Ensayo

Septiembre 19

…Y a las 11 de la noche de un día cualquiera alguien duerme, discute, transita  veloz por las venas de la ciudad, muere sobre el asfalto, nace en un hospital de  lujo o tiene su primer orgasmo mientras escucha campanadas septembrinas.  Bebe, reza, lucha por alcanzar el último metro y desde este suelo sueña con una  realidad cotidiana que cambie la mística del universo. 

En el antro una pareja redescubre bailando lo que esconden las notas de una  canción, mientras entre acordes incordiales de alcohol, la embriaguez nos hace  dueños del mundo, pide cambiar de ritmo, reinventa la teoría de la relatividad, alza  el pecho, se interroga una vez más sobre la misma pregunta, metamorfosea el  sexo, toca la entrepierna (propia o ajena), llora por lo que creyó era amor mutuo,  se envalentona o yace en una mesa con restos de botana, mientras en la mente  resuena “amor perdido”. 

Garibaldi, Polanco, Coyoacán o Insurgentes son un dossier de ritmos, fragancias,  cuerpos vitales o semivivos. El mariachi, el trío, la música norteña, yucateca o la  que sale de grandes aparatos de sonido se confunde entre pláticas enlazadas,  frases creativas hechas como las creaciones del Cabaret Voltaire: breves y solo  para la ocasión, pero también con los típicos monosílabos y temas acotados que  tejen el algoritmo de nuestra cotidianidad. 

Una persona cae en prisión y el asunto no es cuestionarse si es o no culpable,  porque puede responden a un perfilamiento social (detención por su apariencia  física), por antonomasia se presume culpable y debe pasar por la fase de  intimidación como estafeta por diversos retenes, de ahí a un líder de reclusos que  cambia tu calzado por unos zapatos rotos con olor a cadáver y unas fundas de  motociclista por tus pantalones favoritos que antes fueron rasgados por una  charrasca. Posteriormente te asignan una celda para dormir en el mejor de los  casos en el suelo, sino es que parado y desayunar con algo que se dice ser café.  

Según algunos sondeos la forma de política cambió y ahora más que preocupados  por un partido los jóvenes y la población, sobre todo de las grandes urbes, se  interrogan sobre la sostenibilidad y preocupan u ocupan más por formas  alternativas de energía, vida, economía, la reutilización del agua, el calentamiento  global y la basura. No es que sean nuevos problemas, es que cada vez son más  urgentes, seguramente más en la ciudad demandante de servicios y por la noche  algunos se contentan con estar ebrios de lunas para amarse y beberse la ciudad a  sorbos durante toda la noche. 

Pero también hay un gran grupo de personas subsumidos en los guijarros de las 

grietas sociales, de la oscuridad donde el aburrimiento es la muda protesta: tan  atados a la tierra y a la vez fuera del mundo, dispuestos a embriagarse hasta que  alguien los olvide, despojar de sus pertenencias a un peatón, abusar de una  persona o herirse de muerte, donde el sístole y diástole del corazón irrigan los  tatuajes que no aparecen como moda, sino como contrapeso ante una ciudad que  destila violencia. 

La noche, la oscura noche, irónicamente deja ver otra realidad que parece  escondida durante el día.  

… A las 6 de la mañana no todo es sereno. Como ya sabemos antes de que las  redes sociodigitales nos ubicaran en tiempo y espacio, la ciudad ya cuadriculaba y  nos ubicaba en un espacio, de modo que si por ejemplo hubiera una explosión en  la estación Rosario del metro a esta hora afectaría sobre todo a trabajadores en  edad productiva, principalmente hombres dedicados al trabajo manual. Más tarde  serían los oficinistas los más afectados y von mayor cantidad de mujeres. 

