Rionda, Luis Miguel. “Cultura política y elecciones en Guanajuato”. Ponencia en Latin American Studies Association, XX International Congress, Universidad de Guanajuato, 1997. httpss://biblioteca.clacso.edu.ar/ar/libros/lasa97/rionda.pdf.
Cultura política y elecciones en Guanajuato
Luis Miguel Rionda
Al igual que el resto de la zona centro-occidental mexicana, el estado de Guanajuato ha exhibido un desarrollo particular de su esquema de convivencia política que hace que sus usos locales del poder sean cualitativamente distintos a los que se pueden observar en el resto del país.
Al igual que el resto de la zona centro-occidental mexicana, el estado de Guanajuato ha exhibido un desarrollo particular de su esquema de convivencia política que hace que sus usos locales del poder sean cualitativamente distintos a los que se pueden observar en el resto del país.
Hay que destacar el hecho de que para garantizar un acercamiento académico que permita rescatar la riqueza y complejidad -la “densidad” en términos de Geertz- de las redes y relaciones del poder social en México, y necesario avanzar hacia la detección, caracterización y ubicación teórica de las modalidades concretas y particularidades que se asumen en las zonas y las localidades de la enorme gama regional del país.
Cabe resaltar la importante aportación que ha podido generar la tradición mexicana de la antropología política se han focalizado en el análisis de los movimientos opositores al oficialismo y sus avatares en la lucha electoral.
El estado de Guanajuato se apuntó entre estas regiones expuestas a los peores coletazos de las crisis recurrentes. Su población económicamente activa se ubica sobre todo en el sector servicios y en el de transformación, que dependen sobre todo del consumo interno, el cual se abatió.
Se pueden identificar al menos dos perfiles en los modelos de desarrollo sociopolítico de las entidades mexicanas:
a) Los estados fuertemente centralizados, cuyo modelo económico, demográfico y urbano privilegia un solo “lugar central” que también centraliza las decisiones políticas y la conformación de elites políticas y empresariales. Oaxaca, Puebla, Jalisco, Nuevo León, Michoacán, Yucatán, Chiapas, Campeche, Tabasco, etcétera.
b) Las entidades con modelos regionales descentralizados, donde se percibe una competencia efectiva entre varios lugares centrales que focalizan diferenciadamente la población, la producción y el poder político. Veracruz, Chihuahua, Baja California, Sinaloa, Sonora, Guanajuato, Coahuila, Tamaulipas, etcétera.
El primer modelo parece predominar en las entidades del centro y sur del país, mientras que el segundo es más frecuente en el norte
Partimos de la convicción de que cada modelo de desarrollo regional tiene una incidencia directa sobre los usos particulares del poder social y la conformación de las elites locales.
2. El conservadurismo como identidad regional, aquí se toca el tema de un conservadurismo popular, elemental, casi telúrico, que ha permitido al abajeño y a las serranas guanajuatenses construir una identidad y un referente que les permite interpretar su entorno social inmediato y vincularse con la sociedad nacional. Los valores religiosos y la clara jerarquía que envuelve a las relaciones sociales han construido una cosmología coherente y funcional.
En lo político, dicha tranquilidad relativa se ha manifestado en la preeminencia del poder civilista en la entidad desde 1920 y la ausencia casi total de militares en la política local. su papel fue crucial en la fase constructiva del movimiento, a partir de 1920 y muy en particular durante el callismo y cardenismo y en movimientos y contrarrevolucionarios, como el huertismo, la cristiada y el cedillismo recordar la afamada rebelión de la Sierra Gorda en los años cuarenta del siglo pasado, liderada por Eleuterio Quiroz, los Chaire y el célebre Tomás Mejía. Este movimiento exhibió la lucha del campesino-indígena por preservar o retornar a un estilo de vida pretérito, opuesto a las tendencias liberales, entonces predominantes en la elite política, del libre mercado y la desamortización de los bienes comunitarios.
La invasión norteamericana alimentó a la rebelión.
