Aún no sé si esta historia comenzó cuando a alguien se le ocurrió comer una sopa de murciélago o cuando estaba con mi mamá en la plaza de armas de Arequipa en Perú y recibí el mensaje de una amiga Argentina que decía “yo creo que es mejor que te vuelvas a México, en Argentina todo está cerrado y ya han dicho que van a cerrar fronteras”.
Llevo ya varios años siendo una entusiasta de los viajes. Pero nunca hubiera imaginado que un día me quedaría varada en otro país en plena contingencia sanitaria, preguntándome cuando podría volver a casa, extrañando México más que nunca y enfrentándome a la xenofobia que puede provocar una pandemia.
Cambio de Planes
El 11 de Marzo, cuando recién llegábamos a Paracas en Perú, después de haber visto el atardecer en la playa, leí la noticia de que el Lollapalooza de Argentina se pospondría para evitar el incremento de contagios de covid-19, este festival de música había sido la excusa para al fin conocer Sudamérica y tenía los boletos comprados desde Octubre. Había pasado los últimos meses trabajando para ahorrar para el viaje y tenía comprados los boletos de avión de Santiago de Chile a Buenos Aires, así que volver a México en ese momento no era una opción, estaba decidida a seguir con el viaje y usar esos boletos. El itinerario era : Perú, Bolivia, Chile, Argentina y tal vez Brasil. Es hasta ahora, mes y medio después, que me entero de que ese día (11 de Marzo) la OMS decretó el estado de pandemia.
Cierre de fronteras
La mañana del 15 de Marzo mi mamá y yo llegamos en un autobús nocturno a Arequipa, Perú. Para entonces, llevábamos 12 días en Perú y todo había estado totalmente normal, sin restricciones para viajar ni para realizar turismo. Llegamos al hotel, salimos a almorzar,
recorrimos la ciudad , apartamos un tour para el cañón del Colca para el día siguiente, y fuimos por chocolate caliente a un restaurante con vista a la plaza de armas. Al atardecer, el cielo se tornó rosa y después morado, nunca había visto algo así, no era un atardecer normal, parecía salido de una película de fantasía, era hermoso e imponente a la vez.
El plan era dormir temprano para despertar aproximadamente a las 2 am y tomar el tour, así que nos fuimos al hotel justo después del atardecer. Me preparaba para dormir cuando recibí una notificación de un grupo de viajeros de Facebook, fue así como me enteré de que el presidente de Perú acababa de anunciar el cierre de fronteras. Traté de buscar información al respecto, pero todas las noticias decían cosas diferentes. Un amigo de Lima me mandó un mensaje para avisarme del anuncio y me dijo que teníamos 24 horas para poder movernos dentro de Perú pero que el recomendaba que nos quedáramos en Arequipa. Unos minutos después el
encargado del tour me avisó que el tour se cancelaba, en ese momento decidí que no tenía caso quedarnos en Perú y empecé a buscar vuelos a México, solo encontré uno que salía de Lima y por alguna extraña razón que aun no entiendo, hacía una escala en EUA y nosotras no llevábamos nuestras visas americanas, así que ese vuelo no era una opción. Le pregunté al guía si sabía exactamente a que hora cerrarían fronteras porque en algunas noticias decían que cerraban a las 0:00 de esa misma noche y en otras que a las 0:00 de la noche siguiente, él me puso en contacto con una experta en vuelos internacionales y ella me dijo que las fronteras cerrarían el día 16 a las 3pm, le expliqué que queríamos salir de Perú antes de que cerraran fronteras y me informó de unos autobuses que salían a las 2 am hacia Puno y de ahí podríamos tomar un autobús a La Paz, Bolivia. Para entonces ya nos habían dado las 11 pm, empacamos rápidamente y preparamos unos sándwiches para el viaje, la chica de recepción del hotel nos pidió un taxi y nos dirigimos a la central de autobuses con la esperanza de alcanzar lugar en el autobús de las 2 am.
