Rionda Ramírez, Luis Miguel. “Del conservadurismo al neopanismo: la derecha en Guanajuato”. Cuadernos del CICSUG, núm. 1 (1997).
Del conservadurismo al neopanismo: la derecha en Guanajuato
Luis Miguel Rionda Ramírez
Rionda nos ofrece un recorrido por la historia de Guanajuato y la región Bajío, nos da una explicación para el auge económico del Bajío durante el siglo XVII, así como de su decadencia durante el siglo XIX a consecuencia de la guerra de independencia (entre otras variables)
Rionda nos ofrece un recorrido por la historia de Guanajuato y la región Bajío, nos da una explicación para el auge económico del Bajío durante el siglo XVII, así como de su decadencia durante el siglo XIX a consecuencia de la guerra de independencia (entre otras variables), y es en este periodo en donde precisamente en Guanajuato vemos surgir a dos grandes figuras tanto del conservadurismo, como del liberalismo: José María Luis Mora y Lucas Alamán.
En palabras del autor: “Lucas Alamán puede ser considerado el más relevante de los conservadores mexicanos del siglo XIX.”, llama la atención que si bien, el conservadurismo de Lucas Alamán era consecuencia natural de su educación y del entorno en el que creció, su postura respecto al desarrollo económico y la educación podrían describirse como más bien liberales; sin embargo (y como nos lo adelanta el autor) el conservadurismo de Lucas Alamán difícilmente podría considerarse ejemplo del conservadurismo abajeño. Lo anterior puesto que, en esa época, el tradicionalismo popular del Bajío estaba más relacionado con la “mentalidad aldeana” que sus pobladores habían retomado de las regiones de donde eran originarios en la península ibérica (Galicia, Andalucía, Extremadura) y que generaba un contraste entre la magnanimidad de sus obras arquitectónicas y la profunda ignorancia y superstición de sus pobladores.
Aquí, Luis Miguel Rionda hace una anotación bastante interesante al decir que “La mentalidad conservadora se manifiesta en dos vertientes sociales principales: la de los grupos de alto poder económico y político, y la de los grupos populares, como los campesinos, los indígenas y -en menor medida- entre las clases marginales urbanas”; además de ello, sostiene que el pensamiento liberal e ilustrado era un lujo de sectores medio y altos.
El porfirismo en el estado de Guanajuato fue un periodo de paz que la población recibió de muy buena gana, aunque las batallas del Bajío cobraron factura en la actividad agrícola. Es en 1913 que nace la” Liga de Acción Católico-Social Guanajuatense” en la capital estatal, y cuyo fin fue la educación de las clases desvalidas dentro de la doctrina católica. Otra organización político-religiosa que nació como reacción a la revolución fue el “Partido Católico Nacional Guanajuatense” aquí el autor hace notar que “Esto puede ser tomado como un antecedente de las luchas que en 1945 y 1946 emprendería la ‘Unión Cívica Leonesa’ para conquistar la alcaldía contra un candidato oficial.”.
Cabe resaltar que Rionda tiene claro el momento en que inicia la Cristíada en Guanajuato: “El 4 de febrero de 1926 es consignado el arzobispo Mora y del Río, luego de publicar unas declaraciones sobre la Constitución de 1917. Esto marcó el inicio formal de la fase armada de la cristiada. El Estado de Guanajuato, si bien no fue el escenario principal de la rebelión cristera, sí experimentó el alzamiento de múltiples contingentes, sobre todo de origen campesino, en varias localidades. Aquí ‘[…] la chispa cristera prendió sólo inicialmente en Pénjamo [en septiembre], Jalpa de Cánovas, San Diego de Alejandría y San Miguel Allende.’”
Nos cuenta el autor que el trasfondo de la Cristíada giró en torno a dos aspectos: el reparto agrario, que los terratenientes opositores combatían empleando bandas de cristeros, y la educación socialista, que después de ser históricamente monopolizada por la iglesia católica fue ampliamente impulsada por Lázaro Cárdenas (1935). Para explicar esto Rionda sostiene que la propiedad privada ha sido la forma de tenencia dominante en el Bajío desde la colonia.
