Revista Mexicana de Sociología, núm. 4 (2006).
La élite de la alternancia. El caso del Partido Acción Nacional.
Este capítulo del estado del arte es el más extenso, pues la literatura sobre la cultura política de Guanajuato ha concentrado su producción en el estudio de los partidos y la configuración del sistema político.
Este capítulo del estado del arte es el más extenso, pues la literatura sobre la cultura política de Guanajuato ha concentrado su producción en el estudio de los partidos y la configuración del sistema político. La autora Tania Hernández Vicencio realiza una importante aportación al analizar el perfil de la élite panista en el periodo de la alternancia a nivel federal (2000-2006). La autora busca responder a través de su análisis: “¿en qué medida el perfil de la élite del PAN presentó cambios respecto al perfil de la élite mexicana de otros periodos de la historia política del país? y, con base en ese perfil, ¿hasta qué punto la élite panista pudo haber constituido el liderazgo político adecuado a las necesidades de esta coyuntura especial?”.
Como antecedente se dan a conocer aspectos como el origen, la formación profesional, las trayectorias e intereses vinculados con la élite política. El PAN representó, durante 66 años, la oposición institucional de derecha. En ese periodo se dieron procesos de depuración de estrategias y formas de lucha de los movimientos conservadores, lo cual posibilitó la transición de la opción armada, pasando por la organización cívica electoral, hasta llegar a la vía electoral, a la que Acción Nacional ha representado desde su formación en 1939.
Las premisas centrales de este trabajo de investigación son (p. 620):
Estrategia metodológica
La estrategia metodológica seguida en esta investigación y las variables analizadas, toman como modelo los lineamientos generales a partir de los cuales se han generado otros estudios sobre la élite mexicana. El artículo se ubica en la perspectiva de la sociología política, la cual permite avanzar en el análisis del papel de los grupos que detentan e poder político de forma más amplia.
La élite panista ha sido seleccionada con base en una combinación de criterios para el análisis de las élites: el criterio reputacional, el cual consiste en identificar aquellos líderes que gozan de cierto prestigio o reputación institucional o extrainstitucional: el criterio decisional, que se refiere a la identificación de aquellos líderes encargados de la toma de decisiones en caso de un conflicto abierto; y, el criterio posicional, que consiste en identificar actores que ocupan posiciones formales en una estructura organizacional. La autora incluyó dos criterios adicionales a este trabajo: el origen social y la trayectoria institucional del liderazgo, para conocer si la élite puede ser representativa de algún grupo social en específico, así como la identificación de aquellos que denominamos “actores de cambio político”, quienes replantean la concepción tradicional del quehacer político, ascienden por las estructuras de los partidos de manera inmediata, sin que necesariamente medie un proceso de profesionalización.
Con los criterios enunciados, la investigación consideró élite panista al grupo de interés que se encuentra en condiciones de ejercer poder a nivel formal o informal, tanto dentro como fuera de Acción Nacional, es decir, en la estructura interna, en el Congreso de la Unión y en el gobierno federal. De este modo, la élite panista quedó integrada por dirigentes, consejeros y funcionarios del partido a nivel nacional; senadores, diputados federales, funcionarios del gobierno federal, miembros del gabinete legal y ampliado (secretarios de Estado, directores y delegados federales).
No se presentan los datos individuales de los líderes de partido, del gobierno y del Congreso, solo se presentan las tendencias generales que es posible derivar de los datos curriculares de 639 integrantes de la élite del PAN a nivel federal en el periodo 2000-2006. La base de datos está compuesta en un 80% por hombres y 20% de mujeres, se integró completando la información curricular con material bibliográfico y hemerográfico, así como con la consulta de documentos oficiales del PAN, donde se señalan las trayectorias de sus principales líderes; se contó también con la información proporcionada en páginas de internet del partido y del Congreso de la Unión; se consultaron libros publicados por la Cámara de Diputados en relación con los integrantes del Congreso en el periodo de 2000-2003 y 2003-2006. Asimismo, se recuperó información de diversas entrevistas realizadas con algunos de los miembros de la élite panista, en específico del estado de Baja California.
