ISSN : 2992-7099

Introducción

Aunque las frases Global Green New Deal (GGND) y Green New Deal (GND) han sido adoptadas con bastante rapidez por los activistas ambientales, como “un estándar de oro” de lo que debemos hacer para ecologizar nuestra infraestructura; por así decirlo, el entusiasmo por este concepto debería venir con un advertencia, al menos desde la perspectiva del Sur global. Si bien es necesario aceptar cualquier propuesta que ayude en la reducción de lo resultante de nuestras formas increíblemente destructivas en el planeta, también es importante evaluar los costos y la relevancia de un nuevo acuerdo ecológico para diferentes países del Sur (global) en general y de África en particular. Este artículo analiza el GND desde una perspectiva africana.

Breve perspectiva histórica sobre los orígenes del Global Green New Deal

El concepto de Green New Deal (GND) está inspirado en el New Deal original, que es el programa de recuperación keynesiano posterior a la Gran Depresión lanzado por Franklin Delano Roosevelt, 32 ° Presidente de los Estados Unidos; el cual buscó realizar lo siguiente para ese país: 1) Grandes proyectos de obras públicas y programas federales; 2) Reformas del sector financiero; y 3) Programas para subsanar la pobreza.

Respecto a la idea de un nuevo acuerdo orientado específicamente a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, el columnista del New York Times Thomas Friedman utilizó por primera vez el término ”Green New Deal” en distintas columnas publicadas en 2007 (enero, abril), las cuales postuló que la forma más clara de retroceder los gases de efecto invernadero antropogénicos, era la coordinación de grandes inversiones en obras públicas, tecnologías e industrias reducidas en carbono, en lugar de esfuerzos mínimos en espacios aislados.

Dos años después, en medio de la Gran Recesión de 2008, la rama de Comercio y Economía del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP, en inglés) publicó el documento histórico titulado Rethinking the Economic Recovery: A Global Green New Deal  (Repensar la recuperación económica: A Global Green New Deal), el cual llamaba a los gobiernos de todo el mundo a invertir al menos el uno por ciento de su PIB en reactivar la economía mundial, reducir la dependencia del carbono (degradación de ecosistemas y escasez de agua) y promover los Objetivos de Desarrollo del Milenio, con miras a finalizar la pobreza extrema en el mundo para 2015 (con mejoras en el suministro de agua, sanidad, salud, servicios de ayuda a los pobres y eliminación de distorsiones del mercado).

Desde entonces, políticos y organizaciones políticas mundiales se han apropiado de aquel llamado de Friedman y del UNEP, ya sea por voluntad propia o debido al apoyo público masivo a las campañas. Además, el UNEP ha sido adoptado como la prioridad más urgente de nuestro tiempo por funcionarios reconocidos desde diversas latitudes, incluidos los senadores Ed Markey y Bernie Sanders y la representante Alexandria Ocasio-Cortez en EE. UU.; así como Clive Lewis, miembro del Parlamento del Reino Unido.

El Global Green New Deal en África

En África, el GGND se ha discutido al menos desde 2009 cuando apareció en los documentos de la ONU. Los mayores propugnadores del debate han sido académicos que buscaron reformular los modelos económicos actuales para identificar nuevas vías de crecimiento más justas; organizaciones de la sociedad civil (OSC) y organizaciones no gubernamentales (ONG) con estrechos vínculos con procesos como la Conferencia de las Partes (COP); así como por líderes políticos que creen genuinamente que deberíamos centrar nuestros esfuerzos antes en la felicidad que en el crecimiento del PIB.

Se debe señalar que el espíritu de la GND en sí no es nuevo en África. Líderes políticos africanos han solicitado desde hace mucho tiempo una mejor infraestructura para una mayor integración regional y una vida sostenible, sobre todo en el Plan de Acción de Lagos, firmado en 1980. La Nueva Asociación Económica para el Desarrollo de África (NEPAD, por su siglas en inglés), cofundada por el ex-presidente sudafricano Thabo Mbeki, fue la primera propuesta política integral sobre cambio climático hace ya más de dos décadas. El documento reconoció la necesidad de que África iniciara la transición de combustibles fósiles hacia vías bajas en carbono, instalando infraestructura de energía verde, adoptando prácticas más sostenibles en términos de gestión del agua y acelerando el trabajo de plantación de árboles en la región del Sahel para conseguir comunidades menos calurosas y más verdes.

