Convocatoria vol 1 num 2 enero-junio 2023

Desde hace más de dos décadas América Latina se encuentra inmersa en un intenso proceso de movilización social y transformaciones políticas, que se han intensificado aún más ante los efectos de la pandemia de COVID-19 y el aumento de la desigualdad y la crisis económica. Tras más de 30 años de implementación de políticas económicas y sociales de corte neoliberal amparadas en modelos de democracia representativa, el aumento de las luchas populares y el arribo de gobiernos progresistas a diferentes países de la región, son síntomas de un sistema en crisis y en reconfiguración. 

El triunfo electoral hacia la izquierda en México, Argentina y Bolivia entre 2018 y 2020; en Perú, Chile y Honduras en el 2021; en Colombia en el 2022; y una similar orientación en las próximas elecciones este año en Brasil, son acontecimientos que apuntarían hacia una “segunda ola” progresista en América Latina, que podría inclinar decisivamente la balanza hacia una era posneoliberal. Pero este contexto de crisis y reconfiguración también ha estimulado el ascenso de expresiones conservadoras y movimientos de ultraderecha, que se han convertido en actores políticos con visibilidad e incidencia públicas, que disputan el sentido y orientación de la democracia en toda la región. Este auge de nuevas expresiones democráticas, de participación popular y acción social, así como el fortalecimiento de las derechas, marcan en su conjunto los nuevos tiempos de transformación política en América Latina.

Desde ciertos enfoques, esta situación responde a una suerte de fracaso de la “primera ola progresista”, que fue incapaz de consolidar procesos democráticos que favorecieran una mayor redistribución del ingreso, la corrección de desequilibrios sociales y regionales, así como una disminución de la dependencia a las rentas provenientes de los recursos naturales. Desde este punto de vista, la primera oleada antineoliberal agotó su bono democrático, distanciándose cada vez más de los movimientos sociales, y siendo incapaz de acabar con la desigualdad, la corrupción, la inseguridad, la concentración de poder y otros lastres acumulados, diluyéndose en esfuerzos fútiles para contrarrestar los pilares y elementos centrales del modelo neoliberal. En consecuencia, tanto la movilización popular que ha desarrollado nuevas formas de acción política, como el desencanto de algunos sectores han conducido a derivas autoritarias y antidemocráticas que frenan el pulso del cambio democrático.

Desde otros enfoques, el nuevo progresismo y el auge de las derechas es más bien respuesta al éxito de los procesos transformadores. Se trata del fortalecimiento de nuevas visiones democráticas de raíz popular, inspiradas en las luchas históricas por la igualdad y la justicia, que marcan la ruta de salida al neoliberalismo. Estas se reflejan en nuevas políticas económicas y sociales que han permitido redistribuir la riqueza, abriendo nuevos espacios de poder político a las clases populares para construir modos de vida más justos y dignos. En ese sentido, las derechas se radicalizan y organizan para frenar estos procesos haciendo a un lado, incluso a las formas de la democracia representativa e invocando medidas autoritarias.   

El escenario latinoamericano se presenta, así, como un laboratorio de experimentación para las vanguardias políticas, en el marco de una transición hegemónica de grandes dimensiones. En efecto, la implantación de la agenda neoliberal inicia en la región a la par que un movimiento histórico dual y en apariencia, paradójico: la afirmación de la primacía de la democracia liberal, con la debacle del socialismo real, se traslapa con una fase recesiva de la acumulación en los centros capitalistas, caracterizada por la financiarización del capital. Como se ha mencionado, la impugnación del neoliberalismo también comienza en América Latina, con las históricas luchas de movimientos sociales y partidos progresistas. 

En el presente, estas luchas se convierten en una cabeza de playa para las nuevas izquierdas a nivel global, al asumir formas y manifestaciones innovadoras para enfrentar las actuales condiciones objetivas de erosión progresiva de la hegemonía unipolar, la fragmentación de las soberanías estatales y los dilemas de la acumulación centro-periférica, con la emergencia de nuevas ciudadanías anticoloniales, antipatriarcales, antiextractivistas, etc., que demandan pensar en agendas de transición para profundizar la democracia hacia horizontes más amplios de justicia social. 

En este contexto, la Revista Tlatelolco: Democracia democratizante y cambio social hace una invitación a la comunidad académica regional y mundial para contribuir con artículos originales e inéditos para formar parte de nuestro segundo dossier académico semestral: Vol. 1. Núm. 2, enero-junio 2023, con el fin de dialogar analíticamente estos fenómenos, así como los retos y alternativas que implican para la democracia en el marco de los procesos de politización y radicalización de la vida política.