La élite panista analizada es relativamente joven, oscila entre los 35 y 50 años, por lo que son personas nacidas entre los años cincuenta y sesenta del siglo XX. La reducción en el rango de edad se observó empíricamente con mayor frecuencia en el caso de diputados federales y miembros del Consejo Nacional del PAN. Con respecto a la preparación académica destaca que el 94% de la élite panista cuenta con estudios superiores. De estos, casi el 40% de los integrantes de la élite de Acción Nacional egresó de universidades públicas estatales. La UNAM y las instituciones privadas nacionales y estatales compiten en importancia, pues un 17% de los miembros de la élite panista estudió la licenciatura en la UNAM y 18% lo hizo en instituciones privadas nacionales o estatales.
Los estados que resultan novedosos por sus instituciones educativas en el proceso de formación de la élite panista son, en el norte, Baja California y Nuevo León, y en el centro, San Luis Potosí y Morelos; es destacable que, a excepción de Veracruz, no aparece otro estado del sur o sureste del país. Segundo, algunas de las instituciones privadas en las que han estudiado los panistas, tales como la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla, la Universidad Autónoma de Guadalajara, el ITESO, entre otras, están vinculadas estrechamente con grupos de la Iglesia católica y de ultraderecha. Además, la UNAM registró a mediados de los años sesenta una activa participación de grupos de extrema derecha, los cuales se infiltraron en diversas universidades para reclutar a jóvenes interesados en el debate político. Como fue el caso del Movimiento Unificador de Renovadora Orientación (MURO), vinculado al Yunque.
Los intereses sociales y económicos a los cuales representa una élite política está estrechamente vinculado con los espacios de socialización en los cuales los líderes consolidaron su formación en las primeras etapas de su vida, así como con aquellos ámbitos en los que encontraron referentes ideológicos, construyeron una identidad de grupo.
Un ámbito tradicional y especialmente importante para la socialización primaria de cualquier élite política es la red familiar y de amigos cercanos. En el caso de Acción Nacional, con una larga historia de oposición, las familias fundadoras jugaron un papel preponderante en su permanencia como partido, ya que constituían un factor de cohesión interna ante el ambiente adverso en el cual se movieron durante mucho tiempo. Actualmente, persisten las redes de parentesco familiares, pero también pueden observarse varios casos de líderes que por primera vez participan en la vida de un partido político y que con ellos se inaugura lo que podría ser la construcción de una nueva familia política.
Dentro de los espacios de socialización secundaria que fueron fundamentales para la formación de la élite panista se observó que la formación de los panistas en su juventud y etapa adulta continuó en espacios comunitarios que en muchos casos reforzaron una identidad conservadora. Influye particularmente el ambiente social de territorios con una cultura que puede considerarse de derecha y de derecha radical; tal es el caso del Bajío y el occidente del país; de algunas instituciones educativas públicas y privadas, estrechamente vinculadas con grupos conservadores, así como de organizaciones intermedias civiles, de asistencia social y religiosas también de extrema derecha.
Alrededor de un tercio de la élite del PAN provenía de la participación cívica y social. En particular destacaron los clubes, los frentes y movimientos, así como las asociaciones, las uniones y las redes en pro de la defensa de intereses económicos, sociales, políticos y territoriales. Entre las demandas de dichos grupos sobresalía la defensa del municipio libre y de la democracia; la defensa de los intereses de distintos grupos de productores y usuarios de algún servicio; el movimiento a favor de la ecología y el ambiente; los reclamos por el derecho a la información; la lucha por los derechos de las mujeres y los niños.
Es oportuno mencionar la aparición de algunos sindicatos como ámbito de participación social y política de ciertos miembros de la élite panista que, si bien son minoría, no dejan de representar una novedad en el perfil de la élite de un partido como Acción Nacional, tradicionalmente más vinculado a intereses de organizaciones empresariales. Empero, también hay que señalar la relevancia que han adquirido dentro de la élite los miembros de la Unión Social de Empresarios Mexicanos (USEM), organización que también ha sido vinculada con los intereses de la derecha radical, y en la que participan personas como Carlos Abascal, ex titular de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social y ex secretario de Gobernación.