Si bien el GND es un tema importante en África, esta región no produce tanto CO2, aunque es el continente que se ve más afectado por el cambio climático. De hecho, los 54 países de África producen menos del 5% de las emisiones totales de CO2 del mundo cada año; muchos de los problemas del continente se importan de otros lugares. Por su parte, las naciones ricas hablan sobre el GND desde casa y a menudo son responsables de patrocinar muerte y destrucción en el extranjero: en África, América Latina y Asia, sólo para lograr sus objetivos de supuesta “transición”.

Tenemos que reconocer que el saqueo ambiental que observamos en sitios como la República Democrática del Congo, Namibia, Sierra Leona, Sudáfrica, Camerún, etc., se realiza para alimentar la adicción del mundo desarrollado a la tecnología obsolescente (teléfonos inteligentes, computadoras portátiles y demás), joyas, biocombustibles y ropa barata. Pensemos que las enormes pilas de desechos electrónicos en Ghana y Benin se produjeron en otros lugares. Cuando Elon Musk firmó este año un acuerdo para obtener 6000 toneladas de cobalto extraídas del este de la República Democrática del Congo, patrocinó la aniquilación del medio ambiente a gran escala, el trabajo infantil, la esclavitud, los conflictos armados, la contaminación del agua y muchos más problemas en ese país.

¿Se trata en realidad de un nuevo acuerdo ecológico cuando las selvas tropicales vírgenes de la cuenca del Congo en África se talan para producir etanol barato y minerales de tierras raras para la “transición justa” del Norte global? La mayor demanda de combustible barato en Europa, a finales de 2021 coincide con la recuperación posterior a la Covid, está directamente relacionada con el ecocidio en el Sur global: se talará más superficie de bosque virgen para alimentar esa adicción.

¿Deberíamos los africanos seguir hablando del Green New Deal?

Pese a que las discusiones sobre el GND son recurrentes en África, hay muy pocos ejemplos de países que tengan un enfoque deliberado para incorporar en sus prioridades planes de desarrollo integral.

El presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, anunció que comenzará a trabajar en una ciudad verde e inteligente en Ekhuruleni, provincia de Gauteng. La empresa de energía eléctrica del país, ESKOM, también se ha propuesto reemplazar hasta 22 GW de electricidad con alternativas ecológicas durante los próximos diez años y crear 30.000 puestos de trabajo, esto con un costo de 11.000 millones de dólares. Sin embargo, el país también ha invertido más de treinta mil millones de dólares en una flota de generación de energía con combustibles fósiles de 14.100 MW (las centrales eléctricas de carbón en Medupi y Kusile; así como tres acuerdos de Productores Independientes de Energía (IPP) con Karpowership S.A.). Y habría que agregar aquí que Sudáfrica es el duodécimo mayor emisor de gases de efecto invernadero del mundo.

Otros países que actualmente están involucrados en importantes proyectos de infraestructura exponen una atención superficial respecto a la agenda del Green New Deal. El proyecto de una nueva ciudad de El Cairo (de 30 mil millones de dólares) en Egipto, simplemente repite viejos modelos de pavimentación en grandes extensiones de campo, con bloques de apartamentos que no están precisamente bien integrados; todo este proyecto será impulsado por programas de nueva construcción nuclear desarrollados en asociación con ROSATOM. La idea de Egipto es simple: contaminar ahora y pagar después.

Por su parte, para las grandes economías africanas se torna necesario promover acciones claves respecto al Green New Deal, no sólo porque pueden permitírselo, sino porque les resulta necesario. En contraparte, la mayoría de los países africanos tienen economías bastante pequeñas por lo que son prácticamente neutrales respecto a las emisiones de carbono; estamos hablando de países que carecen casi de todo: escuelas, hospitales, carreteras, vivienda digna, comida, luz, agua, etc. Estos países precarizados han sido incluidos en programas de ajuste estructural desde la década de 1990 y están demasiado limitados para implementar proyectos ambiciosos en este momento. La pandemia de Covid-19 ha paralizado aún más su capacidad para realizar inversiones significativas en sus economías, y esto les conducirá hacia el uso de recursos minerales y productos agrícolas para buscar finalizar la pobreza energética que enfrentan.

¿Qué Green New Deal requiere África?

Un GND apropiado para beneficio de la mayor parte del continente africano, que no tenga trasfondos neocoloniales-imperiales y que no sea simplemente copy/paste del discurso occidental, debe comenzar reemplazando el neoliberalismo existente en el Consenso de Washington. Un GND con programas que promuevan mayores enfoques en el bienestar, igualdad de género, democracia profunda, cadenas de valor cortas y mejor prestación de servicios para las áreas de educación, salud, saneamiento, infraestructura de transporte y agua.

