Facultad de Filosofía y Letras
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En cada generación los adultos desestiman lo que puedan opinar los jóvenes; y en una organización social en red, todos somos libres de expresarnos desde cualquier dispositivo, por consiguiente los jóvenes comienzan a comunicarse más, poseen en sus manos el medio necesario, que otras generaciones no tenían, cuestiones como el medio ambiente y la justicia, antes eran más difícil de abordar, hoy lo hacen y reflexionan entorno a ello.
Si bien es cierto, el asunto más criticado es: “se dice mucho y se hace poco”, pero no solo es una cuestión de “jóvenes”. Esconderse detrás de un perfil desconocido, es una cuestión de sociedad. Las injusticias que comunican no solo son de esta generación de jóvenes, sino de todas, por ello es importante reflexionar en torno a las condiciones y la época en que viven.
Nuestra sociedad se encuentra agobiada en crisis económica, crisis política, crisis climática y precariedad laboral, los medios a diario transmiten una situación tremendista y ya no hay un pacto con la sociedad, se rompió la confianza, porque ya nada te devuelve, es decir, si estudias nadie te garantiza un trabajo, al contrario es una exigencia exorbitante, el mejor empleo lo consigue quien esté más calificado en tantos idiomas, el mayor grado y los cursos, cuando antes bastaba un título. Ahora es una sociedad educativamente competitiva y contrasta duramente con la falta de oferta laboral.
Cada edad tiene sus propios miedos y hoy es al futuro, por no tener el tiempo necesario para alcanzar el éxito. Además, la libertad de elegir genera mayor incertidumbre sobre la toma de decisiones. Antes el hijo de herrero iba ser herrero, el hijo del panadero se dedicaría al mismo negocio, las cosas de alguna forma eran más claras, ahora cada quien es libre de diseñar su vida y ser creativo en la forma de vivirla y de encauzarse a lo que quiere defender.
Aunado a lo anterior, está la falta de oportunidades, como consecuencia estamos inmersos en inseguridad y corrupción de generaciones, un ejemplo claro es la privación de la libertad, como el caso de Ayotzinapa y los rezagos del 2 de octubre. El ascenso de los secuestros es evidente, la violencia en los hogares, abuso sexual, etc. Hay mucho que difundir, discutir y dialogar con los jóvenes de esta generación de “cristal”, si la forma de cambiar estos lastres es levantando la voz mediante la denuncia en redes y en manifestaciones, pues que así sea su lucha.
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