Vas escapando del mundo, entre el jazz en tus oídos y el reggaetón de un local, en  las afueras de la estación Pantitlán alguien interrumpe tu lista de reproducción y,  mientras escuchas un blues, de la nada surge una grabación estruendosa “AGUAS,  JUGOS Y REFRESCOS” que contrae tu intestino, tu segundo cerebro, el culpable  de tu digestión y buena parte de tu salud, y da un vuelco repentino a la realidad,  del my sweet home Chicado al back to the land CDMX [De la canción Dulce hogar  Chicago al regreso a Ciudad de México]. 

En el microbús alguien te da una lección de vida: unas chicas suben con chocolate  en sus vasos y en un enfrenón derraman bebida sobre la chamarra de un hombre…  se hace un silencio sepulcral, las chicas buscan un pañuelo desechable, la pareja  del hombre de quien todos esperamos una reacción violenta toma el pañuelo y  dice… “Permítame [mientras toma el pañuelo desechable y limpia la chamarra]  ¿Después de todo a quien le cae mal un chocolatito por la mañana?”. 

La ciudad no duerme, algún vecino puso música hasta altas horas de la noche, el  semáforo intermitente vuelve a su estado normal, algunos automovilistas  desayunan mentadas, hay barrenderos y estudiantes, oficinistas que cruzan la  ciudad a toda prisa y toxicómanos que empezaron anoche a fumar y hoy  deambulan entre calles sin nombre, camiones sin ruta, pasos sin rumbo. 

El peatón salva el pellejo entre los semáforos, avenidas como Periférico, Tlalpan o  Reforma ya marchan despacio, la interfase está presente en casi todos los  contextos de las personas, principalmente en el automóvil que nos aísla real,  potencial o simbólicamente del resto de los ciudadanos. 

La programación en radio y televisión responde a esta prontitud, el reloj aparece  de manera permanente o se da a conocer con frecuencia, lex conductorxs en los  medios hablan de prisa, se da el estado del tiempo, la vialidad, las marchas,  bloqueos y el cierre de la bolsa de valores del día anterior. Todo es estresante.  

Somos una ciudad cada vez más vieja, pero con una vida nocturna viva y una  importante masa trabajadora en un conglomerado con una densidad de más de  6,000 habitantes/Km2 

… Hacia la tarde existe una fuerte carga de automóviles y motocicletas que  seguirán hasta avanzada la tarde y un nuevo flujo nocturno. Motos, bicicletas u  scooters que transitan por carriles confinados, banquetas, vías de alta velocidad o  por calles en sentido contrario y te la van a gritar alguna mala palabra si vas  descuidado por un corredor peatonal del que se han apropiado. 

Cada barrio cuenta una historia y cada rincón una aventura, pero siempre en un  péndulo entre lo banal y lo trascendente, entre la anécdota y la transgresión, entre  el rostro más amado y el más eclipsado, entre el ruidoso subdesarrollo y la  imposibilidad de que mi ciudad escuche su respiración. 

La aspirante a buchona se levanta generalmente tarde, pero puede salir a pasear  con la cadencia de su paso, la pintura, los tacones, los tatuajes, todo lo que la  haga especialmente llamativa y deseable, no pretende aprender un oficio o  habilidad y mucho menos iniciar una profesión, tiene un poco de lo que todos  hemos malamente aprendido y deseado: Hacer mucho dinero en poco tiempo, no  importa ser mucho, porque eso solo pasa el tamiz de quienes somos románticos  incorregibles. 

La ciudad de hierro de la que hablara un cantante se alza imponente y a veces  irrelevante a pesar de ser llamada la ciudad de los palacios, sin dejar de existir  palacios como el Palacio de las Bellas Artes, el Palacio Negro de Lecumberri y el  palacio de una tienda departamental. Mi ciudad tiene más habitantes que muchos  países, pero es sólo una macrocefalia del país del tequila, mariachi y güey. 

