Facultad de Ciencias
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En nuestro sistema educativo ha permeado una sensación de rechazo o incluso miedo a las matemáticas por parte de los estudiantes. Si entrevistáramos a alguien random en la calle y le preguntáramos qué piensa acerca de las matemáticas o si estas le gustan, muy probablemente su respuesta sería que son complicadas, que no y que prefiere no familiarizarse con ellas. ¿Por qué esta opinión colectiva?, ¿qué ha hecho nuestro sistema educativo para formarnos estas ideas?
Cuando se habla del sistema educativo mexicano en cuanto a matemáticas en el nivel básico, se hace hincapié en el bajo nivel que tiene nuestro país. Un ejemplo es el examen PISA, estudio comparativo de evaluación de los resultados de los sistemas educativos que evalúa las habilidades y conocimientos de los estudiantes de 15 años en matemáticas, lectura y ciencias. El más reciente se aplicó en 2022, reportó que somos el tercer país peor evaluado.
Nuestra formación en matemáticas está cimentada en la mecanización, en aprender un procedimiento y repetirlo hasta que quede impreso en nuestra mente, logrando así hacer el proceso casi que de manera instintiva; un ejemplo de esto es cómo aprendemos las tablas de multiplicar, memorizando la técnica de forma automática. En vez de ayudar al desarrollo de un pensamiento lógico y crítico, se enseña a recordar sin aprender, lo cuál limita el desarrollo para aplicar este tipo de razonamientos a conceptos y contextos más amplios.
En secundaría se empiezan a ver ecuaciones, tema en el que sucede lo mismo, se tiende a enseñar el procedimiento sin comprenderlo, “si es negativo, pasa a positivo”, “si multiplica, pasa dividiendo”, sin entender la esencia y lógica de por qué cuando un número es positivo de cierto lado de la igualdad, “pasa restando” del otro, la lógica de esto es poder obtener el cero en el lado de la igualdad que quieres despejar. Cuando se explica de esta forma, las cosas empiezan a tomar mucho más sentido y en vez de mecanizar el proceso, lo entiendes.
Por desgracia pocos son los temas que se profundizan o se explican desde el lado lógico, casi siempre se enseñan como procedimientos. Esto ha afectado la percepción de las matemáticas en la población general, si eres sometido a repetir un algoritmo una y otra vez, y si no eres capaz de replicarlo a la perfección cuando lo ejecutas, eres castigado al ser considerado un tonto, lo que generará un sentimiento de rechazo, frustración y descontento cada vez que seas expuesto a las matemáticas.
Si fuiste el afortunado que comprendía estos temas sin mayores complicaciones, tanto que creíste que eras bueno en matemáticas y llegaste a una carrera del área físico-matemática, al entrar a la universidad te topas con la dura realidad que no sabes matemáticas, que sólo has aprendido a mecanizar algoritmos y que lo que realmente se requiere para hacer matemáticas es un pensamiento lógico matemático para reconocer patrones, y también un poco de creatividad.
Puede que el público en general entienda a las matemáticas como el estudio de números, operaciones aritméticas y figuras geométricas, lo cuál es de cierta forma natural, ya que en nuestros primeros años de formación estas son las matemáticas a las que somos expuestos. Sin embargo, actualmente se las define como la ciencia de los patrones, una concepción moderna y que está más acorde al tipo de enseñanza con las carreras del área físico-matemáticas. Es duro toparse con que el sistema educativo mexicano no ayudó a generar pensamiento más científico, y que si hubiese aplicado la enseñanza de una forma distinta, se tendría una formación más completa para este rubro y la enseñanza de las matemáticas sería un poco más amena.
Una formación que se guíe más hacia la lógica y la razón sería mucho más útil, propiciaría un ambiente de creatividad en el que las matemáticas dejarían de verse como una actividad tortuosa y más como una herramienta que explica y ayuda a comprender el porqué de las cosas. Esta perspectiva ayudaría a crear un mayor interés en los jóvenes para dedicarse a este tipo de áreas.
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