25 horas para huir
Llegamos a la central de autobuses a las 1 am del 16 de Marzo, nos quedaban 25 horas para salir de Perú. Lo primero que hice fue preguntar de donde salían los autobuses de las 2 am a Puno, me señalaron que entrando a la izquierda, resultó que había varios
autobuses con diferentes horarios, el más próximo era el de la 1:30 que al final salió pasando de las 2. Era muy diferente a los cómodos autobuses Cruz del Sur que habíamos estado tomando en todo el viaje, pero estábamos felices de ir en el. Era la segunda noche seguida que nos tocaba dormir en un autobús y el cansancio era demasiado, pero aún así dormir fue imposible por los nervios, por el frío, y por el camino lleno de baches, curvas y terracería.
Sabíamos que había un autobús que salía de Puno hacia La Paz a las 7:30 am y se suponía que lo alcanzaríamos, pero llegamos casi una hora después, de todas formas corrí hacia el mostrador a preguntar si saldría otro autobús, la encargada me dijo que no y que tampoco había salido el de 7:30, parecía cansada y enojada así que me abstuve de hacer más preguntas. Nos dirigimos a otro mostrador y ahí nos dijeron que podíamos tomar un colectivo hacia Desaguadero que es una localidad ya perteneciente a Bolivia, aunque el colectivo realmente deja a los pasajeros justo antes de cruzar la frontera.
“Prefiero quedarme varada en Bolivia que quedarme en Perú”
Las opciones para cruzar la frontera eran caminar con las maletas o tomar un bici taxi. Tomamos el bici taxi que nos llevó al área de migración donde nos tomaron la temperatura y sellaron la salida de Perú en nuestro pasaporte, cambiamos los soles Peruanos por pesos Bolivianos y volvimos a subir al bici taxi que cruzo un puente para llevarnos al área de migración del lado Boliviano donde nos volvieron a tomar la temperatura y nos hicieron firmar un documento donde afirmábamos no tener síntomas de covid-19 ni haberlos tenido en los 14 días anteriores. Había una fila
como de 30 personas y tardamos casi una hora en pasar a que nos sellaran la entrada. Platiqué con un Español que no podía volver a España y no sabía a donde ir, me preguntó porque habíamos decidido ir a Bolivia y le respondí “prefiero quedarme varada en Bolivia que en Perú porque al menos Bolivia no la conozco” él ya había viajada por Bolivia y Perú y me dijo que el preferiría Perú pero había llegado a Bolivia con la esperanza de encontrar un vuelo hacia otro lado. La expresión en su casa cuando dijo que preferiría estar varado en Perú me preocupó un poco.
Al pasar al sello de pasaporte, mepreguntaron cuantos días planeábamos quedarnos, dije que 5 porque el plan era cruzar el país en un tour y llegar a Chile, “le voy a poner 30 por si a caso” dijo el de aduana y selló mi pasaporte. En retrospectiva, eso debió haber sido una señal de que muy pronto cerrarían fronteras y era muy probable que todos los que estábamos entrando en ese momento no lográramos salir.
Aferrada es mi tercer nombre
Eran aproximadamente las 2 pm cuando llegamos en un colectivo al municipio El Alto en La Paz, a primera vista me recordó mucho al Estado de México; con muchos cerros repletos de viviendas y mucha contaminación, solo con la diferencia de los teleféricos y la altura de mas de 4000 metros sobre el nivel del mar. Encontramos un café internet y entramos para revisar horarios de autobuses y decidir si nos quedaríamos esa noche en La Paz o tomaríamos un autobús. Yo estaba aferrada a ir al salar de Uyuni porque ese era el motivo por el cual habíamos incluido a Bolivia en el itinerario.
Mi mamá me pidió que buscara vuelos a México, resultó que ella todo el tiempo había pensado que la intención de ir a Bolivia era tomar un vuelo a México mientras que para mi se trataba de ir al salar y tratar de apegarnos al itinerario inicial lo más que pudiéramos, clásico problema de comunicación entre madre e hija.
Todos los vuelos a México de los siguientes días eran extremadamente caros, el único precio decente que encontré era para el 24 de Marzo pero hacía escala en Santiago, así que no estaba segura de si sería cancelado. Después del susto de los precios, decidimos ir a Uyuni y tomar un tour de un solo día para ver el salar y después dirigirnos a Santa Cruz en autobús (mas o menos 20 horas) y esperar ahí hasta el 24 para poder tomar el vuelo.