Hay que señalar que el modelo de colonización en el Bajío y sus sierras fue diferente al implementado en las regiones mesoamericanas, El componente indígena fue foráneo -nahuas, otomís, purépechas y mazahuas- y su aporte cultural se diluyó y homogeneizó dentro de un compuesto dominado por la ideología hispánica.
Hoy predomina la identidad mestiza y en ciertos ámbitos sociales la criolla. Surgieron los dos grupos históricos dentro del partido oficial guanajuatense: los “verdes” y los “rojos”. Los primeros identificados con el obregonismo primero y el cardenismo después, y los segundos con el callismo.
3. La cultura del anti-centralismo
La estratégica posición geográfica del territorio guanajuatense ha propiciado una movilidad poblacional muy dinámica, que ha favorecido el contacto cultural y económico con regiones apartadas y con tradiciones culturales diversas. histórico enfrentamiento entre cosmopolitas y liberales con las parroquianas y conservadoras.
Estas características fomentaron un ánimo localista que no reconocía una relación de subordinación clara con las metrópolis macrorregionales cercanas.
Los villistas fueron sensibles a los argumentos en contra de mantener la capital en una ciudad en decadencia, por lo que trasladaron los poderes a León, donde los mantuvieron de enero a mayo de 1915. Los constitucionalistas regresaron la capital a Guanajuato. La brega civilista de 1945-1946 en León fue fundamentalmente una lucha contra el centralismo político.
Los civilistas leoneses demandaban la capacidad de poder impulsar al gobierno municipal a un ciudadano con auténtica presencia local y compromiso con las necesidades más sentidas de la comunidad.
Los gobiernos estatales subsecuentes cuidaron de tomar en consideración las sugerencias de las elites leonesas, con lo que se evitaron conflictos electorales durante los siguientes treinta años.
Un evento que reavivó el anti-centralismo guanajuatense fue la renuncia obligada del gobernador Enrique Velasco Ibarra en junio de 1984. La reacción de la oposición y de amplios sectores del priismo fue de molestia y rechazo a la imposición.
En 1985 el secretario de Gobernación, Bartlett, terminaría imponiendo como candidato priista a su oficial mayor, Rafael Corrales Ayala, político largamente alejado del terruño, que se hizo cargo del gobierno con desánimo y aspiraciones de regresar al gobierno federal. Este sería el último gobernador priista de Guanajuato.
4. Lucha electoral y cultura opositora
La insurgencia electoral municipal en Guanajuato se inició en 1976, cuando se verificó una de las elecciones más competidas hasta entonces en el municipio de León.
El antiecheverriísmo empresarial estaba en boga y en León crecía la influencia ideológica del grupo Monterrey y la COPARMEX
El resultado de las elecciones leonesas de 1976 fue poco claro, aunque el partido oficial se endilgó el triunfo. Las protestas no se dejaron esperar y el gobierno estatal se vio obligado a entrar en una negociación con los opositores, muchos de los cuales eran ciudadanos de gran peso social, económico y político
Paralelamente otra fuerza política conservadora cobraba una fuerza electoral inopinada. El Partido Demócrata Mexicano, el gallito colorado, que había nacido del sector favorable a la participación electoral de la Unión Nacional Sinarquista y cuya primera expresión pública nacional tuvo lugar en Irapuato en 1971.
El PDM pudo hacerse del gobierno municipal de Guanajuato capital en 1982, encabezado por un popular candidato expriista. Esto fue un evento extraordinario que fue interpretado como una muestra de la voluntad efectiva del gobierno de Velasco Ibarra por democratizar las relaciones políticas de la entidad.
Cabe resaltar que en el año de 1985 marcó el clímax de la votación, pero también el comienzo de su descomposición política. El triunfo en Guanajuato fue canjeado por la anulación de la elección en el municipio de Comonfort y el posterior reconocimiento artificioso de la victoria del PDM en ese municipio.
El abrupto ocaso del PDM en Guanajuato benefició substancialmente al PAN.
En 1985 ese partido pudo conquistar, por primera vez, un municipio: el de San Francisco del Rincón -muy importante por su actividad industrial.