Se asienta en una cuenca prácticamente rodeada de zona montañosa desde el 13  de marzo de 1325, donde había una importante zona lacustre y ha vivido varios  procesos sociales como la Conquista, la Independencia y la Revolución, pero no se  piense que éramos México cuando vinieron los españoles y después  conquistamos nuestra independencia. A la llegada de los españoles no nos  colonizaron, sólo se colonizan tierras deshabitadas, tampoco éramos México a la  llegada de los españoles sino que logramos ser país hasta nuestra independencia.

La ciudadanía es de las más cultas del país, pero no mucho más si comparamos  con otras naciones, incluso de Latinoamérica como Argentina. No sólo eso, sino  que investigamos poco y eso acorta nuestra visión y el algoritmo que alimentamos  en nuestra vida digital. Como se investiga muy poco opinamos sólo lo que vamos  aspirando por el hecho de estar vivos. Leemos muy poco y no construimos un  estado del arte de los temas de nuestro interés citadinos, discutimos de la misma  forma el panorama tras la última elección que la simpatía por un influencer o un  partido de fútbol. 

La ciudad concentra muchos contaminantes, es complicado expulsar el agua,  extraer el líquido de los mantos freáticos y se torna vulnerable ante inundaciones,  nació en un lago y en los alrededores existían varios ríos que fueron entubados,  pero poco se hace en reciclaje de basura y agua. El transitar la ciudad es cada vez  más lento por la densidad demográfica y población flotante que lleva actividades  dentro de este conglomerado y que deriva en mayores desechos y nuevas  necesidades. 

Esta tierra por la que transitan los pasos citadinos lleva mucha energía de  nuestros ancestros, condensada con múltiples influencias del país del Norte y  otras latitudes, que nos hace poco identitarios y hay quien dice que por eso  gritamos un 15 de septiembre “viva México hijos de la chingada”, pero ese  sentimiento subvaluado es refrendado constantemente, en la economía, las justas  deportivas y avances tecnológicos y utilizamos un mismo término para cualquier  ocasión, no es exclusivo de una sola época y el término es el comodín de todo lo  positivo o negativo que experimenta el mexicano. 

Alguien oprime el obturador de su cámara a 3,000 pies de altura con una focal de  20 milímetros y apertura de diafragma de f15, pero sólo observa un asentamiento  humano, sin nada de especial y sin ruidos, todo parece contemplarse en paz, los  

latidos de la ciudad no se detectan. No obstante vivimos entre Utopías y distopías  que forman parte de la dieta del mexicano y las comemos como el frijol y la tortilla:  son nuestro alimento y nuestra indigestión.  

No tenemos otro plan como estimular el desarrollo regional planteado desde el  siglo pasado en nuestro país, no somos La Habana con su Eusebio Leal Spengler  (historiador y proyector para rescate de la capital cubana), solo buscamos  mantenernos como ciudad del capital y ciudad capital, dentro de un receso de  centralismo, con nuestra poca poesía, el exceso de expectativas y la falta de  realizaciones. Una ciudad que vive, que siente, que llora y grita y a veces  queremos consolar diciendo: no llores, porque si lloras te haré el amor hasta que  mi humedad seque tus lágrimas.

…Da de nuevo el final de un día cualquiera y alguien duerme, discute, transita  veloz por las venas de la ciudad, muere sobre el asfalto, nace en un hospital de  lujo o tiene un orgasmo. Bebe, reza, lucha por alcanzar el último metro y sueña  pensando que la realidad es la más grande de todas las Utopías. 

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*Utopía. La Utopía es irreal, pero siempre es un deseo, un horizonte que cambia  mientras avanzas, un ideal muy grande al que se aspira y por tanto siempre debe  escribirse con mayúscula

Gerardo Alejandro Santillán Meneses

Cuauhtémoc

Estudié sociología en la FES-Acatlán con preespecialización en sociología urbana y Dirección en Comunicación (DirCom internacional) por UVM-CREAD-OLC-UnADM-CALED-UTPL. 

Tengo un pie en la academia y otro en las artes desde inicios del presente siglo.