Uyuni
A las 8 pm del día 16 de Marzo tomamos el autobús de La Paz a Uyuni, fue nuestra tercera noche consecutiva en un autobús, el lado positivo fue que no tuvimos que pagar noche de hospedaje y llegaríamos a Uyuni en la mañana con tiempo para tomar el tour al salar. El autobús era de 2 pisos y los asientos eran reclinables y cómodos.
Después de un viaje de 9 horas, llegamos a Uyuni a las 5 am del 17 de Marzo. Bajamos del autobús y todo estaba oscuro, no era una terminal, era la esquina de una calle, comenzaba a preocuparme porque no tenía idea de a donde ir ni que hacer cuando una chica de unos 18 años se nos acercó y nos preguntó si queríamos ir a una cafetería a desayunar en lo que abrían las agencias de tours, inmediatamente dijimos que sí y la seguimos. Caminamos algunas calles arrastrando nuestras maletas en la oscuridad y el frio hasta la cafetería. La cafetería estaba en el tercer piso de un edifico que parecía ser un hostal, antes de subir nos presentó a una señora que es dueña de una agencia de tours y ella nos ofreció un tour al salar de 2 días, como el vuelo que queríamos era hasta el 24 decidimos tomarlo.
¿Y si mejor hacemos los 3 días?
A las 8 am llegó la señora del tour para informarnos que había la posibilidad de hacer el tour de 3 días, sin llegar a Chile pero visitando todas las lagunas, geiseres y hasta las aguas termales, ¡era el tour del itinerario original! La única diferencia era que lo haríamos al revés para llegar a tiempo a la reserva antes de que la cerraran, y en el ultimo día iríamos al salar y nos regresarían a Uyuni. Me emocioné muchísimo porque después de todo sí podría ver todo lo que quería, mi mamá me vio tan emocionada que inmediatamente aceptó, parecía perfecto porque de todas formas ya teníamos planeado volver a México hasta el 24.
Iniciamos el tour a las 9 am porque ya estábamos las 6 personas y necesitábamos aprovechar el tiempo al máximo, el grupo se conformó por 2 Alemanas, una pareja de un Francés y una Belga, el conductor que también le tocó hacerla de guía, mi mamá y yo.
¡Lo otros viajeros llevaban más de 2 meses viajando por Sudamérica!. Viajamos en una camioneta 4×4, atrás de nosotros iban al menos otras 2 camionetas haciendo el mismo tour, esas camionetas serían detenidas por la policía en el última día del tour.
El espejo más grande del mundo
El 18 de Marzo fue el segundo día del tour, el día en el que al fin visitamos el salar de Uyuni, también conocido como el espejo natural más grande del mundo. Llegamos un poco después de las 5 pm porque el guía manejó rápido y todos hicimos un esfuerzo por no
tardar demasiado en cada parada. El salar estaba impresionante, inmenso, no le veía fin y no paraba de maravillarme al ver los reflejos del cielo, las nubes y el sol en él, no sabía donde iniciaba el piso, es uno de los lugares más hermosos que he conocido. Era inevitable pensar que había valido la pena salir huyendo de Perú y haber pasado 3 noches seguidas en autobuses. Nos quedamos ahí a ver el atardecer y fue maravilloso, a todos les dio frio y se subieron a la camioneta a contemplar los colores y reflejos desde ahí, pero yo estaba fascinada con el paisaje y no sentía el frio, solo quería grabar las imágenes en mi memoria para siempre.
¿Nos dará tiempo de huir esta vez?
Cuando íbamos camino al hotel de sal, el guía nos dijo que la presidenta acababa de anunciar el cierre de fronteras, una vez más no había información concisa de cuanto tiempo teníamos para salir, mi celular no tenía señal y no había wifi en ningún lado. El guía me prestó su celular para buscar información, autobuses y vuelos. Lo que encontré decía que el 19 de Marzo (el día siguiente) era último día para salir y entrar de Bolivia y para moverse dentro del país, pero ya habían implementado restricciones de movilidad que indicaban que estaba prohibido circular después de las 6 pm, en ese momento ya no podíamos ir a ningún lado. Las otras camionetas que estaban haciendo el mismo tour que nosotras ya habían sido detenidas por la policía por circular después de las 6pm, no lograron llegar al salar y estarían detenidos por 8 horas.
