ISSN : 2992-7099

LABORATORIOS CIUDADANOS: TEJIENDO MUNDOS COMUNES

Mariel Zasso

Mariel Zasso

Licenciada y maestra en Psicología, periodista práctica registrada junto al Ministerio del Trabajo de Brasil. Actualmente soy colaboradora del Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad (PUEDJS), en la UNAM, donde hacemos muchas cosas, pero soy responsable por el análisis de los medios de comunicación de masas para los estudios de caso y coyunturas y por el diseño de talleres para la ciudadanía en el Tlatelolco Lab, laboratorio de datos digital ciudadano. Paralelamente, estoy en proceso de redacción final de una tesis doctoral sobre laboratorios ciudadanos, en el Tecnológico de Monterrey en México, y espero tener el título de Doctora en Humanidades, especializada en Estudios culturales de la ciencia y la tecnología, antes del final de 2021.

13 mayo, 2021

Abrir procesos y espacios donde plantear juntos nuestros propios problemas, tejer alianzas inesperadas, crear nuevos saberes. Aprender a ver el mundo por nosotros mismos, ser los protagonistas de nuestro propio proceso de aprendizaje.
Amador Fernández-Savater

 

Los laboratorios ciudadanos son ensamblajes de distintas herramientas, protocolos, metodologías, valores y prácticas que propician encuentros de ciudadanos para colaborar alrededor de una problemática de interés común. No es una definición unívoca, dado que es tanto un campo cuanto una práctica todavía en construcción. Para la Secretaría General Iberoamericana, que ya realizó seis laboratorios ciudadanos en América Latina en los últimos siete años (y tiene uno pendiente en México, pospuesto por la pandemia) son eventos inmersivos de 10 a 15 días de duración cuyo objetivo es “promover la innovación ciudadana en los 22 países de Iberoamérica”, lo que “supone que los ciudadanos dejan de ser receptores pasivos de acciones institucionales, para pasar a convertirse en protagonistas y productores de sus propias soluciones”.

Otra definición emerge de un taller en el MediaLab México, donde la tarea colectiva era construir, en reuniones diarias durante dos semanas, un vocabulario alternativo para “términos del imaginario maker”, deconstruyendo palabras “de la moda”, evidenciando prejuicios e ideologías embarcadas en sus significados, a partir de lo que los participantes conocieran o encontrasen sobre el tema. Un de los grupos trabajó el concepto de laboratorio ciudadano, y concluyó que su definición “es algo ambiguo”, pero que en relación a lo que entienden por un makerspace — que son lugares donde la comunidad puede crear objetos o artefactos haciendo uso de las herramientas que se encuentran disponibles, como por ejemplo impresoras 3D — tienen como diferencia que presentan “una ideología de inclusión, innovación y experimentación para el bien común”. (Notas de campo)

Más que definir o elegir cuál sería la definición más acertada, lo que se subraya es que ya es posible tener o montar rápidamente una noción de lo que sea un laboratorio ciudadano a través del acúmulo de información disponible en línea, y que las definiciones y planteamientos difundidos a su respecto tratan de construir la idea de iniciativas “con propósito”. Es posible también inferir que los laboratorios ciudadanos tienen como diferencial una preocupación con el bien común y con generar conocimiento, también común, además de trabajar a partir de la identificación de las necesidades de las mismas comunidades en donde se insertan. En las palabras de los participantes del taller ya citado, son iniciativas en donde “no está tan latente necesariamente la parte tecnológica, y por otro lado el laboratorio ciudadano tiene más propósito.” (idem.)

LABORATORIOS CIUDADANOS, EL PROCOMÚN Y “APRENDER A DECIR NOSOTROS”

Paralelamente, si por un lado no son nuevas en la historia de la humanidad la “preocupación con el bien común”, apuntada como diferencial de los laboratorios que se dicen ciudadanos – en relación a otros espacios de experimentación que también exploran nuevas formas de trabajo colaborativo – bien como la política entendida como la habilidad de convivir y construir en comunidad, por el otro esas ideas aparecen con fuerza como tema actual y recurrente del pensamiento filosófico occidental. (Laval y Dardot, 2015, Garcés, 2013)

El término common o procomún, también planteado en español como bien común, es problematizado en cuanto a su captura por los comunismos de Estado y rescatado en cuanto a su importancia para pensar en la posibilidad de otro modelo económico y social en Común (Laval y Dardot, 2015). Los autores proponen que “lo común debe ser pensado como una co-actividad, no como una co-pertenencia, co-propiedad o co-posesión.” (Idem, p. 57)

En un Mundo Común, la pensadora catalana Marina Garcés plantea el problema del nosotros, que remite a la antigua cuestión de cómo vivir juntos en términos de una interdependencia global. Para ella, no podemos pensar más en términos de individuo porque nadie está, y ni jamás podría estar, aislado de todos los demás — y acá incluído todo lo que entendemos por naturaleza. Así, propone que hay que pensar el “nosotros” como algo que va más allá de una suma de “yos”. (Garcés, 2013) Hannah Arendt, en La Promesa de la política, nos alerta para el hecho de que “la respuesta que sitúa el hombre en el punto central de la preocupación presente y cree deber cambiarlo para poner remedio es profundamente apolítica”. Arendt plantea que entendemos el mundo en relación con los otros, y no de manera individualizada, de lo que encontramos ecos en Marina Garcés. (Arendt, 2008)

Así como el principio político del común está en el discurso que permea los enunciados sobre laboratorios ciudadanos, la descripción de los laboratorios ciudadanos también encuentra ecos en las definiciones del procomún. Las nociones de procesos extramuros, conductas horizontales, organizaciones abiertas, estructuras recursivas, conocimientos inalienables, bien como todo el rol de estructuras informales usadas para describir la relación entre el procomún y procesos de aprendizajes (Lafuente, 2013) se confunden con lo que plantean los laboratorios ciudadanos como sus valores y cultura.

