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En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
Pixabay
Elizabeth Ruiz Soto

Elizabeth Ruiz Soto

Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala

Soy Liz, una introvertida con personalidad obsesiva y ansiedad social. Estudié Letras Hispánicas y ahora curso la carrera de Psicología a distancia en la FES Iztacala. .

Una millennial en búsqueda de la salud mental

Número 6 / AGOSTO - OCTUBRE 2022

Terapia, medicación, derecho, moda y privilegio.

Elizabeth Ruiz Soto

Elizabeth Ruiz Soto

Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala

Fui a psicoterapia por primera vez cuando tenía siete años. Mi mamá, quien había decidido llevarme, no me explicó a dónde iba ni lo que sucedería ahí, sólo me pidió que hiciera un dibujo de mi problemática: robar. Bueno, más bien dijo: “de ti agarrando algún objeto de unos estantes”. Después adiviné que visitaría el consultorio por esa conducta en la que tomaba lo que me daba la gana, donde me diera la gana y de quien me diera la gana, sin considerar las consecuencias.

Supongo que ella estaba sobrepasada con otros temas como para lidiar con mi problemilla, así que decidió delegar el tratamiento a alguien profesional y de confianza (ella misma siendo una psicóloga). De ahí concluyo que una va a psicoterapia cuando manifiesta un comportamiento que incomoda o afecta a lxs demás, aunque a ti no (porque evidentemente yo estaba feliz y encantada con apropiarme de lo que quisiera sin repercusiones). Bueno, si no me hubieran atendido, a lo mejor después habría desarrollado algo más grave, no lo sé; la víctima: la sociedad.

En algunas series que he visto, después de que alguien comete un delito, parte de su sentencia es ir a psicoterapia; qué conveniente es a veces la salud mental para el gobierno, el sistema de justicia y el bien común, ¿no? Habría que preguntarse si también se da atención psicológica oportuna y adecuada para las personas neurodivergentes o con discapacidades, o para el resto de la población con padecimientos que no saltan a la vista de las autoridades hasta que representan una estadística de mortandad.

Después de la Segunda Guerra Mundial, el Primer Congreso Mundial de Salud Mental (1948) y la definición de este concepto por la OMS el siglo pasado, ahora sí en todos lados buscaban procurar la salud mental. Si tú eres feliz, lxs demás son felices y nadie dará batalla. ¿Pero sí funcionará así? Hay más de una persona que asegura la alienación por parte del gobierno a través de la salud mental; quieren que nos encontremos bien para que incrementar la eficiencia y la productividad en nuestro día a día capitalista; la mecánica de ganar-ganar. Lo dejo sobre la mesa.

Luego, a los once años la muerte de mi abuela me pegó muy duro. Entré en un estado depresivo que me duró más o menos dos años, y esta vez tuve que gritar y suplicar que me llevaran a psicoterapia porque no tenía lo necesario para afrontar emocionalmente esa pérdida. Fui con la misma psicóloga que les daba terapia de pareja a mis papás. Fue la primera vez que me recetaron un psicofármaco, antidepresivo, para sobrellevar las cosas. Cuando salía de esta crisis, a mis trece años, mis papás tramitaron su divorcio.

Aquí aprendí que por varios motivos nuestros recursos mentales y emocionales pueden ser insuficientes para afrontar ciertas situaciones, lo que nos deja al desamparo y a la deriva, en peligro de caer en conductas graves, por mencionar algunas de las mías: autolesión e ideas suicidas. No olvidemos que la depresión y el suicidio son problemáticas actuales de salud para la juventud en México. Para dar un poco de contexto, la Encuesta Nacional de Salud compartió que en 2020 un promedio de tres niñxs o adolescentes se suicidaron cada día: mil 150 en un año; según los registros, nunca hubo más suicidios de menores en México, es el máximo histórico.

Es cierto que muchos conflictos los podemos resolver con el cambio de hábitos, la ayuda de nuestra familia y amistades, con su compañía y consejos; hasta con el solo paso del tiempo podemos obtener más experiencia para solucionar todo lo que la vida nos ponga enfrente. Pero habrá ocasiones donde una intervención profesional marcará la diferencia. La búsqueda de la salud mental no sólo implica visitar a psicólogxs, como “doctorxs” de las emociones”, para algunas personas y en determinadas circunstancias también involucra asistir a consulta psiquiátrica, donde nos brindan una perspectiva especializada que evalúa los fallos o deficiencias cerebrales. Lo que quiero decir es que muchas veces no se trata únicamente de voluntad y de echarle ganas, puede que padezcamos alguna condición que requiera medicación. Entonces, el primer paso para la búsqueda de la salud mental es sacudirse los prejuicios, así podremos aprovechar de la mejor manera posible la ciencia de la psicología y la psiquiatría.

La verdad es que he sido una persona privilegiada, para qué digo que no. Y no sólo estoy hablando de la capacidad económica de mi familia para pagar los honorarios de psicóloga y psiquiatra, sino del aprendizaje que me cedieron para explorar mis emociones y reconocer que necesitaba ayuda profesional. Se dice fácil, pero requiere más esfuerzo del que se cree. Mi mamá y mi papá me enseñaron conceptos que jamás hubiera conocido de otra manera: inteligencia emocional, resiliencia, asertividad. Como adolescente me chocaba que me quisieran aleccionar y que además tuvieran la razón, pero a pesar de eso los escuché atentamente, aprendiendo recursos que me han sido esenciales en más de una ocasión.

