…Y a las 11 de la noche de un día cualquiera alguien duerme, discute, transita veloz por las venas de la ciudad, muere sobre el asfalto, nace en un hospital de lujo o tiene su primer orgasmo mientras escucha campanadas septembrinas. Bebe, reza, lucha por alcanzar el último metro y desde este suelo sueña con una realidad cotidiana que cambie la mística del universo.
En el antro una pareja redescubre bailando lo que esconden las notas de una canción, mientras entre acordes incordiales de alcohol, la embriaguez nos hace dueños del mundo, pide cambiar de ritmo, reinventa la teoría de la relatividad, alza el pecho, se interroga una vez más sobre la misma pregunta, metamorfosea el sexo, toca la entrepierna (propia o ajena), llora por lo que creyó era amor mutuo, se envalentona o yace en una mesa con restos de botana, mientras en la mente resuena “amor perdido”.
Garibaldi, Polanco, Coyoacán o Insurgentes son un dossier de ritmos, fragancias, cuerpos vitales o semivivos. El mariachi, el trío, la música norteña, yucateca o la que sale de grandes aparatos de sonido se confunde entre pláticas enlazadas, frases creativas hechas como las creaciones del Cabaret Voltaire: breves y solo para la ocasión, pero también con los típicos monosílabos y temas acotados que tejen el algoritmo de nuestra cotidianidad.
Una persona cae en prisión y el asunto no es cuestionarse si es o no culpable, porque puede responden a un perfilamiento social (detención por su apariencia física), por antonomasia se presume culpable y debe pasar por la fase de intimidación como estafeta por diversos retenes, de ahí a un líder de reclusos que cambia tu calzado por unos zapatos rotos con olor a cadáver y unas fundas de motociclista por tus pantalones favoritos que antes fueron rasgados por una charrasca. Posteriormente te asignan una celda para dormir en el mejor de los casos en el suelo, sino es que parado y desayunar con algo que se dice ser café.
Según algunos sondeos la forma de política cambió y ahora más que preocupados por un partido los jóvenes y la población, sobre todo de las grandes urbes, se interrogan sobre la sostenibilidad y preocupan u ocupan más por formas alternativas de energía, vida, economía, la reutilización del agua, el calentamiento global y la basura. No es que sean nuevos problemas, es que cada vez son más urgentes, seguramente más en la ciudad demandante de servicios y por la noche algunos se contentan con estar ebrios de lunas para amarse y beberse la ciudad a sorbos durante toda la noche.
Pero también hay un gran grupo de personas subsumidos en los guijarros de las
grietas sociales, de la oscuridad donde el aburrimiento es la muda protesta: tan atados a la tierra y a la vez fuera del mundo, dispuestos a embriagarse hasta que alguien los olvide, despojar de sus pertenencias a un peatón, abusar de una persona o herirse de muerte, donde el sístole y diástole del corazón irrigan los tatuajes que no aparecen como moda, sino como contrapeso ante una ciudad que destila violencia.
La noche, la oscura noche, irónicamente deja ver otra realidad que parece escondida durante el día.
… A las 6 de la mañana no todo es sereno. Como ya sabemos antes de que las redes sociodigitales nos ubicaran en tiempo y espacio, la ciudad ya cuadriculaba y nos ubicaba en un espacio, de modo que si por ejemplo hubiera una explosión en la estación Rosario del metro a esta hora afectaría sobre todo a trabajadores en edad productiva, principalmente hombres dedicados al trabajo manual. Más tarde serían los oficinistas los más afectados y von mayor cantidad de mujeres.
Vas escapando del mundo, entre el jazz en tus oídos y el reggaetón de un local, en las afueras de la estación Pantitlán alguien interrumpe tu lista de reproducción y, mientras escuchas un blues, de la nada surge una grabación estruendosa “AGUAS, JUGOS Y REFRESCOS” que contrae tu intestino, tu segundo cerebro, el culpable de tu digestión y buena parte de tu salud, y da un vuelco repentino a la realidad, del my sweet home Chicado al back to the land CDMX [De la canción Dulce hogar Chicago al regreso a Ciudad de México].
En el microbús alguien te da una lección de vida: unas chicas suben con chocolate en sus vasos y en un enfrenón derraman bebida sobre la chamarra de un hombre… se hace un silencio sepulcral, las chicas buscan un pañuelo desechable, la pareja del hombre de quien todos esperamos una reacción violenta toma el pañuelo y dice… “Permítame [mientras toma el pañuelo desechable y limpia la chamarra] ¿Después de todo a quien le cae mal un chocolatito por la mañana?”.
La ciudad no duerme, algún vecino puso música hasta altas horas de la noche, el semáforo intermitente vuelve a su estado normal, algunos automovilistas desayunan mentadas, hay barrenderos y estudiantes, oficinistas que cruzan la ciudad a toda prisa y toxicómanos que empezaron anoche a fumar y hoy deambulan entre calles sin nombre, camiones sin ruta, pasos sin rumbo.
El peatón salva el pellejo entre los semáforos, avenidas como Periférico, Tlalpan o Reforma ya marchan despacio, la interfase está presente en casi todos los contextos de las personas, principalmente en el automóvil que nos aísla real, potencial o simbólicamente del resto de los ciudadanos.
La programación en radio y televisión responde a esta prontitud, el reloj aparece de manera permanente o se da a conocer con frecuencia, lex conductorxs en los medios hablan de prisa, se da el estado del tiempo, la vialidad, las marchas, bloqueos y el cierre de la bolsa de valores del día anterior. Todo es estresante.
