Camacho Pérez, Luis Fidel. “La doctrina social de la iglesia en Monterrey: De Rerum Novarum a la reorganización del catolicismo social, 1891-1920”. Humanitas 45 (2018): 77-112.
La doctrina social de la iglesia en Monterrey: De Rerum Novarum a la reorganización del catolicismo social, 1891-1920
Luis Fidel Camacho Pérez
La investigación expone el proceso de recepción y apropiación de las ideas católico-sociales, propuestas por la iglesia a fines del siglo XIX y principios del XX en México y particularmente en la ciudad de Monterrey. Explica la formación de algunas agrupaciones católico-sociales durante este periodo.
La investigación expone el proceso de recepción y apropiación de las ideas católico-sociales, propuestas por la iglesia a fines del siglo XIX y principios del XX en México y particularmente en la ciudad de Monterrey. Explica la formación de algunas agrupaciones católico-sociales durante este periodo.
La cuestión social en México a partir de la Rerum Novarum
En 1891 el Papa León XII publica la encíclica Rerum Novarum sobre la condición de los obreros, como parte de un esfuerzo por restaurar la influencia de la iglesia en la política y la sociedad. El documento sistematizó enseñanzas y principios establecidos en el evangelio, la doctrina tradicional de los padres de la iglesia y documentos pontificios, con énfasis en el reconocimiento de la inviolabilidad de la propiedad privada, la condenación del socialismo y el liberalismo, el establecimiento cooperativo entre clases sociales, así como la intervención de la iglesia en la familia y las leyes. En México la prensa católica dio profusa difusión a la encíclica en periódicos, logrando una amplia presencia entre los trabajadores del centro y occidente del país.
En referencia al historiador Manuel Ceballos, el autor destaca algunas organizaciones de carácter católico-social surgidas en el país, con base en esta doctrina, mencionando las siguientes: Liga Católica (1891), Unión Católica Obrera (1907), Asociación Católica de la Juventud Mexicana (1913). Entre 1903 y 1913 se registra la realización de cuatro congresos nacionales, y durante el periodo revolucionario la conformación de sociedades mutualistas y sindicados adscritos al catolicismo social, aunque tras el régimen de Victoriano Huerta y la llegada del constitucionalismo estas organizaciones se debilitaron, periódicos confesionales desaparecieron y se desintegró el Partido Católico Nacional (PCN) creado en 1911 bajo el lema “Dios, patria y libertad” y con presencia en Nuevo León.
Recepción, difusión y vicisitudes del catolicismo social en Nuevo León (1891-1914)
Se precisa que el catolicismo social no fue homogéneo en todo el país, debido a las particularidades de cada jurisdicción eclesiástica. En Nuevo León el periódico La Defensa del Pueblo publicó la encíclica Rerum Novarum, así la prensa católica fue el órgano difusor de la doctrina entre las clases medias y altas. Otros medios de comunicación importantes para la difusión del catolicismo social en Nuevo León fueron: Boletín Eclesiástico (1907) y Hoja dominical (1908), dirigidos por el presbítero Juan José Hinojosa Cantú (posible personaje ficticio), ambas publicaciones fueron fundamentales durante la primera etapa del catolicismo social en la entidad.
Organizar la juventud fue una tarea primordial del catolicismo mexicano, en particular para alejarlos del socialismo, la masonería y el protestantismo, asociaciones que criticó constantemente en cartas pastorales y encíclicas de la prensa católica. Con este propósito la Arquidiócesis impulsó la sociedad de jóvenes católicos denominada Don Bosco, con sede en Monterrey, y luego en las comunidades El Cercado y Villa de García. El autor destaca que esta asociación compitió con la internacional Asociación Cristiana de Jóvenes de cuño protestante que propició actividades extra religiosas y de gran atracción para la juventud.
El crecimiento económico e industrial de Monterrey propició la creación de asociaciones mutualistas cívicas-culturales, asociaciones civiles de extranjeros residentes en Monterrey, asociaciones de ayuda mutua y beneficencia (carácter religioso) y sociedades obrero-mutualistas, a principios del siglo XX existían en la ciudad cientos de estos distintos tipos de asociaciones. De características confesionales se identifican 4 sociedades activas entre 1908 y 1911: Sociedad Mutualistas de Eclesiásticos (establecida por el arzobispo Ruiz y Flores), Sociedad Mutualista de Obreros Católicos “Alianza Guadalupana” (presidida por el presbítero Tomás Iglesias), Círculo Católico de Obreros del templo de la Luz (a cargo del presbítero Manuel Fernández) y Sociedad de Obreros del Templo del Sr. San José (dirigida por el arzobispo). La creación de estos círculos de obreros católicos le permitió a la Iglesia de Monterrey ingresar de forma doctrinal en los centros de trabajo.
La doctrina social frente al anticlericalismo revolucionario (1914-1917)
La llamada “ira carrancista” que relacionó al PCN con el huertismo y se opuso al clero, en Nuevo León fue representado durante un año por Antonio I. Villarreal. Durante su gobierno se clausuraron templos, se prohibió la confesión, se permitió el saqueo del obispado, la destrucción de la biblioteca del arzobispo Plancarte y Navarrete y del templo de San Francisco, así como la expulsión de sacerdotes extranjeros, debilitando el poder pastoral. En julio de 1914 emitió un decreto anticlerical que ordenada quemar confesionarios, expulsar sacerdotes, cerrar iglesias y clausurar colegios católicos sin director normalista.
