Edit Content
En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
Mildred Isabel Flores Rosales / Escuela Nacional Preparatoria Plantel 8
Alondra G. Pérez Alonso

Alondra G. Pérez Alonso

Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

Actualmente estudiante de Lengua y Literaturas Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras además de miembro del equipo representativo de Judo UNAM. Soy autora de la página “Letras y Jetas” en las plataformas de Facebook e Instagram. Escribo poesía, ensayo (académico y literario) y cuento. Temas como la verdad, la realidad y el lenguaje me intrigan y apasionan profundamente.

Ser o no ser: ¿esa es la cuestión?

Número 5 / ABRIL - JUNIO 2022

El régimen heteronormado que impera en bases tan importantes como la cultura o la ciencia debe ser cuestionado, pues sólo preserva la desigualdad entre géneros

Alondra G. Pérez Alonso

Alondra G. Pérez Alonso

Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

El carácter del amor y el género están sujetos a la composición personal del ser: es decir, a la sintomatología cultural o social que presente como producto de su exposición al medio. También, la biología cumple un papel fundamental, pues el sistema endocrino (conjunto de órganos y tejidos encargados de segregar las hormonas) determina fragmentos considerables de su fisiología que han de permear su identidad y evolución como hombre o mujer.

Sin embargo, habrá que cuestionarse: ¿esto es una ley o producto del pensamiento científico y social que se inclina ante el binarismo, promueve la dicotomía entre hombres y mujeres y a su vez fomenta a estos dos como únicas realidades posibles de concebir/expresar el género y por ende el amor?

Durante estos últimos años, las reglas prescritas por el pacto socio-cultural acerca de cómo vivir el amor, el género y el sexo desde un punto de vista heteronormado[1] se han visto debilitadas gracias al impulso que ofrece el arma de la visibilidad a través de algunos de sus rostros como la palabra (cine, literatura, periodismo, entre otros), la presencia física (teatro, nuevas experiencias escénicas, manifestaciones sociales) o el cuestionamiento de postulados científicos que, como él mismo ser, están encadenados a un eje moralista a pesar de su condición objetiva. Es un hecho que la ciencia continúa preservando sus normas autoritarias ante la comunidad a través de su peso e importancia.

¿Cuántas veces no hemos escuchado el argumento “si lo dice la ciencia, debe ser verdad” o, “la biología no se equivoca, eres mujer/hombre, y así debes quedarte”? Desde mi punto de vista, la imposición de un régimen heteronormado que vale sus argumentos a través del binomio hombre-mujer como la única posibilidad de un buen funcionamiento para el engranaje económico, cultural, político y social, debe ser cuestionado y analizado de raíz.

La noción científica que exteriorizan algunos investigadores está cargada de una visión individual de ideas y creencias sujetas al pacto cultural de su comunidad. Algunos ejemplos de lo anterior los rescata la cirujana y doctora en neurociencias Fernanda Pérez-Gay Juárez en su artículo ¿Tiene género el cerebro? publicado por Gaceta UNAM en noviembre de 2019en el que podemos encontrar análisis importantes sobre conclusiones de científicos reconocidos como Paul Broca, quien durante sus estudios defendió la inferioridad del cerebro femenino ante el masculino únicamente por el peso de la masa cerebral.[2]

Superponer la idea de que la biología (apoyada de disciplinas como la medicina, la psicología o la genética) es superior, única e inmutable al momento de ofrecer una conclusión como absoluta para todos los seres que experimentamos nuestra libertad amorosa, de género o sexual, es negar también la condición humana: el carácter moldeable de una persona gracias a su neuroplasticidad, pero también invisibilizar su identidad, historia y realidad.

Cabe señalar que la evidencia empírica ha sido fundamental para los avances benéficos en la evolución humana y sin duda continuará siéndolo, pero también es verdad que requiere de un estricto análisis social para su interpretación y correcta difusión. Es aquí en donde entra un concepto interesante: la pluralidad[3], que a grandes rasgos comprende la coexistencia de identidades diversas para la concepción de una o más ideas, en este caso la científica.

¿Acaso parte de la realidad que se ha construido en la consciencia (e inconsciencia) de las personas sería diferente si los postulados científicos a los que se les abarcó bajo el foco de la importancia e influencia no hubiesen sido únicamente los permitidos por la hegemonía heteronormativa? Esto nos lleva a pensar que la ciencia, así como la política son personales, pues se integran al pensamiento colectivo que influye de manera individual y viceversa.

Ahora bien, el ser, alejado de su biología interna, construye su propio concepto del amor a través de la cosmovisión cultural e individual de la comunidad en la que se encuentra inmerso. Una observación pertinente dentro de este análisis es señalar que también este amor está sujeto a limitaciones tales como los roles de género, identidades adoptadas, jerarquías y conceptos como “normal”, “bueno” o “malo”.

Históricamente, se han establecido normas que buscan mantener patrones de conducta: desde los discursos acerca del deber ser de los únicos géneros reconocidos (rosa-azul, razón-intuición, fuerza-inteligencia, objetividad-sentimiento) hasta el lenguaje (refiriendo al español de México) en donde impera todavía en el discurso cotidiano el androcentrismo[4].

