Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala
Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala
Sobre la muerte
Lúgubre lluvia de octubre,
consuela mi pecho herido, lava
esta sangre que derrama el
dolor de un desamor
incontrolable.
Sentencia de bruja
Siento un remolino de versos, más de una idea hecha misterio, siento náuseas, porque me abruman mis pensamientos, siento un cosquilleo alrededor de mi cuello.
Es una cuera, dictan mi sentencia, quedó juzgada ante esta sociedad, por el abominable acto de amar a quien no debo, porque no he callado el corazón ni este cuerpo, que arde en una hoguera pasional junto al de otra mujer.
Quedo mal ante los demás, me asfixio y muero, y en mi lengua queda su nombre resguardado en el silencio.
Panteón, flores y el dolor de tu partida
Panteón,
flores,
pérdida,
dolor,
canciones que expresan
cuánto se añoran aquellas risas
por las que aún valía la pena
seguir viviendo…
Desde aquí te observo,
cómo estás descalza,
bajo la lápida descansas,
o quizás te volviste mariposa
que recorre los campos
primorosa,
antes de que el verano
marchitara con su último aliento
el recuerdo de aquellos besos
y aquel amor
que me diste en vida.
Y así, te entrego este ramo,
esta flor,
que polinizaste en tu partida,
con este dulce amor que das como despedida,
vuelvo agradecida
a recordarme que prometí
mantenerte en mi corazón
mientras siga viva.
El consuelo de seguir viviendo
Es un rito místico,
misterios llenos de magia,
cuando los panteones se cubren con velas y flores
y en el viento se propagan aromas y olores
que se impregnan en las
melodías que hoy lloran tu partida,
las calles son festivas,
la gente se viste de nostálgica alegría.
El peso de estar vivo
se consuela con aquel recuerdo
que se lleva en el pecho
de aquellos amores
que no dejarán de serlo.
¡Claro que la muerte es consuelo!
Saber que a todos inevitablemente nos espera lo mismo, imagina esa tranquilidad de ya no sentir este dolor en cada latido y en cada respirar, imagina ya no esforzarme por esconderme, porque ya estaré bajo la tierra, a la vista de nadie, nadie que pueda opinar de lo que soy, de mi apariencia carcomida por insectos, de ese cascarón vacío, y sobre todo ya no escuchar lo que opinen de lo que fui antes de partir.
La muerte te abraza, te cobija bajo un campo de flores, no te rechaza ni condiciona, como el cariño humano, la muerte no te limita el amor, porque te unes al acto de amor de dar vida con tu muerte a aquellos bosques y revestir de verde los montes.
Pero la verdad, me da miedo este salto de la vida a la muerte, me da miedo que lo intente y no sea fuerte, que la dosis de sueño no sea suficiente.
10 de septiembre
Ese día el sol alumbraba muy cálido e invernal, lejano, no calentaba mi alma, pero deslumbraba mi mirada. Ese día todo se revestía de una promesa de alegría celestial, mis ánimos ya no estaban tan caídos, mis ojos ya no desbordaban en llantos, sentía que todo iba a ser mejor, y parecía que sí… hasta que volví a casa.
Al momento, de la esquina doblar, todo mi ser se había devastado, vi la bolsa negra junto a la puerta y parecía decirme algo, me lo susurró despacio, y yo entendí, desde el primer momento entendí. Y entre más me aproximaba, más mis pensamientos me atormentaban, no quedaba más que aceptarlo, ¿cuántas veces por esto he pasado?
La primera vez, tenía siete años, después a los once, y ahora, parece que no me sorprenda que con sus besos la muerte me reprenda.
Pero dime, ¿qué hago con este dolor?, aún me aprieta el pecho en las noches de desvelos. Aún aflige mi corazón su triste recuerdo, ¿qué hago con todas las esperanzas que hoy se marchitan?, ¿qué hago para no sentirme tan chiquita en tu habitación vacía?
Muchas personas pasan, mientras las horas avanzan, cuentan cosas a las que no le pongo atención, quisiera estar sola para encerrarme con mi dolor, para sanar de esta pérdida a mi pobre corazón, sé que no se ve, pero sangra lágrimas de tristeza, y no hay lluvia que pueda la herida lavarme, no hay nadie que pueda consolarme. Quisiera cerca tus brazos, pero no los tengo, quisiera cerca tu calor y el olor de tu perfume, quisiera que por un momento sostuvieras mi mirada con la tuya y sea mentira que tu cuerpo está en una caja que permanecerá bajo la tierra encerrada.
Me distraigo, a veces es bueno hacerlo, platico con las personas que vienen y van, que tratan de palabras consuelo dar. Pero en vano estoy existiendo, ¿dónde se encuentra lo eterno?
Llanto, y lamentos, y tristeza. Por fin estoy sola para no avergonzarme de mis sollozos al sacar todo esto.
Pero ¿cómo puedo volver a estar completa?, creo que nunca lo estaré, pero quiero que sepas que siempre te amaré y dentro de mí siempre te llevaré, pues inevitablemente cargo con este duelo aún después de siete años de tu partida.
Los caminos por la mañana de un 2 de noviembre
Solemne desolación del alma que se queda aquí, del alma que aun necesita darlo todo en la vida, que necesita correr y caminar, que trabaja lo campos, para poder comer, que necesita luchar por su lugar.
Que incomparable sufrir de quienes extrañamos a los que se van, a los que mueren, y que incomparable acto de amor para recordarlos, para hacerles saber, donde quiera que estén, que siguen viviendo en el corazón.
Y los caminos por la mañana, huelen a flores, y las veladoras gastadas que guían el camino de aquellos amores.
Solemne mañana, despierta cansada, la muerte burlada, pues por un rato fue engañada, y por un día los muertos bailaron la alegría de la vida y los vivos gozaron el recuerdo de aquellos que en la muerte dormían.
Por: Adrián Mayorga Rojas
¿Qué pasaría si le confiamos la humanidad a la tecnología?
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Odio la vida adulta que dice que la vida no es una película
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Una obra maestra para reflexionar sobre nuestras acciones y su impacto en la sociedad