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En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
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ROGELIO MORALES /CUARTOSCURO.COM
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Sergio Islas Espinosa

Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

Soy un estudiante de universidad y me agrada mucho la música y los temas sociales.

¿Cómo ayuda el estudio a la salud mental?

Número 6 / AGOSTO - OCTUBRE 2022

Mi rol de estudiante me ayudó a sanar psicológicamente

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Sergio Islas Espinosa

Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

Para algunos el estudio es una obligación que simplemente hay que cumplir, para otros es una mala experiencia que mientras más pronto termine, mejor, etc. Cada quién tiene su propia percepción.

Pero para otros como yo, el estudio se vuelve una parte importante en la vida, pues te lleva a lugares que nunca pensaste que llegarías, y te otorga felicidad al ver el progreso que se logra en tu vida personal, por lo que ayuda a mantener la salud mental.

Se que el párrafo anterior suena como algo que dirían los padres para motivar a sus hijos a estudiar. Pero en mi defensa esto nunca me lo dijeron mis padres (o al menos no como tal), sino que lo aprendí por mi cuenta, y para demostrarlo pienso relatar dos etapas de mi vida, una es mi experiencia en el estudio, particularmente desde mi etapa preparatoriana y universitaria, y la otra es mi experiencia en las calles, haciendo una comparación entre estas dos etapas de mi vida y relatando como el estudio me ha ayudado en mi salud mental.

No hace muchos años logré entrar a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y debo admitir que antes de llegar ahí, el estudio no era realmente algo que me apasionara, más bien, lo veía como una oblación, llegando inclusive a odiarlo en ciertas ocasiones, pero esto cambió con mi llegada a la institución.

Antes de entrar en la UNAM, comencé a tener una vida de experimentación, lo que incluía hacer actividades que supuestamente eran de jóvenes, beber con amigos, salir de noche, etc. Pero con el tiempo estas actividades eran más frecuentes en mi vida e inclusive más intensas.

Al entrar en la UNAM, la edad que tenía en este tiempo me permitió gozar de una independencia con mis padres (y aquí no menciono mi edad debido a cuestiones de vanidad). Pero esta etapa fue distinta a las anteriores, ya que en la preparatoria, sea por sus materias, o sus profesores y profesoras, me llamaba la atención de gran manera el estudio, lo cual me es extraño, pues al gozar de independencia, y ya no estar atado a un sistema escolarizado, la situación indicaba que pasaría todo lo contrario (es decir que no me llame la atención estudiar).

Por un momento tenía una estabilidad con el estudio y el entretenimiento, ya que era capaz de atender de buena manera a la escuela, y seguir saliendo a hacer cualquier tipo de actividades con amigos. Sin embargo con el paso de los años estas actividades se iban intensificando como mencioné anteriormente, y aquí es donde voy a ser más explícito.

Antes bebía con amigos alcohol de un precio medio, y en lugares para beber. Ahora bebía alcohol más fuerte, económico, y en cualquier sitio donde era posible, así mismo, si antes ejercitaba mi cuerpo y practicaba algún deporte de contacto junto con mis amigos, ahora utilizaba esas habilidades para aprovecharme de alguien más en diferentes situaciones. Y demás ejemplos que no me gustaría mencionar.

Es así como mi salud mental fue en detrimento, pues en las ocasiones en las que estaba lejos de esas actividades me sentía ansioso, triste de alguna manera, e inclusive furioso por estar retenido por la distancia o el tiempo que estaba lejos, y tenía una actitud a la defensiva en contra de cualquiera, inclusive de mi familia.

Tiempo después, los excesos llegaron a un punto de mi vida en dónde me hicieron un daño grave a la salud general, a tal punto donde casi pierdo la vida, y a la vez fui un peligro para la familia que me atendió en ese momento, por lo que, cuando comencé a recuperarme, mi salud física tardó un mes en reponerse, pero mi salud mental tardó mucho más.

El hecho de saber que me había fallado a mi mismo, y había decepcionado a mi familia, a la vez de ser una peligro en su momento para ella, fue un golpe muy duro en mi salud mental, por lo que entré en depresión, pero es ahí en donde entró el estudio para ayudarme.

Muchas personas ante situaciones así deciden recurrir a profesionales para resolver sus problemas de salud mental, lo cual yo veo correcto, pero en ese momento de mi vida no podía, así que la ayuda que encontré en el estudio fue casi involuntaria.

En el momento en que yo me encontraba más bajo en mi salud mental, seguía tomando mis clases, y en esas horas mis problemas desaparecían, pues estaba analizando alguna lectura y comprendiendo su impacto, o haciendo alguna tarea que después sería evaluada con una nota alta, lo que en pocas palabras quiere decir, que estaba estudiando.

Con el paso del tiempo, el estudio me ayudó a recuperar la confianza en mí, en tranquilizarme al enfocarme en lecturas cuando quería entrar en depresión, y en satisfacerme al ver mi calificación de algún trabajo o examen, o simplemente con entrar en la clase de un profesor o una profesora y aprender.

Sin dudas la búsqueda de experiencias, es algo que puede ser llamativo para algunas personas, pero, lo que el estudio ofrece es una cosa, y es garantía, no solo de aprender, sino desde mi punto de vista, también de satisfacer, pero esta satisfacción considero que es diferente a otras, porque la satisfacción que brinda el estudio es personal, y no depende de nada más que del esfuerzo que se le dedica. Con esto no me refiero únicamente al estudio de actividades académicas, sino a cualquier actividad que se deba estudiar, deportes, religiones, etc. Se que suena como una mentalidad meritocrática y empedernida, pero como mencioné al principio, hablo desde mi experiencia y mi perspectiva.

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