Busqué vuelos para el día siguiente y la opción era tomar un vuelo de Uyuni a Santa Cruz o a La Paz y de ahí a México o Brasil, pero el guía y el dueño del hotel aseguraban que el aeropuerto de Uyuni estaba cerrado, tratamos de llamar para preguntar pero no hubo respuesta. No había forma de llegar a otro aeropuerto a tiempo para tomar un vuelo, poco a poco se iba volviendo claro que esta vez no lograríamos salir del país antes del cierre de fronteras. En verdad no queríamos quedarnos en Uyuni, pero nuestros compañeros de tour estaban tan calmados y resignados a quedarse varados que nos transmitieron paz. Era muy chistoso porque yo les preguntaba toda ansiosa “¿No van a tratar de irse de Bolivia?” Y me respondían con toda la calma del mundo “No, ¿Por qué nos iríamos? Acabamos de llegar” Estaban mucho más aferrados que yo a seguir con su viaje por Sudamérica.
Al día siguiente el guía nos avisó que los autobuses seguirían funcionando hasta el 20 de Marzo y que ya nos habían reservado boletos ir a para Sucre. Al terminar el tour nos quedamos en un hostal muy cerca de la terminal de autobuses para poder tomar el autobús en la madrugada del día siguiente. Reservé 3 noches en un Airbnb, la reserva fue inmediata y me hicieron el cargo a la tarjeta. Unas horas después recibí un mensaje de la host peguntándome de donde íbamos y en que lugares habíamos estado, sabía que me hacía esas preguntas como precaución por lo del virus, así que le respondí y empecé a buscar más opciones de hospedaje por si me cancelaba la reservación, pero no la cancelo ni me volvió a escribir, al día siguiente antes de salir del hostal le mandé un mensaje diciéndole que ya íbamos en camino y mas o menos a que hora llegaríamos.
El viernes 20 de Marzo salimos en el autobús de las 5 am de Uyuni hacía Sucre junto con las Alemanas del tour, llegamos a Sucre a las 11 am. En la descripción de la casa de Airbnb decía que estaba a 15 minutos del centro de la ciudad pero en realidad estaba a más de media hora, en una zona descuidada en las partes altas de la ciudad. Era una casa grande donde la familia rentaba cuartos a turistas para que tomen clases de Español, había un portón café en el que estuvimos tocando casi por 15 minutos y nadie salió.
Dos jóvenes llegaron con bolsas de compras y abrieron el portón, les dije que teníamos una reservación y en un Español muy limitado uno de ellos trató de explicarme que solo eran huéspedes, no tenía la paciencia para su Español así que
le respondí en Inglés y ya me pudo explicar que la dueña no estaba, en eso llegaron otras 2 personas, nos dijeron que eran maestros de Español y nos invitaron a pasar, le llamaron a la dueña de la casa y cuando llegó nos dijo que me había mandado un mensaje ese día para decirme que no nos podría recibir porque no quería arriesgar a su familia ni a los huéspedes que ya tenía. Yo no pude ver el mensaje porque ya íbamos en camino y el autobús no contaba con wifi. Resultó que aunque me había mandado ese mensaje, no había cancelado la reservación, así que las 3 noches seguían pagadas. Al final tuvimos que quedarnos porque ya era muy tarde para cancelar.
Ese mismo día al fin se me ocurrió ver si la Embajada de México en Bolivia nos podía ayudar, para entonces ya habían mandado un avión a Perú para devolver Peruanos y rescatar Mexicanos varados.En la pagina de facebook de la embajada acababan de
publicar que todos los Mexicanos varados debían llenar un formato, lo llené y al otro día nos hablaron por teléfono para preguntar como estábamos y pedirnos que tuviéramos paciencia, que estaban trabajando en una forma de sacarnos de Bolivia.
