Rionda Ramírez, Jorge Isauro. “Transición de poder en Guanajuato (1991-2013)”. Tecsistecatl 5, núm. 15 (2013).
Transición de poder en Guanajuato (1991-2013)
Jorge Isauro Rionda Ramírez
Guanajuato es la entidad más conservadora de la República mexicana, es la aseveración realizada por el doctor Jorge Isauro Rionda al comenzar su artículo, la entidad, continúa, es cuna de conservadores a la altura de Lucas Alamán y de movimientos nacionalistas de corte estamental como el sinarquismo, cuna también de fraternidades ultraderechistas y fascistas como la Organización del Yunque y Opus Dei.
Guanajuato es la entidad más conservadora de la República mexicana, es la aseveración realizada por el doctor Jorge Isauro Rionda al comenzar su artículo, la entidad, continúa, es cuna de conservadores a la altura de Lucas Alamán y de movimientos nacionalistas de corte estamental como el sinarquismo, cuna también de fraternidades ultraderechistas y fascistas como la Organización del Yunque y Opus Dei.
Rionda sostiene que el pensamiento democratacristiano, en el ámbito político llena el discurso de moralinas y preceptos basados en un nacionalismo chauvinista, racista y cargado de prejuicios sociales. Las instituciones llegan a ser propiedad de “familias” que lideran a la autonombrada “crema y nata” de la sociedad guanajuatense. Todas ellas ligadas al sinarquismo.
En 1991 llega al poder en el Estado de Guanajuato el grupo ultraconservador de la entidad por “mero accidente político”, de acuerdo con Isauro Rionda, Ramón Aguirre, ganador de las elecciones, se ve obligado a renunciar ante su inminente victoria contra Vicente Fox. Sin embargo, el triunfo no se le reconoce a Fox, sino a Carlos Medina Plascencia, primo político de Carlos Salinas de Gortari, cuyo único antecedente en el gobierno es haber sido edil de León.
Durante la administración interina se lograron permisos gubernamentales para plagar la entidad de planteles educativos (negocios muy lucrativos) que abarcan desde el preescolar hasta el posgrado. El llamado “medinismo” en Guanajuato abre el marco para que ingresen los grupos de ultraderecha fascista a todos los órdenes de gobierno y del sector público. Los empresarios vieron en el erario la oportunidad de abrir agencias de promoción de sus negocios tales como CODEREG, INFO y COFIE. Además, los fondos del estado sirven para fondear a de grupos financieros mediante los bancos donde se manejaban las cuentas estatales, se daban créditos ad hoc al grupo de empresarios al que pertenece el entonces gobernador interino. Nace así y bajo auspicio del gobierno del Estado el Banco del Bajío. El fomento a la empresa local fue la principal consigna de los gobiernos ultraderechistas en Guanajuato.
La derecha, según Rionda, se organiza en el país desde el centro y el norte del país. Destaca el grupo político inscrito dentro de Acción Nacional, sobre todo liderado por el grupo empresarial de Monterrey (Nuevo León). Las áreas metropolitanas, alienadas ya en la terciarización económica, son la cuna que acoge y protege las aspiraciones de los grandes empresarios del país. De aquellas 20 familias que forman la plutocracia actual del país. De una nación que durante el siglo XX consolida una plutonomía caracterizada por la hegemonía de los monopolios, nacionales como internacionales. La derecha se inscribe entonces en la lógica de la acumulación basada en el llamado régimen de producción flexible (o posmoderno), y se alía al capital internacional, bajo la misma lógica y comulgando con los mismos intereses: identidad de clase, diría Carlos Marx (1818 – 1883).
En el ámbito local, el panismo agrupa a quienes son afines a la ideología demócrata cristiana. La ultraderecha, el ultra conservadurismo, el neopositivismo y el neoliberalismo se combinan eclécticamente en una sola ideología de clase como de partido: la que enarbola el PAN. El catolicismo fundamentalista queda implícito entre líneas, pero los intereses de la Iglesia católica son abiertos y descarados: la idea es evangelizar las instituciones. En ello trabajaron las iniciativas dadas durante las administraciones de Carlos Medina Plascencia, Vicente Fox Quezada, Ramón Martín Huerta, Juan Carlos Romero Hicks, Juan Manuel Oliva Ramírez y Miguel Márquez.
Durante estas administraciones, la administración obedecía primero, a los intereses de grupos empresariales (se destacan los de la zona metropolitana de la ciudad de León), pero le siguen los de grupos de poder tales como los de la Iglesia católica (Yunque, Opus Dei, Muro, Asociación Mexicana de Padres de familia…). Finalmente, responde a los intereses de acumulación capitalistas locales, nacionales como internacionales. El pueblo queda relegado a un segundo plano. Las “familias” de abolengo toman el aparato de gobierno como botín de la contienda política. Sus cuadros se llenan de “juniors”, “ladies”, y “Hooligans”, hijos de ricos empresarios, de políticos y de familias “de abolengo” guanajuatenses. La gran mayoría egresados de instituciones educativas privadas, privilegiando los planteles de las universidades católicas.
El ascenso urbano metropolitano que pasó la entidad de Guanajuato conlleva la volatilidad de la opinión y simpatía (militancia) política. Es precisamente en el Bajío donde la oposición ultraconservadora y de derecha (el PAN) prospera contra el entonces partido oficial (el PRI). Rionda resalta que, la ruralidad en este estado es ya mínima, propiamente se tiene un ascenso industrial urbano metropolitano que explica la filiación de las clases medias y alta a la derecha reaccionaria.
