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Esta ventana es para mirar dentro de nosotrxs a través del arte y la creatividad.
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Laura Valeria Ramos Ruíz / Escuela Nacional Preparatoria Plantel 2
Alejandra Álvarez Alonso

Alejandra Álvarez Alonso

Facultad de Filosofía y Letras

Algunas ideas sobre la feminización de la naturaleza

Número 4 / ENERO - MARZO 2022

¿Qué consecuencias tiene nuestra mente dual, esa que nos separa del otrx, de lxs otrxs, en nuestra relación con la naturaleza?

Alejandra Álvarez Alonso

Alejandra Álvarez Alonso

Facultad de Filosofía y Letras

Quiero reflexionar sobre la caracterización femenina que se le ha dado a la naturaleza, explorar un poco cómo se ha construido esta idea específicamente en América Latina a través del proceso colonizador que implanta un dualismo que proporciona características femeninas a la naturaleza. Explorar, en fin, las implicaciones que podría tener esta visión en las dinámicas actuales, sobre todo en lo relacionado con la protección y cuidado de esta naturaleza que ya ha sido exteriorizada y yo diría que “otrorizada” a partir de una mirada masculina que se asume como el centro.

Dualismo 

El concepto de producción de la naturaleza permite comprender el mundo de modo en que no existe un dualismo entre el humano y la naturaleza sino que ambos son parte de lo mismo y se producen mutuamente. Para Val Plumwood (1993) esta característica dual propia del pensamiento occidental fue instaurada en América Latina desde la época colonial.

Esta dicotomía estaría visible en representaciones y narraciones donde muy comúnmente es posible observar lo civilizado y lo salvaje, la ciencia y la naturaleza, lo que reafirma así la condición de conquistador a Europa y de naturaleza conquistada a América (Nieto, 2017).

Estas ideas, basadas en fantasías de exploración, conquista y aventura se encuentran fuertemente comprometidas con un discurso científico supuestamente neutral que tendría una mirada que clasifica el espacio pero también la otredad desde una perspectiva masculina y blanca (Nouzeilles, 2010).

De tal modo, la masculinidad se caracteriza por la civilización, el progreso, la racionalidad, la ciencia, la conquista, la exploración, la previsión, el control, entre otros, mientras que a la naturaleza se le asignaron características supuestamente femeninas, como la capacidad de ser conquistada, apropiada, necesitada, emocional, primitiva y reproductiva. Estas características se construirían desde la negación de un pasado común, la exclusión y, finalmente, la incorporación de la naturaleza a las dinámicas de acumulación (Plumwood, 1993).

Este dualismo sería una cuestión naturalizada, donde el hombre se desapega de su propia naturaleza y se entiende como algo externo que le permite, al menos en sentido ideológico, extraer, apropiar, penetrar y explotar a todo lo que entiende como naturaleza.

Mujeres y defensa del medio ambiente

En la actualidad, podría decirse que las mujeres tienen un mayor acercamiento a prácticas relacionadas con el cuidado del medio y consciencia de los daños causados por su uso desmedido, como por ejemplo el veganismo, donde las mujeres representan la mayoría de quienes participan de este hábito de consumo y quienes se encuentran a la cabeza y vanguardia de los movimientos vegetarianos (Matthew, 2012); son también quienes encabezan las listas de ambientalistas, pues en México, como en muchas otras partes de Latinoamérica, existe una estrecha correlación entre las luchas ambientales y las luchas de la defensa de territorios indígenas lideradas en especial por mujeres (García y López, 2016). Además de que en países en vías de desarrollo, como el nuestro, se estima que entre el 70 y el 80% de los productos agrícolas se encuentran producidos por mujeres (UNIFEM, 2019), productos que, dicho sea de paso, en muchas ocasiones son exportados a países altamente desarrollados que deben su riqueza a lógicas colonialistas de dominación, extracción, acumulación…

Así, podría entenderse que las labores de cuidados que realizan las mujeres no solamente se encuentran directamente relacionadas con el cuidado de otras personas y su hogar, sino también con un hogar que se encuentra a una escala mayor, que es el planeta Tierra.

