Facultad de Derecho, UNAM
Facultad de Derecho, UNAM
¡Ni en nuestros más salvajes sueños estudiantiles tuvimos la osadía de pensar que podíamos tener un semestre en casa!
A un año de iniciado el confinamiento en casa debido a la pandemia por Covid-19, no sólo hemos tenido un semestre en línea, sino dos. Al principio fue la experiencia más tremenda que hayamos imaginado. Te podías levantar cinco minutos antes de la clase, y listo, entrabas a Zoom puntual… Por fin tiempo para desayunar, andar en pijama, en pantuflas… “Todo es maravilloso”, bueno, eso pensábamos, pero esta nueva realidad nos lleva a nuevos retos.
¡No todo está dicho ni todo está hecho! Este tiempo nos lleva a romper nuestros propios límites y a pensar en los demás, pensar en quienes las condiciones económicas y sociales no les ha permitido entrar en la interconexión.
Esta nueva forma de conectarnos llegó para quedarse y la pandemia sólo aceleró lo que ya estaba desarrollándose, tanto en el trabajo, en adquisición de conocimientos y, desde luego, en comercio en línea.
La demanda social a resolver es la inclusión informática.
Estamos en el mejor momento, en el punto donde nos damos cuenta de las grandes ventajas de pensar fuera de la caja: qué podemos aportar a este proceso, qué podemos devolver a nuestra Universidad.
¿Por qué y para qué? Para resolver las nuevas necesidades. Pensar qué podemos desarrollar para incluir a todos los sectores estudiantiles. El conocimiento que se genere en este proceso sólo va a encontrar valor si logra ser validado o refutado, y para ello es necesario que llegue a todos los rincones donde pueda ser retado por los nuevos talentos. Así vamos a generar más conocimiento y éste lograra ver la luz cuando se logre la divulgación y la difusión para su retroalimentación.
Encontrar y valorar todo el talento estudiantil y académico, de eso se trata la inclusión informática. La nueva docencia deberá ser desarrollada en este ambiente retador y de crisis. En estos momentos podemos desarrollarnos a través de la adversidad. Esta no es la primera vez que estamos enfrentando condiciones adversas, esto es a lo que nos debemos enfrentar, no es un simulacro, hay que tener capacidad de adaptación, empatía, resiliencia, inteligencia emocional para lograr ser útiles a nuestra Universidad y a nuestra sociedad.
Justamente nos hace recordar de dónde venimos, que somos resultado de los esfuerzos de una generación de mexicanos y mexicanas que lucharon por la educación pública y gratuita. Ahora tenemos la oportunidad de ser la generación que cambió las formas. Iniciamos la aportación estudiantil desde el momento en que empezó esta situación tan complicada y pudimos apoyar a nuestro profesorado a establecer la comunicación. Y la docencia inició un proceso de desarrollo en el que permite la comunicación directa y más cercana.
En este “zoomestre” podemos decir:
Lo bueno. Estamos probando nuevas formas para estudiar y trabajar.
Lo malo. Es difícil el distanciamiento social, no haber podido despedirnos de amigos que se fueron por la Covid-19
Lo feo. No sabemos qué vendrá, el futuro nos da ansiedad, algunos estamos en proceso de titulación en suspenso.
Lo mejor. Podemos aportar algo desde donde estamos, podemos poner nuestras capacidades y enfocarnos para ayudar a que todos entremos al mismo tiempo en la inclusión informática, a hacer comunidad. Aun con la distancia, podemos tener empatía y cuidar a nuestros adultos mayores, repasar nuestros valores y fomentar la inteligencia emocional para crecer y aportar.
Para eso nos formamos en la cuna de conocimientos más importante de México, en la máxima casa de estudios, la UNAM. Después de todo, somos y toda la vida seremos parte de la comunidad universitaria.
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Una respuesta
Cuanta realidad, me gustó mucho♥