En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
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Karen Leilany Meneses Real

Escuela Nacional Preparatoria plantel 9

Soy estudiante de prepa, ativista, me gusta mucho conectar con la naturaleza, e involucrarme en temas sociales, soy activista en formación, amo a los perritos…me gusta debatir y dibujar, en general el arte, soy feminista y me gusta tocar la guitarra.

La fe no me alcanza

Número 18 / JULIO - SEPTIEMBRE 2025

La religión debería ser la entrada a un universo propio

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Karen Leilany Meneses Real

Escuela Nacional Preparatoria plantel 9

Fe y búsqueda personal

 

Hemos oído en las situaciones difíciles el clásico: “Acércate a Dios”. Si se piensa es una frase que carga un gran peso y al mismo tiempo despierta dudas y preguntas: ¿Cómo y a qué exactamente me tengo que acercar? La que la oí esa, como suele ser, fue en tiempos complicados. Estaba confundida, mil y un pensamientos volaron en mi cabeza, iban y venían dudas, pero todo se resumió en una principal: ¿Cómo carajos hago eso?, y partiendo de ahí, ¿Por dónde empiezo?, ¿De qué me va a servir?, ¿Cómo sabré si me estoy acercando?, ¿Me sentiré libre u oprimida?, ¿Me alejaré o acercaré a mis ideales? 

Entro dentro de la definición de escéptica. Cuesta trabajo idealizar algo o a alguien que no podemos ver con nuestros propios ojos, ni acceder a evidencia de su existencia. Preocupa que el propósito de la religión no sea más que un sistema de control social, una estructura que dicta normas, reprime libertades y moldea comportamientos. Esta postura incluye perspectivas conspirativas al respecto, donde se cree que nos lavan el cerebro y hay secretos grotescos e impresionantes en la religión como testimonios que hablan de que las bases de la religión han sido distorsionadas o incluso que todo es un invento humano.

También está el hecho de que, en muchas familias, la educación espiritual nunca fue una prioridad, y por eso, hoy en día no sentimos que la religión tenga un papel relevante en nuestras vidas. Además, he observado cómo algunas personas utilizan la religión en beneficio propio,  seleccionan solo los aspectos que les convienen, ignoran lo que no quieren cumplir y dan una imagen falsa de sí mismos, usan la fe como una máscara para ocultar el daño que causan a los demás, como si los eximiera de ser juzgados y responsabilizados. En fin, hay muchas razones para no involucrarse, así como también las hay para acercarse.

Mi rechazo a creer no viene de una rebeldía superficial, sino de un miedo mucho más profundo: temor a la dependencia, al abandono y a la confusión; a construir rutinas, vínculos y esperanzas alrededor de una persona o ideología, y que luego ese mundo hermoso y “perfecto” desaparezca y resulte que no era lo que yo esperaba, o que ni siquiera me identificaba con ello. Por poner un ejemplo, imagina a un sujeto que se vuelve parte de tus planes, de tu rutina y se hace tan cercano que tu vida comienza a girar completamente en torno a él, y un día se va, dejándote con un vacío que duele y que es imposible de llenar. De súbito deja como único rastro un hueco en el corazón, el sentimiento de resignación por los recuerdos bellos.

Tal vez lo que intento evitar es que si un día decido acercarme a Dios y le pido ayuda, no me responda. No quisiera sentirme como un barco a la deriva, que de por sí sucede a menudo, me rehuso a que la espiritualidad se convierta en un detonante más. Me asusta soltar el control, dejar el hábito de intelectualizar todo y abandonar la necesidad de poder con todo sola. Porque confiar es difícil.

 

El choque con la estructura

 

Antes de acercarte a cualquier creencia necesitas conocerla, o al menos saber un poco de qué va. Para mí me es más fácil conectar con personas que comparten mi forma de pensar o involucrarme en espacios donde sé que estoy a salvo. Pero Dios es una palabra complicada de definir. No solo alude al modelo religioso occidental que, a mi consideración tiene un tinte antropocéntrico y destila androcentrismo por cada poro, cuya práctica se plantea a través de una interpretación distorsionada que no deja cabida a otras posibilidades donde el mundo de comprende desde el mandato de masculinidad, por lo que todo se moldea para complacer o enaltecer a los varones y a los privilegiados. 

La religión no debe ser dictatorial, autoritaria ni opresiva como, a decir verdad, lo ha sido a lo largo de la historia. Pero, por el otro lado de la moneda, reconozco la gran contribución que esta tiene en la sociedad actual, ha traído esperanza, sentido de comunidad, respeto por la familia y búsqueda de la sabiduría y del bien común. Sé que para muchas personas la fe es la única razón para seguir con vida cuando todo lo demás se derrumba. Tenemos la responsabilidad de construir una espiritualidad multiforme y provechosa para todxs, una doctrina que no oprima a las minorías sociales, ni tampoco lucre con las creencias sociales. Necesitamos espiritualidades cercanas y confiables donde se nos permita ser plenos y coherentes a la vez, donde la libertad de expresión sea una prioridad, podamos crear comunidad y tejer redes de apoyo seguras y sanas.

Una religión debe considerar las particularidades de cada pueblo, cultura y tiempo histórico; no debería ser indiscutible e inmodificable, Lo hermoso es que la espiritualidad refleja la historia de las poblaciones desde tiempos antiguos, la cosmovisión, las costumbres y las tradiciones. Por eso es vital que sean inclusivas.

Así que sí, vincularnos espiritualmente implica muchos factores y variantes. Y tal vez por eso me da miedo hacerlo. Espero que este texto te ayude a encontrar el sentido de tu espiritualidad, a descubrir tu forma de nombrar a lo divino y a construir un modelo de vida que te haga sentir la paz y la plenitud que nos reconcilia con nosotrxs mismxs y con los demás. Lograr que acercarse a Dios no suene como palabras vacías, o como la única alternativa a tomar, sino como la posibilidad de entrar a un universo propio, que se moldea a cada paso. 

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