Medidas extremas
El 21 de Marzo se anunció la cuarentena total en el país, nosotras nos enteramos por el radio del autobús en el que íbamos hacía el centro. Las nuevas medidas fueron:
∙ Las farmacias y hospitales atenderán con normalidad
∙ Sábados y domingos está prohibido salir de casa, a quien se le encuentre en la calle será arrestado por la policía y podrá estar en detención por 8 horas. ∙ Abastecimiento un miembro por familia podrá salir a abastecerse de 7 de la mañana hasta el medio día de acuerdo al numero de su carnet
∙ Todos los mercados atenderán de lunes a viernes hasta el medio día. ∙ El trasporte publico y privado quedan suspendidos.
∙ Se aplican diferentes bonos: Bono familia, Canasta Familiar ∙ Las fabricas, centros de producción y el trasporte de productos de la canasta familiar seguirán funcionando.
Los días siguientes fueron muy monótonos, añoraba una guitarra y un libro para sentir que hacía algo productivo. Solo tenía mi diario de viajes y trataba de escribir en el todos los días pero a veces Netflix se interponía. Los únicos otros huéspedes eran un chico de Inglaterra que hablaba un poco de Español y una Alemana que estaba comenzando a aprender, ella me cayó bien desde el principio, era divertido platicar con ella porque compartíamos memorias de viajes y la frustración de no poder continuar conociendo Sudamérica. Ambas habíamos renunciado a nuestros trabajos para viajar y ahora estábamos desempleadas y varadas en un país con
medidas extremas donde el pánico aumentaba día con día y se podía sentir la xenofobia en aumento, incluso dentro de la casa el ambiente era pesado, la dueña nos miraba como con cautela y molestia, y le había indicado a sus hijos que no se nos acercaran, el único mas o menos amable era el esposo.
Por mi culpa, por mi gran culpa …
El 27 de Marzo Alemania envió un avión a Bolivia para repatriar a sus ciudadanos, mi nueva amiga Alemana se fue en ese avión y los días de cuarentena se tornaron más aburridos. Un día antes de irse me contó que cuando le avisaron del vuelo en lugar de emocionarse se enojó y lloró porque no sabía que hacer, una parte de ella quería quedarse y esperar a que todo pasara para seguir viajando, pero a la vez no podía arriesgarse a quedarse varada por meses es un lugar tan feo como en el que estábamos.
La mayoría del tiempo me sentía culpable y no podía evitar pensar que si no me hubiera aferrado a ir al salar tal vez hubiéramos podido volver a México, pero mi mamá me decía que no era mi culpa, que ella también había decidido tomar el tour y que había valido la pena. Y la verdad es que solo recordar la hermosura del salar me ayudaba a relajarme y dejar de culparme un poco.
Solo la idea de toparme a la dueña de la casa me generaba ansiedad, ya no aguantaba sus miradas vigilantes y su reproches por cualquier cosa. Me asomaba por la ventana antes de salir de la habitación para asegurarme de no toparme con ella, pero estábamos todos encerrados en la misma casa y era inevitable encontrarnos de vez en cuando y tener que intercambiar hipócritas saludos y sonrisas.
De mejores lugares me han corrido
El martes 31 de Marzo salimos a comprar comida porque mi pasaporte termina en 3 y podría entrar al mercado central. Los días martes estaba permitido salir a gente cuyo documento de identidad terminara en 3 y 4, la verdad es que no revisaban en la calle pero sí para entrar al mercado.
Cuando volvimos al Airbnb la dueña nos preguntó a donde habíamos ido, le dije que al mercado central y entonces empezó a decir que no le gustaba que saliéramos porque no sabía con cuanta gente nos habíamos cruzado y podíamos llevar el virus a su casa, se puso histérica y terminó corriéndonos, esa noche ya estaba pagada así que teníamos que irnos al día siguiente. Mi mamá le dijo que no teníamos a donde ir y que ni siquiera había taxis para llevarnos a otro lado con las maletas, yo no podía creer lo que estaba pasando
¿Cómo podía alguien ser tan inhumano? Mi mamá estaba como en shock, vi su cara de angustia y supe que tenía que hacer algo, después de todo yo nos había metido en ese lio. Le dije a la señora que si el problema era que le daba miedo que saliéramos podíamos dejar de salir pero que no nos corriera (no podía creer que estaba rogando por seguir dándole nuestro
dinero y seguir en esa horrible casa). Cuando le dije eso la desarmé por completo, ya no había excusa para corrernos, así que todo parecía estar de vuelta a “la normalidad”. Cabe mencionar que no había ni un solo caso confirmado en Sucre, se lo dije a la señora para tratar de calmarla pero solo seguía repitiendo que la situación era grave y había que ser muy muy cuidadosos. Unos días después apareció el primer y único caso, era una persona que logró entrar ilegalmente a la ciudad porque las fronteras municipales ya estaban cerradas, pero lo aislaron inmediatamente y no pudo contagiar a nadie.