Como parte del GND, los mayores contaminadores del mundo deben pagar su deuda de carbono respecto a las naciones pobres porque es lo moralmente correcto pero también, y lo que es más importante, porque es una forma segura de evitar la contaminación que ahora prevalece en muchos países. No sobra decir que en el futuro las mayores inversiones en infraestructura se realizarán en África. Mientras en este continente se persigue el crecimiento (o mejoras), el “ambientalismo/ecologismo de los pobres” es una realidad que debemos reconocer; y no obstante, estas zonas pauperizadas buscan mejorar su infraestructura, por lo que deben ser apoyadas para desarrollar modelos que no sean perjudiciales en sus comunidades o el resto del mundo.

De forma paralela, los países africanos más grandes deben hacer más para adoptar el GND. Carlos Lopes argumenta que “[…] mientras el Green New Deal de Estados Unidos se enfoca en alejarse de los combustibles fósiles, cuya infraestructura ya está establecida, una estrategia africana sería entregar energía (e infraestructura energética) desde cero”. Imaginemos lo que Sudáfrica podría haber logrado con los 30 mil millones de dólares que acaban de gastar en generación de electricidad con carbón tóxico y gas. Países como Nigeria, Egipto, Marruecos y Sudáfrica requieren hacer más para contaminar menos.

TEXTO ORIGINAL

The Global Green New Deal – Relevance for Southern Africa

Introduction

Although the phrases Global Green New Deal (GGND) and Green New Deal (GND) have been adopted fairly quickly by environmental activists as the gold standard for what we must do to green our infrastructure so to speak, enthusiasm for the concept must come with a caveat – at least from the perspective of the global south. While it is good to embrace anything that plays some part in scaling back the results of our incredibly destructive ways on planet earth, it is also important to assess the green new deal’s costs and relevance to different constituencies in the south in general and in Africa in particular. This piece analyses the GND from an African perspective.  

Brief historical perspective on the origins of the Global Green New Deal

The concept Green New Deal (GND) draws its inspiration from the original New Deal, a post-Great Depression era Keynesian recovery programme launched by the 32nd President of the United States, Franklin Delano Roosevelt, to perform the following in America 1) major public works projects and federal programmes; 2) financial sector reforms; and 3) poverty alleviation programmes. 

Regarding the concept of a new deal specifically geared towards scaling back greenhouse gas emissions, the term ‘green new deal’ was first used by the New York Times columnist Thomas Friedman in several opinions published in 2007 (January, April) in which he posited that the clearest way to roll back anthropogenic greenhouse gases was through coordinated, ambitious investments in public works, low carbon technologies and industries rather than small efforts done in silo.

Two years later, in the midst of the great 2008 global recession, the Economics and Trade branch of the United Nations Environment Programme (UNEP) published the landmark policy document entitled Rethinking the Economic Recovery: A Global Green New Deal which called on governments around the world to invest at least one percent of their GDP on reviving the world economy, reducing carbon dependency (ecosystem degradation and water scarcity) and advancing the Millennium Development Goals of ending extreme world poverty by 2015 (improvements in water supply, sanitation, health, service delivery to the poor and removal of market distortions). 

Friedman’s call, and the UNEP policy has since been appropriated by politicians and political platforms all over the world, either willingly or due to massive public support for just transition campaigns. Furthermore, it has been adopted as the most urgent priority of our time by a number of prominent elected officials, including Senators Ed Markey and Bernie Sanders and Representative Alexandria Ocasio-Cortez (USA) and Clive Lewis, member of the UK Parliament. 

The GGND in Africa

In Africa, the GGND has been discussed since at least 2009 when it started appearing in UN documents. The biggest proponents of the concept include academics who seek to relitigate current economic models in order to identify new fairer growth pathways; civil society organisations (CSOs) and nongovernmental organisations (NGOs) with close ties to processes like the Conference of Parties (COP); and politicians who genuinely believe that we should be focusing our efforts more on happiness rather than GDP growth.  

It is important to note that the spirit of the GND itself is not new to Africa. African leaders have long called for better infrastructure for greater regional integration and sustainable living, most notably in the Lagos Plan of Action, signed in 1980. The New Economic Partnership for Africa’s Development (NEPAD) co-founded by former South African President Thabo Mbeki produced the first comprehensive policy on climate change over two decades ago. The document recognised the need for Africa to start transitioning from fossil fuels to low-carbon pathways, installing green energy infrastructure, adopting more sustainable practices in terms of water management and accelerating work on planting trees in the Sahel region for cooler, greener communities. 