Llega entonces el movimiento sinarquista para encauzar las fuerzas de la Cristíada hacia una solución pacífica y de carácter cívico-político, esto ocurre cuando en la ciudad de Guanajuato, un profesor de origen alemán del Colegio del Estado, de nombre Hellmut Oscar Schreiter promueve la creación de un “centro anticomunista”, logrando registrarlo el día 13 de junio de 1936 ante notario público; Rionda se apoya en Mario Gill para sostener que “Este es el origen auténtico de la Unión Nacional Sinarquista (UNS)”, aunque la fecha oficial ya como “Unión Nacional Sinarquista” es el 13 de mayo de 1937 en una asamblea celebrada por 137 personas en la calle de la Libertad número 49 de la ciudad de León.
Otra fecha a tomar en cuenta para el desarrollo de movimientos conservadores en Guanajuato es el 27 de junio de 1945, que es cuando se funda en la ciudad de León la Unión Cívica Leonesa, agrupación que sostiene no tener nexos con el (para esas fechas) ya proscrito sinarquismo; nos comenta que a partir de agosto de ese año comienza a funcionar como un partido político (aunque carecía de registro), organizando mítines y eventos que agrupen a la clase obrera leonesa, con la clara intención de participar en las elecciones municipales a celebrarse el 16 de diciembre de ese mismo año. En noviembre la UCL revela que postularán como candidato a Carlos Obregón mientras que el candidato del PRM era el doctor Ignacio Quiroz. Llega el día de las elecciones y ambos candidatos se declaran ganadores, aunque el gobierno solo reconoce la victoria del PRM esto genera molestia entre los militantes de la UCL, por lo que en una caravana de alrededor de 100 coches acuden al Palacio de Gobierno en la ciudad de Guanajuato para quejarse con el gobernador (Ernesto Hidalgo) quien por toda respuesta les dice que “no podía estar en contra de su partido”.
La UCL llama a movilizarse, utilizando su periódico “La Voz de León”, y el día 1° de enero de 1946, mientras el candidato del PRM toma posesión en el Ayuntamiento, Obregón hace su acto de toma de posesión en el parque Hidalgo, pero la concentración de la UCL es disuelta de forma violenta por lo que se convocó a una manifestación al día siguiente frente al Ayuntamiento.
Ahora, esto es muy importante, porque sobre las razones que dieron lugar a los hechos sangrientos del día 2 de enero de 1946 hay muchas versiones: unos dicen que los guardias del Palacio Municipal dispararon sin motivo alguno, otras fuentes dicen que respondieron a las agresiones de los manifestantes de la UCL, sin embargo, Rionda señala que “el hecho es que resultaron 27 personas muertas y más de 60 heridos”.
Este evento repercutió de forma significativa, ya que cinco días después a petición de la Federación, los poderes del estado de Guanajuato fueron desconocidos (incluyendo al Poder Judicial y a los Ayuntamientos), siendo nombrado gobernador interino el ministro de la SCJN Nicéforo Guerrero y el Ayuntamiento de León queda en manos de una junta de administración civil presidida por Carlos Obregón (excandidato de la UCL) el 19 de febrero del mismo año.
Aquí, Rionda reflexiona acerca de la Unión Cívica Leonesa: “La UCL, más que movimiento conservador, fue un movimiento ciudadano municipalista, que recuperó las viejas aspiraciones locales de autogobierno y de independencia frente a la capital estatal. Tal vez eso mismo explique su fugacidad, pues la UCL no sobrevivió a su éxito:
Al día siguiente del triunfo, no sólo se apartaron entre sí los grupos que habían luchado juntos, sino que riñeron terriblemente. […] León perdió las siguientes batallas. Seis meses después los burladores de votos se habían apoderado nuevamente del municipio. (Trueba: 71-72).
Y es que una vez extinta la UCL, las únicas alternativas restantes de participación política se restringían a la UNS y al PAN, respecto a la primera, el 15 de mayo de 1946 recibe el registro oficial el “Partido Fuerza Popular” con lo que la UNS se aparta de su precepto de “no participar de manera directa en la vida política del país”, y tiene cierto éxito ya que logran tener un diputado local (que fue Manuel Rocha Lassaux) aunque poco después renuncia al partido, siendo el primer diputado local de un partido de oposición. Sin embargo, en 1949 el PFP perdería su registro luego de que en un mitin frente al hemiciclo a Juárez un militante sinarquista encapuchara la cabeza de la estatua de Benito Juárez.
Para finalizar el relato de las organizaciones sinarquistas hay que hablar del “Partido Demócrata Mexicano” que logró su registro en 1978 y llegó a gobernar la capital estatal en el período de 1983-1985 y el municipio de Comonfort en 1986-1988.