La cuarentena ya había sido extendida hasta el 15 de Abril y yo ya estaba harta, no me imaginaba 15 días más en esa casa con esa señora que nos odiaba. Le mandé mensaje a los de la embajada para informarles lo que había pasado y uno de ellos se comunicó con la señora para calmarla y pedirle que nos tuviera consideración pero resultó peor, la señora le dijo que solo podríamos quedarnos si le pagábamos 3 dólares más al día. Pero después trató de aprovecharse de la situación y pidió 7 dólares más, hicimos cuentas por los 15 días que quedaban de cuarentena y decidimos irnos, no sabíamos a donde ni como pero no podíamos seguir ahí. También nos había puesto reglas como no poder bañarnos diario ni jalarle al baño cada vez que lo usáramos porque no quería que le incrementara el cobro de agua. Lo incongruente es que de hecho el gobierno había suspendido el cobro de servicios como agua y luz, su avaricia y ganas de molestar eran ya demasiado obvias.
¡Sí hay gente buena!
En plena desesperación empecé a hacer varias publicaciones en grupos de viajeros y en uno de “Mexicanos en Bolivia” pidiendo ayuda. Personas de muchas nacionalidades me escribieron tratando de ayudar, dándome consejos, recomendando hostales, dándome teléfonos de lugares en renta y hasta de vehículos autorizados para el transporte.Una
Mexicana que vive en La Paz me escribió diciendo que conocía gente en Sucre y que les pediría que nos ayudaran.
En la noche encontré un hostal en el centro a buen precio y ¡con desayuno incluido! Ahora solo faltaba asegurar que sí estuviera funcionando, encontré su pagina de fb y mandé un mensaje para preguntar si estaba abierto y si seguiría funcionando durante la cuarentena, me respondieron muy rápido diciendo que si y hasta me ofrecieron un descuento, ya solo faltaba ver como trasladarnos. Pero en definitiva todo comenzaba a mejorar.
El 1 de abril fue el último día de ansiedad y estrés en Sucre, nos levantamos temprano para empacar, aún no teníamos como trasladarnos y eso me estresaba así que le pedí ayuda a la embajada pero no nos ayudaron. Empecé a dudar sobre nuestra decisión de irnos, pero mi mamá me dijo que era lo mejor y que lo íbamos a lograr aunque tuviéramos que arrastrar nuestras cosas hasta el centro. Obviamente no nos íbamos a ir sin unas deliciosas empanadas salteñas de la señora de la casa de a lado, así que corrí a comprar unas y de paso le pregunté si conocía algún transporte autorizado que nos pudiera llevar, no conocía ninguno
pero se ofreció a guardar nuestras maletas para que pudiéramos irnos con las mochilas y la despensa (por la que nos habían corrido) y volver al otro día por las maletas, le agradecí mucho y corrí a decirle a mi mamá. Dejamos las maletas en casa de la señora de las empanadas y emprendimos nuestro camino a la tierra prometida (el hostal en el centro). En el camino unos policías se apiadaron de nosotras y nos ayudaron a cargar el garrafón de agua una bolsa de despensa, llegamos al hostal pasando el toque de queda pero no hubo problema.
“No están solas”
Al llegar al hostal, lo primero que nos dijo la dueña fue “Bienvenidas”, casi lloramos en ese momento, después de 11 días de haber estado en un lugar en donde nuestra presencia se consideraba un peligro no había palabras para explicar lo bonito que se sentía que nos dijeran eso. El ambiente era totalmente diferente, estaban asando carne para comer todos juntos en el patio y ya estábamos invitadas. Había 3 voluntarios: uno
de Hong Kong, uno de Argentina y uno de Brasil. El último se convertiría en un amigo muy querido y el motivo de que ahora siga aprendiendo Portugués. También habían 3 huespedes: 2 chicos de Corea y un señor de 77 años de Serbia, el señor tenía siempre las mejores historias de viajes, ¡Ha visitado 85 paises!.
