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Esta ventana es para mirar dentro de nosotrxs a través del arte y la creatividad.
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Matheus Viana
Iván Rafael Becerra Rosales

Iván Rafael Becerra Rosales

Escuela Nacional Preparatoria Plantel 5 José Vasconcelos

La verdad, no me gusta mucho analizar la pregunta, “¿quién soy? Nunca me he detenido a pensar en ella, porque sinceramente no tengo idea de quién soy y prefiero ser lo que soy a pensar en serlo.

Cómo me gustaría ser la Luna

Número 5 / ABRIL - JUNIO 2022

“Ahí fue cuando me di cuenta de que no era inmune, de que nadie nace con la vacuna contra la enfermedad, de que me había enamorado”

Iván Rafael Becerra Rosales

Iván Rafael Becerra Rosales

Escuela Nacional Preparatoria Plantel 5 José Vasconcelos

I

El amor, tan deseada y tan fatídica enfermedad. Tan querida y añorada, pero a su vez tan vil y ruin para aquellos desafortunados que la padecen. Una dolencia que consigo trae síntomas tan terribles y pavorosos que ningún científico ha logrado encontrarle una vacuna. Perder noches enteras pensando en una persona, las “mariposas”, el dolor de estómago peor conocido; y la pérdida de uno mismo. Aquellos son solo algunos de los síntomas que presentan todas las personas a lo largo de su vida, lo quieran o no.

Y mientras que mi corazón desea morir de ella, mi alma, con el auxilio de mi terquedad, me hará buscar aquel añorado contagio eterno con la persona incorrecta. Mi mente buscará la inexistente vacuna, para por fin, dejar de quererte.

Estoy destinado a jamás olvidarte. Cual colibrí revoloteando alrededor de la misma flor, por toda la eternidad. Igual a aquel niño viviendo entre las estrellas, que amaba su rosa con todo su corazón.

II

Jamás me arrepentiré de haberte conocido. Gracias a ti, despertaron en mí sentimientos y sensaciones que nadie más ha podido. Y como el amor joven puede ser tan irreal y fantasioso, llegué a imaginar un futuro a lado tuyo.

Tú fuiste la causa de esas alegrías y tristezas que estoy seguro me acompañarán toda la vida. Cicatrizaste en mí muchas heridas, pero también, abriste otras. Me convertiste en alguien tan resistente y tan vulnerable a la vez, que llegué a tocar el cielo y el infierno solo con que tú me vieras a los ojos.

Imposible será olvidarte. Tu nombre y tu recuerdo estarán tatuados en los lugares que solíamos visitar. Y de todo corazón, espero te vayas tranquila, sabiendo que el primer “te amo” sincero que dije en toda mi vida, fue para ti.

Pero todo esto me sería grato, si tan solo dejase de ser un simple colibrí y me convirtiera en la Luna. Y para todo aquel que ya conozca esta historia, permítanme contarla una vez más.

III

Aunque hayan transcurrido más de dos meses, aquel funesto recuerdo sigue invadiendo mi pensamiento durante mis horas de sueño. La más horrible de mis pesadillas, la cual estoy destinado a revivir noche, tras noche.

Una fuerte llovizna nos arrasó cuando volvíamos a tu casa. Corrimos por toda la calle, tratando de ganarle en una carrera a la lluvia. Charcos desmedidos se crearon y tú los pisabas con tanta fuerza que las gotas saltaban hasta el cristal de mis anteojos, haciéndome perder la vista y causando que tuviera que seguir un ser irreconocible con tu figura.

La carrera contra la lluvia nos hizo recorrer toda la calle, esperando que el destino no nos sorprendiera con un automóvil en movimiento y a altas velocidades.

Nos refugiamos debajo de un gran árbol. Y aún recuerdo el tronco de aquél, con agujeros y líneas que podían asimilarse a rostros con expresiones exageradas. El tronco torcido formando un espiral y dirigiendo su mirada al cielo. Las hojas del piso crujían con cada paso que dábamos, y junto con el sonido de la lluvia, los grillos cantando, y tu dulce risa, creaban la melodía más hermosa que haya escuchado.

Nos detuvimos agitados y cansados. Mis cabellos grasos caían sobre mi cara y mi respiración era incontrolable. Dirigí mi mirada hacia el frente y ahí estabas tú, recargando tu espalda contra el tronco torcido. Tus cabellos mojados, como los míos, escurrían grandes cantidades de agua mojando tus zapatos. Te reías, disfrutando el momento, una risa tan juvenil, llena de vida y de color. Me reí contigo. Y ahí fue cuando me di cuenta de que no era inmune, de que nadie nace con la vacuna contra la enfermedad, de que me había enamorado.

Tus ojos color miel, iluminados por una luz tenue y blanquecina, la cual cruzaba a través de las hojas y ramas del árbol. La luz de la Luna. Tan perfectamente marcada en el cielo estrellado de aquella anoche. Y tú la mirabas, de la forma en la que me gustaría que me vieras a mí. Tus pupilas se dilataban como si contemplaras algo hermoso, una mirada de admiración. La observabas con ojos de amor.

Cuando te vi observando el astro con esos ojos, la mecánica de mi pequeño corazón comenzó a fallar. Mientras más se dilataba tu pupila, más se resquebrajaba mi corazón, más sentía cómo mi pecho se hundía en un agujero de angustia y dolor, preguntándome, ¿por qué no soy yo? ¿Por qué no puedo ser la Luna? Ahí me di cuenta que tú no sentías lo mismo que yo.

IV

Mi único deseo, era poder guardarte un lugar en mis sueños. Sin embargo, tu único deseo era querer escapar, y con ello, quitarle todo el color a mi vida. Querías que, de nuestra imperfecta historia, fuese borrado todo lo mágico, lo fascinante, lo especial y también todos los recuerdos.

Con el tiempo, una frase trillada que me es imposible recordar, usando el tiempo como excusa salió de tus labios para que nos alejáramos por fin. Una excusa tan estúpida, y tan real, que me ha hecho llorar en más de una ocasión.

A mi mente vienen esas tardes que se convirtieron en noches de solo hablar. En esa época en la que no me importaba nada más que tú, yo y la eternidad. Con esa energía joven de querer escapar, de solo querer amar hasta el final. Ya he perdido la cuenta de las lágrimas que he derramado por ti, y espero te des cuenta que solo quise quererte.

Quisiera ser la Luna, porque al menos así lograrías observarme. Quisiera ser la Luna para darte algo de luz en tus noches más oscuras. Sin embargo, solo soy un colibrí, destinado a revolotear alrededor de la misma flor hasta que me dé la vida. Cómo me gustaría ser la Luna, para que, además de estar acompañado de las estrellas, también estar acompañado de tu mirada, tu tan preciada mirada, amor mío.

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Cómo me gustaría ser la Luna

Una respuesta

  1. Realmente leí esto por puro aburrimiento y el insomnio que normalmente me cargo cuando más necesito dormir. Qué escrito tan bonito, me ha hecho sentir como mi piel se llena de un tipo de corriente eléctrica recorriendo todo mi cuerpo para finalmente llegar hasta mi corazón. Extrañamente me he sentido identificada, es tan gratificante leer tu selección de palabras, realmente me han llegado al alma y logré conectar contigo. Que este no sea tu último escrito, me encantaría seguir leyéndote.

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