Colegio de Ciencias y Humanidades-Naucalpan, UNAM
Colegio de Ciencias y Humanidades-Naucalpan, UNAM
El primer zoomestre del ciclo escolar 2020-2021 fue, sin duda, uno de los retos más complicados y agotadores que tuve en mi vida universitaria. Fue un semestre en el que, además de que no se contaba con las condiciones necesarias para aprender, tuve que estar sentado casi todo el día frente a una computadora, conectado a mis clases virtuales y realizando trabajos, tareas y actividades que dejaban mis profesores. Presenté dificultades con el Internet, la luz y algunos otros factores que, en ocasiones, me impidieron cumplir y entregar a tiempo mis trabajos y presentarme a mis clases virtuales.
Implicó mucho compromiso, esfuerzo y dedicación de mi parte, puesto que tuve que hacer a un lado las actividades no importantes y recreativas que solía hacer antes de la pandemia. Fue difícil llevar mi vida académica en una modalidad a la que no estaba acostumbrado. Había días en que me desvelaba y me costaba mucho trabajo aprender, lo que me generó agotamiento físico y emocional, hartazgo, estrés y ganas de no seguir los estudios. Pero el apoyo que recibí de todos mis profesores, de mi tutora, compañeros, amigos y familia, me motivó a seguir estudiando.
Al principio del zoomestre, mis profesores empezaron a dejar una carga leve-moderada de tareas, trabajos y actividades, pero conforme transcurrían los días, ésta se incrementaba. Ello implicaba el riesgo de descuidar el resto de mis asignaturas, por su contenido, elaboración y fecha de entrega.
Algunos profesores convocaban a clases virtuales y otros solo convocaban a reuniones de vez en cuando, para aclarar dudas y realizar la presentación de proyectos y exposiciones. Sin embargo, mandaban recursos para trabajar los temas de la asignatura en tutoriales de YouTube, páginas de Internet, libros electrónicos, videos, copias, escaneados y documentos.
Y a pesar de lo anterior, gracias a las decisiones que tomé, como comentarle las dificultades que tenía a mis profesores y buscar apoyo con personas cercanas, obtuve un promedio de diez en todas mis materias del tercer semestre del CCH, promedio que jamás creí obtener.
Pero no todo fue compromisos escolares, pues el zoomestre se convirtió en una de las grandes experiencias que me permitió no solamente conocer nuevos compañeros, sino volver a convivir con algunos que tuve en primer y segundo semestres, reforzando amistades y creando nuevas. A diferencia de mis compañeros anteriores, los actuales y yo nos hemos mantenido más unidos que nada, puesto que nos apoyábamos en los buenos y malos momentos y para todo tipo de asuntos.
También conocí profesores que nos brindaron todo su apoyo, amabilidad y comprensión a mis compañeros y a mí, y que además se preocupaban porque nosotros aprendiéramos lo mejor posible. A todos ellos quiero, de verdad, agradecerles su ayuda: Josemaría Rosales Suárez, Saúl Muñoz Alcántara, Julio César Pantoja Castro, Valeria Hinojosa Manrique, Rita Antonia Refugio Lugo y Diana Ruiz Cámara.
También conocí a una gran persona, tutora de mi grupo: la profesora María del Carmen Tenorio Chávez, a quien le agradezco el apoyo que nos ha dado en los trámites o asuntos escolares, invitaciones a cursos, eventos y demás. Ella se convirtió en una tutora muy querida que, en tiempos de pandemia, supo acompañarnos y ayudarnos siempre y en todo momento.
El zoomestre fue una etapa en la que demostré que soy capaz de enfrentar un reto enorme y complicado, con empatía y solidaridad. Me deja una gran experiencia. Por otro lado, me gustaría que los profesores no dejaran tanta carga de trabajo, que fueran más empáticos, comprensivos y pacientes con los alumnos, menos exigentes. Y, sobre todo, que fijaran estrategias para encontrar un equilibrio entre cumplir con todos los temas de la asignatura y no dejar tanta tarea, para tener un zoomestre menos desgastante y más relajado y accesible.
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