Ese día en la noche, la Mexicana que vive en La Paz me llamó por what’s app para decirme que su esposo había contactado a un amigo que vive en Sucre y que el amigo nos había conseguido precio especial para renta de un departamento y estaba dispuesto a compartir su comida con nosotras en caso de que necesitáramos. No sabía que hacer porque ya estábamos en el hostal, pero era hermoso sentir tanto apoyo, así que le agradecí mucho y esperé la llamada del señor de Sucre, me llamó unos minutos después y me dijo que podíamos ir a ver el departamento al día siguiente y que había logrado que nos dejaran rentarlo solo 15 días. Nos dijo que lamentaba mucho la mala experiencia que habíamos tenido, pero que no estábamos solas y que nos iba a apoyar en todo lo que pudiera.
El jueves 2 de Abril fuimos a ver el departamento en la mañana porque el precio de la renta era muy bueno y nos convenía más que el hostal. Llegamos a un edificio muy grande y bonito con un patio y un jardín muy con muchos arboles. Ahí nos recibió el señor que nos había recomendado con la casera porque el renta en un departamento del edificio, nos invitó a desayunar y resultó que también es Cristiano,
platicamos sobre como toda esta situación nos ha acercado más a Dios. Se portó súper amable y nos repitió que no estábamos solas. Nos contó que él trabaja en Sucre pero su familia vive en Santa Cruz, él también trató de volver a casa para la cuarentena pero ya no pudo salir de Sucre.
El departamento era amplio, con dos recamaras, 2 baños, cocina y sala comedor, decidimos que nos mudaríamos al día siguiente y el señor nos dijo que podíamos mientras dejar nuestras maletas en su departamento para no tener que llevarlas al hostal y luego volver a sacarlas. Le agradecimos mucho por todo y nos fuimos por las maletas a casa de la señora de las empanadas. Empezamos a caminar con las
maletas ya muy cerca de las 12 pm, pero no nos asustaba que nos detuviera la policía porque en caso de que lo hicieran no les iba a quedar más que ayudarnos con las maletas. En realidad queríamos que nos detuvieran para que tuvieran que ayudarnos pero creo que olieron nuestras intenciones porque aunque muchos carros de policía pasaron a lado nuestro ninguno se detuvo a preguntar porque andábamos en la calle después del toque de queda.
Clavel Blanco
Cuando volvimos al hostal la dueña nos preguntó por nuestras maletas y con mucha pena tuvimos que decirle lo del departamento, nos dijo que le hubiéramos comentado antes lo del precio, que ella podría habernos ofrecido el mismo precio. Ella había sido tan amable que me sentí mal por irnos, y también estaba el detalle de que en el departamento no tendríamos wifi y lo necesitábamos para estar en contacto con la embajada, así que después de un buen rato de pensarlo decidimos quedarnos en el hostal con el nuevo precio rebajado. Y fue una de las mejores decisiones que tomamos en todo el viaje.
El viernes 3 de abril fuimos por nuestras maletas para ahora sí llevarlas al hostal, le agradecimos otra vez al señor y el dijo que estaba feliz de que hubiéramos logrado un mejor precio en el hostal. Me parecía increíble que habíamos pasado de estar en un lugar en donde nos sentíamos tan rechazadas a de repente tener opciones y gente queriendo ayudarnos. Mi concepto de Bolivia y su gente cambió mucho en ese día.
Los siguientes 18 días en el hostal Clavel Blanco se pasaron volando, entre escuchar las historias del señor de Serbia, tener maestro de Portugués, aprender a hacer empanadas Argentinas, noches de juegos en el patio con todos los varados y la hija de la dueña, y jugar con las mascotas del hostal que son un conejito hermoso llamado Jojo que se comía todos los restos de verduras, y un perrito juguetón llamado Crypto que iba a rascar la puerta de mi habitación cuando quería que jugara con él. Estaba muy feliz de haber llegado al Clavel Blanco, por fin el versículo bíblico que dice “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien” (Romanos 8:28) adquirió sentido. Sí había sido increíblemente estresante salir del Airbnb y cruzar la ciudad con equipaje, pero ahora estábamos en un lugar increíble donde el ambiente era tranquilo y los días se
pasaban rápido, donde la dueña y su hija son un amor de personas y siempre nos hicieron sentir como en casa.
