Mora, Arturo. “Guanajuato: movimientos populares”. Revista Entretextos, núm. 4 (2013):35-69.
Guanajuato: movimientos populares
Arturo Mora
Guanajuato es un estado con una historia reciente interesante en términos de los diversos movimientos sociales que se han gestado. Este trabajo abona a esta área del conocimiento y ordena diversas manifestaciones en Guanajuato que se expresaron como movimientos sociales en los años ochenta y principios de los noventa. Con ello, se pretende reconstruir un referente histórico de la acción colectiva en el estado y sus expresiones sociales, como una forma de recuperar parte de la memoria de la lucha social.
Se resalta y reconoce el papel de las mujeres en los movimientos populares y su activa participación en las organizaciones. Asimismo, se pone de relieve la importancia de las estructuras de organización del PRI-gobierno, a través de la Confederación Nacional Campesina (CNC) y la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP), para promover los movimientos populares comunitarios.
Con la Reforma Agraria, surgida a partir de la Revolución Mexicana, se fue burocratizando desde el poder local que mantuvo una oligarquía agraria y no dejó que se afectaran sus intereses. Lo anterior impulsó un movimiento amplio de solicitantes de predios para cultivo, creando la organización Alianza Campesina Revolucionaria (ACR). Todos los grupos que integraron de forma gradual la ACR contaban con la experiencia de ir de oficina en oficina de Guanajuato hasta la Ciudad de México y de ahí a sus comunidades sin obtener respuestas para sus gestiones por años. Además, contaban con la experiencia de haber participado en organizaciones como la CNC y la Central Campesina Independiente (CCI). El movimiento se desarrolló principalmente en los municipios de San Francisco del Rincón, Purísima, Manuel Doblado y San Felipe, por contar con una amplia zona rural. En las zonas urbanas, la lucha por predios para construcción de viviendas se dio en San Francisco del Rincón, León, Salamanca y Valle de Santiago.
El crecimiento de la ACR fue rápido, entre 1982 y 1985 realizaron tomas de tierras, desatando una lucha que tuvo como respuesta inmediata por parte del gobierno estatal la represión y, por parte de la ACR, la movilización y unidad con otras organizaciones campesinas, mediante la Coordinadora Nacional Plan de Ayala (CNPA). La ACR desarrolló un trabajo regional importante que incluía realizar asambleas regionales en las cuales se obtenían acuerdos de trabajo, movilización y acción. Así, se organizaban marchas campesinas nacionales o audiencias en la Ciudad de México y movilizaciones en la capital del estado y tomas pacíficas de la delegación de la Secretaría de la Reforma Agraria (SRA) en Guanajuato.
El autor sostiene que este movimiento popular de lucha por la tierra fue el más extenso y relevante en ese periodo (1980-1990). Hacia finales de 1985, la ACR comenzó a perder fuerza social, derivado de diversos factores como la represión por parte del estado y las promesas de solución para los problemas que mantenían a la gente movilizada, esto aunado a que al interior de la ACR se registró una crisis, que obligó a algunos dirigentes nacionales a salir del estado dejando inconclusos muchos procesos de gestión y lucha, sin que se encontraran nuevos líderes para encabezar el movimiento y mantenerlo. El gobierno aprovechó esta situación para perseguir a los dirigentes estatales de la ACR y encarcelar a algunos de ellos.
En los años ochenta se registraron otras movilizaciones de lucha por el campo que demandaban tierra en municipios del sur del estado como Apaseo el Alto y Jerécuaro, así como en el centro, en Pénjamo, Abasolo e Irapuato. También hubo luchas al norte del estado en los municipios de San Luis de la Paz y Dolores Hidalgo. Una gran cantidad de fuerzas políticas y sociales actuaron en algunos de esos movimientos: Organización de Pueblos del Altiplano (OPA), Movimiento Revolucionario del Pueblo (MRP), Central Independiente Obrera, Agrícola y Campesina (CIOAC), Unión General Obrero Estudiantil de México (UGOCEM), con sus ramas «Roja» y «Jacinto López», Unión Nacional de Trabajadores Agrícolas (UNTA), Coordinadora Nacional de Pueblos Indígenas (CNPI), y algunas otras. También organizaciones políticas como el Partido Socialista Unificado de México (PSUM), Partido Socialista de los Trabajadores (PST), Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y otras propias del Partido Revolucionario Institucional. La Escuela de Agronomía de Roque, en Celaya, también apoyó en estas luchas; pero fue cerrada por el gobierno federal en 1985.
El movimiento campesino tuvo relevancia en el estado, pero no se consolidó como una fuerza social unitaria que lograra imponerse a la política estatal en materia agraria. Sólo algunos grupos han hecho valer su derecho a la tierra, pero la mayoría fueron golpeados por el gobierno y el movimiento perdió fuerza, de manera que los esfuerzos de coordinación a través de la CNPA se diluyeron en el contexto de la lucha electoral, por la cual optaron muchas de las organizaciones mencionadas.
