Ribeiro, Manuel. “Cambios sociales y transformaciones familiares en Monterrey”. En Cuando México enfrenta la globalización. Permanencias y cambios en el Área Metropolitana de Monterrey, coordinado por Palacios Hernández, Lylia y Contreras Delgado, Camilo, 189-213. Monterrey: Universidad Autónoma de Nuevo León, 2010.
Cambios sociales y transformaciones familiares en Monterrey
Manuel Ribeiro
Considerando que los países desarrollados y emergentes (México) han presentado mismos síntomas de cambios familiares, independiente de situación económica, política o estructura familiar, este capítulo analiza algunos impactos de la modernización en México derivados de la urbanización acelerada, terciarización de la economía, impacto de la tecnología en la vida cotidiana
Considerando que los países desarrollados y emergentes (México) han presentado mismos síntomas de cambios familiares, independiente de situación económica, política o estructura familiar, este capítulo analiza algunos impactos de la modernización en México derivados de la urbanización acelerada, terciarización de la economía, impacto de la tecnología en la vida cotidiana, incremento del consumismo, tendencia a la individualización, acceso a la democracia política y democratización de lo social. En concreto sobre los cambios y permanencias en el ámbito de la familia, pues la preponderancia de la industrialización y el comercio motivó la movilización de personas causando alejamiento de padres, hermanos, tíos, primos y abuelos, lo que implicó ruptura con costumbres, valores y normas que regían la institución familiar, e impactó en variables demográficas.
Como factores contextuales de los cambios en las familias de Monterrey se identifican los siguientes: Altas tasas de inmigración y acelerado ritmo de urbanización por ser un importante polo de atracción de población; proceso de industrialización constante y terciarización de la economía: Incremento y mayoría de participación laboral en el sector terciario (servicios), seguido del secundario (industrial); globalización cultural y penetración de valores y modelos alternativos de vida: Ruptura con modelos estáticos propios de la tradición, transición cultural a la pluralidad; mayor acceso al consumo: Oferta de más bienes y servicios. Favorecimiento de las mujeres al empleo; democratización que abarca diversas esferas de la vida social: Miembros de la familia participan en movimientos de democratización. Se destaca la participación de las mujeres en el feminismo que abarca el ámbito familiar (cambios en las relaciones de autoridad).
Entre estos cambios familiares destaca la flexibilización de las conductas que se observa en una mayor autonomía en los noviazgos, además que los métodos anticonceptivos permiten separar la sexualidad de la reproducción, derivando en conductas sexuales más liberales y precoces. Este cambio social plantea cuestiones importantes para analizar la ideología de derecha y su actuar político en el ámbito de los derechos reproductivos y la educación sexual. Entre otros cambios se ubica un incremento en el acceso a la escuela: Mayor acceso e incremento de la matrícula en todos los niveles, aunque persiste el abandono prematuro.
Sociodemográfica se señalan los siguientes cambios: Reducción y retardo de la nupcialidad; reducción de las tasas de fecundidad y natalidad: Uso más generalizado de los anticonceptivos que ha servido de freno al crecimiento demográfico; separación entre la reproducción y la sexualidad; reducción de la tasa de mortalidad; incremento en la esperanza de vida; envejecimiento de la población; incremento laboral femenino (mujeres casadas frente a solteras); reducción en la talla media de los hogares: derivado de la drástica disminución de la fecundidad; mayor movilidad familiar y un relajamiento de la solidaridad familiar intergeneracional; diversificación de las estructuras familiares: la pluralidad de los modos de organización familiar es cada vez más reconocida y aceptada.
Durante este proceso de cambios se destaca como crucial la disminución de la influencia de la Iglesia católica en las conductas cotidianas, además que la globalización de los valores ha permitido una mayor tolerancia a la diversidad. Se señala que los controles sociales basados en la tradición van cediendo espacios más tolerantes a la diversidad. Por ejemplo, en el incremento de las tasas de divorcio, además que las mujeres cuentan con mayores recursos para alejarse de una vida matrimonial que no satisface sus expectativas. Se reconoce la secularización ha producido la desacralización del vínculo matrimonial y familiar y ha favorecido la idea de que responsabilidad de la unión conyugal es obra de la voluntad personal y no de la de Dios.
Otros cambios vinculados a la disminución relativa de la influencia religiosa, son el incremento en el número de hogares monoparentales encabezados por una mujer (por divorcio o hijos sin matrimonio); el incremento en el número de hogares reconstituidos, por segundas nupcias; una mayor secularización de la familia, regida vez menos por normas religiosas que van perdiendo su carácter sacro; sustitución de la normatividad institucional sacralizada por una normatividad legal y laica; pérdida progresiva del monopolio de la autoridad moral eclesiástica, mientras la sociedad política asume el control de autoridad moral; relativización de los valores tradicionales de la familia; Sacralización de la infancia, incremento del tiempo que los hijos pasan en la escuela y prolongación de la dependencia de los hijos: la idea de tener muchos hijos no es compatible con las expectativas de la vida moderna ni con las perspectivas de trabajo extra doméstico de las mujeres.
Como conclusión el autor identifica algunas ambivalencias y ambigüedades de estos cambios Considerando que en la sociedad regiomontana prevalecen inmensas distancias en la distribución de la riqueza y en el acceso a los recursos se destaca:
La persistencia de una estructura de roles sexuales y familiares, diferenciados y jerárquicos; La subsistencia de valores machistas, aunque relativamente atemperados que no modifica en lo sustancial la relación hombre-mujer; La permanencia de una estructura patriarcal de la familia, aunque minada y atravesada por valores que tienden hacia una mayor democratización; sigue habiendo una fuerte presencia de la figura materna como centro afectivo de la familia; la participación de las mujeres en el mercado de trabajo –aunque cada vez más importante– sólo abarca a un tercio de las mujeres casadas: doble jornada de trabajo (laboral y doméstico), precarización del empleo femenino (sueldos bajos), oposición masculina al trabajo de la mujer; persistencia de valores tradicionales en relación con la familia y la sexualidad. Además de ambivalencias en la racionalidad social, pues la desacralización familiar no es absoluta, ya que la religión no se ha dejado de lado por completo.
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