No obstante, gracias a la visibilidad por medio de las redes sociales y a la masificación de información sobre las distintas perspectivas del amor, el género y el sexo es como se ha logrado reivindicar la particularidad del ser, tratando de separarlo de los estereotipos y costumbres que le encapsulan en una realidad distinta de sí mismo.

Basta con echar un vistazo a plataformas como Tik Tok o Instagram en donde a partir de los shot-films o breves posts se pueden dar a conocer estos nuevos discursos centrados en la individualidad de cada persona. A propósito de las redes sociales, es importante mencionar que esta información no es filtrada a todos los usuarios en el universo web de la misma forma, sino a los interesados que el algoritmo ha logrado clasificar como consumidores de estos datos.

La difusión sobre la pluralidad de identidades sexo-afectivas y de género es, en gran parte, una búsqueda particular del usuario interesado, y además una constante lucha por la visibilidad del emisor que indefectiblemente termina como resistencia.

En conclusión, la suma de lo colectivo y lo individual es necesaria para comprender que el género y el sexo no son parámetros sinónimos que puedan clasificarse a través de conceptos absolutos. La apertura de nuestra visión debiera ser más allá de los prejuicios y la presión moralista de un conjunto de normas que buscan preservar un sistema cada vez más desigual.

Amar y existir desde la genuidad sin encapsularse bajo los códigos de un deber o la idea de lo que se debiera ser, es un pacto tácito de transformación. Al final, como individues en movimiento, cumplimos nuestro ciclo, pero esto debiera suceder sin dejar de pensar que el amor, el género y el sexo no son un cúmulo de experiencias unilaterales, sino la aglutinación de voluntades detalladas por exposición individual al mundo. Esto más allá de ser una decisión personal, es una construcción de la propia libertad -que es otra forma de decir la libertad de todes-: una de las muchas maneras que tenemos para resistir.

Los cerebros, desde el punto de vista de Gina Rippon, reflejan la vida que han vivido, no el sexo (y mucho menos el género) de sus dueños. Una sociedad que insiste en la diferencia de géneros –escribe Rippon– producirá cerebros que difieren entre géneros.

Fernanda Pérez-Gay Juárez

…lo ideal sería ser capaz de amar a una mujer o a un hombre, a cualquier ser humano, sin sentir miedo, inhibición u obligación

 Simone de Beauvoir


[1] El Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México define a través de su libro Diversidades Enseñanza Transversal en Bioética y Bioderecho lo heteronormado como: “una percepción de la realidad basada en los roles de género, masculino-femenino, […] exponiendo como constructos culturales a los sistemas normativos, los cuales refuerzan dicha división binaria heterosexual que excluye cualquier otra diversidad o diferencia como posibilidad de vida o de organización”.

[2] Fernanda Pérez-Gay Juárez, ¿Tiene género el cerebro?*, publicado por Gaceta UNAM [httpss://www.gaceta.unam.mx/tiene-genero-el-cerebro/] en noviembre de 2019, también refiere que algunas investigaciones neurocientíficas fueron arbitradas a partir de un concepto que determinó como neurosexista (entendiéndolo como la dicotomía binarista entre hombre-mujer), mismo que sirvió para que médicos reconocidos del momento justificaran la superioridad varonil ante la femenina por estándares poco pertinentes entre ambos cerebros a nivel cognitivo.

[3] Darío González Arbeláez en su ensayo La Pluralidad en Hannah Arendt. Tres acepciones del concepto, menciona que: “la pluralidad comprende la variedad cultural, religiosa y política que encarnan los individuos y que componen las sociedades, pero no se restringe exclusivamente a este  fenómeno empíricamente comprobable, ella abarca, además, una disposición ontológica y una disposición moral, disposiciones que condicionan y posibilitan el encuentro entre los hombres (política).”

[4]La Real Academia Española a través de su diccionario electrónico, define el androcentrismo como “una visión del mundo y de las relaciones sociales centrada en el punto de vista masculino”.

Más sobre Aluxes, aliens y nahuales

Dos formas opuestas de ver la muerte

Dos formas opuestas de ver la muerte

Por
¿En qué se diferencian Día de Muertos y Halloween?

Leer
Deseos del caos

Deseos del caos

Por Lotte Citlallicue García Bautista
Un amor onírico proveniente de una mística transformación

Leer
Tras la mirada de los nahuales: un viaje desde la Psicología Social

Tras la mirada de los nahuales: un viaje desde la Psicología Social

Por Óscar Alberto Pérez de la Rosa
¿Qué tienen que ver los nahuales con la psique?

Leer
El mito y la leyenda, reflejo de cosmovisión

El mito y la leyenda, reflejo de cosmovisión

Por Eduardo Gabriel Pérez
Las tradiciones indígenas conforman la identidad colectiva de todxs lxs mexicanxs

Leer
La humanidad: Un infinito de historias infinitas

La humanidad: Un infinito de historias infinitas

Por Natalia López Hernández
Las historias que construimos son una extensión de nuestra humanidad

Leer
Para cada suceso paranormal, tenga a la mano a un gato

Para cada suceso paranormal, tenga a la mano a un gato

Por Marlen G. Arzate
Mitos y leyendas que se crean en sociedad

Leer

Deja tus comentarios sobre el artículo

Ser o no ser: ¿esa es la cuestión?

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

12 + 4 =