Ante el proceder gubernamental, José Guadalupe Ortiz (vicario general de la mitra) protestó contra las acusaciones hacia el clero y la sociedad católica de estar inmiscuidos en asuntos políticos, también rechazó la prohibición de la sacristía y la confesión.
Después del desierto: la reorganización de las actividades sociales católicas de Monterrey (1917-1920)
La Constitución de 1917 significó una afrenta para el clero al limitar su participación política y educativa, relegándolos al ámbito espiritual y privado. Incluso se destaca cómo antes de su promulgación, un grupo de señoras católicas de Monterrey dirigió un documento a la Nación con respecto al artículo 3, se le consideraba una ley opresora, odiosa y opuesta a la religión católica, bajo la comprensión de la educación laica como atea e impía.
Entre 1918 y 1919 aún prevalecían en Nuevo León acciones anticlericales implementadas en el periodo de Villarreal. Mientras el arzobispo Plancarte aún estaba en exilio en Chicago, el clero y las familias Rivero Gajá y Garza Sada intervinieron para que su regreso fuera autorizado por el presidente la república, obteniendo el permiso de Carranza. Disminuida la tensión anticlerical, el regreso del arzobispo permitió la reorganización de la curia, la nueva división de parroquias y la publicación del Boletín Eclesiástico antes suprimido, más tarde se reanudaría también la publicación de Hoja dominical (1920).
En 1919 la familia Garza Sada se manifestó a favor de los intereses del clero. En septiembre de ese año, la señora Consuelo Sada (esposa del dueño de Cervecería Cuauhtémoc) fue comisionada por las señoras católicas de Monterrey para entrevistarse con el presidente Carranza y solicitar el Palacio arzobispal para el prelado (el clero no era propietario sino administrador), aunque la gestión no tuvo éxito, pues se autorizó solicitar a Hacienda, aunque mediante el pago de una módica renta.
En este contexto surgen en Monterrey otras formas de asociación religiosa entre las cuales se mencionan las siguientes:
Congregación Mariana del Roble: Fundada en el templo del Roble el 13 de mayo de 1917, fue dirigida por el sacerdote Juan José Hinojosa Cantú. Esta asociación sirvió de base para la conformación de la Asociación Católica de la Juventud Mexicana, fundada por el padre Bernardo Bergöend en 1913 y su comité regional en Nuevo León se instaló el 20 de julio de 1920 y transmitió con intensidad la doctrina social de la iglesia.
Congregación en la Iglesia Catedral: Fundada en 1918 por el padre Raymundo Jardón, sacerdote encargado de difundir el catolicismo social.
Sociedad de Sirvientas Santa Zita: Creada en 1919, participaron Elisa y Clotilde Rivero, Metilde Hellion, Elena Zambrano, Rosario Sada, Francisca Martínez Muguerza y Consuelo Mendirichaga.
Congregaciones Marianas (1917) y la Asociación Católica de la Juventud Mexicana (1920): Dirigidas por sacerdotes y jóvenes laicos. La ACJM se ocupó de cuestiones sociales y abrió camino para el establecimiento de grupos católico-sociales fundados años atrás como: Caballeros de Colón (1905) y la Asociación de Damas Católicas Mexicanas (1912) que publicó el periódico La Dama Católica.
La reanudación de la Sociedad Mutualista de Sacerdotes congregó la participación de sacerdotes emblemáticos del catolicismo social. Se menciona a Luciano De la Paz, Pablo Cervantes y Juan José Hinojosa. Al inicio de los años 20 la sociedad católica de Monterrey retomó sus prácticas espirituales que conjugaron la devoción, la práctica sacramental y la acción social.
El autor identifica en los datos referidos, la evidencia de una significativa influencia de la iglesia en algunos sectores de la sociedad neolonesa, particularmente en las élites. Así, en Nuevo León la doctrina social de la iglesia fue difundida desde los grupos de poder, pues empresarios y comerciantes fueron influenciados por la propuesta de León XIII y se organizaron a través de comités como el Consejo de Nuestra Señora de Monterrey No. 2312 (fundado el 16 de octubre de 1921), la Asamblea General de 4o Grado “Fray Antonio de Jesús Sacedón”, ramas adyacentes a los Caballeros de Colón (El primer Gran Caballero fue José Pío Lagüera) y la Unión de Damas Católicas de Monterrey (fundada el 3 de febrero de 1922, dirigida por el canónigo Rafael Plancarte e Igartúa) que apoyaba centros educativos y realizaba labores caritativas.
Consideraciones finales
La doctrina social de la iglesia estuvo presente en Nuevo León desde diversos frentes: parroquias, sociedades católicas, círculos de obreros y prensa. Aunque este catolicismo social fue interrumpido en 1914 y se reorganizó hasta 1917 y 1919. Las conductas políticas y religiosas de los católicos que participaban en la acción social a principios del siglo XX en Monterrey tuvieron una postura conservadora frente al protestantismo, la masonería, el sindicalismo de izquierda y el socialismo, así mismo opusieron resistencia ante el anticlericalismo de Antonio Villarreal y el artículo tercero de la Constitución.
Entre 1891 y 1911 se ubica una etapa embrionaria del catolicismo social, se formaron asociaciones de obreros y jóvenes que sirvieron de base al posterior establecimiento de grupos sustentados en la doctrina social de la iglesia.
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