Así que, si hablamos de privilegios, nunca me preocupé por dónde dormir, qué comer o qué vestir. Saludos a Maslow, en su tumba, porque coincido con él en que lo elemental para una persona es satisfacer sus necesidades básicas, en la medida en que las tenga cubiertas, podrá atender otros objetivos o preocupaciones, como el reconocimiento o la autorrealización. ¿Pero qué prioridad tiene la salud mental en un país como el nuestro? De 126 millones de habitantes, el número de mexicanxs en situación de pobreza es de 55.7 millones, es decir, el 44% de la población. La realidad es que cuando existe una situación de precariedad económica, invertir en salud mental termina siendo secundario.

¿Pero no decíamos que éste era un derecho del que se debía ocupar el Estado? De acuerdo con el Centro de Investigación Económica y Presupuestal (CIEP), de 2013 a 2021, México asignó a la salud mental, en promedio, 2.1% del presupuesto de la Secretaría de Salud. Esa cifra habla por sí misma, pero por si nos quedan dudas comparto dos estadísticas que encontré en un artículo reciente de El Economista, donde Diego Badillo expone la situación actual de la salud mental en nuestro país: “En México se ignora a ocho de cada diez personas con algún problema o condición mental”, “De acuerdo con el gobierno federal, en México, sólo dos de cada diez personas con algún problema o condición mental que requiere atención la obtiene y aquellas que logran ser atendidas no siempre reciben la adecuada”.

O sea que si por un milagro logras que se considere tu caso para que te atiendan en salud pública, probablemente el tratamiento sea deficiente y te quedes como llegaste, pero con el tremendo desgaste de haber lidiado con mil y una dificultades burocráticas. Pero, vamos, no todo es desesperanzador. Estoy segura de que cada unx de nosotrxs cuenta con más opciones de las que creemos, tan confiada estoy en esto porque tengo la certeza de que existen profesionales de la salud, con dedicación y conciencia, que cada día se levantan con la vocación de ayudar a lxs demás a mejorar su calidad de vida. Aún seguimos trabajando para que este apoyo pueda alcanzar a más personas, para que sea un servicio de calidad al que puedan acceder sin problemas, como la condición socioeconómica.

Yo fui a psicoterapia tres veces más, la última porque la pandemia me destanteó y desató en mí el dichoso trastorno de ansiedad generalizada; todavía continúo el tratamiento psiquiátrico para ayudar a mitigar y controlar mejor los síntomas. Ojo, la psicoterapia y el tratamiento psiquiátrico no siempre empiezan y terminan al mismo tiempo, a veces hay un desfase, pero no pasa nada. Confiemos en el tratamiento que nos recomienda el personal de salud. Mis sesiones con la psicóloga fueron más o menos por seis meses, primero una vez a la semana y después cada dos semanas, y después una vez al mes hasta que me dio de alta. En cambio, mi psiquiatra me comentó que por el tipo de trastorno que padecía el medicamento aplicaba mínimo por un año.

Hace algunos días platicaba de estos temas con una amiga que buscaba empezar un proceso de terapia por primera vez, y le di varios de mis consejos de oro. Uno: investiga qué corrientes hay y cuál te conviene más según tus motivos para ir a psicoterapia. Puede que lleguemos al punto donde tomamos la decisión de asistir, pero ¿y luego? Que la humanista, que la Gestalt, que la cognitivo-conductual, que el psicoanálisis… etcétera. Bueno, al menos hay para escoger. Después, sé que invertir en nuestra salud mental representa un esfuerzo económico, por lo que nos ayudará a investigar sobre organizaciones, fundaciones o personal de salud que nos pueda brindar costos accesibles según nuestras necesidades y capacidad económica. Y en última instancia, va mi sugerencia: flojitx, vulnerable y cooperando; es decir que entre más disposición tengas para ser honestx contigo mismx y para ser vulnerable en este espacio, probablemente avanzarás más rápido (cada quien a su tiempo), tendrás menos sesiones y gastarás menos varo.

En fin, la salud mental está en nuestras manos porque nuestro bienestar está en nuestras manos; escojamos ejercer nuestro derecho en este sentido. Sea por una alienación capitalista o por lograr la paz mundial, la salud mental merece que la consideren desde una perspectiva de derechos humanos a nivel nacional e internacional. Pero, la salud mental de la juventud y la niñez les corresponde a sus cuidadores, y también a los espacios donde se desenvuelven (no sólo las escuelas) y al Estado que se ocupa (idealmente) de que tengan las mejores condiciones para desarrollarse en todos los aspectos. Aprovechemos lo que tengamos a la mano y busquemos mejorar lo necesario para que en el futuro haya más conciencia, recursos y opciones para todxs.

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Una millennial en búsqueda de la salud mental

Una respuesta

  1. Me gustó mucho tu publicación, me sentí identificada, pues durante mucho tiempo me he preocupado por mi salud mental y emocional, a fin de cuentas millenial con presiones sociales…Dentro de mi camino de exploración he pasado por aspectos incluso espirituales, hasta los grupos de NA, estaría padre alguna investigación sobre estos grupos y la utilidad del programa de AA, en la búsqueda del equilibrio emocional. Felicitaciones por tu artículo.

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