Although the GND is an important topic on the continent, Africa really does not produce that much CO2 although it is the continent that is impacted the most by climate change. In fact, Africa’s 54 countries produce less than 5% of the world’s total CO2 emissions each year. many of the continent’s problems are imported from elsewhere.

While the rich nations talk about the GND at home, they are often responsible for sponsoring death and destruction abroad, in Africa, Latin America and Asia to achieve their just transition objectives. 

We have to recognise that the environmental plunder that we see in places like the Democratic Republic of Congo, Namibia, Sierra Leone, South Africa, Cameroon and so on, is done to feed the developed world’s addiction for cheap technology (smartphones, laptops), jewellery, biofuels and cheap clothes. The piles of e-waste in Ghana and Benin were produced elsewhere. When Elon Musk signs a deal to get 6000 tonnes of cobalt a year from eastern DRC, he is sponsoring environmental destruction on a massive scale, child labour, slavery, armed conflict, water pollution, etc. in that country. 

Is it really a green new deal when Africa’s virgin Congo basin rainforests are cleared to produced cheap ethanol and rare earth minerals for the global north’s “just transition”? The increased demand for cheap fuel in Europe in late 2021, which coincides with the post-Covid recovery, is directly linked to ecocide in the global south. More virgin forest acreage will be chopped down to feed that addiction.    

Should Africans even talk about a Green New Deal?

Although discussions about the GND are fairly common in Africa, there are very few examples of countries that have adopted a deliberate approach to build its priorities into their development plans in a comprehensive way. 

South African President Cyril Ramaphosa has announced and started work on a smart, green city in Ekhuruleni, Gauteng province. The country’s power utility ESKOM has also outlined plans to replace up to 22GW of electricity with green alternatives over the next ten years, and create up to 30,000 jobs, at a cost of 11 billion USD. However, the country has also invested over thirty billion USD on a 14,100MW fossil fuel power generation fleet (the coal-fired power plants at Medupi and Kusile and three Independent Power Producer (IPP) deals with Karpowership SA). It is important to add here that South Africa is the 12th largest emitter of greenhouse gases in the world.

Other countries that are currently engaged in major infrastructure projects are paying only cursory lip service to the green new deal agenda. Egypt’s 30 billion USD new Cairo city project just repeats the old models of paving over large swathes of countryside with apartment blocks that are not very integrated and the entire project is going to be powered by nuclear new build programmes developed in partnership with ROSATOM. Egypt’s idea is to pollute now and pay later. 

While the big African economies certainly need to adopt and roll out key GND priorities because they can afford it and because it is necessary for their economies, it is hard to see why most smaller economies should bother with the topic. For starters, most African countries have fairly small economies and are already almost carbon neutral. We are talking here about countries that lack everything: schools, hospitals, roads, decent housing, food, electricity, water, etc. Many of them were placed in structural adjustment programmes in the 1990s and are too constrained to roll out any ambitious projects right now. The Covid-19 pandemic has further crippled their ability to make significant investments in their economies and this will further drive them towards mineral resources and agricultural commodities – to end the energy poverty that exists in their countries for example. 

Which Green New Deal for Africa?

A more appropriate GND for the majority of the African continent, one that does not carry neo-colonial/empire undertones and is not merely copy-and-paste of Western discourse should start by replacing Washington Consensus neoliberalism with programmes that promote greater focus on wellbeing, gender equality, deep democracy, short value chains and better service delivery in the areas of education, health, sanitation, transport infrastructure and water. 

As part of the GND, the world’s biggest polluters must pay their carbon debt to poor nations because it is the morally right thing to do but also, and more importantly, because it is a sure way to avoid the pollute now, decarbonise later mentality that is so prevalent in many countries. It goes without saying that going forward, the biggest investments in infrastructure shall be in Africa. While the continent pursues growth (or improvement), the environmentalism of the poor is a reality that we must acknowledge, but as poor communities seek to improve their infrastructure, they must be supported to develop models that are not harmful to their communities or the rest of the world.  

At the same time, the biggest African countries must do more to adopt the GND. Carlos Lopes argues for example that “whereas a US green deal would focus on shifting away from fossil fuels, the infrastructure for which is already in place, an African strategy would be delivering energy (and energy infrastructure) from scratch”. Imagine what South Africa alone could have achieved with the 30 billion USD it has just spent on toxic coal and gas electricity generation capacity. Countries like Nigeria, Egypt, Morocco and South Africa must do more to pollute less.     

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