En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
Christian Hartmann (REUTERS)
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Caleb Jiménez Nava

Facultad de Estudios Superiores Aragón

Mi nombre es Caleb, estudio la carrea de comunicación y periodismo en la facultad Fes Aragón. Me gusta mucho leer, ver análisis político y sobre todo me gusta mucho el cine. Me gustaría dedicarme a eso algún día, por lo mientras mi deseo es ser crítico de cine como los directores de la nueva ola francesa antes de dar ese salto a la dirección cinematográfica.

Machismo humano, no divino

Número 18 / JULIO - SEPTIEMBRE 2025

¿Por qué las misas no son impartidas por mujeres?

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Caleb Jiménez Nava

Facultad de Estudios Superiores Aragón

Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó (Génesis 1:27, RVR1960)

Había sido asignada como pastora en una iglesia dentro del estado de Chihuahua. Con el nombramiento en la mano y una maleta, salió del refugio familiar, marchando lejos de casa. A su llegada, el recibimiento que tuvo fue áspero, frío y hostil, con gran parte de la congregación manifestando su rechazo en un contundente: “este cambio no es de Dios, no la queremos”. Al domingo siguiente, de los sesenta feligreses que asistían con regularidad, apenas quedaron veinte, únicamente por el simple hecho de ser mujer.

El testimonio de la pastora Ana Borunda para los episodios del podcast Vanguardias juveniles: “Fe y feminismo”, “¿Mujeres pastoras?”, es algo lamentable que sigue aconteciendo en las comunidades religiosas de corte protestante. Es una contradicción que en una religión donde la base han sido las mujeres, este fundamentada y liderada por los hombres; a diferencia de lo que muchos llegan a creer, la Biblia da constancia del papel determinante como sostén y difusoras de las buenas nuevas.

Lucas a diferencia de los otros evangelios—Mateo, Marcos y Juan—, revela dos datos muy interesantes: las mujeres como discípulas de Jesús y sustentadoras de su ministerio. En su capítulo 8:1-3, enfatizó como las mujeres de sus propios bienes patrocinaban los viajes del maestro—en ningún evangelio se resalta a los hombres como soporte financiero, esto no quiere decir que no apoyaban a la causa, sino que, en proporción, su ayuda era menor—; por otro lado, en el capítulo 10:38-42, nos relata la historia de dos hermanas de Betania, Marta y María.

La narración hace un contraste entre las parientes, mientras Marta se preocupaba por los quehaceres, María escuchaba atentamente las enseñanzas del rabí. Marta molesta, se queja con Jesús y este le responde: “Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero sólo una cosa es necesaria y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada.” (Lucas 10:41-42, RVR1960) Este pasaje afirma que el acceso al conocimiento no era exclusivo a los hombres, por el contrario, Jesús instruía por igual sin importar género.

Su labor siguió vigente después de la muerte de Cristo, y fueron de vital importancia en lo que hoy se conoce como la iglesia primitiva (30 d. C. – 300 d. C.). Pablo en su carta a los romanos 16, alude a diez mujeres que han trabajado mucho en el señor, de las cuales destacan dos: Febe que ejercía el cargo de diaconisa (una especie de administra. dentro de la iglesia) y Priscila quien expuso su vida por el apóstol; a su vez Rodney Stark sociólogo y ex catedrático de la

Universidad de Baylor señala en su libro “La expansión del cristianismo” que la población femenina dentro del cristianismo a comparación de otras religiones era mayor y lo que es más interesante, las mujeres de clases altas ejercieron influencia en sus maridos para proteger la iglesia.

Después de todo lo que hicieron surge la duda natural, ¿Siendo ellas el pilar de la fe, por qué el liderazgo ha recaído en los hombres y ellas relegadas a un papel secundario? La respuesta radica en una mala interpretación del texto bíblico; este se ha comprendido desde una óptica patriarcal, valiéndose de pasajes como: 1ra de Corintios 14:34-35 y 1ra de Timoteo 2:11-12. A menudo han sido comprendidos de forma literal, sin considerar que, al igual que un texto filosófico debe ser entendido dentro de su contexto. Las cartas de Pablo fueron escritas para resolver problemas específicos, no como normas generales, por lo que es un error aplicarlas de manera general a las iglesias.

Vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice. Y si quieren aprender algo, pregunten en casa a sus maridos; porque es indecoroso que una mujer hable en la congregación. (1ra de Corintios 14:34-35, RVR1960) La iglesia de Corinto estaba pasando por un desorden en el culto, las mujeres de esa comunidad provocaban un caos, interrumpiendo constantemente el servicio y no dejando el desarrollo del mismo, por lo que Pablo tuvo que intervenir para poner orden en ese lugar. Sería contradictorio que el apóstol quisiera que las mujeres en general callarán cuando él mismo conoció a las hijas de Felipe, quienes profetizaban o incluso dejará a Febe ser diaconisa.

A lo largo de la Biblia, Dios utilizo mujeres no para callar sino para levantar la voz, caso ejemplar es Hulda, profeta de Israel, quien denunció frente a rey el pecado de su pueblo (2do de Reyes 22:14-20) y, como ella, muchas más quienes hablaron palabra de su Dios.

La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio. (1ra a Timoteo 2:11-12, RVR1960) Pablo escribió a Timoteo el cual se encontraba en Ëfeso a petición del apóstol con el fin de evitar que se introdujera doctrinas erróneas. La iglesia a la que escribió se ubicaba cerca de templos paganos que podían influenciar a los feligreses y crear confusión . Eso precisamente estaba ocurriendo, mujeres sacerdotisas de Artemisa influían en cuestiones heréticas dentro de la iglesia. Pablo no amonesta a las mujeres a ser lideresas ni a enseñar, reprueba la ignorancia y la confusión, en otras palabras que un ciego guíe a otro ciego.

Dios jamás prohibió a las mujeres a ser líderes o maestras, una manifestación de esto es Débora, jueza de Israel, la cual fue utilizada por Jehová para gobernar, enseñar la ley y liberar a los israelitas de la opresión de los cananeos (Jueces 4), o la reina de Saba quién trasmitió su sabiduría a través de su hijo Lemuel y

enseño que ser la mujer virtuosa no es definida por la sumisión, sino por su fuerza, su trabajo y su habla hermosa que destila sabiduría (Proverbios 31:10-31).

Dios no estableció la superioridad de un género sobre otro. Desde la creación formó al hombre y la mujer a su imagen y semejanza, los bendijo y les encomendó las mismas tareas: “llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.” (Génesis 1:28, RVR1960) Porque Jehová no hace distinciones, y eso lo sabía bien el apostol Pablo cuando escribía a los gálatas: “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.” (Gálatas 3:28, RVR1960)

Si Dios no hace distinciones, ¿por qué la iglesia sí? Es evidente que no hay ninguna razón en la Biblia que impida a la mujer estar al frente de la congregación. Como dijo el predicador en Eclesiastés todo tiene su tiempo, tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar. (Eclesiastés 3:4, RVR1960)

Y hoy es tiempo de cambio, de reconocer los errores y corregirlos, de aceptar que el pastoreado no es cuestión de género y dejar aún lado aquellas viejas tradiciones que nublan la verdad, de confirmar la frase alguna vez dicha por el gran reformador, Juan Calvino, “La iglesia reformada, siempre reformándose”. Porque una iglesia que no se renueva se estanca. Y una iglesia estancada está condenada a la muerte.

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