Las mujeres son también las primeras en sufrir los estragos de las consecuencias por el uso que le ha dado el capitalismo al ambiente. En Tesopaco, Sonora, por ejemplo, debido a la escasez de agua –producida por una supuesta sequía– son principalmente las mujeres quienes se movilizan frente a esta problemática, pues son ellas las encargadas de administrar el agua para el cuidado de sus familias, la limpieza de sus hogares y la preparación de los alimentos (Hernandez, 2018).

En Acatlán de Osorio, Puebla, un municipio donde prácticamente el 80% de sus habitantes son mujeres, la población se ha movilizado frente a la tala clandestina que provoca erosión y fuertes afectaciones a la ya escasa producción agrícola.

En el caso de las catástrofes “naturales”, estos fenómenos son presentados como deshistorizados, deslocalizados y despolitizados, y muchas veces las afectaciones son observadas como “falta de criterio ciudadano” y no como una vulnerabilidad que se encuentra fuertemente asociada con la desigualdad, la exclusión o el desplazamiento que afecta en mayor medida a mujeres. Además, se feminiza a los damnificados despojándolos de capacidades que se asumen como masculinas como la previsión y la planificación (Ojeda, 2011).

Podemos observar las ideas de mujeres y naturaleza por un lado, y las de hombres y razón por el otro,  ideología occidental que fue arraigada en las comunidades de América Latina a través de procesos de dominación y colonización duales y antagónicos.

Estas ideas no son naturales, sino naturalizadas, donde las mujeres se encuentran en un espectro humano más “natural” (construido a través de diferentes prácticas, representaciones y discursos jerárquicos), lo que permite a los hombres apropiarse de los recursos y de los saberes y conocimientos que se relacionan con su uso y aprovechamiento.

Esto, además, gesta una idea donde las mujeres se convierten en las salvadoras del planeta (Guzman, 2019), lo que genera un trabajo extra debido a la responsabilidad homogénea en el daño ecológico que no distingue razones de género, etnia, raza o clase, mientras que por el otro lado el acceso a los bienes naturales sí se encuentra diferenciado.

Encontramos entonces que el acercamiento entre las mujeres y la naturaleza son ideas que se han construido y se han entretejido con mecanismos y discursos de dominación donde son precisa y curiosamente los hombres los más beneficiados, pues les permiten explicar y naturalizar la dominación así como repartir responsabilidades unilateralmente frente a distintas crisis como la alimentaria, ambiental y económica.

Es necesario, entonces, llevar al debate las ideas que sustentan la feminización de la naturaleza para que las posibles soluciones y propuestas ante las crisis no continúen reproduciendo estos patrones.

Bibliografía

Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer. (2019). Aporte de ingreso económico de las mujeres rurales a sus hogares. UNIFEM. Recuperado 22 de noviembre de 1994, de httpss://www.fao.org/family-farming/detail/es/c/1027459/

Hernández, F. (2016) Acatlán de Osorio. Resistagua.

Hernández, F. y Del Campo (2018) Teposaco. Resistagua.

García, J., & López, M. (2016). Mujeres mártires ambientales en América Latina.

Historiagenda, 21–33.

Guzman, A. (2014). Descolonizar la memoria. Descolonizar los feminismos (Tarpuna Muya ed.). Tarpuna Muya.

Matthew, R. (2012). Vegetarianism. A blossoming field of study. Appetite, 58(1), 141–150.

Nieto, M. (2017). La comprensión europea del mundo: Eurocentrismo y ciencia ibérica en el Atlántico del siglo XVI. L’Atelier du CRH. Published.

Nouzeilles, G. (2010). El retorno de lo primitivo. Aventura y masculinidad. Entre hombres, 87–106.

Ojeda, D. (2011). Género, naturaleza y política: Los estudios sobre género y medio ambiente. Halac, 1(1), 55-73.

Plumwood, V. (1993). Feminism and the Mastery of Nature. Routledge.

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