?,
cuando la depresión me sumerge en una penumbra que me ahoga
en un pozo demasiado azul donde impera la niebla.
Entonces así sigo, entre la luz y la sombra,
en una eterna lucha que desgarra y corrompe,
esperando que algún día mi alma encuentre bonanza.
Mientras tanto, en la oscuridad, mi alma espera una nueva primavera y
de rodillas suplica que venga alguien a acompañarle y amarle.
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