Otro tercio de los integrantes de la élite de Acción Nacional está vinculado a organizaciones civiles de derecha radical y con agrupaciones de la Iglesia Católica de ese mismo corte. Existe un nexo con la Organización Nacional del Yunque, la cual, desde su fundación en 1955, siguió dos estrategias para ir ganando espacios en la vida política y social del país: al mismo tiempo que fomentó la creación de algunas agrupaciones que han venido realizando sus actividades de manera pública y le han servido como fachada, llevó a cabo también la infiltración de estructuras ya existentes que terminó por dividir. Los grupos de derecha radical lograron penetrar los principales ámbitos de la toma de decisiones de partido y del gobierno federal, tanto en el gabinete como en algunas subsecretarias y direcciones del 2000 al 2006.
De este tercio de la élite panista 50% estaba vinculado directamente al Yunque o a organizaciones civiles impulsadas por dicha organización, tales como Ancifem, DHIAC, la CMDH, la Coordinadora Ciudadana o el Comité Nacional Provida. Más de un tercio se encontraba vinculado con organizaciones de laicos de la Iglesia católica como el Movimiento Familiar Cristiano, Acción Católica, Acción Católica Juvenil Mexicana y el Movimiento de Jornadas de Vida Cristiana, así como algunas otras impulsadas por el Yunque como el Movimiento Fe, Testimonio y Esperanza, el Movimiento Cristiano Sí y las afines como los Legionarios de Cristo, los Caballeros de Colón, Cruz Ámbar, Grupo Adoración Nocturna, Equipo Evangelizador, Consejo Parroquial, Consejo Diocesano Pastoral, Obra Misional de San Felipe de Jesús, etc., mientras que el 13% de la élite panista estuvo vinculado con organizaciones civiles que han sido infiltradas por el Yunque, como la Asociación Nacional, Regional y Municipal de Padres de Familia (ANRMPF).
Los lazos del PAN con la Iglesia Católica han cambiado y evolucionado. En un principio, es decir, en la década de los cuarenta, cincuenta y sesenta, Acción Nacional mantuvo un vínculo estrecho con organizaciones como Acción Católica y Acción Católica Juvenil Mexicana; fueron estas agrupaciones las que le permitieron crear fuertes vínculos de militantes en sus orígenes, así como redefinir su proyecto acercándose ideológicamente a la doctrina social de la Iglesia durante los años cincuenta. Fue en los setenta que la ultraderecha, antisemita y anticomunista, en la cual militaban miembros del movimiento católico radical comenzó a penetrar al PAN desde las regiones sobre todo a pesar de estados clave como Guanajuato, Jalisco y Michoacán. Este avance sirve a la ultraderecha para allanar el camino a la participación de nuevos actores durante la década de los ochenta; dichos actores participaban en organizaciones civiles y de asistencia social como Ancifem, DHIAC y Pro-Vida; así como en organizaciones empresariales como la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) y la Cámara Nacional de Comercio (Canaco), las cuales permitieron la ampliación de redes ciudadanas en apoyo a los candidatos panistas y abonaron al avance electoral en algunos estados norteños.
Los casos más conocidos públicamente de funcionarios directamente vinculados con la ultraderecha fueron el del Vicente Fox, miembro del Centro de Industriales de Guanajuato (organización en la que participan varios miembros del Yunque), y su esposa Martha Sahagún, vinculada con los Legionarios de Cristo, a través del movimiento laicos Regnum Christi.
Con respecto al número de empresarios que integran las filas de Acción Nacional se observa que el 42% de la élite venía realizando actividades en el sector servicios; siguen aquellos que han tenido actividades en el sector comercial (24%), en la industria (11%), y en menor medida en la agricultura (4%) y la ganadería (3%). No se cuenta con datos precisos sobre el tamaño de la empresa o monto de capital invertido, pero es posible afirmar, de acuerdo con la autora, que la élite panista está integrada básicamente por medianos y pequeños empresarios, pertenecientes a la clase media, estrato social al que pertenece el grueso de los miembros de la élite política del México posrevolucionario. 26% de los miembros de la élite panista que participa en organizaciones empresariales, destacan quienes lo hacen en la Coparmex. Un 25% participa únicamente en dicha organización y un 56% participa en la Coparmex y otras agrupaciones empresariales. Luego sigue la Cámara Nacional de Comercio (Canaco) con 14% de participación y finamente la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (CANACINTRA) con un 13%.
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