La despedida
El viernes 17 de Abril recibí una llamada de la embajada, era la noticia que habíamos estado esperando ¡Al fin nos repatriarían a México! El avión de la fuerza aérea Mexicana llegaría el martes 21 de Abril al aeropuerto de Santa Cruz trayendo Bolivianos que se habían quedado varados en México para regresar con 84 Mexicanos de Bolivia, haríamos una escala en Lima para recoger más Mexicanos y llegaríamos la CDMX en la noche.
También la embajada enviaría transporte para
llevarnos desde el hostal hasta el aeropuerto de Santa Cruz. No lo podía creer, me quedé sin palabras, solo podía pensar en lo mucho que iba a extrañar el hostal, la gente, a Jojito, a Crypto y hasta el país que alguna vez pensé odiar.
El lunes 20 los Coreanos y el de Hong Kong organizaron un almuerzo de despedida y prepararon dumplings al vapor y fritos ¡les quedaron deliciosos! Almorzamos todos juntos en el patio como el día en que llegamos al hostal, con la diferencia de que ahora no eramos unas extrañas recién llegadas, ahora conocían nuestras historias y nosotras las de ellos. Nos tomamos grupales y subimos a empacar.
La van llegó por nosotras 5:45 pm, dos amigos del hostal nos ayudaron a bajar las maletas y llegó la temida despedida, entre abrazos y buenos deseos logré contener las lagrimas, pero fue muy difícil seguir haciéndolo cuando la dueña nos volvió a abrazar y nos dijo “vayan orando en el camino, digan el Salmo que me enseñaron. Las vamos a extrañar mucho, que Dios las bendiga” ella también es Cristiana y en alguna ocasión le habíamos recomendado decir el Salmo 91 antes de dormir.
Agridulce
Hubo días en los que estaba segura de que el día que lograra salir de Bolivia sería de los más felices de mi vida, y si me hubieran dicho que el día que la van llegara por nosotras para llevarnos al aeropuerto iba a llorar al ver como la dueña del hostal se asomaba desde
la puerta y esperaba a que la van desapareciera por la calle, no lo hubiera creído por un segundo. Pero así fue, me sentí triste cuando al fin nos fuimos porque había logrado encontrar la felicidad en una situación complicada, me había encariñado con personas que no esperaba conocer y con una ciudad que ahora se siente como un segundo hogar, aprendí a valorar más que nunca cuando alguien me dice “Bienvenida” y cuando comparten sus historias, risas y recetas sin importar la nacionalidad o incluso el idioma. El sentimiento al irme era agridulce, no lo podría describir de otra forma.
Primero pensé que esta pandemia estaba sacando lo peor de la humanidad, pero acabé dándome cuenta de que también está sacando a la luz lo mejor de la gente. Aún me parece surreal que una Mexicana a la que nunca he visto se hay movilizado para ayudarnos y que un señor Boliviano al que no conocía nos haya invitado a desayunar, haya pedido favores para que nos rentaran un departamento a precio especial y estuviera dispuesto a compartir su comida con nosotras por toda la cuarentena. Siempre voy a recordar cuando nos decían “no están solas”. Quiero aferrarme a la humanidad y solidaridad que me hicieron sentir, a lo agradecida que estoy con Dios por habernos mandado a personas que nos enseñaron valentía, porque se necesita ser valiente para ayudar a 2 desconocidas en plena contingencia, en medio del pánico y la xenofobia.
Me di cuenta de que siempre hay bondad, incluso en situaciones impensables y en momentos de contingencia mundial, que aunque el miedo trate de dominarnos, tenemos que aferrarnos a nuestra humanidad y tratar a los demás como queremos ser tratados sin importar las circunstancias. Creo que si en tiempos de pandemia en un país extraño mi mamá y yo logramos encontrar esperanza, apoyo y amor en personas que no conocíamos, en definitiva hay esperanza para la humanidad.
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