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En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
Foto de Mehmet Turgut Kirkgoz
Luis Eduardo Escobar Flores

Luis Eduardo Escobar Flores

Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

Estudiante de Ciencia Política, lector de lo que caiga en mis manos y adicto a las enchiladas verdes y la poesía.

“El laberinto de la soledad” y el clasismo

Número 7 / OCTUBRE - DICIEMBRE 2022

Debe ser prioritario desnormalizar las condiciones de injusticia que imperan en este país

Luis Eduardo Escobar Flores

Luis Eduardo Escobar Flores

Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

“Y desde entonces vivimos en el

chingado laberinto de la soledad”

“Me lleva la chingada, le chingo y le re-chingo…”

Botellita de Jerez

¿Por qué los millonarios tratan de convencernos de que trabajar duro es el secreto de la riqueza y superación? (aun cuando ellos no trabajan). Y peor aún, pues según la OCDE, México es el país que más horas trabaja.

Estamos en un momento en que debe ser prioritario desnormalizar las condiciones de injusticia que imperan en este país. Mucha gente afirma que el mayor problema de México es la corrupción, pero no, aun erradicando esta conducta que, si bien sí ha causado estragos en la nación, no se compara con el real gran problema de México que es la desigualdad. En México las circunstancias -instituciones, por ejemplo- parecen tener favoritismos hacia los de arriba. En un sistema democrático no deberían, las mayorías, estar viviendo por debajo de la línea de subsistencia, pues, se entiende que el arreglo democrático es un arreglo que favorece a las mayorías y aquí no pasa esto.

¿Desigualdad en México? ¿¡Dónde!? En este diálogo mi crítica es a la acumulación excesiva de riqueza; cuando mi cuestionamiento es hacia la desigualdad no me pongo en un terreno mal llamado “comunista” o “socialista”, no es con ese sesgo, sino en uno que saquemos de circulación el discurso del echarle ganas como forma de reducir la desigualdad, en que pensemos en aquellos a los que han mitificado como “huevones” por discursos masivamente replicados. ¿Por qué tenemos estas reticencias al hablar de desigualdad? Con datos extremadamente escalofriantes, pues resulta inimaginable que exista gente que no quiera disminuir esta brecha (Gente que, falsamente, cree que sus privilegios se verían afectados). Un poco de datos sobre la situación mexicana:

  • 55.7 millones de mexicanos vive en situación de pobreza -México tiene una población de 126 millones de habitantes- (Forbes)
  • El porcentaje de población en pobreza extrema es de 8.5% (Forbes)
  • La clase media es (aproximadamente) un 13%
  • Las clases altas son apenas un 4%

Desigualdades, claramente, muy, muy marcadas. Pero, ¿en qué momento se convenció a estas minorías de que reducir la desigualdad les afectaría a ellos? Porque este discurso fue el origen de las ideas clasistas que, ciertos grupos que viven encerrados en su burbuja, se han dedicado a replicar; “El pobre es pobre porque quiere”, por ejemplo. Este texto inicia con una frase de “Laberinto de la soledad”, no el ensayo de Paz (Que en estos tiempos vale mucho la pena echarle un ojo) sino de una canción de la Botellita de Jerez, agrupación mexicana de rock. En esta canción la mayor parte de la letra es un juego de palabras con la conjugación del verbo “Chingar”. Y para retomar a Octavio Paz, para él “El que chinga jamás lo hace con el consentimiento de la chingada. En suma, chingar es hacer violencia sobre otro. Es un verbo masculino, activo, cruel: pica, hiere, desgarra, mancha. Y provoca una amarga, resentida satisfacción en el que lo ejecuta”. (Paz O.; 1981) México es el país que más horas trabaja. ¿Cómo es posible que en el país en que más horas se trabaja, exista un discurso sobre “trabajar más”? Estamos siendo chingados por este discurso y, sin prestarle mucha atención, lo replicamos…

¿Cuál es el problema con la desigualdad? Que no la hemos dimensionado realmente. No hemos vislumbrado los verdaderos alcances de esta. La desigualdad no es que tú tengas un mejor carro que tu vecino, ojalá fuera eso. Por decir algo, las 60 personas más ricas de Estados Unidos, concentran, al menos, el 50% de la riqueza global, ¡global!, es decir, que el otro 50% se divide en lo que resta de población de las 60 personas… son este resto de la humanidad, los que sirven para ellos, les genera riqueza y nos vuelve en sus esclavos. Este es uno de los problemas de la desigualdad: el ideal de la ilustración giraba en que las personas pudieran expandirse tanto cómo quisieran. En nuestra actualidad, ¿qué tanto pueden expandirse en todas sus posibilidades las personas? Si no tienes tiempo porque tienes qué trabajar, ¿en qué momento te dedicas a expandirte? Cuando no se tiene la oportunidad de elegir en qué ocupar nuestros tiempos, ¿de cuánta libertad de elección contamos?, pues no todos tienen estas mismas libertades de elección… si no tenemos control sobre este tiempo, tan irremplazable, y tenemos que vender nuestro tiempo para tener lo más indispensable, podemos tomar menos decisiones.

Pero volviendo, ¿realmente el reducir esta brecha les afectaría a las clases altas? Respuesta rápida: no. Respuesta larga: este convencimiento no es más que ideologías sin fundamento. No hay un solo estudio que respalde que reducir la desigualdad reduzca la riqueza, todo lo opuesto. El problema de la desigualdad es que reduce la capacidad para crear riqueza, sin esta generación de riqueza no se puede aumentar la reducción de la pobreza pues, hasta el día de hoy, no conocemos un caso de reducción de pobreza que no venga acompañado del crecimiento económico. Entonces, este llamado a la reducción de la pobreza, no viene acompañado de “envidia” o de que a la gente le “guste” ser pobre, más bien de generar condiciones igualitarias que no existen, desde hace siglos, por la avaricia de unos.

¿Cómo se propone la revolución en pleno siglo XXI? ¿Cómo logramos cambios? Teniendo una misión en esta vida, un sentido de utilidad, que no sea el que la vida educacional laboral te dice estudiar y luego trabajar (ña definición de trabajo es cambiar el mundo donde vives, con tu fuerza, con tus ideas, con tus asociaciones, lo demás es esclavitud remunerada). Hacer política, es decir, hacerse presente en las decisiones de los que las toman, políticas antes de que se genere desigualdad y al momento de generarse. Recordemos lo que nos dice el marxismo: las luchas nacen en las universidades porque las clases bajas están más ocupadas en subsistir (El silencio también es complicidad). Cambiando las reglas que han beneficiado, desde siempre, a aquellos que heredaron el poder. Esto es posible y es necesario.  ¿Cuáles son estas cosas que deberíamos cambiar para reducir estas desigualdades? Deberíamos empezar por eliminar el discurso “El pobre es pobre porque quiere” de nuestros dichos diarios, porque este discurso culpígeno del capitalismo, no ha hecho más que polarizar más la terrible condición de México. También se deben crear condiciones laborales más justas; si bien la ley mexicana del trabajo es una de las más protectoras al trabajador, en la práctica no es así.

La desigualdad nos afecta, y los discursos clasistas no hacen más que complicar la creación de un estado más justo, que es necesario. Tomar el “echarle ganas” como un mantra no logra otra cosa que no sea la continuación del mito de la meritocracia.

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