Los panistas pragmáticos ganaban terreno en Guanajuato.
En 1988, el pragmatismo y sencillez del discurso clouthierista atrajeron a muchos guanajuatenses, y muy en particular a los leoneses.
Guanajuato fue la cuarta entre las entidades que más número de votos aportaron en el país para el candidato panista. Hasta entonces los candidatos presidenciales albiazules habían logrado a lo más un poco arriba del 20% en Guanajuato
Cuauhtémoc Cárdenas también marcó un hito: superó la marca que había logrado el candidato presidencial cardenista Henríquez Guzmán en 1952, cuando éste alcanzó el 14.1%.
Los resultados oficiales de esta elección fueron muy cuestionados por las numerosas irregularidades que la oposición denunció la renuncia inducida del candidato priista declarado ganador y su sustitución por un personaje panista que no se había involucrado en la competencia, pero que gozada de la confianza y simpatía del ejecutivo federal. Estas elecciones representaron un avance histórico para el PAN. Recordemos que Clouthier había logrado en Guanajuato el 30% de la votación.
En diciembre de 1991 se dio un empate casi perfecto entre el PAN y el PRI, aunque la concentración de los votos del primero le permitió gobernar los 12 municipios -de un total de 46- más poblados y con mayor actividad económica de la entidad.
El empate municipal fue roto en las siguientes elecciones municipales de 1994, cuando el PRI experimentó una recuperación considerable. El PAN perdió diez de los doce municipios en que gobernaba y sólo sumó otros tres que antes regenteaba el PRI. Este partido pudo pasar a gobernar al 69% de los guanajuatenses y el PAN al 25.1%.
6. Evolución de la votación de Diputados Federales en Guanajuato, 1973-1994.
En Guanajuato se registró la mayor participación electoral de su historia electoral registrada y la mayor del país, con un 84.3% de electores de la lista nominal que acudieron a votar. la oleada de votos tricolores le llevó a perder en 17 de los 18 distritos locales y en 12 de los 13 federales.
El PRI avanzó en todos los municipios, pero muy en particular los gobernados por el PAN.
El péndulo volvió a cambiar de dirección. La crisis de diciembre de 1994 lastimó fuertemente los bolsillos de los electores guanajuatenses, quienes no perdonaron al partido oficial y se volcaron en apoyo del popular candidato panista Vicente Fox.
El PAN arrasó en los distritos leoneses y un poco menos en los distritos urbanos de Irapuato y Celaya. Sin embargo, ganó en varios distritos predominantemente campesinos como Allende, Valle de Santiago, Salvatierra y Acámbaro. También ganó el distrito de la capital del estado, tradicionalmente priista -excepto su cabecera.
Aunque haber ganado la elección con el 58% de los votos fue todo un logro para el candidato panista, sólo un candidato priista previo había ganado con menos de ese porcentaje: Ramón Aguirre en 1991 con el 53%. Antes, en 1985 Corrales Ayala había ganado con el 63%, y en 1979 Velasco Ibarra se levantó con el triunfo con el 83.2%.
5. Líneas concluyentes
La cultura política guanajuatense ha experimentado una evolución acelerada en los últimos 15 años. La convivencia obligada de los contrarios no ha tenido como resultado la ingobernabilidad panistas o priistas- debieron ser sujetas a una auscultación y negociación previa, que obligó a la construcción de consensos y la búsqueda de puntos de acuerdo.
Es impresionante el contraste entre la situación política que privaba todavía en los últimos años del último gobernador priista -autoritarismo, La competitividad electoral se ha incrementado de forma substancial desde ese año. Pero esa competitividad ha demostrado no jugar siempre en favor de los partidos opositores, sino que al menos en dos ocasiones ha favorecido al PRI.
Las elecciones municipales de diciembre de 1991 fueron un sonado triunfo para el PAN, a pesar del código electoral retardatario. Pero en 1994 sufrió dos descalabros seguidos, en agosto y en diciembre.
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