Los movimientos urbanos buscaban mejores condiciones de vivienda, a través de la regularización de predios rústicos en las periferias de las ciudades y, en menor caso, la dotación de servicios básicos e infraestructura en colonias populares. En diversas zonas de la entidad se dieron acciones aisladas de lucha para tener un sitio donde fincar, por lo que no se logró la conformación de un movimiento organizado a nivel estatal. Se dieron movimientos en Celaya, Irapuato, Juventino Rosas, Cortazar y Villagrán. La experiencia más relevante se dio en 1980 en León, con la toma del predio “El Guaje”, el cual después se llamaría colonia Morelos, y que en 1988 se constituyó como el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Esta colonia mantuvo una relación cercana con la Coordinadora Nacional del Movimiento Urbano Popular (CONAMUP), teniendo un papel relevante en la lucha urbana por más de 10 años, demandando sobre todo la dotación de servicios básicos e infraestructura, particularmente escuelas.
El MIR extendió su actividad a partir de 1988 a otros estados, conformando grupos de colonos en San Miguel de Allende, San Francisco del Rincón, San Felipe, Irapuato, Purísima de Bustos, Silao, Dolores Hidalgo, San Luis de la Paz, Guanajuato capital, Celaya y Salamanca. Este crecimiento se entiende por el cambio de actitud del MIR frente al gobierno estatal. Durante los primeros años de la colonia Morelos se presentaron numerosos enfrentamientos con el gobierno del estado y el municipio, lo cual se modificó hasta llegar a cierta cercanía que se tradujo en tolerancia, pese a la presión de sectores sociales y económicos para remover ese germen comunista. El autor sostiene que se puede interpretar que para el MIR esta nueva situación de no agresión constituyó la posibilidad de realizar un movimiento táctico, ya que para el gobierno estatal priísta sería estratégico la alianza con dicho grupo, ante el crecimiento de la derecha a través del PAN y del Partido Demócrata Mexicano (PDM) y la Unión Nacional Sinarquista que ganaban presencia en la entidad.
El MIR tuvo vínculos con la Organización de Izquierda Revolucionaria-Línea de Masas (OIR-LM) y otras organizaciones sociales como el Comité de Defensa Popular (COP) de Chihuahua y Durango, entre otros, que dieron origen al PT, destacando que el dirigente estatal más importante del MIR participó como candidato a gobernador en las elecciones de 1991.
En 1988 se creó el movimiento de Colonias Independientes de Irapuato, que tuvo su origen a partir de la lucha contra el alza de tarifas de agua y servicios municipales. Este movimiento se desarrolló y creció, debido a la política de represión ejercida por las autoridades locales y estatales, contra la población organizada en la UCI.
En los ochenta se gestó la aparición de bandas formadas por jóvenes en las ciudades, producto de crisis económicas y por la necesidad de ganar espacios de expresión, así como la búsqueda de reivindicación de gustos musicales, de vestir y relacionarse. Con ello, se configuró uno de los movimientos populares más significativos de Guanajuato, debido a dos elementos: que es un estado altamente conservador y que fue el único de la llamada provincia del país, además del Distrito Federal, donde se gestó un proceso de organización de bandas. La mayoría de los jóvenes que pertenecían a las bandas eran trabajadores, obreros y empleados, unos más estudiantes de bajos recursos y otros tantos campesinos o migrantes que habían estado un tiempo en Estados Unidos.
La formación de Bandas Unidas de Guanajuato (BUG) respondió a la búsqueda de un especio para defender su estilo de vida, y a que esa expresión cultural que se manifiesta y se ve en los jóvenes favoreció la represión y una de las formas de intolerancia más vistas en ese entonces: las razzias policiacas, practicadas constantemente y con uso excesivo de la fuerza contra rockeros y punks, en donde se violaban reiteradamente los derechos humanos y garantías individuales. Este movimiento fue apoyado por el PRT y algunas organizaciones sociales de la ciudad de México y contó con el apoyo de grupos de rock mexicano, que en ese tiempo también se movían de manera marginal en el mundo de la música. Mucho de esta experiencia se basó en el influjo del Consejo Popular Juvenil de la ciudad de México, que fue la otra organización de jóvenes banda en el país y que buscaba un cambio cultural.
En 1982 se formó en León la Coordinadora de Trabajadores Democráticos (CTD), en uno de los pocos intentos serios de construcción de un frente unido de obreros sindicalizados. Se agruparon organizaciones del campo y la ciudad como el Partido Mexicano de los Trabajadores, el Frente Auténtico del Trabajo, la ACR y la colonia Morelos, junto con algunos docentes del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), los Maestros Democráticos y Sección Sindical del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en Guanajuato, entre otros. Se buscaba crear una coordinación solidaria que permitiera impulsar la consolidación de agrupaciones que se incluían en la CTD. Este intento de unidad se vio mermado en 1985 por los procesos electorales, que hicieron evidentes las diferencias entre los grupos, por lo que el movimiento obrero y los sindicatos como sector social en Guanajuato no se han desarrollado como espacios de lucha y participación social por los derechos laborales.
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