Sumemos a eso la emergencia de una comprensión del mismo conocimiento como un bien compartido o procomún, que debe ser concebido, defendido y construido colectivamente (Ostrom & Hess, 2007), que es la base de la propuesta de la producción epistémica que plantean esas iniciativas, asimismo la base de otro de sus valores fundamentales que es la apertura (conocimiento abierto, es decir, de libre acceso a cualquier persona). El conocimiento en los laboratorios ciudadanos es planteado como un bien común que debe ser compartido.

Por otro lado, después de la reciente difusión, en los más distintos contextos, de la filosofía Do It Yourself (DIY), o “hazlo tu mismo”, emprestada de la cultura hacker, se empieza a hablar cada vez más del Do It With Others (DIWO), “hazlo con los otros”. La filosofía de los laboratorios ciudadanos está permeada de esa idea. Paul Preciado afirma (2016) que estamos enfrentando actualmente un momento de precariedad absoluta de lo social, en el mero derrumbe de lo social, reflejo de “la propia lógica absolutamente devoradora del proyecto neoliberal”. De ahí plantea la necesidad de una nueva tarea de la filosofía, que podemos pensar como extensiva a la sociedad, que es la de reinventar el aparato social, reconstruir es un aparato social posible. Ya Marina Garcés, en su ensayo Nueva Ilustración Radical, materializa en palabras el incómodo encarnado por muchos de nosotros en la actualidad, “la conciencia, cada vez más generalizada, de que “esto” (el capitalismo, el crecimiento económico, la sociedad de consumo, el productivismo, como se le quiera llamar) es insostenible”, pero agrega también que esa conciencia impugna radicalmente el actual estado de cosas. (Garcés, 2017)

“ El conocimiento en los laboratorios ciudadanos es planteado como un bien común que debe ser compartido. ”

En este contexto, el laboratorio ciudadano nos es presentado como una herramienta que puede servir al movimiento ciudadano, como un dispositivo que favorezca el contraste de experiencias y la voluntad de construir un mundo más justo. (Lafuente, 2008) ¿Serían los laboratorios ciudadanos un dispositivo para la reinvención del aparato social? ¿Será esa la esperanza tácita de sus entusiastas? ¿A qué ideales corresponden en la ansia de cambiar el actual estado de cosas? Si para Garcés, “aprender a decir nosotros” exige reaprender a visualizar la realidad desde la implicación en un mundo común, los laboratorios ciudadanos aparecen como herramienta donde ejercitamos intensivamente nuestra co-implicación. Además de ser espacios por excelencia para la co-actividad, planteada por Laval y Dardot como estrategia de pensarse un otro modelo económico y social, ensayando otros “nosotros”.

Al final, lo que parecen compartir todas las tentativas de definición de un laboratorio ciudadano es justamente la idea de hacerlo con otros, el aprender a decir muchas veces y de distintas formas, “nosotros”. Sembrando nuevas comunidades, nuevos mundos que surgen de nuevas formas de colaboración, de nuevos modos de aprender, que valoren el recorrido y la experimentación más que los productos.

Si cada uno de nosotros está dotado para hacer milagros — tenemos el don de la acción, das Handeln, plantea Arendt — y si el cambio decisivo para nuestra salvación sólo sucederá por una especie de prodigio, armar comunidades transitorias, co-implicadas en un mismo afán de construir mundos más justos — y aprender a decir nosotros a cada vez que se monta un nuevo grupo para colaborar en un laboratorio — parece ser un valioso ejercicio para poner nuestro poder de creación como colectividad en favor del nuevo imaginario social que necesitamos construir. En este contexto de urgencia para cambiar el actual estado de cosas, los laboratorios ciudadanos pueden servir de plataformas en donde tejer las alianzas inesperadas para crear nuevos saberes, y desde nuestros propios saberes, tejer nuevos mundos.

Referencias

Arendt, H. (2008). La promesa de la política. Ediciones Paidós, 241 pp.

Castoriadis, C. (2008). “Poder, política, autonomia”. In Un mundo fragmentado, Ed. Altamira, 203 pp.

Garcés, M. (2012). Un mundo común. Ed. Bellaterra, 155 pp.

Garcés, M. (2017). Nueva ilustración radical. Barcelona, Anagrama, 80pp.

Innovación Ciudadana 2014. Innovación Ciudadana “Laboratorios ciudadanos”. Documento de Trabajo (2014). Recuperado el 22 de marzo de 2021 de https://www.ciudadania20.org/wp-content/uploads/2014/12/Documento-Colaborativo_LabsCiudadanos.pdf

Lafuente, A. (2008). Laboratorio sin muros. Inteligencia colectiva y comunidades de afectados. Recuperado de https://digital.csic.es/handle/10261/2899

Lafuente, A. (1997). Los cuatro entornos del procomún. CSIC Digital. [Artículo] Recuperado en 20 de marzo de 2021 de https://digital.csic.es/bitstream/10261/2746/1/cuatro_entornos_procomun.pdf

Laval, C. y Dardot, P. (2015). Común. Ensayo sobre la revolución en el siglo XXI. Barcelona, Gedisa, 672 pp.

Medialab Prado. Página web. (2016) Recuperado el 22 de marzo de 2021 de https://medialab-prado.es/

Openlabs. Página web. (2017). Recuperado el 22 de enero de 2017 de https://www.openlabs.mx/

Openlabs. Página web. (2017). Recuperado el 22 de enero de 2017 de https://www.openlabs.mx/

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

sixteen − 6 =