Somos una ciudad cada vez más vieja, pero con una vida nocturna viva y una importante masa trabajadora en un conglomerado con una densidad de más de 6,000 habitantes/Km2
… Hacia la tarde existe una fuerte carga de automóviles y motocicletas que seguirán hasta avanzada la tarde y un nuevo flujo nocturno. Motos, bicicletas u scooters que transitan por carriles confinados, banquetas, vías de alta velocidad o por calles en sentido contrario y te la van a gritar alguna mala palabra si vas descuidado por un corredor peatonal del que se han apropiado.
Cada barrio cuenta una historia y cada rincón una aventura, pero siempre en un péndulo entre lo banal y lo trascendente, entre la anécdota y la transgresión, entre el rostro más amado y el más eclipsado, entre el ruidoso subdesarrollo y la imposibilidad de que mi ciudad escuche su respiración.
La aspirante a buchona se levanta generalmente tarde, pero puede salir a pasear con la cadencia de su paso, la pintura, los tacones, los tatuajes, todo lo que la haga especialmente llamativa y deseable, no pretende aprender un oficio o habilidad y mucho menos iniciar una profesión, tiene un poco de lo que todos hemos malamente aprendido y deseado: Hacer mucho dinero en poco tiempo, no importa ser mucho, porque eso solo pasa el tamiz de quienes somos románticos incorregibles.
La ciudad de hierro de la que hablara un cantante se alza imponente y a veces irrelevante a pesar de ser llamada la ciudad de los palacios, sin dejar de existir palacios como el Palacio de las Bellas Artes, el Palacio Negro de Lecumberri y el palacio de una tienda departamental. Mi ciudad tiene más habitantes que muchos países, pero es sólo una macrocefalia del país del tequila, mariachi y güey.
Se asienta en una cuenca prácticamente rodeada de zona montañosa desde el 13 de marzo de 1325, donde había una importante zona lacustre y ha vivido varios procesos sociales como la Conquista, la Independencia y la Revolución, pero no se piense que éramos México cuando vinieron los españoles y después conquistamos nuestra independencia. A la llegada de los españoles no nos colonizaron, sólo se colonizan tierras deshabitadas, tampoco éramos México a la llegada de los españoles sino que logramos ser país hasta nuestra independencia.
La ciudadanía es de las más cultas del país, pero no mucho más si comparamos con otras naciones, incluso de Latinoamérica como Argentina. No sólo eso, sino que investigamos poco y eso acorta nuestra visión y el algoritmo que alimentamos en nuestra vida digital. Como se investiga muy poco opinamos sólo lo que vamos aspirando por el hecho de estar vivos. Leemos muy poco y no construimos un estado del arte de los temas de nuestro interés citadinos, discutimos de la misma forma el panorama tras la última elección que la simpatía por un influencer o un partido de fútbol.
La ciudad concentra muchos contaminantes, es complicado expulsar el agua, extraer el líquido de los mantos freáticos y se torna vulnerable ante inundaciones, nació en un lago y en los alrededores existían varios ríos que fueron entubados, pero poco se hace en reciclaje de basura y agua. El transitar la ciudad es cada vez más lento por la densidad demográfica y población flotante que lleva actividades dentro de este conglomerado y que deriva en mayores desechos y nuevas necesidades.
Esta tierra por la que transitan los pasos citadinos lleva mucha energía de nuestros ancestros, condensada con múltiples influencias del país del Norte y otras latitudes, que nos hace poco identitarios y hay quien dice que por eso gritamos un 15 de septiembre “viva México hijos de la chingada”, pero ese sentimiento subvaluado es refrendado constantemente, en la economía, las justas deportivas y avances tecnológicos y utilizamos un mismo término para cualquier ocasión, no es exclusivo de una sola época y el término es el comodín de todo lo positivo o negativo que experimenta el mexicano.
Alguien oprime el obturador de su cámara a 3,000 pies de altura con una focal de 20 milímetros y apertura de diafragma de f15, pero sólo observa un asentamiento humano, sin nada de especial y sin ruidos, todo parece contemplarse en paz, los
latidos de la ciudad no se detectan. No obstante vivimos entre Utopías y distopías que forman parte de la dieta del mexicano y las comemos como el frijol y la tortilla: son nuestro alimento y nuestra indigestión.
No tenemos otro plan como estimular el desarrollo regional planteado desde el siglo pasado en nuestro país, no somos La Habana con su Eusebio Leal Spengler (historiador y proyector para rescate de la capital cubana), solo buscamos mantenernos como ciudad del capital y ciudad capital, dentro de un receso de centralismo, con nuestra poca poesía, el exceso de expectativas y la falta de realizaciones. Una ciudad que vive, que siente, que llora y grita y a veces queremos consolar diciendo: no llores, porque si lloras te haré el amor hasta que mi humedad seque tus lágrimas.
…Da de nuevo el final de un día cualquiera y alguien duerme, discute, transita veloz por las venas de la ciudad, muere sobre el asfalto, nace en un hospital de lujo o tiene un orgasmo. Bebe, reza, lucha por alcanzar el último metro y sueña pensando que la realidad es la más grande de todas las Utopías.
____________________________
*Utopía. La Utopía es irreal, pero siempre es un deseo, un horizonte que cambia mientras avanzas, un ideal muy grande al que se aspira y por tanto siempre debe escribirse con mayúscula
Estudié sociología en la FES-Acatlán con preespecialización en sociología urbana y Dirección en Comunicación (DirCom internacional) por UVM-CREAD-OLC-UnADM-CALED-UTPL.
Tengo un pie en la academia y otro en las artes desde inicios del presente siglo.
51172818 ext. 49787
Av. Ricardo Flores Magón #1 Piso 13, Colonia Nonoalco Tlatelolco, Alcaldía Cuauhtémoc, C.P. 06900, Ciudad de México, CDMX