En los años 90 del siglo XX este hecho queda patentado en los comicios de 1991. La zona más metropolitana de la entidad, la ciudad de León lidera necesariamente la corriente de formación neosinarquista y empresarial. Surgen candidatos derivados de dichos grupos encabezados principalmente por personajes como Vicente Fox Quezada y Carlos Medina Plascencia, por citar los dos principales, seguidos por otros políticos como Alfredo Ling Altamirano, Juan Carlos Romero Hicks, Juan Manuel Oliva y Miguel Márquez. Con el boom del panismo se renuevan las aspiraciones que más allá de la democracia auténtica, aspiran a un federalismo real.
Jorge Isauro Rionda establece que es precisamente el carácter dominantemente urbano metropolitano de la entidad lo que explica que nazcan y prosperen los grupos políticos de derecha ultraconservadores y neosinarquistas, donde la Iglesia católica local encuentra un acomodo al auspicio de los grupos empresariales del Bajío, en especial de la zona metropolitana de la ciudad de León, ligados a otros intereses de los altos de Jalisco y del Bajío queretano, estos últimos bajo la encomienda de Diego Fernández de Ceballos.
El corporativismo local obedece a las redes que ha logrado fincar la Iglesia católica desde los años treinta del siglo pasado, y a partir de los cincuenta se acunan grupos de ultraderecha fascista de orden neosinarquista, reaccionarios y fundamentalistas tales como la Organización nacional del Yunque, el Opus Dei, Asociación Nacional de Padres de Familia A.C., el MURO, entre otras. Todos más ligados a la región occidente-norte que al centro del país. El prejuicio, la exclusión, el elitismo, el clasismo, la abierta discriminación a los indígenas y a lo indígena, el racismo, llenan el discurso político encubierto en falsos baluartes del partido blanquiazul. La democracia no prospera, el camino es para la plutocracia. Es la burguesía local la que mayor beneficio obtiene de la transición PRI –PAN en la entidad, como a nivel nacional.
El neoliberalismo admite en su espacio teórico el discurso de la democracia cristiana, y acuna las aspiraciones federalistas de la oposición de derecha, que, aunque en abierta contradicción con el fundamentalismo católico, costumbrista y ultraconservador, no obstante, ve cabida para albergar las aspiraciones de prosperidad empresarial capitalista de los grupos burgueses que la lideran. Los pobres solo tienen valor de comicios, pero en materia de políticas públicas, los gobiernos de ultraderecha fascista locales no les conciben como prioridad de gobierno, más bien se ve al aparato de gobierno como garante de los negocios locales, destacando los del calzado leonés. Se crean agencias de desarrollo que sirven de bastión para la promoción de grupos empresariales como los que representa Carlos Medina Plascencia, a decir, COFOCE, SEFIDE, INFO y otras organizaciones gubernamentales. El erario en servicio de los negocios de particulares.
Como parte de sus conclusiones, el autor reitera que Guanajuato alberga una sociedad costumbrista, conservadora y tradicionalista, acuna las alianzas de orden más reaccionario y sinarquista del país. Las fraternidades se organizan en lo que dan a llamar “La Orquesta”, integrada por las familias de abolengo regional, destacando las del Bajío. El Yunque, el MURO, el OPUS DEI, por citar las principales, controlan la vida social y económica de la región, desde el Estado de Querétaro, San Luis Potosí y Jalisco, donde el corazón es la entidad guanajuatense.
Así, los guanajuatenses crean grupos de acción política de orden ultraderechista, ultraconservadores, neoliberales, neosinarquistas y de abierto fascismo ante su desprecio a dos baluartes: la libertad y la democracia. Más aún su reacción sistemática y tácita a formulaciones de orden socialdemócrata y su terror al socialismo (comunismo).
La Iglesia católica local, empoderada de las élites guanajuatense, gobierna “tras bambalinas” la vida social y política de los habitantes. Ayudada por la razón que se crea desde las aulas públicas y privadas de la región. Donde las directrices, consignas y sentencias dictadas desde la lógica de lo estamental truncan el desarrollo de las libertades y el desarrollo de los derechos civiles de los guanajuatenses. Los entes de acción política, una clase política mercenaria, carente de convicción y escrúpulos, llegan a los cargos públicos sin decencia alguna en la búsqueda del poder y el dinero. No es la evangelización del orden público sino su abierto interés en la promoción personal a expensas de toda institución como organización. La secularización de la vida política de la entidad dista mucho de ser por ahora una realidad local.
Es así como la transición política de Guanajuato transita de la socialdemocracia, propia del periodo endogenista, a la democracia cristiana, pero en una condición incipiente, periférica y fascista. No es en sí el interés de la organización más poderosa de la región (la Iglesia católica), sino de grupos conservadores de ultraderecha y de carácter neosinarquista. Destaca la infiltración proyanqui a estos grupos de poder, aspecto más reciente y novedoso en el escenario regional. Su alianza al capital no tiene patria, se está con el capitalismo nacionalista como con el transnacional. La lealtad no es a la convicción, ni siquiera religiosa, sino a la conveniencia y a la oportunidad de la promoción personal.
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