Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
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Para Jorge González Rafael y la comunidad universitaria.
Hablar del suicidio es importante porque enciende una luz en los lugares donde suele habitar la oscuridad, es tender un puente con las personas que se sienten al borde del abismo y recordarles que no están solas; nombrarlo no lo invoca: lo acerca a la comprensión, siembra empatía y abre espacio para que las palabras se conviertan en redes que sostienen y cuidan.
Tratar de sanar un mundo que constantemente nos rompe, es una forma de resistir, porque el problema no es sentir mucho, sino que durante generaciones se nos ha enseñado a no sentir nada. Escuchar sin juicios y cambiar las narrativas en un mundo anestesiado es un acto revolucionario. Ser jóvenes universitarios se ha convertido en una constante resistencia al dolor y no debería ser así, no deberíamos aprender a fingir que estamos bien, a aguantar solos y en silencio con tal de no molestar, porque la salud mental es tan importante como respirar y no solo un pretexto de la generación de cristal.
Jorge, no sé cómo sonaba tu voz, ni cuáles eran tus miedos, no supe cuánto tiempo estuviste luchando, ni cuántas veces tuviste que fingir sonreír mientras por dentro caías; pero sé que tu dolor fue real, y aunque no te conocí, me duele que te hayas ido. Te escribo estas palabras porque callar lo que siento sería deshumanizarme y acostumbrarme a la crueldad del mundo, y no hay que endurecernos, como tú lo dijiste: hay que hablar del tema, porque nadie debería pensar que su vida no es importante, y que la única manera de darle “solución a los problemas temporales” es el suicidio.
No vengo a juzgar tu partida, solo me queda pensarte, llorarte y honrar tu memoria diciéndote que tu ausencia no es en vano, no eres una cifra más o una noticia que pronto se olvidará. Aunque no pudimos hacer nada por ti nos enseñaste a abrazar la vida con más consciencia y nos viniste a recordar que sentir no es un defecto y que deberíamos pedir ayuda profesional cuando nuestros sentires nos sobrepasan.
Tu ausencia pesa, y no solo en las personas a las que conociste, sino también en quienes como yo encontramos tu historia desde la distancia. Ojalá que desde donde estés encuentres la paz que aquí no pudiste tener.
Con amor, una humana a la que no le fuiste indiferente.
P.D. Recuerden que está bien pedir ayuda: https://www.gob.mx/lineadelavida, https://saludmental.unam.mx/
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2 Responses
Eternas gratitudes Kathy.
Mi niño, mi amigo, mi arquitecto ya es una luz que se encendió para iluminar caminos oscuros.
Kathy, te felicito por ser empática a esta situación y tener las palabras exactas para expresar tu sentir, sin juicios y con respeto, enfatizando la esencia y la importancia sobre la salud mental, por favor no dejes de expresarte