Escuela Nacional Preparatoria Plantel 2
Escuela Nacional Preparatoria Plantel 2
Todos los días un par de pensamientos abruman mi mente como lo son la nostalgia, el deseo de vivir feliz y la idea de quedarme solo, poniendo frente a los demás una puerta con seguro para protegerse de ellos, o quizá de mí. Pese a eso trato de poco a poco abrir esas puertas, sorprendentemente no me sienta mal haberme tomado algo de tiempo en empezar a abrirlas.
Solía decir que no disfruté adecuadamente la preparatoria, quizá tenga que ver que estoy en mi último año y ahora cada que decido mirar atrás hay un cuarto de espejos que reflejan a mis formas del “yo” con una gran sonrisa de satisfacción, al saber que pese a todo aquello que podría parecer malo, finalmente pude elegir cómo vivir mi vida.
Para bien o mal logré abrir cada vez más puertas en la escuela, tardé en aceptar el hecho de que la prepa era ahora mi nuevo hogar, consiguiendo así evitar constantemente mi impulso de escapar de la prepa y las personas que me rodeaban, dejando lentamente mi aferramiento a mi antiguo hogar y familia, la secundaría.
Sin embargo, siempre busco callar mis pensamientos negativos cada vez que empiezo a reconocer que me siento feliz, como si de una culpa o cargo de conciencia hiciera acto de presencia para arruinar esa felicidad en compañía de mis amigos al jugar en las canchas, o a la hora de hacer un trabajo en equipo . Buscando aceptar que soy feliz y merezco ser feliz con mis amigos al lado mío. Aún sabiendo que el concepto de “amigo” puede ser distinto entre las personas, para mí el “amigo” es aquel con quien me siento cómodo con su compañía, con el que puedo reír y aceptar que soy feliz poniendo esos recuerdos en “esa caja”. En mi caja.
Mis amigos son personas que admiro y respeto. Procuro serles leal porque estoy seguro que no hay nada más valioso que la felicidad que me hacen sentir dentro de la escuela y a veces fuera de ella. Hay tantos recuerdos guardados en esa caja a la que también llamamos escuela, no solo míos sino de muchos más alumnos y compañeros que pisaron esa escuela, nuestra escuela. Me es casi imposible dimensionar las historias que sucedieron tan solo en una mesa de la cafetería, incluso solemos decir que son cosas irrelevantes a la hora de mirar hacia atrás en nuestra caja, pero creo que son esos momentos en los que nos hacen destapar lágrimas, risas y una oleada de sentimientos que le dan valor a nuestra vida y a lo que somos y seremos como personas.
Todos en la prepa están en busca de su felicidad, lo puedo notar en los pasillos, en las canchas, salones y biblioteca, buscan su felicidad dentro de esa caja, la caja llamada preparatoria. Unos van a fiestas, otros estudian, comen o juegan en grupo con sus amigos. Todos ellos tienen su forma de vivir pero se aferran y se aterran frente a la idea de que todo acabará, justo cuando no puedan seguir llenando de recuerdos aquella caja. Sin embargo, creo que aceptar ese hecho es el primer paso para empezar a ser felices con nuestra vida preparatoriana, no llenar desesperadamente nuestra caja, sino llenarla con aquellos recuerdos que vamos a conservar con cariño, sabiendo que siempre habrá una nueva caja esperando a ser llenada con más recuerdos, y al final es nuestra decisión elegir si aferrarnos a una de nuestras cajas: a esa caja sí, o a esa no.
En mi caja siempre estarán aquellos con los que en mis ratos de amargura lograban sacarme una sonrisa, aquellos con los que logré aceptar mi nueva vida y me dejé de escapar, no sólo de las personas sino de mí, aquellos con los que estoy perdiendo el miedo a vivir y agarrando confianza, mientras disfruto de su compañía tanto en clases como las canchas.
Para aquellos amigos con los que quizá no puedo abrirme o expresar lo que hay detrás de mi puerta totalmente, pero aún así nos entendemos y disfrutamos de nuestra compañía; para mis amigas que siempre me aconsejan cuando les doy la confianza sobre lo que siento (además de poder relajarme un poco y no estar tan alerta); para todas estas que son personas a las que les confío mi conciencia y mi descanso mental. Y sobre todo para la persona más importante: mi mejor amiga, la única que logró abrirme los ojos para cambiar mi perspectiva con respecto a aquella caja. Ella es la única que siempre puede encontrarme cuando me escondo de todos, la única que con un par de cálidas palabras logró quebrar fácilmente con un simple y efectivo “te quiero”, que fue suficiente para opacar todas las veces que no podía llorar cada que yo solo me despreciaba. A todas esas personas les doy las gracias.
Entre más pasan los días más seguro estoy de que cuando salga de la prepa no me dolerá. Sólo duele un recuerdo cuando tienes cuentas pendientes o cuando miras hacia atrás con ira, arrepentimiento o nostalgia, pero ahora cada que mire hacia atrás a propósito de mi estadía en la prepa (este hogar, a esta familia), lo haré con una gran sonrisa y un sentimiento de satisfacción. Al final espero dejar marca en la vida de las personas que me importan, porque cuando esté muriendo de sed mi única preocupación será que estas canten sobre mí.
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