El autor concluye este trabajo narrando el ascenso a la hegemonía del Partido Acción Nacional; nos cuenta que el PAN guanajuatense nació en León en 1940, aunque cobró auge con el movimiento cívico político de 1945-1946, y aunque desde su fundación nunca ha dejado de participar en las candidaturas a diputaciones federales y a senadores, no es hasta 1964 cuando logra su primera victoria de mayoría y se queda con el segundo distrito federal en la demarcación de León en la persona de Luis Manuel Aranda.
La profesionalización electoral del PAN se da hasta la campaña del Dr. López Sanabria en 1976 por la presidencia de León, en donde por primera vez emplean “recursos propagandísticos tomados de la mercadotecnia”; las autoridades electorales no reconocieron la victoria de López Sanabria y el gobernador estatal (Luis H. Ducoing) negoció la instalación de una junta de administración civil presidida por Roberto Plascencia; esto, aunque el Lic. Obregón Padilla (coordinador de campaña de López Sanabria) niega que haya habido negociación alguna.
Ahora, y para dar cuenta del título de este trabajo, habrá que acotar lo que son los “neopanistas”, al respecto, nuestro autor cita a Pablo Álvarez Padilla, exdiputado federal y exlíder estatal del PAN, declaró a la revista Proceso a inicios de marzo de 1990:
Carlos Medina Plascencia es uno más de los que se apoderaron de nuestro partido. Él y su grupo de neopanistas provienen de movimientos de ultraderecha: son industriales de corte capitalista manchesteriano. Ellos quieren que el estado se repliegue y los dejes libres, sujetos a la ley de la oferta y la demanda, ley de la selva donde el animal más fuerte se come al débil. […] Primero se presentaron como simples colaboradores, como lo hizo Clouthier en la campaña de Manuel del Rincón, en Sinaloa, como lo hizo Eugenio Elorduy en Mexicali, como lo hicieron Pancho Barrio y otros en Chihuahua, y como lo hicieron aquí, el León, Carlos Medina, Elías Villegas, Vicente Fox y algunos más. […] Aquí en León los neopanistas se apoderaron del partido. En lugar mío al frente del PAN, quedó Alfredo Ling Altamirano, a quien yo ayudé de buena fe. Es hermano de Alberto y de Federico Ling Altamirano. Los tres han alcanzado hueso como diputados y uno de ellos es el esquirol que se quedó en el comité ejecutivo nacional, a invitación de Luis H. Álvarez, para desbaratar al grupo disidente de Gabriel Jiménez Remus. Todos estos carecen de ideología. Los neopanistas son pragmáticos efectivistas. Para ellos los números son todo: si hay más se va bien, si hay menos se va mal. No les interesan la ética ni la historia de un partido que nació para luchar por el bien común.
Y es que, para estas fechas el PAN ha logrado superar al PDM como principal fuerza de oposición en el estado de Guanajuato, logrando en ciudades como León una preferencia electoral del 45.1% que contrasta con el 45.2% del PRI. Esto se le adjudica al impulso que le inyectan los “neopanistas” como Manuel Clouthier, Carlos Medina Plascencia y Vicente Fox, entre otros.
Concluye este texto el autor con los siguientes puntos:
1.- Las ideologías conservadoras guanajuatenses se han gestado de forma natural como resultado de condicionantes económicos, sociales, étnicos y culturales muy particulares al occidente mexicano, donde se ha definido un ethos que difiere de forma importante a los que forjaron en el sur indígena o en el norte criollo.
2.- La religiosidad y el conservadurismo abajeños son una respuesta ante un vacío étnico cultural preexistente. La tradición, la seguridad de la permanencia, proporcionan un suelo firme donde estabilizar la identidad regional. El abajeño promedio ha deseado preservar sus puntos de referencia ideológicos dentro de un esquema predecible y confiable. La religión le ha garantizado esos referentes constantes, que le permiten convivir con regiones con patrimonios culturales y étnicos milenarios, como lo es el Valle de México o Michoacán, sin desdibujar la riqueza su identidad ecléctica, y
3.- En Guanajuato los movimientos político-contestatarios más fuertes han provenido del ala conservadora de la sociedad, inclusive liderando a sujetos de muy diversas extracciones sociales, como ocurrió en el movimiento cívico leonés de 1946.
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